Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores
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Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores

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Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores

Descripción del libro

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores de Johann F.C Keily y Franz J. Delitzsch. Esta serie es de referencia oblidaga en los estudios bíblicos y lingüísticos del Antiguo Testamento, y ahora incluye los Profetas Menores. El preeminente comentario de la Biblia en español ahora incluye a los profetas menores. ¡Examinen el hebreo original como nunca antes! Considerado el comentario por excelencia entre todos los comentarios del Antiguo Testamento, citado constantemente por todos los demás comentaristas, lingüistas y estudiosos de la Biblia, el «Biblischer Commentar über das Alte Testament», es un trabajo magistral de investigación filológica realizado por Johann Friedrich Carl Keil y Franz Julius Delitzsch, reconocido universalmente como la obra más completa, seria y erudita que se ha escrito sobre el Antiguo Testamento. Y ahora su trabajo sobre los profetas menores está finalmente disponible. Constituye la mejor forma de aproximación a la complejidad del sentido original de las palabras utilizadas en el texto hebreo. Su virtud prncipal consiste en llevar a cabo un profundo análisis filológico de cada palabra importante en cada texto importante del Antiguo Testamento, dentro de su contexto, y de una manera asequible para quienes no dominan o incluso no tienen conocimiento alguno del hebreo. Para ello, Keil y Delitzsch basan su exégesis en una traducción directa del hebreo de cada pasaje a comentar, buscando luego su apoyo textual en las traducciones antiguas, como la Septuaginta y la Vulgata. Luego, analizan ese texto a la luz del uso y sentido dado a esa palabra hebrea en otros pasajes de la Biblia. Después, incluyen en sus investigación los descubrimientos al respecto en áreas documentales científicas cercanas a la exégesis del Antiguo Testamento, como la historia y la arqueología. Y completan su comentario presentando la interpretación que de ese texto o palabra hicieron los Padres de la Iglesia y los Reformadores.

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Información

Año
2022
ISBN del libro electrónico
9788418204111

ZACARÍAS

El profeta

Zacarías, hy"r>k;z>, no significa μνήμη Κυρίου, memoria Domini, recuerdo de Dios (Jerónimo y otros), ni renombre de Dios, sino aquel a quien Dios recuerda (LXX: Ζαχαρίας; Vulgata: Zacharias). Es un nombre que aparece con frecuencia en el Antiguo Testamento.
Nuestro profeta, lo mismo que Jeremías y Ezequiel, fue de ascendencia sacerdotal, hijo de Baraquías y nieto de Iddo (Zac 1, 1.7), que era jefe de una de las familias sacerdotales que volvió del exilio con Zorobabel y Josué (Neh 12, 4). Siguió a su abuelo en ese oficio, bajo el sumo sacerdote Joaquín (Neh 12, 16), por lo que se ha podido concluir con certeza que volvió de Babilonia cuando era todavía joven, y que su padre murió joven. Esto sirve también para explicar probablemente el hecho de que se le llame bar ‘Iddo’, hijo (nieto) de Iddo (cf. Esd 5, 1; 6, 14) y que se pase por alto a su padre.
Comenzó su función profética el año 2 de Darío Hystaspes, solo dos meses más tarde que su contemporáneo Ageo, con el que tiene en común el hecho de haber promovido la edificación del templo (Esd 5, 1; 6, 14), y que eso lo hizo cuando era todavía joven, como se puede inferir en parte por el hecho arriba citado y en parte por el epíteto הנּער הלּז (el joven) que aparece en Zac 2, 8, que se refiere a él.
Por otra parte, una leyenda transmitida por los Padres de la Iglesia, que va en contra de los datos bíblicos, indica que volvió de Caldea a una edad avanzada y afirma (con poco fundamento) que había predicho a Josadac el nacimiento de su hijo Josué y a Sealtiel el nacimiento de Zorobabel, y que habría profetizado a Ciro su victoria sobre Creso y sobre Astiages, por medio de un milagro (Ps. Doroteo, Ps. Epifanio, Hesiquio y otros).
Resulta imposible determinar la duración de su labor profética. Simplemente sabemos, a partir de 7, 1, que en el año 4 de Darío anunció una revelación de Dios a su pueblo y que los últimos capítulos de su libro (Zac 9-14) caen dentro de un período posterior. Todo lo que los Padres de la Iglesia son capaces de decir sobre la parte final de su vida es que murió a una edad avanzada, y que fue enterrado cerca de Ageo. La afirmación contradictoria que aparece en el Código de Epifanio, donde se dice que fue asesinado bajo Joás, rey de Judá, entre el templo y el altar, nació de una confusión con el Zacarías mencionado en 2 Cron 24, 20-23.

