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Atlas de Micronaciones
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Información
Introducción
Este atlas reúne las historias y las fichas geográficas de países minúsculos que nadie conoció jamás: las micronaciones. ¿De qué tipo de entidad política hablamos? Según Wikipedia, una micronación es “una entidad creada por una persona, o por un pequeño número de personas, que pretende ser considerada como nación o Estado independiente, pero que aún no es reconocida por los gobiernos o las mayores organizaciones internacionales”. ¿Qué la vuelve distinta, entonces, de un Estado independiente no reconocido, como Somalilandia o Transnistria, o del principio de autodeterminación de los pueblos? El hecho de que no hay pueblos por autodeterminar, sobre todo porque las micronaciones involucran a un número limitado de personas; su extensión territorial es por lo general muy limitada; a veces, su naturaleza es excéntrica.
La práctica de proclamarse independientes a sí mismas y a una pequeña porción del territorio se desarrolla preferentemente en la segunda mitad del siglo xx (aunque por cierto la fundación unilateral de un Estado no es una novedad en la historia humana). Las motivaciones que impulsan a hacerlo son las más variadas: políticas, goliárdicas, económicas, utópicas, incluso fraudulentas. Muchas de estas historias sobrevivieron como recuerdos de historias “locales” excéntricas, hasta que resurgen en tiempos recientes gracias a Internet, que permitió recuperar la memoria, dando la posibilidad a muchas micronaciones de ponerse en contacto entre ellas. De reconocerse, incluso oficialmente, firmando por ejemplo tratados y acuerdos bilaterales.
En la red, por otra parte, uno se puede topar con muchísimas naciones virtuales, que solo existen en la web y en la fantasía de quienes las fundaron. Para definir este fenómeno se acuñó el término “Quinto Mundo”, que hace referencia a la vieja teoría de los tres mundos, a los que se les agrega un cuarto, que incluye las zonas más pobres del planeta. Estos experimentos a veces tienen una vida breve, aunque a veces quedan fluctuando en la web hasta que el host gratuito que los hospeda decide darlos de baja. Desde este punto de vista, Internet es verdaderamente el reino de las utopías, porque cualquiera puede abrir un sitio y declararse soberano de un reino imaginario. ¿Pero con qué fin? Según algunos micronacionalistas, a pesar de que la fragmentación pueda parecer una involución de la sociedad, el destino del hombre es el de superar la idea de Estado nación para arribar a una federación global de Estados individuos en los que cada individuo será plenamente ciudadano de sí mismo.
Sin embargo, las naciones virtuales no son el objeto de este libro. Para redactar este atlas nos orientamos hacia aquellas realidades que ostentan una extensión territorial, aunque sea minúscula, o reivindican una. La única excepción son los proyectos artísticos, porque en esos casos es justamente la reivindicación de una idea de ciudadanía desligada de la pertenencia territorial lo que constituye el punto de apoyo del proyecto. Además, este largo excursus es precedido por una serie de “precedentes históricos” que fueron inspiración y referencia imprescindible para los micronacionalistas de nuestro tiempo.
Las historias recogidas en este atlas son todas rigurosamente verdaderas, incluso cuando pueden parecer inventadas. Si hay invención, esta proviene por completo de los protagonistas de estas epopeyas en miniatura. Porque de epopeyas se trata, siempre y, no obstante, incluso si los motivos que llevan a fundar una nueva nación son los más disparatados. En cualquier caso, estamos frente a verdaderas anomalías estatales, o que quisieran ser tales. En otros casos se trata de ingeniosas demostraciones con fines políticos. Algunos de estos países fueron inventados de la nada como “proyectos artísticos”, otros nacen de controvertidas reconstrucciones de antiguas herencias dinásticas. Alguno trata de forzar el derecho internacional para afirmar su propia definitiva soberanía. Por espíritu de libertad, o bien para pagar menos impuestos. Lo que por cierto las une a todas es la búsqueda irreductible, a veces surrealista, de autonomía e independencia.
