
- 110 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
De mujeres y de tragedias
Descripción del libro
La celebrada dramaturga argentina contemporánea recrea, desde cinco monólogos, a las heroínas más famosas de la literatura clásica: Fedra de Creta, Medea de Cólquida, Helena de Esparta, Casandra de Troya y Circe, la maga de Eea. Por aquí transita la idea de refundar y reparar desde una perspectiva en la sociedad actual sus conflictos.
Preguntas frecuentes
Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
- Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
- Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a De mujeres y de tragedias de Patricia Suárez en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Medios de comunicación y artes escénicas y Teatro. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.
Información
Categoría
Teatro
Esta ave, que solo se separa de su grupo para vivir en pareja, fue considerada un ser de costumbres muy ligeras, debido a que la exhibición del macho durante la estación de los amores, que en la perdiz se extiende más de tres meses, es absolutamente reveladora de los placeres a los que le gusta entregarse.
Nadie es culpable de los recuerdos que le asaltan.
Christa Wolf
PERSONAJES
HELENA (casi siempre melancólica)
CASANDRA (siempre alegre)
La suma de los males
HELENA (descreída): Yo soy la linda, la hermosa de la historia. (Corrige). La idiota.
CASANDRA: Yo soy la que está mal de la testa.
HELENA: La adúltera, acusan ellos. La que siempre está caliente, la perdiz. Caliente como la perdiz zureando a ver si consigue quitarse el fuego con alguien. La perdiz, me dicen a mí que nací en un gallinero adonde me parió la madre.
CASANDRA: La adivina.
HELENA: ¡El azote de mi raza, la perdición de los troyanos!
CASANDRA: La que hablaba al agua que cae y nadie la escuchaba. Destino de toda mujer al final, anunciar y no ser escuchada.
HELENA: La que se fue atrás de un muchachito, un principito de mala muerte. Ya sea por culpa de los dioses o por mi gusto o porque estaba en mi destino…
CASANDRA: Todo lo que a uno le pasa, al final, está en el destino…
HELENA: La que tiene fiebre ahí abajo, esa soy yo. Una clase de mujer ¿cómo se dice?
CASANDRA: Del bajo vientre.
HELENA: La perdiz.
CASANDRA: Una perdiz siempre deseosa de más.
HELENA: Eso. Aquella es Casandra, tampoco lo pasa bien pero nunca nos quisimos. Me andaba atrás, murmurando una cosa, murmurando otra cosa. Estaba celosa del hermano, digamos la verdad. Ahora bajará del barco que la lleva a la casa de su amo.
CASANDRA: Yo soy la presa, el botín de guerra. Tampoco el que me llevó me escucha. Mi destino es como una anguila que se escurre, porque si algo, alguna cosa quería tener yo en la vida, era una voz. Una voz mía, propia. Y los dioses me dieron una voz. Pero ellos cuando dan… No quiero decir esto, pero ellos cuando dan, con una mano te dan y con la otra te pegan. Entonces tuve la voz pero era como si me hubiera quedado callada para siempre.
HELENA: Creen que viví todo el tiempo pensando en la belleza de mi rostro, en las (señala sus pechos), la cintura, las piernas… ¡Pero bah!
CASANDRA: Esta y yo éramos cuñadas. A la primera, éramos cuñadas porque ella se casó con mi hermano Alejandro. Pero después, yo fui a tener hijos con el rey, el capitán de la armada aquea que me llevó, el más alto de todos los aqueos. El papá desde la muralla los miraba combatir y le preguntaba a esta: “¿Quién es ese tan alto?” Y esta, que lengua no le faltó nunca, le contestaba: “Es Agamenón; en otro tiempo era mi cuñado”. ¡Hay que tener mala entraña para hablar de ese modo! Así que fuimos cuñadas otra vez, dos veces.
HELENA: Aquella no me quiere, no me quiso nunca. La vieja tampoco. La vieja si hubiera podido hacía que me mataran delante mismo de ella. Ni una pizca de piedad conmigo, ninguna de todas, ni las cuñadas, ni la suegra.
CASANDRA: Como si con una vez no bastara para odiarse, ¡dos veces cuñadas!
HELENA: Abro un poquito el visillo y espío. Mi marido me tiene acá dentro con la bendita costura y quiere hacer creer a los demás que me lo hace de castigo. (Chasquea la lengua, risueña). Es porque le da miedo que yo me escape. Y le digo ¡todas las mañanas le repito lo mismo!: “Marido, ¿no ves que ya estoy vieja? ¿Que ya no me miran los muchachos, que no vuelven la cabeza los viejos a mi paso si no es para decir: “Esa es la Helena por la que han muerto tantos inocentes en la guerra”. ¡A la vejez, viruelas!, les digo. Pero él farfulla cosas que parecen insultos y lo único claro de esos farfullos como escupitajos son unas palabritas: “Pobre de vos, Helena. Ir a confiarme a vos como una torcaza para que me arranqués la cabeza”.
