Dimensiones analíticas
y conceptuales
en la investigación empírica
VI
Los amantes y su mundo:
una propuesta teórico-metodológica
Adriana García Andrade y Olga Sabido Ramos
El amor es su propio fin.
Georg Simmel
En este capítulo proponemos algunas directrices para el estudio sociológico del amor de pareja como un fenómeno relacional. Desde siempre, el amor ha sido un tema tratado en la filosofía, la religión, la literatura y la psicología, no es un tema nuevo, pero ¿por qué hablar de este fenómeno ahora y desde una perspectiva sociológica? Como han dado cuenta diversos escritos (García Andrade y Cedillo Hernández 2011a, 2011b; García Andrade, 2014; García Andrade y Sabido Ramos, 2014a; Jónasdóttir, 2014) el amor ha resurgido como problema de investigación relevante en las ciencias sociales. Sin embargo, el abordaje realizado se limita a los análisis discursivos o de los puntos de vista individuales de los participantes. El amor como vínculo, es decir, como forma de relación, raramente es tratado. Por ello, queremos plantear la utilidad de una perspectiva relacional.
A lo largo del capítulo hacemos hincapié en el estudio del amor como vínculo afectivo entre amantes. En este sentido, recuperamos el pronombre personal nosotros para designar el vínculo específico entre individuos enamorados. Partimos de que dicho vínculo crea su propio sentido (Sinn), que va más allá de lo que sólo una de las partes siente. Para ello, recurrimos a autores como Norbert Elias, Niklas Luhmann, Erving Goffman, Georg Simmel, entre otros, y acudimos, incluso, a otras disciplinas como la psicología, el feminismo, la neurología y la antropología que permiten complejizar el entendimiento de un fenómeno tan enigmático como el amor de pareja. Las aportaciones de autores tan diversos y las de otras disciplinas son comprendidas a partir de las siguientes preguntas sociológicas: ¿cómo es posible el vínculo amoroso de pareja? ¿Cuáles son sus condiciones sociales y materiales de posibilidad? ¿Cómo se enlazan las acciones de dos o más participantes a través de este vínculo? ¿Cómo se relaciona esto con la sociedad en general y la experiencia en particular?
Desde esta propuesta, la relacionalidad del amor de pareja es vista desde tres dimensiones: el amor como un mundo significativo (semántica); el amor como “afecto situado” en el orden de la interacción y el amor como sentimiento y vivencia (Erlebnis) en el cerebro-cuerpo individual. Ya otros autores han señalado la necesidad de pensar el amor desde distintas dimensiones. Ahora bien, lo novedoso del escrito que aquí se presenta es: a) la convergencia analítica entre amor y corporalidad, específicamente sensibilidad (García Andrade y Sabido Ramos, 2014a); b) la incorporación de la dimensión de la situación y como en ésta se conjugan tanto el ámbito cultural, los condicionamientos corporales, como las mutuas sensibilidades en la generación de un sentido (Sinn) común; y c) la integración de conocimientos de disciplinas no sociales para pensar el proceso cognitivo, corporal y afectivo que supone el amor. El capítulo busca presentar estas dimensiones observadas desde el nosotros como una figuración específica. Con ello buscamos contribuir a presentar elementos para la investigación empírica del amor entre amantes desde una posición relacional.
Antes de continuar, es importante mencionar que aun cuando este capítulo se concentra principalmente en parejas heterosexuales en Occidente, esto no significa que éstas sean consideradas el único tipo de vinculación amorosa posible. Reconocemos que tanto el amor, entendido como un fenómeno relacional, como la relación entre enamorados pueden asumir formas muy variadas (que incluyen, por ejemplo, la cultura de procedencia, la preferencia sexual y el número de participantes que integran la vinculación amorosa). Por ahora, centraremos nuestra atención sólo en este tipo de relación, la de la pareja heterosexual.