El libro

Además de la breve palabra de Dios, que introduce su mensaje profético (Zac 1, 1-6), el libro de Zacarías contiene cuatro unidades proféticas que pueden dividirse de esta forma:
1.Zac 1‒6. Contiene una serie de siete visiones, que Zacarías vio durante la noche el día 24 del mes 11, en el año segundo del rey Darío (Zac 1, 7‒6, 8), con una escena simbólica que sirve de conclusión (6, 9-15).
2.Zac 7‒8. Contiene la respuesta del Señor a una pregunta dirigida a los sacerdotes y profetas por ciertos judíos sobre el hecho de seguir celebrando un día determinado para conmemorar el incendio del templo y de Jerusalén por los caldeos, como día de fiesta. Esta parte está fechada en el año 4 de Darío.
3.Zac 9‒11. Contiene una amenaza, es decir, una profecía de tono amenazador sobre la tierra de Hadrach, que es la sede del poder impío del mundo.
4.Zac 12‒14. Contiene una amenaza sobre Israel, con la que culmina el libro, con un gran retablo de textos apocalípticos, que marcan la culminación de la historia de Israel.
Primera parte: las seis primeras visiones nocturnas (Zac 1‒6) pueden tomarse como una continuación de lo que Ageo había profetizado dos meses antes, sobre la destrucción del poder de todos los reinos del mundo y sobre la preservación de Zorobabel en medio de aquella gran catástrofe (Ag 2, 20-23). Zacarías descubre y presenta así el futuro del reino de Dios, en sus rasgos principales, hasta su plenitud final en la gloria. Este es su contenido:
La primera visión de Zacarías muestra que la sacudida de los reinos del mundo, predicha por Ageo, ocurrirá muy pronto, a pesar de que la tierra se encuentre todavía en su conjunto quieta y en descanso, y que Sión será redimida de su opresión, como sucederá realmente (1, 7-17). Las siguientes visiones explican la realización de esa promesa.
La segunda (2, 1-4) anuncia la ruptura en pedazos de los reinos del mundo, a través de los cuatro herreros que cortan y destruyen los cuernos de las naciones.
La tercera (2, 5-11) anuncia la expansión del reino de Dios sobre toda la tierra a través de la llegada del Señor a su pueblo.
La cuarta (3, 1-10) habla de la restauración de la Iglesia que alcanza el favor de Dios a través de la reparación de sus pecados.
La quinta (4, 1-14) anuncia la glorificación de la Iglesia a través de la comunicación de los dones del Espíritu Santo.
La sexta (5, 1-11) muestra la expulsión de los pecadores del reino de Dios y la séptima (6, 1-8) el juicio por el que Dios refina y renueva el mundo pecador.
Finalmente, el gesto simbólico que sirve de final de las visiones (6, 9-15) proclama el cumplimiento del reino de Dios a través del Renuevo del Señor, que combina en su persona las funciones de sacerdote y rey. Y con esto pasamos a los oráculos de los capítulos finales.
La segunda parte (Zac 9-14) ofrece una descripción profética del futuro del reino de Dios en su conflicto con los reinos del mundo, una descripción más precisa de aquello que el profeta había visto en visiones nocturnas.
En Zac 9-11 encontramos ante todo una visión del juicio que vendrá sobre los reinos del mundo, con el establecimiento del reino mesiánico, a través de la reunión de los miembros dispersos de la nación santa, y de su exaltación por la victoria sobre los paganos (Zac 9-10). Después viene una descripción minuciosa de la actitud del Señor hacia la nación de la alianza y el mundo pagano (Zac 11).
En Zac 12-14 tenemos un anuncio del conflicto de las naciones del mundo con Jerusalén, con la conversión de Israel al Mesías, al que un día rechazó y condenó a muerte (Zac 12, 1-14; 13, 1-9). Al final del todo vendrá el ataque del mundo pagano contra la ciudad de Dios, con todas sus consecuencias: la purificación y transformación de Jerusalén para convertirse en lugar de habitación del Señor como rey sobre toda la tierra (Zac 14). De esa manera, estos dos últimos oráculos describen el desarrollo del reino de Dios del Antiguo Testamento hasta su culminación en el reino de Dios que abarca el mundo entero.
La parte intermedia (Zac 7‒8), centrada en la continuación de los días de ayuno divide las dos partes del libro (Zac 1-6 y 9-14) de un modo cronológico y externo, pero internamente establece la línea de continuidad entre la parte primera y la final. En esa parte intermedia Dios muestra al pueblo la condición de la que depende el cumplimiento del futuro glorioso que aparece en las visiones nocturnas del principio (Zac 1‒6) y así prepara a los creyentes para entender y superar el conflicto que Israel ha de mantener conforme al despliegue de Zac 9-14, hasta que se complete el reino de Dios en la gloria.