Se podrá objetar que estos presuntos Estados no tienen ninguna validez, ni jurídica ni sustancial (y en efecto su objetivo primario a menudo consiste en obtener cierto grado de reconocimiento). Pero, bien mirado, ¿qué puede decidir qué es un Estado? Las convenciones. Es cierto, pueblos, culturas y tradiciones cumplen un papel importante, pero no siempre son decisivos, si es verdad que poblaciones como los kurdos, los gitanos y los saharaui no tienen un Estado propio. Otro rol importante lo cumple la fuerza pública: pero policía y ejércitos solo pueden imponer lo que fue decidido por ley, no pueden dar lecciones de geografía. En definitiva, lo que vuelve a un Estado reconocible como tal es el hecho de que nosotros aceptamos, de un modo u otro, que existe. Y que junto con nosotros algo más, Estado o individuo, comience a hacer lo mismo.
Capítulo UNO
Precedentes históricos
1. Imperio de los Estados Unidos
NOMBRE: Imperio de los Estados Unidos
GEOGRAFÍA: territorios varios
POSICIÓN: continente americano
SUPERFICIE: 9 millones de km2
CAPITAL: San Francisco
HUSO HORARIO: de UTC -10 a UTC -5
FUNDACIÓN: 17 de septiembre de 1859
EXTINCIÓN: 1880
FORMA DE GOBIERNO: imperio
JEFE DE ESTADO: Notton I (Joshua Norton) 1859-1880
HABITANTES: 50 millones
LENGUA OFICIAL: inglés
GEOGRAFÍA: territorios varios
POSICIÓN: continente americano
SUPERFICIE: 9 millones de km2
CAPITAL: San Francisco
HUSO HORARIO: de UTC -10 a UTC -5
FUNDACIÓN: 17 de septiembre de 1859
EXTINCIÓN: 1880
FORMA DE GOBIERNO: imperio
JEFE DE ESTADO: Notton I (Joshua Norton) 1859-1880
HABITANTES: 50 millones
LENGUA OFICIAL: inglés
Muchos no lo saben, pero la patria de Washington y Lincoln, cuna de príncipes republicanos, durante veinte años tuvo un monarca. Joshua Norton fue el primer —y, por otra parte, único— emperador de los Estados Unidos de América, y su increíble historia es uno de los fundamentos de la cultura micronacionalista. Nacido en Londres en 1819, después de haber transcurrido su infancia y juventud en Sudáfrica, a los treinta años emigra a los Estados Unidos, a San Francisco, donde trata de abrirse camino en los negocios. Dispone de 43.000 dólares, una cifra muy grande para la época, fruto de una herencia paterna, con la que hace buenos negocios hasta 1853, cuando tropieza con la inversión equivocada. Aquel año, China había bloqueado las exportaciones de arroz a causa de una carestía, con el resultado de que el precio se había multiplicado por diez. Cuando Norton se entera de que en San Francisco está por atracar una nave que viene de Perú cargada de arroz, decide comprar todo el cargamento. Inmediatamente después de haber firmado el contrato, muchas otras naves vuelven de Perú con partidas de arroz y el precio vuelve a al nivel anterior. Joshua está arruinado, pero no se da por vencido: emprende una causa legal que irá adelante hasta 1857 para anular el contrato, porque según él la calidad del arroz no es la acordada. Pero la corte resuelve en su contra. Sin un peso, Joshua se aleja de San Francisco para una especie de exilio voluntario.
