4. LA GOBERNANZA REPRODUCTIVA Y EL ACOMPAÑAMIENTO FEMINISTA PARA EL ABORTO AUTÓNOMO
Madeleine Belfrage
Resumen
En México, la práctica del aborto sucede en un contexto social y político en disputa. El aborto se lucha, se implementa y se impide a través de estructuras y mecanismos entrelazados de organizaciones no gubernamentales (ONG), acompañantes feministas e instituciones públicas que Morgan y Roberts (2012) denominan sistemas de "gobernanza reproductiva". Esta investigación es una etnografía activista feminista sobre las prácticas de acompañamiento feminista en México, y explora cómo la protocolización y la normatividad de ciertas tecnologías reproductivas son asumidas y al mismo tiempo cuestionadas por las acompañantes. Lo anterior se materializa en la práctica de solicitar ultrasonidos a las mujeres que buscan abortar, lo cual se exige como parte obligatoria de los protocolos implementados por las ONG, que por lo general capacitan a las acompañantes. Sin embargo, la dependencia excesiva de los ultrasonidos tiende a sobremedicalizar el aborto y es excluyente, pues algunas mujeres tienen acceso limitado o nulo a esta tecnología. Esta complejidad también se observa en la promoción del régimen combinado de mifepristona y misoprostol como 'el estándar de oro' de seguridad y eficacia por parte de las ONG, pues tiene efectos contraproducentes, como el acceso restringido y el efecto de colocar a las acompañantes como intermediarias y agentes de gobernanza reproductiva. Por lo tanto, la práctica del acompañamiento atraviesa múltiples terrenos políticos y sociales, incluidas la política de salud pública global, las demandas institucionales y los proyectos feministas de autonomía corporal. Estas intersecciones suelen ser contradictorias entre sí y demandan de las acompañantes un proceso constante de negociación, reapropiación y resistencia.
Palabras clave: Aborto con medicamentos, acompañamiento feminista, gobernanza reproductiva, México.
Introducción
Durante más de tres décadas, en América Latina las mujeres1 han abortado con medicamentos (Barbosa y Arilha, 1993) y desde mediados de la década de 2000, las activistas feministas llevan a cabo lo que denominan ‘acompañamiento al aborto’, que es la práctica de ofrecer información, apoyo emocional, logístico y material a una mujer que desea interrumpir un embarazo (Barcklow D’Amica y Reyes Sánchez, 2004). Por lo tanto, el acompañamiento implica facilitar el acceso de las mujeres al medicamento, explicar cómo usarlo y guiarlas durante el proceso. Es común que el misoprostol esté disponible sin receta, lo que permite que las mujeres puedan inducir un aborto en su propia casa y sin involucrar a personal médico o el uso de instrumentos quirúrgicos invasivos (Dzuba y otros, 2013).
Para las feministas,2 el acompañamiento es una respuesta a las brechas de desigualdad y a la negligencia del Estado para proporcionar las condiciones para un aborto seguro a las mujeres en contextos fuera de la Ciudad de México (Guerra Gardida, 2019).3 Esta práctica feminista pretende garantizar la autonomía del cuerpo de las mujeres frente a la estigmatización del aborto por parte del sistema médico, evitar los procedimientos inseguros y erradicar la criminalización de quienes interrumpen embarazos. En este capítulo sostengo que la práctica del acompañamiento es un ejemplo de lo que Murphy (2012: 22) llama "el feminismo de los protocolos" (protocol feminism), el cual no solo se refiere a la política de reproducción, sino también a la "política de la técnica" (politics of technique). De este modo, las prácticas que realizan las acompañantes son discutidas y debatidas por ellas mismas; es decir, los “protocolos” de acompañamiento son cuestionados como parte de una discusión más amplia sobre qué significa el acompañamiento feminista.
