Las ruinas de Tiahuanaco
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Las ruinas de Tiahuanaco

  1. 83 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Las ruinas de Tiahuanaco

Descripción del libro

«Las ruinas de Tiahuanaco» es un ensayo de Bartolomé Mitre a mitad de camino entre la crónica de viajes y la reflexión sobre la historia. En este ensayo el autor sintetiza su visión del mundo, de la historia y de la sociedad americana, además, en él planteó un modelo historiográfico apoyándose en lo que aprendió durante su viaje a las ruinas de Tiahuanaco.

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Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2022
ISBN del libro electrónico
9788726680973

1 Los cráneos que se han encontrado en ellas difieren mucho en su conformación natural y
artificial de los de la raza existente, que lleva el nombre tradicional de aymará, habiéndose encontrado en los sepulcros del Alto y Bajo Perú los tipos craneanos de tres razas consideradas
primitivas.
2 En una colección de antiguos vasos peruanos, ofrecida por mí al Museo Antropológico de
Buenos Aires, extraída de varias huacas del Bajo Perú, hay uno - evidentemente el más primitivo-,
en que se repite en cóncavo, el símbolo de la media luna. En la misma huaca se encontró una
espada de madera labrada con piedra, que di a nuestro naturalista y arqueólogo Francisco P.
Moreno, y que éste ha depositado en el mismo Museo, donde existe.
3 Tia viene del verbo quichua tiyai, que significa "sentarse, descansar" y en su acepción más lata
"morar o permanecer". Huanacu, es el nombre con que en ambos idiomas se designa esta especie de camello americano, en su estado silvestre, y que los aymaraes aplican también a la llama como
animal de carga. Los que buscan analogías fonéticas y encuentran raíces por el método óptico,
comparando las palabras escritas con letras que representan diferentes sonidos, podrían sostener
que ti-a viene de tyana, que en aymará quiere decir "asiento de totora atada", o de tiapa, rollete de
sogas para asentar tinajas, y por extensión asiento en su acepción restringida en la cual la usan
los quichuistas; pero el verbo aymará utcatha, que significa a la vez "estar" y "sentarse" es radicalmente distinto y reconoce otra genealogía filológica.
4 En Bolivia los correos y postillones andan constantemente a pie, a razón de quince y más
leguas por día. La primera vez que me convencí de su velocidad y resistencia, fue en una jornada
por la altiplanicie desde la de Vencille a Calamarca, uno de los puntos habitados más elevados
del globo. En el espacio de seis leguas y durante cinco horas, me acompañó el postillón al trote y
galope de mi caballo, ascendiendo varias cuestas. Al llegar a Calamarca, a la media noche, me
pidió permiso para ir a visitar unos parientes a una legua de distancia, y antes de amanecer regresó con los caballos, a pie como había venido, a la posta de salida.
5 D'Orbigny, que visitó las ruinas en 1833, cuando estaban menos deformadas, llama equivocadamente cuadrado a este rectángulo, confundiéndolo quizá con otra ruina adyacente de
esta forma; y probablemente por comprender a ambas una sola área, le asigna la medida de 180
metros por 180 metros. Castelnau, que estuvo en 1845, no da medidas de los diversos perímetros y los describe en globo. Squier, que estudió y midió en 1875 cuando los recintos estaban más
borrados, da al templo su verdadera figura y le asigna 388 por 445 pies ingleses. Tschudi y Rivero, en sus Antigüedades peruanas, no dan sino las medidas de algunas piedras. Doy las mías,
tomadas a ojo de buen cubero, tales como se encuentran en los apuntes de mi cartera de viaje.
6 En esto también discrepan las medidas de d'Orbigny y de Squier: el primero les da 4 metros de
tierra y el segundo de 8 a 1 0 pies ingleses.
7 Los indios del Alto y Bajo Perú son hidráulicos por instinto. Conducen por derivación el agua
a través de las montañas, de modo que parecería que sube a ellas; hacen sus nivelaciones a la
simple vista entre los puntos extremos, dando a la acequia la inclinación correspondiente; miden
con el pie el volumen cúbico del agua que corre, calculan con precisión la cantidad de agua que
sale por una toma en un espacio de tiempo dado, valiéndose para ello de los métodos más primitivos. Varias veces me ha sucedido, viajando de noche por los valles perfectamente irrigados
del Perú, que el indio que me servía de guía me daba la hora exacta por la cantidad de agua que
traía la acequia. Por lo que se ve en Tiahuanaco, esta educación o esta aptitud de raza debe ser
