El arte de argumentar: sentido, forma, diálogo y persuasión

Pedro Reygadas, Enrique Dussel

• Editorial: Universidad Autónoma de la Ciudad de México - UACM
• Año: 2022
• ISBN:
  9786079465568
• Edición: 1
• Categoría: Literature
• Categoría: Literary Criticism Theory

Se amplía el campo de la argumentación con una precisa, autorizada e informada descripción de las diversas posiciones o estilos en el tratamiento del tema, de enorme trascendencia por mostrar la posibilidad del uso de estas herramientas intelectuales y emotivas en la vida cotidiana de un pueblo.

Anexo 1
Apuntes para la historia integral de la argumentación en occidente

Introducción

La teoría de la argumentación tiene una historia occidental desde el siglo V a.C. hasta el siglo XIX. A cada época corresponde una distinta episteme de la argumentación y de la relación de ésta con otros saberes.

El panorama griego de la argumentación apareció en Sicilia para ligarse después a la democracia esclavista masculina en la ciudad antigua de Atenas, en medio del desarrollo germinal de la filosofía y de los saberes sistemáticos en diversas materias; es el tiempo del cuestionamiento del logos al mito como forma dominante de explicación del mundo. La preocupación central es el desarrollo de un método para establecer la validez en la esfera de la investigación, de la discusión y de la persuasión en el naciente mundo de la ciudad griega democrática que deja atrás la gens, la comunidad primitiva. Se trata de hacer avanzar el conocimiento, reproducir la propiedad, las costumbres y dirigir los destinos atenienses. Tras el desarrollo pionero de la retórica y el modo emocional en los sofistas, la figura capital que resumió el arte griego de la argumentación y que prolonga su influencia hasta el presente es el filósofo Aristóteles, hombre dedicado a la indagación de la naturaleza, a la reflexión sistemática y a la instrucción. El filósofo de Estagira, que sirvió a Alejandro y pensó en la proyección de Grecia hacia el futuro, profundizó en un cuerpo sistemático de conceptos y procedimientos acerca de la analítica (lógica), la dialéctica y la retórica de la argumentación. La episteme desplazó así la mitología en favor de la racionalidad con acento en la lógica y la dialéctica, pero manteniendo una perspectiva integral y dando un lugar a la retórica, a la emoción y a la creencia.

Los periodos clásico grecorromano y medieval de la teoría de la argumentación se desarrollaron bajo el horizonte de Aristóteles. Él estableció de manera sistemática el estudio de la verdad y de lo verosímil, así como de los «instrumentos del pensamiento sin método de estudio particular» que nos permiten elaborar las ideas en forma sistemática para indagar la verdad, convencer o persuadir.

Después de Aristóteles, para Posidonio, cuya obra influyó de manera notable en el mundo antiguo, las «artes» de la argumentación eran artes liberales, practicadas por los hombres libres, siempre bajo el horizonte esclavista. La dialéctica y la retórica se ligaban a la acción (porque conlleva la memoria de los discursos y la actuación de los mismos en el foro), la gramática a la contemplación (porque se enfoca hacia la reflexión del gramático, no hacia el uso del hablante).

INTEGRACIÓN DEL CAMPO DE LA ARGUMENTACIÓN EN ARISTÓTELES

Ya en el mundo medieval, dos conversos son clave para comprender el giro de las subdisciplinas argumentativas: san Agustín y, en los siglos V y VI d.C., el africano pagano Marciano Capella, quien recoge y recodifica la clasificación de las artes liberales. Agrupa éstas en oposición a la teología y las técnicas, quedándose el universo del saber divido en producción material, producción espiritual y mundo de la fe. Se da entonces la concentración del saber argumentativo en grupos reducidos de religiosos, no ya en civiles. El medioevo desarrolla la teoría de la argumentación como parte de un estudio monacal privilegiado y vinculado en diversos aspectos a la religión, ya que la iglesia es entonces el aparato hegemónico dominante y el eje de reproducción de la vida económica dentro de los feudos. Por ello mismo, los hombres medievales contribuyen muy pronto al desarrollo del género de la «exhortación religiosa» —el arte de los sermones—. El modo de argumentación alude no sólo a la lógica sino, en forma constante, a la creencia.

