Historia general de Chile IV
eBook - ePub

Historia general de Chile IV

  1. 440 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Historia general de Chile IV

Descripción del libro

Diego Barros Aranafue un historiador y educador chileno del siglo XIX, cuyo legado más importante fue la monumental obra tituladaHistoria General de Chile, escrita en 16 volúmenes entre 1884 y 1902. Comprende desde la época precolombina hasta 1833. La obra está realizada en base a los documentos de archivos privados y públicos, que Barros Arana conoció y coleccionó a lo largo de décadas hasta que inició la redacción de suHistoria General en 1881. Este cuarto tomo analiza el siglo XVII chileno.La idea de escribir una historia general del país se gestó tempranamente en Diego Barros Arana. Ya en su introducción aVida y viajes de Magallanespublicada en 1864, había confesado que llevaba muchos años trabajando en una obra general. El autor sintió la necesidad de contar la historia de Chile, debido a las deficiencias de la historiografía disponible en su época. Barros consideraba que la historia chilena estaba por construirse en casi todos sus períodos y temas, y que la ausencia de narraciones no estaba determinada por la falta de materiales, sino por la falta de interés para emprender un trabajo extenso, complejo y crítico.En palabras del propio autor: «Este trabajo incesante, que podría parecer en exceso monótono y abrumador, ha sido para mí el más grato de los pasatiempos, el alivio de grandes pesares, y casi podría decir el descanso de muchas y muy penosas fatiga.»El texto fue organizado en 16 tomos que abordaban grandes épocas: Los Indígenas; Descubrimiento y Conquista; Afianzamiento de la Independencia y Organización de la República. Se trataba de practicar una investigación histórica bien distinta a como la habían efectuado ciertos cronistas hasta el momento. En la presentación de la obra, Barros Arana explica que asumió el método narrativo para escribir su obra, siguiendo la recomendación de Andrés Bello. Los hechos están ordenados e investigados con prolijidad y claridad, anotándose con precisión su filiación y contenido. Esta exposición ordenada y cronológica era garantía para esclarecer los hechos de una forma objetiva y rigurosa.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Historia general de Chile IV de Diego Barros Arana en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Historia y Historia del mundo. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Linkgua
Año
2010
ISBN del libro electrónico
9788498976526
Categoría
Historia

Capítulo VII. Estado administrativo y social en los primeros treinta años del siglo XVII

1. El situado, su influencia en el progreso de la colonia. 2. Incremento de la población de origen español: los extranjeros. 3. Dificultades de la administración pública: los gobernadores y la Audiencia. 4. Frecuentes controversias entre las autoridades eclesiástica y civil. 5. Espíritu religioso de la colonia: número e influencia del clero. 6. Nulidad de su acción para convertir a los indios y para mejorar las costumbres de los colonos. 7. Desorganización administrativa: sus causas. 8. Industria y comercio. 9. Entradas y gastos fiscales. 10. Instrucción pública: escuelas de los jesuitas y de los dominicanos. 11. Progresos de la ciudad de Santiago: fiestas y lujo.

