Pedagogías en países plurales:
¿cómo podría ser un currículo intercultural?1
Ana Carrillo y Bradley Hilgert
“las percepciones de interrogados e interrogadores se transforman, en un proceso largo donde acaba por surgir un nosotros cognoscente e intersubjetivo”
Silvia Rivera Cusicanqui
Quisiéramos comenzar este texto con un reconocimiento explícito de la naturaleza social del conocimiento. Y con esto queremos decir que lo que estamos escribiendo aquí, el “conocimiento” que plasmamos en estas páginas, no lo poseemos exclusivamente nosotros. Este texto da cuenta de un proceso de inter-aprendizaje construido entre varios aprendices. Reflexionaremos sobre la complejidad de implementar un currículo intercultural para la educación superior y su necesidad lejos del folklorismo. Para eso, reelaboraremos los conceptos de interculturalidad y ubicaremos las experiencias que desde nuestras prácticas docentes hacen posibles procesos interculturales en la Universidad. Narraremos, claramente situados, desde posturas políticas ideológicas en disputa sobre la educación en América Latina, algunas estrategias exitosas y fallidas de la educación para la interculturalidad. En nuestro contexto examinaremos el potencial de la praxis, la cercanía-empatía y los aportes de la comunidad afro ecuatoriana para poner en juego un modelo de educación que no solamente ubique destrezas y contenidos para una educación profesionalizante, si no que dote de experiencias sensibles que contribuyan a la construcción de un horizonte político en el cual la educación es un componente obligado de reflexión.
Todo lo que vamos a argumentar ha llegado a nosotros de la mano de otros, con su respaldo y ayuda, y con su sabiduría. Nos referimos principalmente a los compañeros dirigentes políticos afrodescendientes quienes nos interpelaban en el momento de elaborar proyectos conjuntos debido a la ausencia de un currículo, o por lo menos un acercamiento, intercultural en la educación mestiza. Al parecer, los derechos culturales y la conformación de Estados diversos que renieguen de las figuras monoculturales -también en cuestiones de género- está aún pendiente. Por otro lado, el pensamiento político afroecuatoriano también está en un momento importante de construcción. La coyuntura obliga a demandar un currículo intercultural que tenga como punto de partida la dignidad humana por y para los afroecuatorianos.
Lo que escribimos aquí es el resultado de varias conversaciones -- y en ocasiones de intentos de construir cosas conjuntamente -- con otros intelectuales: poetas, artistas, educadores populares, trabajadores, obreros, promotores culturales, historiadores. Ellos han ido construyendo sus caminos y nos han compartido su experiencia sobre educación o procesos educativos en ámbitos periferizados y desiguales como el nuestro, como los territorios en situación colonial. Aprendimos cosas bellas en el día a día, de los vecinos de a pie -aunque todos éramos de a pie-, en su realidad y con sus recursos. El camino nos traía a veces cosas difíciles que cuestionaban ética y políticamente nuestro trabajo.
Sin embargo, este aprendizaje nace en otra relación intersubjetiva, una menos feliz: la poca voluntad en unos momentos, la apatía en otros, el menosprecio a veces y la total violencia que causaban nuestros procesos -entre otros intelectuales de alma más blanqueada, trabajadores de la cultura como nosotros pero de otros apellidos. Aprendimos también de nuestros colegas académicos, que por momentos se convertían en adversarios. Los proyectos que emprendíamos tenían objetivos que apelaban a la necesidad de agendas interculturales en educación o de fomentar los procesos de educación popular en artes. Las propuestas alternativas son complicadas y, vistas de una perspectiva corporativista y neoliberal, parecen ser muy costosas. En medio de la contingencia se hace palpable, cada vez con mayor énfasis, que nuestras subjetividades han sido acuñadas en crisoles muy jodidos y que seguimos perpetuando el estado de las cosas, un poco por inercia, un poco por cansancio, en algunas ocasiones por la falta de criticidad. En algunas ocasiones -que queremos pensar que no son mayoritarias- nos convertimos en defensores de un status quo que blinda el bienestar de unos pocos.
Encontrarnos con estas subjetividades, verlas en nosotros mismos y darnos cuenta de cómo se reproducen, fue uno de los aprendizajes más difíciles. Esta dificultad yace en el oscurecimiento de la relación entre una aparente subjetividad individual --yo-- y ese status quo que tiene una capacidad casi determinante sobre nuestras vidas y acciones, intermediadas por relaciones de poder históricas. Es en este sentido que los otros aprendizajes se vuelven tan significativos en nuestro proceso, ya que es así que apre(he)ndemos la necesidad de pensar un currículo que produzca otro tipo de (inter)subjetividad. De manera clara pensamos que el contacto con otras subjetividades y la construcción conjunta de sentido y conocimiento nos puede ayudar a caminar hacia la transformación de nuestras maneras de pensar, además vimos el potencial de hacer eso de forma relacional y desde algunos lugares populares, lugares de la contradicción. El texto que sigue da cuenta de eso, y también da cuenta de la naturaleza práxica del conocimiento, de esa capacidad que tiene el aprendizaje de lograr su plenitud en el momento que se aplica a la vida real, a ese mundo que nosotros, seres de carne y hueso, habitamos.