De esa forma se vinculan estrechamente todas las partes del libro y así puede superarse la objeción de los críticos modernos en contra de la unidad del libro, una objeción que no se funda en la naturaleza de los dos últimos oráculos más largos (Zac 9-11 y Zac 12‒14), sino en un tipo de presupuesto racionalista, según el cual las profecías bíblicas no son más que producciones de un tipo de adivinación natural. Al plantear así el tema del libro, esos críticos muestran la incapacidad que ellos tienen para penetrar en la profundidad de la revelación divina y para captar la sustancia o forma de su desarrollo histórico108.
La opinión corriente de esos críticos, según la cual los primeros capítulos provienen de un tiempo anterior a la cautividad, mientras que Zac 9-11 sería obra de un contemporáneo de Isaías y Zac 12-14 habría surgido en el último período de la historia de Judá, antes de la destrucción del reino de Judá (hacia el siglo IV‒III a. C.), queda totalmente refutada por la circunstancia de que también en esos oráculos la condición de la nación de la alianza después de la cautividad constituye el fondo histórico y el punto de partida para la proclamación y la visión del desarrollo futuro del reino de Dios.
La nación de la alianza, dividida en dos reinos desde la ruptura de la unidad de Israel tras la muerte de Salomón, ha sido dispersada entre los paganos como un rebaño sin pastor (Zac 10, 2). Ciertamente, Judá ha retornado en parte a Jerusalén y a las ciudades de Judá, pero la Hija de Sión tiene todavía “prisioneros en esperanza”, aguardando la liberación (cf. 9, 11-12 en comparación con 2, 10-11), y la casa de José o Efraín tiene que ser todavía reunida y salvada (10, 6-10).
Más aún, la ruptura entre Judá y Efraín, que dura desde la destrucción de ambos reinos, ha sido superada, pues los ojos de Yahvé se dirigen ahora a todos las tribus de Israel (9, 1), pues él quiere fortalecer a Judá y a Efraín para que consigan una victoria común contra los hijos de Javán (9, 13). El Señor su Dios garantiza como pastor la salvación de su rebaño (cf. 9, 16, con 8, 13), y el pastor de Dios alimenta a los dos pueblos como a un único rebaño, y solo destruye la hermandad entre Judá e Israel con la ruptura de la segunda (11, 14).
Según eso, la enemistad entre Judá y Efraín, cuya superación había sido esperada para el futuro por los profetas anteriores a la cautividad (cf. Is 11, 13; Os 2, 2; Ez 37, 15) ya no existe, y todo lo que queda de la división entre los dos reinos son solo los epítetos de casa de Judá o casa de Israel, que Zacarías utiliza no solo en 9-11, sino también en la llamada de 8, 13, donde no hallamos ninguna crítica en contra de esa división. Todas las tribus forman una nación, que habita en la presencia del profeta, en Jerusalén y en Judá, y así aparece en todas las partes del libro.
En la primera parte, Israel consta de Judá y Jerusalén (cf. 1, 19; 2, 12). De un modo semejante, en la segunda parte la acusación y llamada dirigida a Israel (12, 1) se aplica a Jerusalén y Judá (12, 2.5; 14, 2.14). Y así como, conforme a las visiones nocturnas, el poder imperial tiene su sede en la tierra del norte y en la del sur (6, 6), así en los últimos oráculos se dice que Asur (norte) y Egipto (sur) son tipos del mundo pagano (Zac 10, 10).
Y cuando el imperio del mundo que es hostil a Dios se define de un modo más preciso toma el nombre de Javán (Grecia), un epíteto tomado de Dan 8, 21 y que evoca del modo más claramente posible los tiempos que siguen a la cautividad, incluso cuando se dice que los tirios y los filisteos recibirán el castigo divino por haber vendido los prisioneros de Judá y de Jerusalén a los de Javán (cf. Joel 3, 6).
Por otra parte, las diferencias que prevalecen entre las dos primeras profecías de Zacarías y las dos últimas no son suficientes para atribuirlas a dos o tres profetas diferentes. Es cierto que en Zac 9-14 no hay ya más visiones, ni ángeles tomando una parte activa en la trama, ni aparece Satán, ni los siete ojos de Dios. Pero también Amós, por ejemplo, solo tiene visiones en la segunda parte, y ninguna en la primera de su profecía. Por el contrario, la primera parte de Zacarías contiene no solo visiones, sino que en 1, 1-6, con 7, 1-14 y en todo el capítulo 8 encontramos discursos proféticos, sin visiones, con acciones simbólicas, que aparecen no solo en Zac 6, 9-15, sino también en 11, 4-7, es decir, en la última parte del libro.
Los ángeles y Satán, que aparecen en las visiones se encuentran ausentes también en 7, 1-14 y en todo Zac 8, mientras que el ángel de Yahvé aparece mencionado en la última parte, en Zac 12, 8, y también los santos en 14, 5, que son ángeles. Los siete ojos de Dios se mencionan solo en dos visiones (3, 9 y 4, 10); y la providencia de Dios aparece en 9, 1.8 bajo el epíteto de ojo de Yahvé. Esto se aplica ta...

Índice

  1. Cubierta
  2. Página del título
  3. Derechos de autor
  4. Contenido
  5. INTRODUCCIÓN DEL TRADUCTOR
  6. INTRODUCCIÓN DEL AUTOR
  7. OSEAS
  8. JOEL
  9. AMÓS
  10. ABDÍAS
  11. JONÁS
  12. MIQUEAS
  13. NAHÚN
  14. HABACUC
  15. SOFONÍAS
  16. AGEO
  17. ZACARÍAS
  18. MALAQUÍAS