1. El situado, su influencia en el progreso de la colonia

En medio de las inquietudes y quebrantos producidos por la guerra que los españoles sostenían en el sur de Chile y por las expediciones marítimas de los holandeses, la colonia había progresado considerablemente en los primeros treinta años del siglo XVII. El formidable levantamiento de los araucanos de 1599, que había destruido seis ciudades y causados tantos y tan grandes daños, puso por un momento la dominación española al borde de su ruina; pero sobreponiéndose a tantos desastres bajo el primer gobierno de Alonso de Ribera, logró mantenerse y consolidarse. Pocos años después de pasados aquellos desastres, la población y la riqueza de la colonia se habían desarrollado notablemente, y hasta en la industria y la cultura se percibía cierto progreso.
Como hemos tenido ocasión de decirlo, se debían, sobre todo, estos beneficios al establecimiento del situado. Las entradas propias del reino de Chile eran exiguas, y no bastaban para satisfacer los ingentes gastos que demandaba la guerra de Arauco. Felipe III dispuso en 1600 que la Corona suministrara al gobernador de Chile la suma de 60.000 ducados. Esa suma, según se recordará, había sido elevada más tarde a 120.000 ducados, cuando en 1603 el rey dispuso la creación de un ejército permanente pagado por la Corona; y por último, ascendida a 212.000 ducados, que equivalían a 293.279 pesos fuertes. Se pensaba entonces que la pacificación de Chile, contando con este subsidio, no podría tardar muchos años; y, en consecuencia, el rey lo concedió con el carácter de provisorio. Pero la guerra, que se había creído de corta duración, se alargó y llegó a hacerse fija y constante, y fue necesario mantener el situado como una erogación permanente. A consecuencia de las penurias del erario real, el soberano pensó más de una vez en suprimirlo o en limitarlo. Las incesantes reclamaciones de los gobernadores de Chile aseguraron su subsistencia.
El tesoro fiscal del Perú, ricamente provisto, particularmente por los impuestos que gravaban la producción de las minas, podía hacer frente a todos los gastos del virreinato y enviar, además, cada año a la metrópoli una remesa considerable de dinero. El situado anual con que el rey se dignaba socorrer al reino de Chile, era pagado por la tesorería fiscal de Lima. Esa subvención estaba destinada a satisfacer las necesidades de la guerra. Enviábase una parte de él en vestuario, armas y municiones y el resto en dinero para pago de los sueldos militares. La compra de aquellos objetos daba lugar en Lima a todo orden de especulaciones, y en Chile la distribución de los sueldos era el origen de numerosos fraudes. Negociantes poco escrupulosos, ordinariamente los militares de cierto rango o los empleados de la administración militar, explotaban a los soldados vendiéndoles las provisiones, por altos precios y a crédito, para pagarse el día de la llegada del situado.
De todas maneras, el establecimiento del situado, incorporando cada año en el comercio y en la circulación una suma relativamente considerable de dinero, había venido a dar vida al movimiento comercial e industrial de la colonia. La moneda acuñada, casi absolutamente desconocida en Chile durante los primeros sesenta años de la dominación española, comenzó a ser gradualmente, desde 1601, el instrumento ordinario de los cambios.249 Muchos de los productos nacionales subieron de valor con el aumento natural de compradores, y el comercio, que comenzaba a enriquecerse, pudo también dar mayor impulso a los negocios.
Pero el establecimiento del situado produjo otros beneficios. Hasta fines del siglo XVI todos los colonos estaban obligados a marchar a la guerra con sus armas y caballos. Los cuerpos de tropas formados de esa manera, tenían escasa disciplina y prestaban un servicio intermitente e irregular. Salían a campaña en octubre o noviembre, y volvían a sus hogares a entradas de invierno, es decir, servían durante los meses de guerra activa, lo que obligaba a la mayor parte de los colonos a desatender las cosechas y los trabajos más importantes de los campos. Instituido el situado para sostener un ejército permanente y asalariado, no solo se consiguió mejorar su condición y su disciplina sino que los vecinos que no eran militares, pudieron consagrarse más libremente a atender las faenas agrícolas. Esta reforma contribuyó notablemente a aumentar la producción y el comercio de exportación al Perú.