Unas pistas
Los compañeros afroecuatorianos nos preguntaban siempre si sabemos quién es Alonso de Illescas, el líder de la conformación de la república de negros y zambos en la época colonial. Nos reclamaban la ausencia de la música afroecuatoriana en los estudios universitarios o el desinterés del Estado frente a la puesta en valor de sus tradiciones -que sienten abandonadas e incluso invisibilizadas-. Como sabemos, la incorporación de estos contenidos a las agendas educativas ha sido marginal; de igual manera que para algunos compañeros Kichwas con los que hemos conversado, la educación intercultural bilingüe está restringida a las agendas educativas de los indígenas y la etnoeducación es una tarea de la cual sólo se deben ocupar los Negros. No se ha hecho ninguna transformación estructural de la educación occidentalizada que recibimos la mayoría de ecuatorianos. Esto obviamente habla de la vulnerabilidad de nuestro pacto democrático, o de su inexistencia. Ibsen Hernández, -guardián de los saberes afroecuatorianos- dice que la Universidad está fundada sobre los cepos de los esclavos; en una metáfora bastante buena para describir el estado, la conformación y el uso del conocimiento en el capitalismo, su contradicción implícita con la democracia y la paradoja implícita en los intentos de transformación de las agendas de la educación.
En junio del 2018 participamos en las “Jornadas Repensando la Educación Superior en Ecuador, América Latina y el Caribe: a cien años de la Reforma de Universitaria de Córdoba”, organizadas por la SENESCYT. En ese encuentro académico había varias ponencias sobre el tema de la interculturalidad pero nos parece que la intervención de Luis Maldonado, el coordinador de las Mesas de Diálogo de Educación Superior entre CONAIE y el Gobierno Nacional, pone el dedo en la llaga. Maldonado hizo una pregunta muy pertinente: “¿Quién tiene que interculturalizarse?” Esta pregunta podría ser respondida por nuestra colega Lucila Lema2 quien nos ha enseñado que el peso de la interculturalidad siempre cae sobre las minorías étnicas. Son ellos que históricamente han tenido que ser interculturales, aún antes de que sea un hot topic para la academia y el Estado. Su interculturalidad no es una opción sino un mecanismo de sobrevivencia en este choque violento entre la cultura hegemónica y la suya. Lo que nos enseñaba Lucila, y que nos refuerza Luis, es que la interculturalidad no es un asunto de indígenas, sino más bien atañe a la sociedad en su totalidad. Lo que hacen visible Ibsen, Luis y Lucila, es que el problema principal está relacionado con el privilegio: un proyecto intercultural real es una amenaza para un sistema de educación superior mono-cultural mestizo.
Antes de llegar a estos pensadores y al iniciar nuestro proceso de inter-aprendizaje, realizamos nuestro primer intento de pensar una educación intercultural y decolonial; quisimos transformar el currículo de Historia del Arte. Fue ahí también que comenzamos a tener nuestros primeros problemas. Queríamos hacer un currículo que no hable del Renacimiento sin hablar de la invasión de América por parte de Europa, que no hable del barroco sin hablar de la colonia y la colonización. Es decir, queríamos aplicar el modelo de modernidad/colonialidad en la Historia del Arte, hacer visible también el lado oscuro de la modernidad y de sus procesos. Pensamos que es un error separar las esferas -- primero el Arte Europeo y luego, en un semestre satelital, Arte en América Latina. Queríamos entender la relación dialéctica en el campo de la estética y también de los recursos materiales necesarios para hacer cultura. Pero tuvimos muchos aguerridos obstáculos, uno de esos era la necesidad (inventada) teleológica de que todos los estudiantes de arte debían saber cuáles son “las Meninas”. Respetamos a Velázquez, pero no profesamos la misma fe que le ponen. Nos atrevemos a decir, incluso, que es posible imaginar un artista que no las haya estudiado. No queremos negar su relevancia en el mundo del arte occidental, pero pensamos que vale la pena cuestionar su pertinencia para la formación de artistas ecuatorianos.
En un contexto de educación superior en que entendemos la universidad como bien público y social, nos preguntamos cómo desarrollar un currículo pertinente en la educación, que refleje un pacto democrático inexistente, en una sociedad que está alienada y cuyo sentido crítico se ha perdido. Regresamos de nuevo al tema del privilegio, porque, al parecer, la academia privilegia mucho más a los artistas/historiadores que saben todo lo que hay que saber sobre Velázquez que a esos que se insertan profundamente en la realidad histórica que les ha tocado vivir.
Nuestra clase de historia de arte se convirtió en una clase más bien (re/des) ...