anterior al tiempo de los Incas.
8 En esta parte también difieren todos los viajeros arqueólogos, que han estudiado las ruinas.
Cieza de León trae por accidente algunas medidas que indirectamente se refieren al monolito,
diciendo respecto de otros, que tenían umbrales de 30 pies que formaban parte adherente de ellos.
D'Orbigny le da 4 metros y 15 centímetros de base por 3 metros y 16 centímetros de altura.
Castelnau sólo da la altura, y dice: "environ 3 metros 1/2 ", lo que indica que no lo midió. Rivero
trae "10 pies de altura y 13 de ancho", que deben suponerse de la vara española del Perú; y su
colaborador Tschudi en sus Reísen, no adelanta estos datos. Squier, que dice haberlo medido con
cuidado, le asigna 13 pies y 5 pulgadas inglesas de base y 7 pies y 2 pulgadas de alto, lo que da
una notable diferencia con las medidas de D'Orbigny en cuanto a la altura. Esto puede explicarse
teniendo presente que cuando D'Orbigny lo midió en 1833, el monolito yacía tendido en el suelo
en toda su integridad, y que cuando Squier lo vio en 1875, estaba en pie, roto, y parte de él enterrado, y así dice "high above-ground". Tomando la medida de Squier, que no debe ponerse en
duda en cuanto a la base, y las no menos auténticas de D'Orbigny en cuanto a la altura, se tiene,
centímetros más o menos, la dimensión exacta del monolito, que corresponde aproximadamente a
la confirmada por el cura de Tiahuanaco.
9 Por el motivo ya indicado, probablemente, Squier en su libro "Peru, Land of the Incas", sólo le
da 4 pies y 6 pulgadas inglesas de altura, mientras que D'Orbigny consigna 2 metros, lo que hace
una diferencia de 680 milímetros.
10 El infinitivo del verbo es illay, brillar, resplandecer, y así algunos quichuistas la usan en su
acepción de relámpago.
11 De las dos únicas láminas auténticas que han reproducido esta figura, la más correcta es la
de Squier, como que es copia de una vista fotográfica; faltándole empero algunos pequeños detalles que trae D'Orbigny en la suya, y sobrándole las cabezas de tigre, que más bien parecen
ser de cóndores, que pone en el extremo de algunos rayos. D'Orbigny a su vez ha trazado mal los
contornos angulares del cuerpo y ha puesto algunas cosas que sólo han existido en la fantasía del
dibujante, pues conociendo de antemano su lámina, las busqué en la piedra, y no las encontré, no
siendo de suponerse que hubiesen desaparecido sin dejar vestigio en el espacio de dieciséis años
que mediaron entre su visita y la mía. La de Tschudi y Rivero es una copia adulterada de la de
D'Orbigny.
12 D'Orbigny, Castelnau, Rivero y Tschudi, dicen que las figuras están arrodilladas, y parece así
a primera vista; pero fijándose en su movimiento general, se ve que van en marcha y a paso de
carrera, o más bien que hienden el espacio con las alas abiertas. Squier no dice nada al respecto,
pero su reproducción fotográfica confirma esta interpretación.
13 Angrand ha consignado el resultado de sus observaciones en una carta publicada en la
Revue d'Architecture, según Ch. Wiener, que se refiere a ella en su "Essat' sur l' Empire des Incas".
Squier también lo cita, dando un extracto de sus opiniones. No he podido tener a la vista este
trabajo, que Dufossé anuncia en su último catálogo americano.
14 En su libro "L'Homme Americain", 2º parte, reconoce el carácter alegórico, religioso de la
escultura de Tiahuanaco; pero en la parte histórica de su gran "Voyage dans l'Amerique Meridionale" 1ºparte, le da un significado humano, incurriendo en incorrecciones de significado
histórico y de detalle gráfico.
15 Como una mera analogía gráfica, y nada más, señalaremos el único rasgo de la figura de
Tiahuanaco, que, según nuestros estudios, podría dar margen a dar a sus ornamentos un carácter
jeroglífico. Entre los rayos que parten del rostro del sol, se alternan las cabezas del cóndor con
dobles círculos concéntricos; y en el alfabeto jeroglífico de los egipcios, el sol está representado
por un círculo con un punto en el centro.
16 V. "Vocabulario" y "Arte" de la lengua aymará, del P. Bertonio.
17 D'Orbigny da al montículo de 25 a 30 metros de altura, y Squier, sólo 50 pies ingleses. En
cuanto al recinto de la Fortaleza, el primero únicamente señala 280 metros por uno de sus frentes,
mientras que el segundo marca 5...

Índice

  1. Las ruinas de Tiahuanaco
  2. Copyright
  3. LAS RUINAS DE TIAHUANACO
  4. II
  5. III
  6. IV
  7. V
  8. VI
  9. VII
  10. VIII
  11. IX
  12. X
  13. XI
  14. XII
  15. XIII
  16. XIV
  17. XV
  18. XVI
  19. XVII
  20. XVIII
  21. XIX
  22. SobreLas ruinas de Tiahuanaco
  23. Notes