Carlos Roberto Darwin
eBook - ePub

Carlos Roberto Darwin

  1. 136 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Descripción del libro

Esta obra contiene el discurso que Eduardo Ladislao Holmberg leyó con motivo de la muerte de Darwin en el Teatro Nacional de Buenos Aires, el día 19 de mayo de 1882, en presencia de tres mil personas, reunidas por la invitación del Círculo Médico Argentino. Esta es, además, una reflexión sobre la ciencia y sobre el lugar que tiene en la sociedad: «Exponer una doctrina científica no es atacar a nadie en sus creencias, porque ciencia y religión significan una dualidad perfecta y aislada».

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Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2022
ISBN del libro electrónico
9788726681000

1 (pág. 9).—Una persona que no tenga idea de lo que es el inmenso trabajo del especialista, no podrá comprender de qué se trata aquí, y, si me permite darle algunos datos, quizá le sea posible reconciliarse con algunos á quienes, talvez sin encontrarle consecuencia, ha ofendido con una sonrisa burlona.
Dáse el nombre de especialista, en Historia Natural, al estudioso que se ocupa de un grupo de seres, por ejemplo, las Aves, las Mariposas, los Caracoles, las Palmeras, las Gramineas, etc., sea que sólo se detenga en una Familia, en un Orden, ó en toda una Clase. Puede haber, pues, un especialista para las Aves en general, ó para uno de sus Ordenes solamente, por ejemplo, los Rapaces, las Palomas ó los Pájaros, — ó de una sola Familia, como las Lechuzas entre los primeros, y los Pica-flores entre los últimos.
La Especialidad se designa con el nombre del Grupo predilecto, y, en general es griego. Así, el especialista en Aves, es Ornitólogo; en Reptiles, Herpetólogo; en Peces, Ictiólogo; en Caracoles, óMoluscos en general, Malocólogo; en Moscas, Mosquitos, Tábanos etc., que reunidos se denominan Dípteros, Dipterólogo; en Arácnidos, Aracnólogo, etc.
La Especialidad no queda encerrada en los límites de la Historia Natural. En Medicina, por ejemplo, hay ta nbien especialistas, de los que, en Buenos Aires, tenemos ya algunos de reconocida fama.
Los unos se ocupan de los Ojos, los otros del Corazon, alguien del Hígado, del Oido, y varios de los Pulmones ó de las enfermedades cutáneas.
Esto no quiere decir que el Oftalmólogo (para los ojos) no conozca las otras enfermedades, sinó que profundiza especialmente la Oftalmología, sin descuidar las demás ramas de la Medicina; porque el organismo tiene todas sus partes íntimamente encadenadas, y los fenómenos que sobrevienen en un órgano, repercuten muchas veces, con mas ó menos enerjía, sobre los demás, y con mayor razon cuando se trata de una de esas enfermedades generales, comunmente denominadas «de la sangre». Una afeccion del cerebro puede dejar ciego, sordo ó mudo á un indivíduo. Si acudiera á los especialistas, y éstos no supieran otra cosa que su especialidad, limitada anatómicamente, ya podrian luchar con la afeccion, sus esfuerzos serian vanos;—mas como sus conocimientos no tienen tal límite, pueden curar el órgano exterior afectado, atacando la enfermedad por su base: en el cerebro ó en el estado general.
Igual cosa pasa con el naturalista.
No basta que conozca el Grupo que estudia. Si carece de conocimientos generales, no es más que simple instrumento de los que poseen aquellos,—y que aprovecharán de su trabajo.
Supongamos, por ejemplo, que un indivíduo se dedica á los Insectos ( Entomólogo) y que pretende colocarse en primera línea. Esto es muy dificil. Tomemos un Orden de Insectos: los Himenópteros (Abejas, Avispas, Hormigas, etc.) — y citemos, entre otros muchos, un Himenopterólogo distinguido: André.
Este autor de varios trabajos, publica, en estos momentos, una obra en francés, cuyo título castellano es: Los Himenópteros de Europa, de la cual extractaremos ciertas condiciones que debe llenar un especialista, esto es, lo que debe saber.
Ante todo, debe conocer bien el Grupo que estudia: su anatomía, sus costumbres, las publicaciones que sobre él se han hecho, etc., etc., lo que le exije tiempo, aplicacion y dinero.
Este grupo, sinembargo, no es una entidad aislada en la Naturaleza, lo cual le obliga á conocer sus relaciones, y, para abreviar, diremos que, teniendo los conocimientos mas perfectos que le sea posible adquirir sobre él, debe saber, en general, Zoología, supuesto que se trata de Himenópteros, y, como se comprende, Anatomía, etc.