El filósofo por excelencia y conocedor de la argumentación en el mundo medieval es con frecuencia un monje y un teólogo, ocasionalmente un profesionista liberal o un noble. Se modifica así el centro de interés del arte argumentativo en cuanto al contenido, pasándose el acento de la disputa por la polis (la ciudad) a la disputa religiosa, que constituye el eje económico, político e ideológico. Al cabo, hacia el siglo IX, siguiendo de alguna manera la tradición griega, al modificar a Aristóteles y Posidonio se dividieron las siete «artes liberales» (septenium) en «ciencias del espíritu» (trivium) y «ciencias de la naturaleza» (quadrivium) que constituían las dos «vías» de la sabiduría. Al espíritu competían las dimensiones argumentativas del trivium: gramática, retórica y (lógico)dialéctica; la dialéctica cubría lo que hoy conocemos como lógica y, además, los «juegos» de la «disputa» religiosa. A la naturaleza competían la aritmética, la geometría, la astronomía y la música (considerada mate-mática por la condición numérica de tonos y ritmos)¹ a las cuales se llegó a agregar más tarde la medicina. El trivium, dice Barthes,² corresponde a los secretos de la palabra, el quadrivium a los secretos de la naturaleza. El primero trata de las humanidades y se compone de artes. El segundo remite en cambio a materias matemáticas y a «disciplinas». El primero concebía el conjunto de las dimensiones de la argumentación como formando el todo del espíritu humano: lengua, disputa, y razón coherente y persuasiva.

INTEGRACIÓN DEL CAMPO DE LA ARGUMENTACIÓN EN LA EDAD MEDIA

El surgimiento del capitalismo y la expansión de la ciencia y la tecnología dieron lugar a un proceso de crítica e inversión de valores. Se colocó en el centro el estudio de la ciencia y lo evidente, incluso en materia religiosa, dentro del protestantismo. El discurso científico demostrativo, que desplazó a la argumentación, puso el acento en el método racionalista cartesiano y en la comprobación de los hechos en el empirismo. Se remarcó el lugar del individuo, la política ciudadana y la filosofía natural. La expansión burguesa de la industria abrió además la reflexión a multitud de lenguas tanto las nacionales europeas como las «descubiertas» por los procesos de colonización. Se desarrollaron los discursos políticos y los argumentos en la prensa, en medio de un combate a la fe y la simple creencia en asuntos de razón. La episteme puso al centro la demostración objetiva universal y dio un valor capital a la matemática, a las ciencias de la naturaleza, más que al lenguaje.

Es importante anotar que junto con la creencia, la emoción también fue excluida de la razón en el pensamiento científico de la modernidad. Descartes la estudió, pero como médico, a nivel fisiológico y propuso someterla al control racional lógico. Sólo ahora, tras la revolución psicológica de fines del siglo XIX, con la nueva psicología, la nueva biología y el anticartesianismo en lingüística y epistemología, emerge una visión compleja que integra razón y emoción. Sin embargo, hay fuentes de la actual integración de lo emocional en la argumentación en autores como Adam Smith, Nietzsche o Schopenhauer.

El desarrollo de una ciencia del lenguaje que aporta el enfoque pragmático característico de la moderna teoría de la argumentación se da hasta el siglo XIX. Los enfoques lingüísticos y semióticos de la argumentación se dan hasta la segunda mitad del siglo XX, siguiendo la lingüística estructural de Saussure, la filosofía del lenguaje de Wittgenstein y la lógica semiótica de Peirce.

De la lógica silogística tradicional a las nuevas lógicas

La lógica tiene su historia en cada cultura y lengua. De modo que aunque tratemos del llamado occidente, no podemos dejar de mencionar que la lógica dialéctica tuvo un profundo desarrollo en la China antigua y la lógica formal tuvo un sinpar desarrollo en la India. Mientras que en América cuenta con poco conocidos pero muy profundos enfoques en culturas como la binnizá, la nahua y la diné. Ahora bien, en cuanto a la anal...