
- 360 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
El camino del triunfo
Descripción del libro
«El camino del triunfo» (1908) es una novela de José María Vargas Vila. Juliano Hermida tiene una sensibilidad de poeta y está enamorado de su joven maestro; al mismo tiempo, es un escéptico y desprecia la vida, aun así, acaba ordenándose sacerdote debido a su precaria situación familiar.
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Información
Categoría
LetteraturaCategoría
ClassiciSeminario de San Nicolás…
Y, así caí en este nido de sacerdotes futuros, y, destinado á ser uno de ellos;
así, con el corazón lleno de ambiciones íntimas y de esperanzas cínicas, dispuesto á todas las vilezas y, á todas las cobardías, para triunfar en esta innoble prostitución de la vida religiosa;
aquella claustración absoluta, aquella promiscuidad vulgar y forzada con otros seres, tenía que ser dura, para quien como yo, estaba hecho á la vida ardiente y libre de la naturaleza, á los aires y los perfumes vivificantes del campo, á la fantasmagoría móvil y fugitiva de los horizontes, á la habitud de ver nacer y desaparecer los astros, sobre la melancolía embriagante del mismo cielo, y las mismas colinas blondas de zafir;
romper con todo eso; renunciar á todo eso... era duro y difícil.
sin embargo, no necesité de gran esfuerzo, para domar esa melancolía;
todo eso vivía en el corazón, en los parajes obscuros del sentimiento;
todo eso era inepto y trivial: floración de candideces;
yo mismo arranqué esas flores pérfidas de los muros de mi alma, y, las arrojé, lejos, muy lejos, sobre los caminos lentos del Olvido;
y, me hice otra alma: una alma de adaptación y de Voluntad;
la mejor manera de formarse una alma, es ocultarla siempre á los otros;
la vaporización del Yo, es decir su exteriorización, y el don de él, hecho á los otros, lo agota y lo destruye;
la concentración del Yo, en un hermetismo, cuidadoso y fecundo; esa es, la Fuerza.
S. N.
Este, no es un diario: son anotaciones, escritas sin orden ni cuidado; ora en el margen de un periódico cretino de los que por aquí penetran, para edificarnos (y valga la frase consagrada); ora en la última página en blanco de texto, que arranco luego; ora en un cuaderno de tesis, cuyas hojas se nos dan contadas;
y, todo esto á hurtadillas, escondiéndome por igual de los maestros y de los discípulos, porque aquí se marcha por los claustros, entre un espía y un delator;
el alma levítica está formada de estos dos vicios;
y, yo, sospecho, que los sacerdotes, no han canonizado á Judas, no por horror, sino por Envidia;
como todos los hombres superiores, se adelantó á su tiempo; y, fué el modelo del sacerdote católico, antes de haber catolicismo; de ahí su fracaso.
S. N.
¡Qué pluralidad de rostros, vagan por estos claustros, cretinos unos, Cándidos otros, todos como sonambulizados, en la locura de un suicidio lento!...
todos macilentos, todos demacrados; los bellos colores han huído de esos rostros, que parecen acartonarse en una senilidad precoz; se diría que todos tienen un jardín de violetas, bajo los ojos; les falta la alegría física, el ritmo de los músculos: la higiene;
aquí, no hay baños, no hay gimnasios: todo es una conspiración contra la salud;
no sé qué vagos sueños de nostalgias sufrientes, hay en todos estos ojos de niños, que brillan, sin embargo, con una luz extraña de resignación, como los ojos de un cordero, sacrificado á la hora del crepúsculo, y, que guarda en las pupilas inertes, toda la grandeza suntuaria, de los cielos en agonía;
no sé por qué, creo, que la mayor parte de ellos, han sido arrojados aquí, por el mismo huracán que me arrojó á mí: por la Miseria;
son, como hojas secas, que un viento implacable barre de los caminos de la vida, hacia aquí, adentro de estos muros, donde las horas caen lentas y tristes, como una inmensa bruma;
estos muros, se los devolverán un día, vomitándolos sobre la vida, armados del doble poder de atar y desatar las cosas del cielo y de la tierra...
¡ay del mundo entonces! ¡ay de los vencidos!... el paso de esta legión asuela el mundo; los cosacos de la hostia, son más terribles que los cosacos de la lanza; ellos van á la conquista de la tierra; y, ya, es suya... ya, es suya! ¡su triunfo anubla el sol!
¡guay de los vencidos!
¡yo, seré de los vencedores!..
