Capítulo 11
Parábolas de escatología futura
Otra vez empezamos con la negación de que nuestras agrupaciones de las parábolas ponen un esquema sobre ellas que no les hace plena justicia. Las parábolas que tratan acerca de Israel son de relevancia escatológicas evidentes, y en lugar de ellas, las parábolas que se agrupan en otras categorías fácilmente podrían colocarse aquí. Más obviamente, las parábolas del trigo y la cizaña, el siervo malvado, la viuda y el juez injusto y el rico y Lázaro, que puse en otro lugar, se deben incluir en cualquier entendimiento de las parábolas donde Jesús enseñasobre la escatología futura.
Incluso con un enfoque innegable de la presencia del Reino, Jesús aun así enseñó a sus discípulos que oraran, “venga tu reino”.1 Sin embargo, la característica central de la predicación de Jesús todavía no fue alcanzada totalmente. El Reino en su plenitud era todavía una esperanza futura para Jesús, y las parábolas de la escatología futura nos ayudan a entender en parte lo que envuelve esa esperanza. Como veremos sin embargo, la mayor parte del enfoque no está en el carácter del reino futuro sino en el carácter de aquellos que esperan su llegada.
La Enseñanza de Jesús con respecto al futuro es uno de los temas más cruciales y más discutidos en los estudios del NT. Un tratamiento adecuado desviaría nuestra atención de las parábolas, pero se deben tratar algunas cuestiones. Los eruditos, del pasado y presente, desde Adolf Harnack hasta Marcus Borg, han intentado quitar el enfoque escatológico del mensaje de Jesús. Por ejemplo, Borg sostiene que Jesús no predicó el fin del mundo, que los dichos del Hijo del Hombre no son auténticos, y que, aunque Jesús creía en el juicio final, el lenguaje del Reino era un símbolo para evocar toda la historia de la relación de Dios con Israel y la humanidad.2 N. T.Wright argumenta también contra la idea que Jesús proclamaba el fin del mundo, pero lo último que haría es pensar en un Jesús no escatológico. Aunque Borg termina con una comprensión del Reino que se extiende desde el principio del tiempo hasta el final, Wright sostiene que el Reino se entiende como el cumplimiento en las obras de Jesús las promesas del AT, que Dios regresaría como rey para restaurar sus promesas. El enfoque no es el fin del mundo sino una nueva creación. Él entiende los textos acerca de la venida del Hijo del Hombre como una referencia de Jesús a la destrucción venidera de Jerusalén a manos de los ejércitos romanos.3 Dale Allison ofrece una tercera alternativa. Dale argumenta que Jesús vino como un profeta milenario enfocado en la restauración de Israel, y que predicó, erróneamente, el fin del mundo durante el tiempo de vida de su generación y que sus referencias a la venida del Hijo del Hombre eran alusiones literales.4
Estas son sólo tres alternativas en una discusión desconcertante, y revelan las hipótesis y las cuestiones. Pero no estoy convencido que cualquiera de las tres hace a justicia a los pasajes del Evangelio. ¿Qué podemos decir para guiar nuestra investigación de las parábolas sobre el futuro?