El dibujo es un recurso indispensable para el especialista y, como busca la verdad, debe saber dibujar bien para transmitir á los demás sus observaciones, tal como las ha hecho. Tratándose de seres pequeños, no puede prescindir del microscopio, lo que le obliga á manejarlo bien. Como no todo lo que observa es materia de un dibujo, debe saber expresar con palabras las formas observadas, y de aquí la necesidad de conocer Geometría, y, en general, Matemáticas.
Puede poner á contribucion los conocimientos agenos, lo que es desagradable cuando no encuentra buena voluntad en los que los poseen, cosa que suele suceder. Si nó, debe conocer, de Botánica, lo suficiente para poder clasificar las plantas, y, por no explicar largamente las razones, recordaremos, en breves palabras, que no debe ignorar Geología, ni Mineralogía, ni Química, ni Fisica.
No puede olvidar que en otras partes del Mundo, donde hablan de distinto modo que él, hay quienes se ocupan de las mismas tareas, y esto le obliga á aprender ciertos idiomas, que, segun André, son siete: cinco vivos, Francés, Inglés, Aleman, Castellano, Italiano y dos muertos: Latin y Griego; pues de lo contrario no entendería todo lo que se ha escrito sobre la materia.
No es necesario que conozca el Griego como Demóstenes (pues se trata del Griego clásico y nó del moderno), pero sí lo suficiente de Gramática para no decir disparates cuando se vea obligado á formar un nombre compuesto, para lo cual hay reglas, que muchos especialistas olvidan. Prefiérese esta hermosa lengua por ser muerta y por la facilidad con que con ella se componen palabras. Un error de Griego no desquiciará á nadie, por más que así aparezca á veces, pero es muy desagradable para un naturalista que le enmienden á cada paso.
El Latin es el idioma científico por excelencia; algunos autores lo emplean para la totalidad de una obra, y otros, solamente para la diagnosis (ó descripcion corta). Como es un idioma muerto, no hay dificultad en aceptarlo; lo que no sucedería si fuera vivo. Por lo demás, la composicion es fácil y la construccion es dificil, particularmente para los países meridionales. En general, el Latin de la Zoología no es la mejor joya de la Europa, pero se entiende y eso basta por lo comun. Algunos autores, sinembargo, parecen anacronismos por lo bien que lo escriben, lo cual no es muy frecuente.
Los cinco idiomas vivos podrian reducirse á uno, lo que diversos autores de distintas Naciones, como p. ej. el célebre Thorell, consideran factible y proponen que sea el inglés.
Por nuestra parte, nos parece más fácil y más rápido aprender suficientemente los cinco idiomas vivos y los dos muertos, que obligar á los franceses á usar en sus obras el Aleman, á éstos el Francés (ahora) y á todos el Inglés, si la política Europea sigue complicándose.
El especialista que escribe, debe tener sus visos de literato, nó para echar flores de retórica en todas sus líneas, sinó para expresarse con correccion.
Y, sobre todo, debe ser crítico, para criticarse á sí mismo, perfeccionarse por lo tanto, y no tomar gato por liebre só pretesto de autoridad.
La Mitología, la Historia, la Geografía, forman parte de su bagaje científico. Hace muy mal efecto encontrar obras de sábios en las que Buenos Aires, y, en general, la República Argentina son «Sud-América» y que Montevideo está en el Brasil.
Pasaremos por alto otros detalles. Basta con lo expuesto.
«Es imposible ser especialista!» dirá cualquiera á quien sorprenda esta enumeracion de conocimientos, pero su sorpresa debe desvanecerse al recordar que tales materias son, todas ellas, ó casi todas, objeto de estudios preparatorios en los Colegios Nacionales ó en la Universidad, ó bien corresponden, como la Geografía y otras, á la Escuela Elemental.
Un Doctor, en Medicina ó en Derecho, debe poseerlas, y si no las posée, es porque, generalmente, ellas no tienen una aplicacion definida, á juicio del estudiante, en el Derecho ó en la Medicina. Por lo comun, el estudiante tiene un Norte: su título de Doctor, y de aquí, que muchas veces, Doctores de una ú otra categoría, confiesen ingénuamente haber pasado por alto ciertos estudios indispensables.
Recuerdo que hace algunos años, cuando se sacó á concurso en la Universidad la Cátedra de Medicina Legal para que fuera dictada á los estudiantes de Derecho, hubo grande alarma y disgustos de parte de éstos, porque era necesario forrarse de Química, teniendo el Dr. Peron de Catedrático. Y sinembargo, esos mismos estudiantes habian estudiado suficientemente la Química, en el periodo de preparatorios, para que la materia no les ofreciera una valla insuperable.
