
- 152 páginas
- Spanish
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eBook - ePub
Prosas fugaces
Descripción del libro
Estas
Prosas fugaces, de Mercedes Roffé, son como bengalas que además de deslumbrar también alumbran, a secas, el mejor camino en la noche. «Podemos seguir usando todas las metáforas que queramos, a condición de no perder de vista lo que el vehículo significa y que el vehículo transporta ideología». La voz reflexiva, la voz crítica de Roffé abarca y expone misterios y evidencias de la tarea del poeta, del artista, del creador y de la materia del poema.
De Tarkowski a Novalis, de Cixous a Pizarnik o Michaux, consigna pasajes donde encuentra «aquello que años atrás daba en llamar ecos», y percibe y escribe sus resonancias.
Así como ya no abundan en el Río de la Plata los narradores que escriban –y lean– versos, tampoco abundan los poetas que escriban ensayo. Ecología de guerra: zona de especies en extinción. La mística de la literatura solo puede nutrirse de la excepción, lo contradictorio y lo impensado. Prosas fugaces es un libro plácido, elegante y sin concesiones.
De Tarkowski a Novalis, de Cixous a Pizarnik o Michaux, consigna pasajes donde encuentra «aquello que años atrás daba en llamar ecos», y percibe y escribe sus resonancias.
Así como ya no abundan en el Río de la Plata los narradores que escriban –y lean– versos, tampoco abundan los poetas que escriban ensayo. Ecología de guerra: zona de especies en extinción. La mística de la literatura solo puede nutrirse de la excepción, lo contradictorio y lo impensado. Prosas fugaces es un libro plácido, elegante y sin concesiones.
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Información
THE RADIANCE OF THINGS
Un puente, un río, un cielo… son hijos de dos madres: la idea de puente y la idea de belleza, la idea de río y la idea de belleza, la idea de cielo y la idea de belleza.
Por eso la realidad inmediata también puede ser radiante. Tanto cuanta sea la irradiación de belleza que recibe en su instancia encarnada.
HUMILDADES
Hay una anécdota, quizás apócrifa, que suele atribuírsele a Albert Einstein. Se cuenta que una vez, hablándole alguien de un joven físico, se lo describió como «muy prometedor y muy humilde». A lo que se dice que Einstein replicó: «¿Cómo puede ser humilde, si todavía no descubrió nada?»1.
LOS VALORES Y LOS NÚMEROS
En el universo humano hay valores que, a diferencia de los de la bolsa, no se miden en números. La poesía y la paz son dos de ellos. Pienso de cuántas maneras se podría responder la pregunta por el sentido de la poesía en nuestra época, y cuántas de ellas serían igualmente válidas. Me pregunto incluso con cuántas coincidiría sin dejar de sentirme fiel a mí misma. Tal vez una de las respuestas más lúcidas a esta pregunta haya sido la que, quizás indirectamente, dio Muriel Rukeyser en su magnífico ensayo The Life of Poetry. En esas páginas, al analizar el miedo —la fobia, el rechazo— que la poesía produce en algunas personas, Rukeyser interpreta que ese miedo deriva del poder de la poesía para conectarnos con nosotros mismos. Claro que no faltarán aquellos que —a un lado y otro del mapa poético universal— quieran ridiculizar esta concepción de la experiencia poética, siendo para ellos la mera existencia de un «sí-mismo» un detestable resabio del cual habría que depurar el arte todo.
Peor tal vez, la tendencia más reciente a considerar que ese sí-mismo sea la obligada y única materia de todo arte y no-arte.