Ningún mensaje sobre el Reino de Dios puede tener sentido si no expresan por lo menos la esperanza del cumplimiento del gobierno universal de Dios. Tendría que incluir el cumplimiento de las promesas a Israel. La predicación del Reino no podría significar menos. Hemos visto el enfoque sobre el Reino presente y respecto de las advertencias y las esperanzas de Israel en capítulos anteriores, pero aun con esos temas el mensaje está incompleto. La historia de Jesús es una historia inconclusa, no solamente desde el punto de vista de la iglesia primitiva, ni en términos de lo que esperaba el judaísmo, sino también desde la perspectiva del propio mensaje de Jesús.5 Jesús, justa o injustamente, no pensó que su historia terminaba con su llegada a Jerusalén. Si podemos saber algo acerca de Jesús, su mensaje destacó la crisis del juicio, la destrucción de Jerusalén, el cumplimiento de las promesas a Israel y la venida del Hijo del Hombre con gran gloria. Pero ¿cómo se relacionan estos temas? Algunos textos señalan claramente al juicio sobre los contemporáneos de Jesús,6 mientras que otros señalan al juicio final.7 Algunos textos señalan la presencia del Reino y las promesas que se cumplen en el ministerio de Jesús.8 Otros señalan cumplimientos futuros.9
Como es obvio con las opiniones de Borg, Wright y Allison, los eruditos del NT discrepan vigorosamente sobre cómo debe entenderse el lenguaje de Jesús acerca de la venida del Hijo del Hombre y si este lenguaje incluso es de Jesús. ¿A qué se refiere Jesús con la venida del Hijo del Hombre y con la expresión “esta generación”, y cuando pensaba él que iba a suceder? ¿Pensaba Jesús que el fin del mundo o la nueva creación sucedería durante la vida de sus discípulos? ¿Cómo se relaciona “la venida” a la advertencia de Jesús de la destrucción de Jerusalén? La dificultad incrementa porque los discursos escatológicos en Mateo 24-25/Marcos 13/Lucas 21 vinculan preguntas sobre la destrucción de Jerusalén y la venida de Jesús/ el Hijo del Hombre (véase Mt 24.3 en particular). Hoy la mayoría estaría de acuerdo que Jesús esperaba morir; la muerte de Juan el Bautista y la de los profetas hicieron fácil tal expectativa. La mayoría estaría de acuerdo también que Jesús esperaba ser justificado, pero cómo a menudo no se especifica. ¿Cómo coincide su expectativa del futuro con su anticipación de su propia muerte?
No se puede hacer justicia a estas preguntas, pero en mi estimación ciertas opciones están excluidas. En primer lugar, Jesús no proclamó un reino eterno como un símbolo para evocar toda la historia de la relación de Dios con Israel y la humanidad. Eso no hace justicia parala idea del cumplimiento y el enfoque que el Reino se ha acercado o llegado. Si los Evangelios apuntan a algo, no es a un reino eterno, sino que algo nuevo tiene lugar con Jesús para cumplir las promesas de Dios. En segundo lugar, la venida del Hijo del Hombre con gran gloria no se puede comparar con la destrucción de Jerusalén como sugiere el N. T.Wright.10Jerusalén fue destruida en el 586 a.C. y fue otra vez en el 135 d.C. ¿Por qué la destrucción en el año 70 d.C. es tan crucial que podría describirse como la venida del Hijo del Hombre, y por qué la iglesia primitiva considera esa destrucción sin tanta importancia que nunca se la menciona? La destrucción de Jerusalén no es suficiente, en mi opinión, para ser llamada como la reivindicación de Jesús o la victoria de Dios. La iglesia primitiva vio la reivindicación y la victoria en la resurrección, en el derramamiento del Espíritu Santo y en la esperada parusía.11En tercer lugar, Jesús no predijo el fin del mundo o la nueva creación durante el tiempo de su generación. El referente más obvio de los textos que enfocan en lo que pasa con esa generación es la destrucción de Jerusalén. Lo cual parece seguro para Mateo 23.36 / Lucas 11.51 y más probable para Mateo 24.34 / Marcos 13.30 / Lucas 21.32, pero se arguye fuertemente el último refrán12 y considerada difícil por la unión de la destrucción de Jerusalén y la venida del Hijo del Hombre. La afirmación en el mismo contexto13 que “el día y la hora” nadie sabe, ni el Hijo, recibe muy poca atención,14 pero al menos debe prevenir la suposición de que “el fin” iba a ocurrir durante el tiempo de la generación de Jesús.
Estas cuestiones nos llevan al centro del círculo hermenéutico, porque las parábolas sobre el futuro son un recurso para la comprensión de la expectativa de Jesús, y sin embargo necesitamos saber su expectativa para interpretar las parábolas. Sabiendo que las parábolas pertinentes deben incluirse en el panorama más amplio de la enseñanza de Jesús, ellas también se deben estudiar por derecho propio, incluso si no contestan directamente nuestras preguntas. Ellas son evidencias de primera mano de lo que Jesús creía que sucedería, las parábolas son meramente vasijas pasivas que deben llenarse con el contenido de las teorías reconstruidas de su enseñanza. Como en otras partes, debemos correlacionar lo que Jesús enseñó en las parábolas con sus enseñanzas en material no parabólico. Además, debemos tener un enfoque bipolar en la interpretación de las parábolas. Debemos preguntarnos qué y cuán extensa fue la expectativa de Jesús en su confrontación con la nación de Israel, pero también debemos preguntar cómo esa expectativa se dispuso después de la resurrección y la venida del Espíritu Santo puesto que la iglesia primitiva continuó enseñando este material.
