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El libro de la Inteligencia colectiva
¿Qué ocurre cuando hacemos cosas juntos?
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Información
Editorial
Editorial AlmuzaraAño
2022ISBN de la versión impresa
9788418648618ISBN del libro electrónico
9788411310642Capítulo 1
Cuando hacemos cosas juntos
Cuando hacemos cosas juntos
Estoy convencido de que existe una combinación de palabras; deben existir ciertas palabras que en un orden específico puedan explicar todo esto, pero no soy capaz de encontrarlas.
Walter White a Jesse Pinkman en
Breaking Bad, episodio 13, temporada 3
Breaking Bad, episodio 13, temporada 3
Juno, una nave impulsada por energía solar del tamaño de una cancha de baloncesto, llegó el 4 de julio de 2016 a la órbita de Júpiter, el planeta más grande del sistema solar, después de seis años de viaje. La sonda realizó una maniobra de inserción en órbita que, en tan solo treinta y cinco minutos, redujo la velocidad en casi dos mil kilómetros por hora. El motor tenía que ponerse en marcha, en piloto automático, a cientos de millones de kilómetros de la Tierra, justo cuando Juno atravesaba los cinturones de radiación intensa de Júpiter. A pesar de su dificultad, la maniobra fue impecable.
Este hecho ha sido considerado por la NASA como un hito en la exploración planetaria y no es para menos: solo una inteligencia multihumana pudo lograrlo, una inteligencia formada por muchas inteligencias dentro de un sistema colaborativo hipercomplejo. El Jet Propulsion Laboratory de California gestionó la misión y, aunque el equipo clave que intervino directamente lo integraban unos sesenta investigadores, se calcula que al menos medio millar de profesionales estuvieron implicados en su desarrollo.
Pero la inteligencia colectiva también puede manifestarse en las vidas de la gente corriente adoptando formas sutiles y espontáneas. «Caminos de deseo» (desire paths) es el término que al parecer acuñó el filósofo y poeta francés Gaston Bachelard para referirse a esos senderos que, dibujados por los pasos sobre la hierba de los parques o imaginados en el asfalto de las urbes, se crean como alternativa a las rutas preestablecidas. Son caminos que nadie ha diseñado, surgen de forma espontánea por el uso repetido de muchas personas para, por ejemplo, unir dos puntos por la distancia más corta (o más hermosa).
Soluciones espontáneas como esta, que evolucionan orgánicamente gracias a la participación de la gente, atrapan nuestra imaginación como metáforas inspiradoras de ideas tan sugerentes como el diseño intuitivo o el anarquismo. Pero ¿cómo se crean estos caminos? La evidencia apunta a que en el origen hay individuos pioneros, quizás pequeños grupos de personas, con singular fuerza creativa. Detrás de ellos vienen los demás, hasta que se conforma un grupo que asume el mismo comportamiento lo suficientemente significativo como para dejar una huella colectiva.
En estos dos ejemplos se expresa con claridad la inteligencia colectiva, y entre uno y otro, como veremos, se despliega un amplísimo espectro de situaciones en las que grupos de seres humanos se comportan con una determinada inteligencia. Así que propongo, para empezar, que definamos inteligencia colectiva como aquella que surge de las personas que hacen cosas juntas.
Planteado de esa manera, tienen que darse estas tres condiciones para que se produzca inteligencia colectiva:
1. Un grupo: debe haber dos o más personas que realicen acciones en común o compartan recursos, es decir, que hagan cosas juntas, sea cual sea el grado de intensidad de esas interacciones.
2. Agregación: ha de existir un mecanismo que ensamble el hecho colectivo, es decir, que combine las contribuciones individuales para convertirlas en un juicio o resultado grupal. Esta agregación podrá llevarse a cabo de forma deliberada, pero también es posible que suceda espontáneamente. Además, no tiene por qué consistir en una mera suma, sino que puede revertir formas de combinar verdaderamente complejas.
3. Inteligencia: el resultado de la agregación debe reflejar algún grado de inteligencia, en forma de a) razonamiento, b) aprendizaje, c) creación, d) resolución de problemas o e) toma de decisiones en grupo.
Cuanto más se diferencia el resultado grupal de las aportaciones individuales, más evidencia hay de que el horno colectivo cuece los alimentos según sus propias recetas. En el resultado agregado suelen aflorar propiedades que no son reducibles a los ingredientes en crudo. Esto es lo que convierte a la inteligencia colectiva en un fenómeno tan intrigante.
Se trata además de una capacidad que se desarrolla: aunque los procesos colectivos tienen un componente impredecible y existe una variabilidad notable en sus resultados, un grupo con una composición estable puede aprender a ser más inteligente. Experimentará momentos de gran inspiración y otros más mediocres, pero si pone atención en el proceso y sigue unas pautas para mejorarlo, desarrollará habilidades que le permitan desenvolverse con más y más inteligencia en el tiempo.
Algunos expertos afirman que debe participar un conjunto relativamente grande de personas, de más de dos dígitos, para que pueda hablarse de inteligencia colectiva. No estoy de acuerdo, basta con que haya dos personas para que emerjan comportamientos agregados novedosos. Un ejemplo perfecto, como explicaré más adelante, es el de las parejas.