Volverá a la ciudad en 1859, en evidente estado de confusión mental. Perdido su capital, el que en un tiempo había sido un exitoso emprendedor entra ahora a formar parte de la legión de pobres e inadaptados que pueblan las calles de la ciudad. Pero en su breve exilio, Joshua maduró una visión precisa sobre la incompetencia del sistema judicial estadounidense y la injusticia de los órganos políticos de su país. Entonces toma papel y pluma y escribe a los diarios ciudadanos una resolución autoproclamándose emperador de los Estados Unidos. Es el 17 de septiembre de 1859, y la carta dice así:
Ante el perentorio pedido y deseo de una gran mayoría de estos Estados Unidos, yo, Joshua Norton, en un tiempo ciudadano de la Bahía de Algoa, Cabo de Buena Esperanza, y hoy y por los últimos nueve años y diez meses ciudadano de San Francisco, California, declaro y me proclamo a mí mismo Emperador de estos Estados Unidos; y en virtud de la autoridad en tal modo adquirida, por intermedio de la presente ordeno a los representantes de los distintos Estados de la Unión que se reúnan en asamblea en el Music Hall de esta ciudad el 1 de febrero próximo, y allí proceder a la modificación de las leyes existentes de la Unión a fin de corregir los males bajo los cuales se encuentra esta nación, y de ese modo restablecer la confianza, tanto en la patria como en el exterior, en la existencia de nuestra estabilidad e integridad.
Obviamente, la proclama es ignorada, pero no por el San Francisco Bulletin, cuyo director decide publicarlo con intenciones satíricas. El efecto que produce, sin embargo, va más allá de cualquier previsión. La gente comienza a dirigirse a Norton, que a menudo anda por las calles de la ciudad dando a los paseantes sus consejos, con el título imperial que le corresponde. Pronto se transforma para todos en el emperador Norton.
Joshua se procura un uniforme azul con decoraciones doradas, y lleva a modo de sable un bastón con el que se ayuda para caminar. Ahora su figura es reconocible, y el nuevo emperador se zambulle con entusiasmo en sus funciones de gobernante: comienza una actividad de inspección de los astilleros, de las condiciones de trabajo y de las estructuras públicas, y prosigue con sus proclamas declarándose Protector de México. Joshua incluso comienza a imprimir notas de crédito, generalmente de cincuenta céntimos, pero también de cinco y diez dólares, que presenta en los negocios como forma de pago, y que estos aceptan de buena gana. En suma, la ciudadanía de San Francisco le sigue la corriente a su excentricidad, y así “su excelencia” por el resto de su vida no paga los medios públicos de transporte y come gratis en muchos restaurantes de la ciudad. Quien tuvo modo de conocerlo, sin embargo, no lo describe como un loco, sino como un hombre culto, convencido de su propio papel de emperador. Entre estos se encuentra Mark Twain, que vive cerca de la pensión donde reside Norton. Después de la muerte del emperador, Twain modelará el personaje del rey en Las aventuras de Huckleberry Finn basándose justamente en él. Pero también Robert Louis Stevenson y Herbert Asbury lo citarán en sus obras literarias.
La actividad legislativa de Norton I prosigue en los años con renovada pasión. Entre las proclamas más conocidas se encuentra la de 1859 con que ordena disolver el Congreso a causa de las siguientes motivaciones: “Es evidente que se abusa del sufragio universal; que el fraude y la corrupción impiden la expresión justa o correcta de la opinión pública; que constantemente se verifica una abierta violación de las leyes a causa de multitudes, partidos, facciones y una indebida influencia de las sectas”. Obviamente, la orden no surte ningún efecto, por eso Norton ordena la intervención del ejército. En 1860 prosigue su obra de demolición de un sistema corrupto, y por lo tanto declara disuelta la república a favor de la monarquía absoluta (la suya). En 1862 despide a Abraham Lincoln, y en 1868 ordena el arresto de su sucesor, Andrew Johnson, condenándolo a limpiar las botas del emperador. En 1869 ordena la disolución del partido republicano y del democrático. Hoy sus proclamas, aquellas consideradas auténticas, porque se han verificado algunos casos de falsificación, están custodiadas en el Museo de la Ciudad de San Francisco.
