Las calles de Barcelona en 1865. Tomo II
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Las calles de Barcelona en 1865. Tomo II

  1. 495 páginas
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Las calles de Barcelona en 1865. Tomo II

Descripción del libro

Las calles de Barcelona en 1865 es una obra complementaria a la Historia de Cataluña, que se centra en la ciudad condal y en sus calles, monumentos, personajes y eventos. La guía histórica analiza cada una de las calles importantes de la ciudad y toda la historia que rodea el pasaje. En el segundo tomo se analizan las calles de la F (empezando por Calle del huerto den Fabar) a la Q (acabando por Calle de Quintana).

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Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2022
ISBN del libro electrónico
9788726687996
Categoría
Historia
Categoría
Historia social

M

MADOZ (pasaje de).

Abre paso desde la calle de Fernando VII á la Plaza Real.
Ocupa el sitio donde estaba la entrada á la iglesia y convento de Capuchinos, cuyo edificio llenaba todo el ámbito de la que es hoy Plaza Real.
El Excmo. Sr. D. Pascual Madoz, cuyo nombre recuerda este pasaje, ha prestado grandes é importantes servicios á Cataluña y principalmente á Barcelona. Noble partidario de las ideas liberales, gran adalid del proteccionismo, en el parlamento, en la prensa, en el gobierno, en todas partes, ha defendido siempre con elevado criterio, con valor cívico y con admirable abnegación las ideas de libertad constitucional, de progreso moral é intelectual y de decidida protección á las artes y á la industria.
En otras obras nuestras hemos hablado extensamente de D. Pascual Madoz, con cuyo nombre se tropieza hoy por todas partes en nuestro país, y de él pensamos hablar con alguna detención en nuestros Varones ilustres de Cataluña, que aun cuando D. Pascual Madoz no es catalán de origen, lo es en realidad si se atiende á que ha vivido muchos años en nuestra tierra, á que constantemente ha sido diputado á Cortes por una de las provincias catalanas, á que le unen á nosotros lazos de familia y de amistad, y á que ha sido el primero en merecer en este siglo la alta distinción de ser nombrado hijo adoptivo de Barcelona.
Atestigua esto último una lápida de mármol colocada en el consistorio del Municipio barcelonés, y se hizo merecedor á esta señalada honra por los relevantes servicios que prestó en 1854, durante la época aciaga del cólera. Acababa de declararse éste en Barcelona, cuando Madoz fué nombrado gobernador civil. Despreciando todo riesgo, haciéndose superior al peligro, renunciando al sueldo de gobernador y á toda recompensa, aceptó el puesto, y la capital del Principado ha querido conservar en mármol y en bronce el recuerdo de aquel triste período, pagando un justo tributo al hombre benéfico que en aquellas azarosas circunstancias prestó toda clase de sacrificios.
Fué Madoz el presidente de las Cortes constituyentes de 1854, y sólo abandonó este puesto para aceptar el de ministro en los consejos de la corona.

MADRONA (calle de Santa).

Existen tres calles de este nombre.
La una va desde la Rambla de Santa Mónica hasta la puerta de Atarazanas que sale á las huertas de San Beltrán. Se la llama vulgarmente paseo de Santa Madrona, aun cuando no tiene nada de tal. Le ha dado este carácter una doble línea de árboles que se extienden á lo largo de esta calle, con lo cual al principio se trató de hacer una prolongación de la Rambla. Su nombre de Santa Madrona lo debe á la puerta de Atarazanas que está al fin de la calle, cuya puerta sin duda lo tomó de su proximidad al convento de capuchinos de Santa Madrona, que estaba, según ya sabemos, en la vecina montaña de Montjuich.
La otra calle se llama Nueva de Santa Madrona, y cruza de la de Trentaclaus á la de San Beltrán. En una antigua casa de la misma existía antes una capillita con una imagen de aquella santa.
Por fin, la tercera está en la Barceloneta, y desde la del Cementerio se dirige á la playa.

MAGDALENAS (calle de las).