Cabe señalar que "protocolo" refiere a los procedimientos formales y las indicaciones normativas de cualquier tarea en la práctica biomédica (Murphy: 2012). En el acompañamiento del aborto, este término incluye la dosis, el régimen de medicamento y los pasos complementarios que toman las personas acompañantes para garantizar que el medicamento sea eficaz y seguro. Si bien los protocolos biomédicos, como los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se presentan como racionales y apolíticos, Murphy (2012: 129) sostiene que "las feministas [han] saturado los protocolos con la política". En este sentido, la autora subraya que los protocolos feministas "ensamblan cuerpos, sentimientos, herramientas, modos de politización, interacciones sociales, relaciones de intercambio y lógicas biomédicas emergentes..."(Murphy, 2012: 29). Lo anterior implica que la práctica del acompañamiento atraviesa múltiples terrenos políticos y sociales, incluida la política de salud pública global, las demandas institucionales y los proyectos feministas de autonomía corporal. Estas intersecciones suelen ser contradictorias entre sí y demandan de las acompañantes un proceso constante de negociación, reapropiación y resistencia.
Los protocolos de acompañamiento varían entre organizaciones, colectivos y acompañantes individuales y están influenciados por los contextos legales, el grado de riesgo percibido, así como las diversas propuestas políticas feministas y distintas definiciones de cuidado. Por lo general, una mujer contacta a los grupos de acompañamiento por llamada telefónica, a través de WhatsApp o por medio de las redes sociales. Después, las acompañantes responden con información sobre el proceso del aborto con medicamentos, incluyendo dosis, efectos secundarios y contraindicaciones, además proporcionan orientación sobre derechos sexuales y reproductivos para respaldar la decisión de la mujer. La acompañada puede comprar el medicamento en la farmacia o se le proporciona a través de vínculos entre acompañantes, organizaciones no gubernamentales (ONG) y empresas farmacéuticas. Las diferencias entre los protocolos utilizados por las acompañantes incluyen el límite gestacional, el régimen de medicamento utilizado (mifepristona con misoprostol o sólo este último) y el requerimiento del ultrasonido. Estas diferencias son debatidas entre quienes realizan el acompañamiento, en particular entre quienes han sido formadas o trabajan para ONG y las que se consideran “autónomas”.
Si bien es relevante la discusión sobre el "feminismo institucional" y el "feminismo autónomo" que se ha desarrollado en la literatura académica de América Latina (Álvarez, 1998; Fischer, 2005; Gargallo, 2006), en este capítulo no pretendo proporcionar una descripción histórica de las críticas de autoras y activistas feministas respecto a la institucionalización, pues enfoco la atención en lo que Morgan y Roberts (2012: 241) denominan 'gobernanza reproductiva': la formas en que el Estado, el mercado y la sociedad civil, en forma de las ONG influyen en los asuntos de población y conducta reproductiva. Asimismo, no deseo categorizar a las acompañantes como “institucionales” o “autónomas”, con el fin de evitar lo que Fischer (2005: 56) llama “pensamiento binario, dicotómico [y] dualista”. No considero estas categorías como identidades fijas, sino como procesos relacionados con la gobernanza reproductiva que se entrecruzan con toda práctica de acompañamiento y que son negociados, resistidos, apropiados o disputados en diversos grados por todas las acompañantes.
Mi investigación evidencia que la institucionalización del acompañamiento se manifiesta como una estandarización de procedimientos y protocolos por parte de las ONG, que pretenden proporcionar el grado más alto de seguridad tanto a las acompañantes como a las acompañadas. Estos estándares se transmiten a las acompañantes a través de capacitaciones, guías y mecanismos de seguimiento, y se implementan a través de protocolos de acompañamiento. En este capítulo describo los protocolos relacionados con dos tecnologías biomédicas: el ultrasonido y el régimen de medicación abortiva considerado como el 'estándar de oro': mifepristona combinada con misoprostol (Winikoff y Sheldon, 2012), que es conocido por las acompañantes como 'kit' o 'combo' y se comercializa globalmente como el 'combipack'. Por lo tanto, exploro cómo el uso y la protocolización de estas tecnologías son asumidas y al mismo tiempo cuestionadas por las acompañantes.