POESÍA TRANSTERRADA
No sólo los grandes traslados, como el emigrar o el exilio, sino todas las experiencias vitales afectan de un modo u otro lo que uno escribe. Lo que uno lee, en principio. Y lo que uno escribe. O más bien, cómo se escribe. Digo «se» escribe porque hay que reconocer que no siempre se tienen las riendas de lo que se vuelca en la página. Se puede tener las riendas del pulido de lo que se ha escrito (esa piedra pómez de la que habla Catulo, para limar los bordes ásperos de su libellum). Todas las oportunidades que uno va teniendo por estar en un lugar (y las que va perdiendo por no estar en otro) indudablemente tienden a afectar ese ser que llamamos «poeta» en tanto receptor y transmisor del poema.
EN PEQUEÑO FORMATO
No me atrae la monumentalidad. Sigo creyendo, de algún modo, en aquello que años atrás daba en llamar ecos —de una palabra en otras, de un poema o un poeta en otros, de los milenios pasados en el instante presente del poema— y que ahora percibo más bien como los armónicos entre dos o más realidades posibles, paralelas, interrelacionadas siempre por un sistema de correspondencias cuya caja de resonancia no es sólo la Naturaleza —como quería Baudelaire— sino también la más compleja red de la que formamos parte: la cultura y la anticultura, el circuito del poder y el de la falta de poder, el ámbito de los nombres grandiosos pero también el de lo pequeño indispensable.
MIS DOS MUNDOS
No importa que la meta sea en sí inalcanzable, no importa que el ideal quede por siempre diferido. Importa lo que moviliza, lo que inspira, lo que ayuda a intuirse siquiera como posibilidad. Me gustaría ir más lejos y dejar planteada al menos la pregunta acerca de si la poesía —y otras aproximaciones a la experiencia artística— no pertenecerían, precisamente, más a la esfera de lo real —es decir lo abstraído, intuido, incorpóreo, adivinado, contemplado— que a la de la realidad inmediata. Es decir, que si es verdad que las palabras toman vuelo y dejan caer de sí milenios, como decía Benn, ¿no sería igualmente cierto que cuando una palabra, un trazo, un movimiento, un ritmo, alcanza a convocar armónicos, esos armónicos no serían nunca de la cosa ahí, sino de lo real último, en el que la cosa, las cosas, y los hechos resultan trascendentes a su propia contingencia? Sólo así —diría— esas cosas, esos hechos, devienen aun si no universales, al menos compartibles.
OUTSIDERS
A veces pasa como con Michaux: se acerca a la pintura alguien que viene de otras tierras, otros campos, y expande y deslumbra y quiebra los bordes del arte todo. Otros gestos, otras señales, otros instrumentos. Otras manos, otras luces, otros surcos, otras huellas. El papel, la tinta, adquieren nueva substancia. El negro se profundiza, se ensancha, se enluce, se abrillanta. El blanco se entiza, se exaspera, crece, se aja, se cuartea, gime, muere, resucita.
Todo aquello de lo que algún maestro dijo alguna vez «no es así, así no se hace», va el forastero y lo hace, y aviva y fertiliza una tierra antes yerma.
HAMBRE
En la tradición budista se cree que existe un reino de espíritus malignos que tienen un hambre voraz, pero no pueden saciarse porque su garganta es del grosor de un alfiler. JOHN BABBS2
R. T.
Nadie podría decir que traiciona. Sólo que, por donde pasa, la traición se produce.
EL CHISTE Y SU RELACIÓN CON LA POESÍA
En el volumen de obra reunida de un poeta que admiro —y en poemarios de otrxs que no admiro tanto—, encuentro líneas que ilustran para mí el epítome de algo que, sin serlo, se quiere hacer pasar por un poema. No es que sea un mal poema. No es que sea un pasaje menos logrado que otros. Me refiero a textitos que constituyen más bien una observación —observaciones que algunos encontrarían lúcidas; otros, ingeniosas; otros, más o menos triviales. Pero —a la luz de cualquier poética—, costaría ver en ellos un esbozo de poema. ¿Un esbozo de artículo de opinión, tal vez? ¿O una humorada? Eso, sin duda.