En 1867 el emperador sufre la desventura que es una prueba de su popularidad. Un agente de policía llamado Armand Barbier decide arrestarlo para que sea sometido a un tratamiento sanitario obligatorio por presuntos trastornos mentales. El arresto desencadena la indignación de la ciudadanía y una serie de artículos y cartas en los principales diarios de San Francisco, hasta que el jefe de la policía Patrick Crowley decide excarcelarlo y disculparse públicamente. Norton se muestra magnánimo, perdonando al joven agente que lo había arrestado. En el fondo no sabía con quién estaba lidiando. Desde ese momento en adelante, todos los policías de San Francisco comienzan a saludar al emperador cada vez que se encuentran con él en la calle.
La popularidad de Norton era tal que hacia fines de su vida fue objeto de leyendas verdaderas que lo mostraban como pariente del emperador Luis Napoleón Bonaparte, o bien futuro esposo de la reina Victoria —que, por otra parte, ya estaba casada—, y hubo incluso quien afirmaba que en realidad el emperador era inmensamente rico, pero que vivía pobre a causa de su avaricia.
¿Quién puede verdaderamente afirmar que Joshua Norton fue una persona con trastornos mentales y no un verdadero emperador? Su ciudad lo trataba como tal, y como tal vivió. Es verdad que sus proclamas no tenían circulación, pero hay quien hace notar que muchas otras leyes “reales” sufren el mismo destino. Algunos de sus dictámenes, por otra parte, tuvieron un efecto, por decirlo así, “póstumo”: muchas veces Norton se pronunció a favor de la construcción de un puente que conectara la bahía, y hoy el Golden Gate es uno de los símbolos de San Francisco. Además, su figura era capaz de ejercer cierta influencia en la población. Asombroso fue el caso de una manifestación anti-China, como de las que había muchas en esos años, que estaba por desembocar en la violencia: la intervención de Norton, quien se interpuso físicamente entre las facciones, consiguió enfriar los ánimos.
Norton I fue considerado un soberano a todos los efectos por sus conciudadanos, y como tal vivió y murió. En 1880, en sus funerales se reunió una multitud enorme, más de 30.000 personas sobre una población que entonces no superaba las 230.000. Los gastos de la ceremonia estuvieron a cargo del Ayuntamiento. Sus restos mortales, sepultados en el cementerio masón, fueron exhumados en 1934 y llevados al Woodlawn Cemetery de Colma, donde se encuentran hoy. En la tumba se colocó una gran piedra donde está esculpido su nombre: Norton I, Emperador de los Estados Unidos y Protector de México.
2. Moresnet Neutral
NOMBRE: Moresnet Neutral
GEOGRAFÍA: territorio comunal
POSICIÓN: Europa
SUPERFICIE: 3,5 km2
HABITANTES: 256 (en 1816) – 3596 (en 1919)
HUSO HORARIO: UTC +1
FUNDACIÓN: 26 de junio de 1816
EXTINCIÓN: 10 de enero de 1920
FORMA DE GOBIERNO: administración conjunta de los Países Bajos (desde 1831 Bélgica) y Prusia (desde 1871 Alemania)
JEFE DE ESTADO: alcalde
LENGUA OFICIAL: esperanto, alemán y francés
MONEDA: moneda belga, holandesa, prusiana y alemana
GEOGRAFÍA: territorio comunal
POSICIÓN: Europa
SUPERFICIE: 3,5 km2
HABITANTES: 256 (en 1816) – 3596 (en 1919)
HUSO HORARIO: UTC +1
FUNDACIÓN: 26 de junio de 1816
EXTINCIÓN: 10 de enero de 1920
FORMA DE GOBIERNO: administración conjunta de los Países Bajos (desde 1831 Bélgica) y Prusia (desde 1871 Alemania)
JEFE DE ESTADO: alcalde
LENGUA OFICIAL: esperanto, alemán y francés
MONEDA: moneda belga, holandesa, prusiana y alemana
Entre los antepasados históricos de las micronaciones hay que citar a Moresnet, un pequeño Estado neutral creado artificialmente en 1816 porque sus grandes vecinos, Prusia y los Países Bajos, no encontraron un acuerdo sobre quién debía administrarlo. Los límites entre los dos países, delimitados por los acuerdos del Congreso de Viena, seguían en gran parte el trazado de los viejos, pero ambos Estados tenían intenciones de reclamar la soberanía de la zona a causa de una importante mina de zinc que se encontraba entre las ciudades de Moresnet y Neu-Moresnet. El acuerdo, firmado al año siguiente, sancionó la pertenencia de Moresnet a los Países Bajos, de Neu-Moresnet a Prusia, y estableció una zona de administración común que incluía la mina.