Antes de analizar las parábolas que tratan con la escatología futura, son necesarios algunos bosquejos textuales de la expectativa de Jesús. Más importante son los hechos que Jesús esperaba juicio sobre sus contemporáneos, su propia muerte, una posterior reivindicación/resurrección y la venida del Hijo del Hombre con gran gloria para traer la salvación y el juicio final. Aunque algunos dudan que Jesús hablara de su propia venida (parusía), las parábolas escatológicas evidencian que lo hizo,15pero ¿qué decía? Entiendo que con la venida del Hijo de Hombre Jesús se refería a sí mismo16 y que su alusión a Daniel 7.13 por lo menos en parte proclamó su certeza de vindicación. Jesús no pudo haber pensado que iba a morir y que eso era todo, que el Reino fracasaría. Nadie acepta el martirio con tales expectativas. Como otros judíos, claramente Jesús creía en la resurrección y al igual que la madre y sus siete hijos en 2 Macabeos 7.1-42 fue a la muerte seguro de la resurrección y la restauración del reino de Dios, donde él todavía tiene una función crucial.17Parece que la única solución posible es que Jesús esperaba un intervalo de duración desconocida entre los acontecimientos inmediatos relacionados con su muerte y la reivindicación con respecto a la venida del Hijo del Hombre. Varios textos apuntan en esta dirección y no se puede poner de lado.18 Por ejemplo:
¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán (Mt 9.15 / Mr 2.19-20/Lc 5.34-35).
Habrá un tiempo de persecución (Mt 5.10-12/Lc 6.22-23; véase Mt 10.16-23; 23.34-36; Mt 24.9-14/Mr 13.9-13/Lc 21.12-19).
Habrá guerras y hambre y terremotos, pero no marcan el final (Mt 24.6-8/Mr 13.7-8/Lc 21.9-11)
He aquí vuestra casa os es dejada desierta, porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor (Mt 23.38-39/Lc 13.35).
Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre (Mt 26.29/ Mr 14.25; véase Lucas 22.16, 18).19
Tiempo vendrá cuando deseareis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis (Lc 17.22).
¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lc ١٨:٧-٨)
Varias de las parábolas de Jesús son también evidencia de un intervalo en la idea de Jesús de la expectativa del futuro. La parábola del crecimiento de la semilla, el grano de mostaza, la levadura, el siervo fiel y prudente, el trigo y la cizaña, la higuera estéril, el juez injusto, las diez vírgenes, los talentos y especialmente las 10 minas todas señalan al menos un periodo de tiempo. Por lo tanto, un bosquejo de la expectativa de Jesús incluye su propia muerte y posterior reivindicación, un intervalo de tiempo que no se sabe, juicio sobre Israel/Jerusalén y la venida del Hijo del Hombre para reunir a los elegidos y para juzgar.20
Ya he indicado que la destrucción de Jerusalén no es lo que Jesús tenía en mente cuando habló de reivindicación o la llegada del Hijo del Hombre. La venida del Hijo del Hombre es un momento de crisis y traerá bendición y juicio, pero las muchas advertencias que Jesús da señala varias crisis: la crisis de su propio ministerio, su muerte inminente, la destrucción de Jerusalén, la muerte del individuo y el juicio final. Estas diversas advertencias no pueden anularse sobre un referente, sobre todo, no respecto de la destrucción de Jerusalén,21 aunque podría destacarse el papel central que la restauración de Israel tiene en el ministerio de Jesús. Sin embargo, el juicio es sólo una parte de la imagen, porque la plenitud del Reino trae ambos juicio y bendi...