Como mencionamos anteriormente, en la literatura reciente sobre el tema el amor se ha investigado: 1) como discurso social (i.e., que permite o restringe las expresiones de amor hacia otros), o 2) como un conjunto de nociones individuales (i.e., lo que una persona piensa sobre su pareja, si él o ella está satisfecha con su relación, y la percepción de su vida como pareja [García Andrade y Cedillo, 2011a y 2011b]). Tal vez debido a esta dificultad intrínseca, pocos trabajos han investigado las relaciones de pareja como un vínculo y, por ende, como algo que supone la coparticipación simultánea de al menos dos individuos. Sobre esto, el trabajo de Georg Simmel es relevante para nosotras, en especial, cuando sugiere que “Los amantes están en relaciones, considerados como unidad sociológica, son ‘una relación’” (Simmel, 1986: 665). Por esto, decidimos usar el pronombre nosotros para explicar la configuración particular de un vínculo afectivo de pareja (Elias, 2003). En aras de trascender la idea de un individuo aislado, Elias desarrolló la noción de “valencia afectiva” para referirse al carácter abierto e interdependiente de las personas comprometidas en relaciones afectivas. Para él, un vínculo afectivo es el producto de necesidades humanas. Sin embargo, la satisfacción de dichas necesidades no está limitada a cuestiones biológicas (como las necesidades sexuales). Más bien, las personas requieren de otras para satisfacer “otra gama de impulsos” (Elias, 2008: 161). Cada persona, afirma Elias, tiene un sinnúmero de valencias orientadas a otros que pueden llegar a generar vínculos o no (Elias, 2008: 161). El autor subraya en particular la necesidad de amor:
La necesidad de amar y ser amado es, por así decirlo, la concreción más intensa de este requerimiento natural de los seres humanos, que puede también tomar la forma de dar y recibir amistad. Sea cual sea la forma particular que asuma, el requerimiento emocional de compañía humana, de dar y recibir relaciones afectivas con otras personas, es una de las condiciones elementales de la existencia humana (Elias 1990: 231).
Más allá de lo que plantea Elias, nos parece importante rescatar que la relación de pareja supone una relación especial que permite la satisfacción de distintas valencias, al grado de que, cuando muere alguien de la díada, el otro sufre la pérdida de “una parte de sí mismo, de su imagen de ‘yo y nosotros’”, porque cambia “toda la figuración de las valencias del superviviente, todo el equilibrio de su entramado de relaciones” (Elias, 1990: 164). De ahí que nuestro interés esté puesto en las vinculaciones que surgen del pronombre nosotros en la relación amorosa de pareja entendida como “una configuración específica de gente con su dinámica específica, determinada tanto por la estructura de la sociedad en general como por la de los dos constituyentes de esa sociedad más directamente interesados” (Elias, 2003: 131).
Como se ha señalado, utilizaremos tres dimensiones para examinar las figuraciones contemporáneas del amor: el amor como un mundo significativo, el amor como resultado del orden de la interacción, y el amor como sentimiento y vivencia de los enminded bodies (Jónasdóttir 1993: 309-311). En las páginas que siguen, analizamos el nosotros amoroso de la pareja contemporánea desde cada una de estas dimensiones.
El amor como un mundo significativo y el nosotros
En este apartado, argumentamos que la idea contemporánea del nosotros amoroso está relacionada con la semántica del amor romántico. Sin embargo, la figuración del nosotros adquiere características específicas que van más allá de dicha semántica. Primero, señalaremos algunos rasgos del amor como un mundo propio de significados; luego, discutiremos algunas de las condiciones implícitas en ese mundo y, finalmente, describiremos las especificidades que adquiere el nosotros en relación con el amor como mundo de sentido. Asumimos, al igual que otros autores, que el amor puede ser visto en primera instancia como un producto cultural, es decir, como un mundo específico de significados. En ese sentido, el amor supone una esfera separada de sentido (Sinn) forjada en el transcurrir histórico.
Simmel fue uno de los primeros autores que sugirió esto en “Erótica platónica y erótica moderna”, donde el amor moderno supone la referencia a un mundo que gradualmente se convierte en un área separada de sentido (Sinn) que incluye significados específicos (Simmel, 2002). Por su parte, Luhmann (2008) señala, en El amor como pasión, cómo a lo largo del tiempo han existido múltiples concepciones de la palabra amor. Para él, la diferencia entre ellas consiste en cómo el amor ha sido definido semánticamente, esto es, cómo cambia en cada momento histórico el significado de “estar enamorado”, cómo definir que lo que se siente es amor y cómo se puede comunicar el amor.
Diversos autores han establecido tipologías referentes a los cambios en la semántica del amor. Independientemente de la variedad de los nombres, pueden encontrarse, en términos generales, tres claves semánticas del amor: el amor ideal, el amor como pasión, y el amor romántico. Aquí nos enfocaremos sólo en este último. El amor romántico es el resultado...