Hay vícios fundamentales en nuestra manera de llevar á cabo los estudios superiores, y muy especialmente los preparatorios.
No tenemós por faro la instruccion misma — y esto es lamentable.
2 (p. 9).—Littré, por ejemplo, era un sábio de esta talla. En tales condiciones, el entendimiento se encuentra preparado, por decirlo así, á hacer frente á cualquier estudio, tomando una base en qué apoyarse, para que las vacilaciones no sean obstáculos incesantes á la evolucion de las ideas—y en verdad que un sábio no puede tomar mejor fundamento que Littré, á semejanza de Tomás De Aqlino: «verpara creer», que es, sin duda alguna, el lema del progreso moderno. Les Dieux s’en vont!
3 (p. 10)—Como la crítica parcial encuentra siempre algo de qué asirse cuando se trata de un autor cuyas ideas no se aceptan, quiero que á lo ménos conste aquí, que entiendo por «mundo inmaterial» las relaciones entre el sujeto y el objeto.
Estas relaciones son ideas: desapareciendo uno de los términos, no hay relaciones, hay cosas materiales. El no-yo existe per se, es eterno, es inmutable en sustancia. El yo es el centro ó punto matemático del individuo, que, en su máxima parte, es objeto para elsujeto, miembro integrante del no-yo, lo que le ofrece la sensacion general de su personalidad orgánica, la sensacion del sí mismo, del self material y activo; mientras que el yo ó sujeto es un efecto de la evolucion orgánica y funcional.
4 (p. 10)—Esta inquietud de la ignorancia racional es, para muchos, la prueba mas convincente de la inmortalidad del alma. Olvi an que el indivíduo es nada; que todo está en la especie y que es la especie la inmortal dentro de su mortalidad geológica. Quisiera creer que podía resucitar Platon. ¡Cuántas preguntas le obligarian á callar!—pero todo es posible— ya le veo sumergido en el alma universal, estudiando con entusiasmo cada especialidad, y rodeado de millones de indivíduos que jamás han tenido la inquietud de la ignorancia racional.
Ese es el presentimiento de nuestra perfeccion ulterior como especie, perfeccion que, por otra parte, queda equilibrada con la imbecilidad simultáneamente creciente del Género Humano.
«Busquemos querella á alguna Nacion Americana, para colonizar », dicen del otro lado del Atlántico indivíduos que no pueden perfeccionarse, ni verse libres de sus cánceres; y lo dicen de buena fé, porque la Ley de Malthus les ha mostrado que es mejor tener qué comer que andar con el rosario. Ya no hay tontos que vayan al Circo por amor á Dios. El revólver y la plegaria han fraternizado á pesar del Derecho Internacional. Este es el progreso indefinido;—pero, así como las ramas discrepantes de evolucion han dado al Mundo Moderno Hombres y Monos, empiezan á bocetarse, entre las nebulosidades de la política Universal las ramas discrepantes, de la Humanidad: tontos y pillos. Ya tendrán dificultad para asociar en un género las dos ramas que hoy forman tronco, los que, dentro de algunos siglos, nieguen la doctrina de la evolucion.
Dá horror pensar, como evolucionistas, en el Hombre del porvenir. Reversion á los Acraniotas por una parte; Hipermetrocéfalos por otra. Quinientos siglos? Bah! Eso ¿qué importa? Alguna vez se ha de desmenuzar la tierra en polvo helado.
La verdad es que el pensamiento de la Humanidad entera no puede ser el pensamiento de uno solo.
Somos inmortales en la Humanidad que nos contiene como especie.
5 (p. 10)—Paréceme innecesario consignar aquí que no he empleado esta expresion en sentido metafórico. Tampoco se me atribuirá el pensamiente de que las aptitudes intelectuales dependan de la enormidad de la cabeza, porque entónces se deduciría de ello que nadie tiene mas aptitud cerebral que los hidrocéfalos y muchos cretinos.
6 (p. 10)—A medida que se extienden los conocimientos humanos, las ciencias se ramifican y, dada la naturaleza de las investigaciones, y el tiempo que ellas exigen, se comprende que un solo hombre no pueda ser especialista en todas las especialidades. La dedicacion completa de un entendimiento á un solo grupo de estudios, hace del especialista una potencia, cuya opinion es y debe ser respetada por todos aquellos que sólo han hecho un estudio superficial de la materia...

Índice

  1. Carlos Roberto Darwin
  2. Copyright
  3. OTRAS DOS PALABRAS
  4. CARLOS ROBERTO DARWIN
  5. DARWIN
  6. APÉNDICE.
  7. Sobre Carlos Roberto Darwin
  8. Notes