El capítulo está sustentado en una investigación etnográfica activista feminista con acompañantes, que realicé entre los años 2019 y 2020, y que es parte de mi tesis doctoral. La metodología de investigación que elegí fue creada por Craven y Davis (2013: 14) y se basa en métodos etnográficos como la observación participativa, para realizar una investigación “comprometida con documentar las experiencias vividas e impactadas por género, raza, clase, sexualidad y otros aspectos de las vidas de participantes”. Durante la investigación, realicé más de 50 entrevistas con acompañantes y representantes de ONG; asistí a encuentros, marchas, capacitaciones y reuniones, y llevé a cabo un análisis de contenido de información compartida por grupos de acompañamiento en línea. Lo anterior fue posible por mi experiencia de cinco años de trabajo en ONG enfocadas en derechos sexuales y reproductivos en México.
En un primer momento presento un breve resumen del marco conceptual de la gobernanza reproductiva, posteriormente abordo la historia del acompañamiento en México, para sentar las bases de la discusión que conceptualizo como dos tecnologías de gobernanza reproductiva: el régimen de aborto con medicamentos 'estándar de oro' y el uso obligatorio de ultrasonidos como parte de los protocolos de acompañamiento. No pretendo discutir estas tecnologías en términos de nociones apolíticas de seguridad o efectividad, sino evidenciar cómo su uso prescrito a través de protocolos produce efectos sociales y políticos en la práctica del acompañamiento, e incluso más allá en la autonomía corporal y las brechas de desigualdad interseccionales experimentadas por las mujeres. En última instancia, deseo mostrar las formas en que el acompañamiento y las personas acompañantes están incrustadas en estructuras y sistemas de gobernanza reproductiva y al mismo tiempo se encuentra en disputa con estos.
Gobernanza reproductiva y procesos de institucionalización
El concepto de gobernanza reproductiva fue creado por Morgan y Roberts (2012: 241) para referirse a:
los mecanismos a través de los cuales diferentes configuraciones históricas de actores — tales como instituciones estatales, religiosas4 e internacionales financieras, ONG y movimientos sociales— utilizan controles legislativos, incentivos económicos, mandatos morales, coacción directa e incitaciones éticas para producir, monitorear y controlar la conducta reproductiva y las prácticas de población.
Históricamente, la gobernanza reproductiva se centró en la retórica global sobre el control del crecimiento poblacional, implementada a través de campañas y programas neocolonialistas generados en el Sur Global por los gobiernos nacionales y apoyados por donantes internacionales (Morgan y Roberts, 2012). Como sucedió en otros países, en México la adaptación de la dinámica demográfica se promovió como esencial para la "modernización" y el desarrollo económico (Bronfam y Castro, 1989). Durante la década de los noventa, y reforzado por los acuerdos de Beijing y El Cairo, el discurso se transformó en argumentos de los derechos sexuales y reproductivos para intentar frenar las prácticas coercitivas, poco éticas e ineficaces que subsistían de momentos políticos anteriores. Además, el enfoque basado en los derechos también tenía el objetivo de "empoderar" a las mujeres a través del incremento de la atención a una gama más amplia de necesidades de salud sexual y reproductiva (Petchescky, 1995). Sin embargo, a pesar de los cambios en el discurso, continúa ocurriendo la violencia estructural que afecta los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, en particular para quienes son indígenas o viven en un entorno de pobreza (Castro y Singer 2004; Espinosa Damián, 2014).
Al respecto, Morgan y Roberts (2012) destacan la centralidad del discurso y los mecanismos judiciales de derechos en los sistemas actuales de gobernanza reproductiva. Si bien los derechos se pueden exigir colectivamente, se otorgan de forma individual. Esto es consistente con la erosión neoliberal de la responsabilidad del Estado y la creciente depend...