S. N.
el silencio que envuelve estas almas, es penetrante, como un perfume, obsesionante, deletéreo, como un miasma; se diría, que os penetra por todos los poros, y, os invade, como una malaria;
os hacéis, paulatina, involuntariamente silenciosos; os incorporáis, os fundís, insensiblemente en esta enorme masa de silencio, que reina con una intensidad abrumadora, en los inmensos claustros embalsamados, y, los invade como un estuario, y, los llena de su salvaje omnipresencia...
se diría, que, es una orquestación de silencios, que reina en la soledad;
y, por ella, va esta triste procesión de almas adolescentes, pasivas, inertes, como un rebaño en la noche, moviéndose lentas, bajo el impulso de una voluntad invisible y extraña, en un anonadamiento absoluto de la suya propia, conscientes de su significación solemne de ser una fuerza así agrupados, así unidos, ante el mundo y ante el porvenir;
el orgullo de la colectividad los posee, como á los hebreos el orgullo de la raza;
el alma de la Compañía, parece residir en todos ellos; en sus gestos, en sus ambiciones, en sus palabras;
el Yo, muere aquí, como un niño estrangulado: es algo inútil, algo nocivo, algo fatal, que es necesario extirpar hasta en sus más profundas raíces;
Nosotros, esa es la palabra gloriosa, la bandera, el santo y seña, ahora y siempre;
el mundo exterior, no existe aquí...
toda comunicación libre, con los de fuera, nos es vedada;
nuestras cartas pasan abiertas por las manos del superior;
las primeras cartas de Lucio Pica, me fueron entregadas; después, no volví á recibir ninguna... ¿qué contenían? ¿qué perfume de grandeza, se escapó de esas páginas, denunciándolas?
de Rosina, no he recibido una sola letra;
yo, hubiera querido saber algo de Victoria Pica, la más casta y la más extraña visión, que se haya ofrecido á mis ojos mortales... fascinante como el Misterio; en la gran sombra moral, que todo lo abarca aquí, condenando é inutilizando todo esfuerzo de Vida, lo único que no se borra, lo único que no muere, lo único que no desaparece, es la imagen de ese mi amor, lleno de la riqueza inaudita de las cosas imposibles, del terrible resplandor irrevelado, de los sueños que están más allá del Hombre y de la Vida;
¡tal vez, no la he amado nunca como ahora!;
la ternura mía, viene de mi soledad, que todo lo engrandece; de este anonadamiento completo de mi alma, estéril como un desierto, desolado como una ruina...
¿por qué empeñarse en destruir del corazón, las cosas misteriosas y bellas, que Dios ha puesto allí, profundas, como la raíz bajo la tierra?
¿por qué arrancar con nuestras propias manos, la simiente maravillosa, que ha de engendrar la vida?
¿por qué?
porque estos sueños, llenos de cosas nuevas y vivificantes, vienen del corazón;…
y, el corazón, es un abismo, fatal á nuestra vida;
el corazón, es el germen de todas las derrotas;
es necesario estrangular el corazón;
es cuando el corazón ha callado para siempre, que el himno de las grandes cosas, suena en el alma como un concierto de astros;...
nada hay igual, á la fecundidad incalculable de fuerza, que viene al hombre, cuando ha matado su corazón;
sólo en el silencio eterno del corazón, es, que esplende nuestra alma, como una aurora...
y, yo hago todo por matar mi corazón, y, con él, las visiones augustas del pasado, toda la lumbre ideal, que circundaba el esplendor de mis pasados sueños...
y, me engaña su silencio; y, lo creo á veces ya domado; pero, aplico el oído á él, y, lo oigo cantar bajo la muerte como un mártir bajo las catacumbas...
y, ese canto, es aún como un reclamo de ventura, lleno de un terrible poder animador...
y, me parece que al ruido de ese canto, el silencio del claustro se estremece;
S. N.
no;
no tienen el tiempo y el silencio, la virtud de calmarla angustia y engrandecer el olvido...
el alma, crece más poderosa, en el silencio, porque crece más libre;
el eco de una palabra, que venga de fuera, basta á turbarla;... porque el silencio es sonoro, como una cripta...
tal sucedióme con la carta de mi tía, recibida ayer: en ella me anuncia el matrimonio de Rosina, con Lucio;
éste, también me ha escrito, pero los superiores, no me han entregado la carta...
— Lo que ese señor escribe, no puede circular aquí, ni tenerse en manos honradas, me dijo el Rector, con un aire de cólera y de falso desdén, que demostraba que las frases de Lucio Pica, lo habían herido en lo más vivo.
yo, quise protestar, defender á mi Maestro... pero, pensé, que era inútil toda lucha, ¿para qué?
Obediencia, Obediencia ciega, perinde ac cadaver, tal es la divisa de esta aglomeración de almas, la piedra angular de este presidio religioso, de esta solfatara de vicios, que es una casa de Jesuítas: la Santa Casa, como la llamamos, cuando tenemos necesidad de referirnos á ella;
la Obediencia, dominando como una fuerza, innombrable é invisible, estas pobres almas ya vencidas, que se pliegan como vegetaciones confusas, sobre un estanque lúgubre;
entre todas estas almas, no hay un Hombre, es decir, una Conciencia; nadie razona, nadie discute, nadie resiste; es un anonadamiento de sombras, en una calma de aguas muertas...
se siente el contagio inerte del pantano;
plegarse, he ahí el dogma;
humillarse, anonadarse, borrarse, hasta desaparecer;
matar su personalidad: tal es la consigna, muda pero imperativa, que parece desprenderse de la elocuencia escueta de estos claustros, vastos como una soledad;
y, yo, no sólo la cumplo, sino que la exagero, hasta una ...
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