2. Incremento de la población de origen español: los extranjeros

Desde que el servicio militar dejó de ser obligatorio a todos los habitantes del reino, comenzaron a establecerse en él algunos individuos que querían labrarse una fortuna en las ocupaciones tranquilas del comercio y de la industria. De esta manera, la población de origen europeo, incrementada, además, con los refuerzos de tropa que llegaban de España y del Perú, recibió esos años un aumento que puede llamarse notable. Los antiguos documentos no contienen datos precisos para apreciar en su justo valor este aumento de la población, pero no es difícil recoger en ellos algunas indicaciones que pueden darlo a conocer aproximativamente.250
Según esas indicaciones, la población de puro origen español que tenía el reino de Chile al terminar el tercer decenio del siglo XVII no podía bajar de 8 a 9.000 habitantes.251 Esta suma puede descomponerse en: 1.700 militares o soldados en servicio activo o retirados, 800 eclesiásticos, clérigos y frailes, 150 o 200 monjas, y el resto: agricultores, comerciantes, funcionarios públicos y artesanos.
Pero al lado de la población de pura sangre española, se formaba en los rangos inferiores de la escala social una población criolla más abundante todavía. Los trabajos excesivos que se imponían a los indios de servicio y las guerras a que se les obligaba a asistir como auxiliares de los españoles, además de las frecuentes epidemias de viruelas, habían reducido considerablemente la población viril de la raza indígena. Muchos de esos indios huían lejos para libertarse de la servidumbre. Las mujeres, en cambio, quedaban en las ciudades y en los campos al servicio de los españoles; y en medio de la relajación de costumbres, resultaban con suma frecuencia uniones clandestinas. «Las indias que han quedado, escribía el obispo de Santiago dando cuenta de estos hechos, están en esta ciudad o en las estancias repartidas, las más asentadas por carta (contrato de servicio) o a su albedrío, de forma que no se casan (con los indios), porque las que son mozas viven mal con mestizos y españoles, y perseveran en su pecado con ellos, de que tienen muchos hijos, que hoy hay en este reino más mestizos habitados de esta manera que españoles.»252 Así se formaba la masa del pueblo que iba reemplazando gradualmente a la raza indígena y ocupando el vacío que ésta dejaba en el cultivo de los campos, en los trabajos industriales y en el servicio doméstico.
La población de origen europeo no estaba reconcentrada en las ciudades, como lo había estado largo tiempo después de la Conquista. En toda la región del norte y centro de Chile hasta las orillas del río Maule, los agricultores y ganaderos comenzaban a habitar sus estancias. Había algunos distritos de campo particularmente poblados. En 1626, el gobernador don Luis Fernández de Córdoba tenía resuelto fundar dos villas, una en el valle de Colchagua y otra en el de Quillota, con el fin de reunir a los moradores que en ellos habitaban; pero cuando se preparaba para ejecutar este proyecto, llegó a Chile una cédula firmada por Felipe IV en que disponía que no se fundase «ninguna ciudad ni villa sin la expresa orden de su real persona».253 Solo un siglo más tarde pudieron llevarse a cabo esas fundaciones.
Los dominios americanos del rey de España habrían podido poblarse con mucha mayor rapidez, y su riqueza habría debido desarrollarse en gran escala, sin las trabas y prohibiciones que las leyes vigentes oponían a la inmigración. Los españoles, como dijimos en otra parte, no podían venir a América sino con un permiso del rey, que no era fácil obtener. Aun los que lo alcanzaban debían embarcarse en Sevilla, lo que, dadas las dificultades de los viajes terrestres en la metrópoli y la incomunicación de sus provincias, casi equivalía a cerrar la puerta de la emigración al nuevo mundo a los súbditos españoles que habitaban los distritos más apartados de Andalucía. Las colonias americanas no podían tampoco esperar el aumento de su población por el arribo de extranjeros, porque a éstos les estaba prohibido llegar a ellas, a menos de haber obtenido una licencia real que no se daba sino con numerosas restricciones. La legisl...

Índice

  1. Créditos
  2. Brevísima presentación
  3. Parte IV. La Colonia de 1610 a 1700
  4. Capítulo I. Gobiernos de Merlo de la Fuente y De la Jaraquemada. Se manda poner en ejecución la guerra defensiva (1610-1612)
  5. Capítulo II. Segundo gobierno de Alonso de Ribera. Primeros resultados de la guerra defensiva (1612-1613)
  6. Capítulo III. Segundo gobierno de Alonso de Ribera; continuación de la guerra defensiva. Los holandeses en el Pacífico (1613-1615)
  7. Capítulo IV. Fin del segundo gobierno de Ribera; interinato del licenciado Hernando Talaverano; gobierno de don Lope de Ulloa y Lemos (1615-1620)
  8. Capítulo V. Interinato del doctor don Cristóbal de la Cerda; gobierno de don Pedro Osores de Ulloa (1620-1624)
  9. Capítulo VI. Gobiernos interinos de Alaba y Nurueña y de Fernández de Córdoba (1624-1629): fin de la guerra defensiva
  10. Capítulo VII. Estado administrativo y social en los primeros treinta años del siglo XVII
  11. Capítulo VIII. Gobierno de don Francisco Lazo de la Vega; sus primeras campañas (1629-1632)
  12. Capítulo IX. Gobierno de Lazo de la Vega: sus últimas campañas y su muerte (1632-1639)
  13. Capítulo X. Gobierno del marqués de Baides: las paces de Quillín (1639-1643)
  14. Capítulo XI. Gobierno del marqués de Baldes; los holandeses en Valdivia; los españoles ocupan este puerto (1643-1646)
  15. Capítulo XII. Gobierno de don Martín de Mujica (1646-1648). El terremoto del 13 de mayo
  16. Capítulo XIII. Gobierno de don Martín de Mujica. Su muerte. Interinato de don Alonso de Figueroa. Principio del gobierno de Acuña y Cabrera (1648-1653)
  17. Capítulo XIV. Gobierno de Acuña y Cabrera. Alzamiento general de los indios. Deposición del gobernador (1654-1656)
  18. Libros a la carta