¿De dónde ciertos poetas —amados, consagrados—, y no pocos lectores deducen que este tipo de observaciones merecen un lugar en un libro de poesía? ¿O será que las llaman poesía por ser palabras de alguien que escribe como el o la poeta que es, pero no precisamente aquí, sino en otro lado?
Encuentro algún apoyo a mi intuición en un pasaje en el que Kathleen Raine se refiere a Blake y a los dos claramente distintos órdenes de poesía que él propone:
The story is well known of nine daughters of Pierus who challenged the Muses, daughters of Zeus, and who were turned into magpies for their presumption. They would have fared better in the twentieth century; probably given prized for their realism. KATHLEEN RAINE3
La historia de las nueve hijas de Pierus, que desafiaron a las Musas, hijas de Zeus, es bien conocida. Por su petulancia, fueron transformadas en urracas. En el siglo XX les habría ido mucho mejor; probablemente, hasta habrían sido premiadas por su realismo.
Pero no dejemos que la ironía —cuando no el conservadurismo— de Raine y sus reiterados ataques a las innúmeras huestes enemigas que suele concentrar en el concepto de «materialismo», nos impida continuar leyendo lo que podría arrojar alguna luz sobre el tema que venimos tratando:
For there is always an art of imitation which is not the product of imaginative inspiration but of the human personality, uninspired. Such verse is no without its value—it may have great wit, or political forcefulness, or it may be comic verse; but the two kinds of verse, so Blake wrote, «ought to be as two distinct things for the sake of eternal life». For the sake of eternal life because it is through imaginative inspiration alone that contact is made with the eternal mind. KATHLEEN RAINE4
Porque siempre hay un arte de imitación que no es producto de la inspiración imaginativa sino de la personalidad humana, carente de inspiración. A esos versos no les falta valor —pueden demostrar mucho ingenio, o cierto peso político, o pueden ser versos cómicos— pero los dos tipos de verso, como escribió Blake, «son como dos cosas distintas con respecto a la vida eterna». Con respecto a la vida eterna, porque es solo a través de la inspiración imaginativa que se logra un contacto con la mente eterna.
¿Sería muy extremo decir que, aun a riesgo de disentir con la cita, no se trata, simplemente, de dos «tipos» (kinds) de una misma especie, sino más bien, como se dice luego, de dos «cosas» (things) de naturaleza radicalmente distintas? ¿O será tal vez que el valor que Blake le da a la palabra «verso» (verse) admite un tipo de verso —como en verdad lo hay— completamente ajeno al concepto de poesía?
TRADUCIR… ¿QUÉ?
Buenos poetas hay en todos lados y en todas las lenguas. Pero llegado el momento de la traducción —de emprenderla o de leer alguna—, suelo elegir aquellos que no hacen más o menos lo mismo que muchos otros poetas en el mundo —aun cuando puedan hacerlo con gran calidad. Es decir, me interesa tanto que su poética se distinga de la poesía que se está escribiendo en su lengua como que se distancie con toda evidencia de la poesía que se está escribiendo o se ha escrito en la mía.
Más aún, cuando leo poetas en las lenguas de las que traduzco pienso qué efecto podrían producir sus obras en la poesía que se escribe en español. Me interesa que la traducción abra posibilidades de nuevas poéticas en mi lengua5.
«¡QUÉ BIEN ESCRIBE!»
Sale en el periódico un artículo firmado por un fiscal que desde hace años inspecciona las cárceles de su ciudad y denuncia abusos, maltrato, malas condiciones de vida… La nota —una radiografía del infierno— se complementa con una foto de agencia en la que, por entre las rejas, salen los brazos y manos de los presos, pulcros, blanquísimos, sin un rasguño, ni un vello de más. Lo mal escrita que está la nota —por pretender educir esa ajada interjección, «¡Qué bien escribe!»— me incita a denunciarla. Y no sólo por mal escrita sino p...
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- Sobre Mercedes Roffé
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- Prosas fugaces
- The radiance of things
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