Atraviesa de la de Ripoll á la Riera de San Juan.
Ha tenido hasta cinco nombres.
Primeramente tuvo el den Borradoná, nombre de familia sin duda.
Luego tomó el de la Ermita, á causa de una capillita especie de eremitorio que la piedad particular estableció en un vasto huerto cuya entrada daba á esta calle.
Pasó más tarde á tener el de la Murtra, cuyo origen nos es desconocido.
Su cuarto nombre fué el de las Penedidas, es decir, de las Arrepentidas, y provino de haberse instituído junto á la citada capilla una casa destinada para el recogimiento de las mujeres arrepentidas.
Pronto se manifestó la intención de fundar en esta casa una orden de religiosas, y en 1365 el Consejo de Ciento acordó contribuir, para este objeto, á la fábrica de un monasterio. Consta que dicha Corporación dió, el 25 de Noviembre de 1365, 500 libras catalanas por amor de Dios al citado efecto; pero la fundación de la orden no tuvo lugar hasta 1372, siendo obispo de Barcelona D. Pedro de Planella. Les fué dado á las nuevas religiosas el hábito y regla de San Agustín por el obispo portuense Guido, cardenal legado de la Santa Sede, y el papa Clemente VII destinó á este convento unas monjas canonesas de San Agustín, según la regla é institución de San Rufo, que residían en el término de Tarrasa y parroquia llamada de Puig Barral, en una capilla bajo la advocación de Santa Magdalena. Esta aplicación fué confirmada en 1535 por el pontífice Paulo III.
De aquí provino el quinto nombre que tomó esta calle y que definitivamente guardó, por haber comenzado á llamar el vulgo al nuevo establecimiento convento de las Magdalenas.
El edificio hace esquina á la Riera de San Juan, de la cual forma parte; pero la iglesia tiene su entrada principal en la calle de que nos ocupamos. Nada de particular ofrece el templo. El convento tiene buenos y espaciosos claustros, y se dice que guarda algunos cuadros de mérito.
Durante la época en que de él estuvieron ausentes las monjas, á causa de los referidos sucesos de 1835, sirvió para las escuelas gratuitas que costea la Junta de Damas, y también para alojamiento de familias de militares pobres.

MALCUYNAT (calle del).

Es decir, del Mal guisado, nombre que no reconoce más origen que el de habérselo aplicado el vulgo por cualquier circunstancia local ó ridícula que nos es desconocida.
Es una callejuela que del Fossar de las moreras va á la plaza de Palacio.
Antes, sin embargo, tuvo tres nombres: el de la Sabonería (Jabonería), el del Ase mort (Asno muerto) y el dels Sabaters (de los Zapateros), que dejó para tomar el que hoy lleva.
No creemos que la crónica tenga nada más que contar de esta calle, por sobre la cual corría un arco que servía de pasadizo de comunicación entre la iglesia de Santa María y el Palacio Real.

MALLA (calle den).

Cruza desde la Platería á la plaza dels Argenters.
Primeramente tuvo el nombre den Ferran y luego el den Guillem Malla, familias que tuvieron en ella propiedades.
Debía el último ser sin duda un acaudalado propietario de Barcelona y de sus alrededores, pues varias calles tuvieron antiguamente su nombre.
En la república de las letras catalanas figura con gloria un Felipe de Malla, que vivía en el siglo xv . Era canónigo y arcediano del Panadés en la catedral de Barcelona, varón no menos ilustre por su piedad que por su erudición. Antes de cumplir los veinte años de su edad estuvo en París, donde, con general admiración, fué profesor de sagradas letras, habiendo sido nombrado más tarde maestro de artes y catedrático de teología en la misma ciudad.
Cuando regresó á Barcelona se ordenó de sacerdote, siendo muy protegido de los reyes Fernando el de Antequera y su hijo Alfonso el Sabio, cuyos dos reinados ilustró.
El primero de aquellos monarcas le envió de embajador á Inglaterra para tratar con aquel rey de los medios de extinguir el cisma y también de varios asuntos políticos. El segundo lo nombró predicador suyo; le envió junto con otros varones eminentes de Cataluña al concilio de Constancia, donde se distinguió notablemente, y también de embajador á Nápoles.
Al morir dejó varias obras, entre ellas una notable colección de sermones, pues se cuenta que fué el más señalado predicador de aquellos tiempos, después de San Vicente Ferrer.