Pero sí es cierto que, en términos sociales, el gran reto —y la oportunidad— se encuentra en la gestión de la inteligencia de grupos muy grandes, de cientos, miles o millones de personas. Es entonces cuando la agregación se vuelve más sofisticada y, presumiblemente, menos viable.
De la inteligencia a lo colectivo
Para los objetivos de este libro me parece importante rescatar el término inteligencia de la vaguedad semántica que han producido las polémicas entre escuelas, así como delimitar con precisión el significado de lo colectivo.
Una forma sencilla y elegante de definir la inteligencia podría ser esta: saber escoger. Sin embargo, aunque esta capacidad probablemente es la que mejor integra el resto de las funciones en que interviene la inteligencia, reducirla a eso puede ser una simplificación excesiva porque, como me hizo ver el investigador multidisciplinar Ramón Sangüesa1, nos perderíamos las habilidades que se expresan en el camino para llegar a tomar las decisiones y que tienen valor en sí mismas. Así que, con permiso de otros puntos de vista, propongo entender la inteligencia de una manera que le haga justicia al proceso, como la capacidad de razonar, aprender, crear, resolver problemas y tomar decisiones.
Debo puntualizar que me refiero a la inteligencia como una propiedad de la especie y no como una virtud exclusiva de determinados individuos. Todas las personas —y, por tanto, todos los grupos— son en mayor o menor medida inteligentes, lo que no significa que siempre lo hagan bien, que ya conlleva un juicio de los resultados. Es como distinguir entre la estatura, un atributo que tenemos todos, y «ser alto», que es una condición particular dentro del espectro de posibilidades que admite esa característica.
Por eso, y esto es clave, todo grupo que se comporte colectivamente siempre va a exhibir algún grado de inteligencia. Se trata de un continuo y no de un valor binario. A partir de esta premisa, lo que me propongo es estudiar qué mecanismos pueden ayudar a mejorar esa inteligencia grupal, es decir, hacer que se mueva lo más posible hacia la derecha del continuo.
Entender la inteligencia colectiva como un atributo o grado de capacidad que poseen todos los grupos —en vez de como un determinado resultado de desempeño— nos lleva a cuestionar la afirmación de que existe inteligencia colectiva solo cuando el resultado grupal es superior al que podrían alcanzar los individuos por separado. De hecho, es un mito que los colectivos siempre consigan mejores resultados que sus miembros más capaces por separado, como algunos aseguran.
Lograr mejores resultados debe ser el objetivo de las dinámicas colectivas, pero eso no siempre se consigue. Se da además una limitación práctica en esa afirmación. Tanto el catedrático en Ciencia Política Joan Subirats como Ramón Sangüesa me trasladaron la duda sobre cómo definir y medir esa supuesta superioridad del grupo: ¿cómo podemos saber a ciencia cierta si un resultado colectivo es mejor que el que se hubiera conseguido sumando las acciones individuales por separado? Cuantificarlo resulta posible solo en unos pocos casos. Lo que sí es cierto es que los procesos colectivos que están bien diseñados producen resultados distintos, que serán mejores que los individuales si satisfacen ciertas condiciones. Volveré sobre esto más adelante.
Se mida como se mida, insiste Ramón, que un grupo resulte más inteligente que la suma de sus miembros sería solo una posibilidad entre las que pueden darse. José Luis Escorihuela2, facilitador de equipos y organizaciones, se cuestionaba además por qué no poner en valor que un grupo consiga resultados similares a los que habría podido obtener alguno de sus miembros en solitario si en el proceso para llegar colectivamente a ese resultado se alcanzan acuerdos en torno a una solución que les afecta a todos.
La idea de que mediante la inteligencia colectiva se obtienen resultados siempre mejores que los individuales está inspirada probablemente en los sistemas biológicos donde los comportamientos colectivos emergen de forma natural siguiendo lógicas de optimización de enjambres. Sin embargo, suponer que lo que hace una bandada de estorninos es extrapolable sin más a los comportamientos humanos resulta simplista. Ese grado de optimización colectiva es difícil de conseguir entre los seres humanos porque las personas somos mucho más autónomas y capaces de tomar decisiones individuales que los estorninos. Eso nos obliga a articular negociaciones grupales muchísimo más complejas, que a veces salen bien y otras, mal.
Veamos ahora qué significa colectivo...
Índice
- Agradecimientos
- Introducción
- Capítulo 1 Cuando hacemos cosas juntos
- Capítulo 2 Reconociendo el territorio
- Capítulo 3 Lo individual y lo colectivo
- Capítulo 4 ¿Cuán inteligente es un grupo?
- Capítulo 5 ¿Por qué lo estamos haciendo mal?
- Capítulo 6 La paradoja del atajo tecnológico: escalar los afectos
- Capítulo 7 ¿Expertos vs. Multitudes?
- Capítulo 8 Las oportunidades
- Capítulo 9 Otra inteligencia colectiva es posible
- Epílogo Lo que el diseño puede hacer por la inteligencia colectiva
- Bibliografía
- Participantes en esta investigación: ¡un gran colectivo!