Nació así el Moresnet Neutral, con su bandera, tres bandas horizontales iguales, negra, blanca y azul, y una administración conjunta, confiada a dos comisarios reales, uno por cada Estado limítrofe. Al pequeño Estado se le concedió cierta autonomía, ejercida por un alcalde que desempeñaba funciones de jefe de Estado y de un consejo de diez miembros.
En 1831, después de que Bélgica había obtenido la independencia de los Países Bajos, el lado “holandés” cambió de mano y fue anexado al nuevo Estado, que por consiguiente se volvió coadministrador de Moresnet. El pequeño Estado neutral, apenas 3,5 kilómetros cuadrados de territorio, se encontraba cerca de Aquisgrán, no lejos de donde hoy se encuentran los límites de Alemania, Bélgica y Holanda.
La única actividad económica de Moresnet, que en el período de máxima expansión demográfica no superaba los cinco mil habitantes, era la mina de zinc, administrada por la compañía de extracción Vieille Montagne. Ciudadanos originarios de ese distrito había pocos: en el nacimiento de Moresnet, en 1816, se contaban apenas 256 habitantes. Sin embargo, la perspectiva del trabajo en la mina atrajo mucha gente. Otra ventaja de la que gozaban los residentes de Moresnet era la posibilidad de evitar el servicio militar en el Estado de origen, libertad a la que Bélgica puso freno en 1854 y Prusia en 1874. Después de esas fechas, los únicos que gozaron de la exención del servicio militar (o bien de elegir prestarlo voluntariamente en Bélgica o en Prusia) fueron los ciudadanos efectivamente nacidos allí, o los descendientes de los habitantes originarios, que eran considerados apátridas.
Con el agotamiento de la mina en 1885, la existencia de Moresnet fue puesta en tela de juicio. Quedaban en pie algunas actividades, negocios, un banco, un hospital, pero insuficientes para garantizar posibilidades de trabajo. Se pensó en dotar a Moresnet de una autonomía más evidente, para crear nuevas perspectivas económicas. Una de estas fue el intento por crear en 1886 un servicio postal autónomo con la emisión de estampillas, idea del doctor Wilhelm Molly, jefe del servicio médico de la mina y apasionado por la filatelia. Pero la oposición de Bélgica puso fin al proyecto. En 1903 se abrió un casino: la idea era atraer gente de Bélgica; fue la oposición de Prusia esta vez la que signó el fin de esta iniciativa. Mientras tanto se abrieron tres destilerías de gin, gracias al régimen fiscal promovido en Moresnet, que volvía a la producción de bebidas alcohólicas un negocio particularmente redituable.
La iniciativa más excéntrica para el futuro de Moresnet viene una vez más de la mano del doctor Molly, quien en 1908 propuso hacer el primer Estado esperantista del mundo. La iniciativa encontró apoyo gracias a la alcaldía vecina de Kelmis, en Bélgica, donde se encontraba una gran comunidad de esperantistas. Ese mismo año la convención mundial de esperanto, reunida en Dresde, proclamó a Moresnet Neutral capital mundial de la comunidad esperantista.
Sin embargo, el hecho de que ni Bélgica ni Prusia renunciaran a sus reivindicaciones apresuró el fin de Moresnet. El tratado de Versalles, de 1919, lo asignó a Bélgica, y en 1920 el Estado dejó formalmente de existir. Después de haber vuelto momentán...
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