MALLORCA (calle de).

Pertenece al ensanche de Barcelona y debe cruzar, según el plano aprobado, desde la de Marina á la del Llobregat, viéndose cruzada por las de Cerdeña, Sicilia, Nápoles, Roger de Flor, Paseo de San Juan, Bailén, Gerona, Bruch, Lauria, Clarís, Paseo de Gracia, Rambla de Isabel II, Balmes, Universidad, Aribau, Muntaner, Casanovas, Villarroel, Urgel, Borrell, Viladomat, Calabria, Rocafort, Entenza, Vilamarí, Llansa y Tarragona.
Pusimos especial empeño en dar este nombre á una de las principales calles de la nueva Barcelona, para recordar uno de los hechos más notables y gloriosos de la historia catalana.
Ya Mallorca había sido arrebatada á los moros por el conde de Barcelona, Ramón Berenguer, con ayuda de italianos; pero, vuelta á poder de sus primeros moradores, tocábale conquistarla definitivamente á nuestro D. Jaime el Conquistador en una expedición pura y esencialmente catalana.
Joven era aún D. Jaime, casi niño, cuando, hallándose en Tarragona, fué á comer un día junto con los principales señores de su corte á casa de un hábil y célebre marino llamado Pedro Martell. Al llegar á los postres la conversación se hizo general, y Martell fué interrogado sobre sus viajes, y en particular sobre Mallorca, de la cual el geógrafo árabe Abulfeda había dicho, con ese lenguaje peculiar á los de su raza:
«Á Mallorca la paloma le ha prestado su collar y el pavo la ha vestido con su traje de mil colores. No parece sino que sus aguas son un vino reparador, y que las llanuras en que ellas se esparcen le sirven de copa.»
Lo que Martell contó de las Baleares, los detalles en que entró acerca de su extensión, fertilidad y riqueza de aquellos países afortunados, era á propósito para excitar el ardor de los guerreros que le escuchaban. Sus valerosos corazones se inflamaron á la idea de una empresa que les prometía, á más de celestes recompensas, resultados inmediatos, y entonces todos los barones allí presentes pidieron á su joven rey que les condujera á una expedición que de tanta gloria les cubriría á los ojos del mundo, «admirado de ver á un príncipe de veinte años conquistar un reino en medio de la mar.»
Jaime no ocultó su satisfacción al ver á la nobleza adelantarse á sus votos más caros.
—No será culpa nuestra si vuestros votos no se cumplen,—contestó.
Y las Cortes catalanas fueron convocadas en la capital del Principado para tratar de la empresa. Los tres Brazos, es decir, la representación del clero, de la nobleza y del pueblo, se reunieron poco tiempo después (Diciembre de 1228) en Barcelona.
Pronunciado el discurso del trono; cumplidas las operaciones preliminares; reunidos separadamente los Brazos para deliberar, según costumbre, llegó el día solemne, y el rey ocupó su trono.
Se cree que aquella sesión famosa, y para siempre memorable, fué celebrada en la gran sala de embajadores ó tinell, convertida en nuestros días en iglesia de Santa Clara.
Hablaron, en representación de la nobleza, Guillermo de Moneada, vizconde del Bearn; Nuño Sánchez, conde del Rosellón, y Hugo, conde de Ampurias; en representación del clero, el arzobispo metropolitano de Tarragona, Aspargo de la Barca; el obispo de Barcelona, Berenguer de Palou; el obispo de Gerona, el abad de San Feliu de Guixols y el pavorde de Tarragona; en representación de los ciudadanos y de las municipalidades, Pedro Grony ó Gruny, prohombre de Barcelona, y los síndicos ó diputados de Tarragona y Tortosa.
Todos estuvieron unánimes en ofrecer para la expedición hombres, dinero y buques.
Cuando todos hubieron hablado y se hubo acordado la parte que tomaría cada cual en la expedición, y el modo como se haría la repartición de las tierras y bienes conquistados, D. Jaime I, poniéndose en pie, extendió su mano sobre el libro santo de los Evangelios y juró solemnemente observar los artículos consignados en el acta de aquella sesión memorable, comprometiéndose á conducir con él 200 caballeros y á estar el 1.° de Mayo de 1229 en el puerto de Salou, punto del embarque de los expedicionarios.