CASANDRA (rotunda): Porque lo que yo tengo que hacer es quedarme callada.
HELENA: “¡A la vejez, viruelas!”, le digo. Pero ni me mira.
CASANDRA: Chito, muda.
HELENA: Me trata de puta.
Helena en el saloncito de costura
HELENA (cose)
Apenas llegamos, bajamos del barco y me metió en el palacio. La reina de Tebas, una qué sé yo, la mujer de Pólibo, me manda un regalo apenas piso Esparta. Manda un costurero de plata y una rueca de oro. ¡Hay que tener ganas de mandar regalos!, digo yo. Pero esa es otra malvada gata que se relame cuando piensa en mi suerte. Mi marido ahí tiene la idea brillante de ponerme a hilar y a coser. ¡Ah!, supongo que es para que yo haga la arrepentida, la reformada, la regresada.
¿Querés qué cosa, ahora? ¿Querés que haga costura?
Me traigo las sirvientas, Adrastra, Alcipe, Filó. Ayudan con la costura de las sábanas y unos vestiditos, unas cosas sencillas que hacemos para la caridad. Para los huérfanos de la guerra. A veces las dejo que canten y así me entretengo un poco. No veo bien las puntadas y para que no me salga chueco las hago coser a ellas. A veces, me estufan cantando y pego un grito para que se callen.
(Apenada)
Ellas, las pobres siervas, deben decir de mí: “La reina es mala”. Capaz que tienen razón; todas las cosas que me pasaron me agujerean la testa día y noche. Porque yo me levanto a la mañana y lo primero que me sale es: “Yo no tuve la culpa de tanta cosa, tanta muerte, la guerra. La guerra no es mi culpa”.
Pero ellos dicen que sí.
Hay unos viejos que me defienden.
(Ríe)
Inventan explicaciones, que si fue la voluntad de los dioses, que si fui llevada a la fuerza o convencida por las palabras del hermoso principito de Troya, que si fue la fuerza de la pasión que me perdió y perdí la cabeza. En ningún caso, dicen los viejos, Helena es culpable. Es la pasión de la perdiz la culpable. Hablan de mí para distraerse, dicen mi nombre sin ningún respeto. Son unos viejos decrépitos que tienen mucho tiempo para perder; se aburren. Podrían jugar a los dados, pero juegan conmigo.
Mi marido entra en el saloncito cuando cosemos. Podría no entrar, pero entra. El ojo del amo engorda el ganado. Muy dueño de entrar y de salir, él. Las sirvientas, si están cantando, se callan enseguida, nomás verlo. Le tienen miedo y está bien, porque es el patrón. A mí apenas si me mira, me tiene rabia. Él jura que no, pero yo sé que me tiene rabia. Yo no era así cuando estaba con él, acá, cuando tuve la hijita; yo era distinta, la guerra me hizo así. La guerra es un suceso que pasa fuera, en el campo de batalla, y dentro de uno a la vez, en las tripas, pasa en dos lugares a la vez.
Mi marido también es distinto y todos lo compadecen por tener una mujer como yo. Pobrecito, pobrecito cornudo, dicen bajito cuando él pasa.
Antes lo aplaudían, le palmeaban la espalda, los asquerosos, y él se pavoneaba conmigo. Cuando vivía conmigo en el tiempo de antes se pavoneaba conmigo; ahora no me deja asomar la nariz afuera. Ahora no me deja ni a sol ni a sombra.
Es que capaz que yo soy mala y este asunto no tiene vuelta.
Yo creo que el oro tiene la culpa, pero tantas veces me achacan que todo fue y todo es porque yo soy mala…
Una vez le pegué a la vieja Adrastra, no me acuerdo por qué. Me dolió la mano después. La pena me hizo doler la mano.
O capaz que no soy mala; capaz que es nomás que me estoy viniendo vieja.
Casandra con las vendas
(Se venda un brazo, está golpeada)
A veces las cosas no salen como uno quiere.
...Índice
- Cubierta
- Portada
- Créditos
- La obra dramática de Patricia Suárez: el paisaje de la historia con ojos de mujer
- Palabras preliminares de la primera edición de 2016
- La maldecida
- La alimaña
- La regresada
- La pasión de la perdiz
- Circe murió de amor
- Sobre Patricia Suárez