La última sesión de las Cortes que decidieron la conquista de Mallorca, tuvo lugar, según Bernardo Desclot, el 24 de Diciembre, víspera de Navidad.
Al llegar la noche de aquel día, el rey, seguido de toda su corte, al par que de todos los diputados, se dirigió, á la luz de las antorchas, á la iglesia de Santa Cruz, catedral de Barcelona, donde permaneció hasta el día siguiente. Después comenzaron las fiestas, los banquetes, las luminarias y las diversiones de toda clase con que la ciudad entusiasmada celebró el anuncio de la próxima expedición.
Terminado todo, los miembros de las Cortes se despidieron del rey, y cada uno se fué donde el deber le llamaba para apresurar los preparativos.
Así, pues, la expedición y conquista de Mallorca, como se ve, fué una empresa exclusivamente catalana. Fué concebida en Tarragona; iniciada por los marinos y nobles catalanes; votada por los representantes de los pueblos, villas y ciudades de Cataluña; celebrada con grandes festejos por la capital del Principado, que se entusiasmó á su solo anuncio, y llevada á cabo á expensas únicamente de los catalanes, gracias al impuesto del Bovaje y á los auxilios pecuniarios ó personales que proporcionaron los prelados, barones y ciudadanos. El mismo rey no figuró en la empresa sino como el primero de los richs homens catalanes, comprometiéndose, al par de los demás, á llevar su contingente levantado en sus dominios; sólo que, como sus dominios se hallaban en parte en Aragón, llevó consigo á caballeros de dicho reino. Si más tarde los barones aragoneses se asociaron á la expedición, fué en su nombre personal, y no ciertamente en virtud de un acto político y nacional como el del Parlamento de Cataluña; y si también tomaron parte caballeros franceses, alemanes y otros, fué asimismo, bajo el mismo título individual, impulsados por el amor de la gloria, por el espíritu de las aventuras, por el deseo de hacer una obra agradable á Dios y por la codicia de la conquista.
No entraremos en más detalles sobre aquella gloriosa empresa de Mallorca, que conocida es de todos y que, con especiales pormenores, hemos, por nuestra parte, narrado en la Historia de Cataluña y en otras obras que hemos tenido ocasión de escribir. Sólo diremos que es una magnífica Odisea aquélla que comienza con el banquete de Tarragona y sigue con la reunión de las Cortes catalanas, la toma de la cruz por el rey, los preparativos de la expedición, la reunión de la gente y de la flota en Salou, la partida de los cruzados, la tempestad durante la travesía, el desembarco en las playas baleáricas, los primeros encuentros, la batalla de Portopí, la muerte de los dos Moncada, sus funerales en el campamento, el sitio de Mallorca, los consejos de capitanes, el asalto de la ciudad y el repartimiento de la conquista.
Es un poema que está hecho en la crónica del mismo rey D. Jaime y en los libros de los historiadores particulares. Sólo falta un Homero que lo ponga en verso.

MAL NOM (calle del).

Del Mal nombre, en castellano.
Primitivamente se tituló den Tifella, apellido de familia, y puede que el origen de haber trocado su antiguo nombre en el que hoy lleva se deba á escándalos y deshonestidades que acaso en alguna ocasión tuvieron lugar en ella.
Cruza de la calle de Picalqués á la del Carmen.

MANSO (calle de).

Otra de las del ensanche.
Debe ocupar un sitio en el que hoy se levanta la Ciudadela, y se extenderá desde la de Marina hasta el Paseo de San Juan, viéndose cruzada transversalmente por las de Cerdeña, Sicilia, Nápoles y Roger de Flor, y diagonalmente por la de la Ribera.
Pusímosle este nombr...

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  1. Las calles de Barcelona en 1865. Tomo II
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  15. Sobre Las calles de Barcelona en 1865. Tomo II
  16. Notes