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A CONTINUACIÓN, aparece una explicación del pueblo que estuvo en su momento en las islas británicas y ya no está. Sus miembros se desvanecieron y fueron reemplazados, de acuerdo con estudios de ADN. ¿Fueron las víctimas de las místicas hagstones (piedras con agujeros naturales en ellas), que fueron usadas por los espectros de brujas que hechizaron a los primeros indígenas de las islas británicas, como predijo un antiguo mito? ¿Se vieron estos infortunados colonos sometidos a un grave cambio climático? ¿Fueron eliminados por tribus medio dementes que llegaron para devastar su territorio? ¿O sencillamente se extinguieron, como suponía Ian Amit, un arqueólogo de la Universidad de Bradford? Esa pregunta llama a la pregunta: «¿Por qué?»
Estudios recientes de ADN han demostrado que hay una diferencia clara y evidente entre los patrones genéticos de los británicos y celtas originales y las siguientes generaciones de pueblos que se asentaron en las islas británicas. Los primeros británicos sencillamente «¡desaparecieron!» Los científicos carecen de una explicación con respecto a lo que ocurrió con los británicos originales. Algunos antropólogos y arqueólogos dicen que esto se produjo durante el período del vaso campaniforme. La cultura del «vaso campaniforme» se caracteriza por la presencia de cerámica en forma de copa o vaso o formas similares. Muchas culturas tuvieron una fase de vaso campaniforme. Los vasos o contenedores se usaban como recipientes para beber y tenían fondo plano. Al principio eran bastante sencillos y a veces se fabricaban con calaveras.
Hay teorías muy diversas acerca de la identidad étnica de la siguiente oleada de pueblos que se asentaron allí. Algunos dicen que tenían la piel más clara de las poblaciones caucásicas, pareciéndose así al pueblo británico actual. Muchos han apuntado a los pueblos del vaso campaniforme originados en la cultura yamna en las estepas orientales en torno al mar Caspio. Otros más dicen que los inmigrantes fueron sajones con raíces germánicas. Esa probabilidad solo se califica en un 54%. Otra teoría más deriva de las historias legendarias de la antigua Troya.
Stonehenge
Stonehenge es un monumento de forma circular construido originalmente en torno al año 3100 a.C. Su uso práctico ha sido y sigue siendo objeto de conjeturas y polémicas. Otro misterio de Stonehenge deriva los indicios de que el monumento seguía construyéndose y sin terminar en el año 1600 a.C. Allí se han encontrado restos de 63 personas, aunque muy probablemente haya más. Los cimientos para las piedras erguidas estaban compuestos por bases de pedernal y caliza y las propias piedras son de un tipo de arenisca llamada sarcen. La disposición era un anillo de piedras verticales con dinteles de piedra.
Posteriores fases de la creación de Stonehenge se hicieron con arenisca azulada, una piedra ígnea con un toque de ese color. Fueron transportadas allí deliberadamente desde una gran distancia (desde Carn Goedog y Craig Rhos-y-felin) a más de 200 km. al oeste. La razón para traer la arenisca azulada se ha perdido en la historia silenciosa de los tiempos.
El propósito secundario de Stonehenge es astronómico. La «Piedra Talón» es una piedra separada fuera del anillo. Desde el centro del círculo se puede ver el sol en el solsticio de verano ascendiendo precisamente sobre la piedra talón, lanzando sus rayos directamente a través de Stonehenge. Hay configuraciones astronómicas similares en otras partes del mundo, como en Karnak, Egipto.
Stonehenge y los druidas
Anualmente, los neodruidas llevan a cabo una ceremonia en Stonehenge dando la bienvenida al sol y a la luna de verano. De acuerdo con el antiguo historiador Plinio el Viejo, los druidas de la Galia (la antigua Francia) «era como llamaban a sus magos, no teniendo nada más sagrado que el muérdago y el árbol en el que crece, siempre que sea un roble de madera dura». Otro nombre mítico para esta gente era el de «hombres del roble», personas con espíritu místico que vivían en los bosques. Los antiguos druidas eran conocidos por su antiguo ritual de bienvenida del sexto día de la luna después del solsticio, cortando el muérdago de un roble y sacrificando dos toros blancos. Usaban un elixir elaborado a partir del muérdago como poción de fertilidad para animales y como medicina. Hoy se cree que los antiguos hombres del roble eran celtas y no galos. Durante la edad de bronce, los celtas se asentaron en varios lugares de la Galia (Francia). Llamaron a su territorio Celica.
La «leyenda» de Britania
De acuerdo con la leyenda, la siguiente oleada de gente que se asentó en Gran Bretaña (la población caucásica), descendía del mítico soldado de Troya, Eneas, en torno al año 1250 a.C. Según la leyenda contada por el antiguo cronista, Godofredo de Monmouth, Bruto, un descendiente de Eneas, arrasó Aquitania en la Galia y mató a muchas personas de las tribus que había ahí. Tuvo una visión de la gran diosa Diana, que le habló de una tierra más allá, a la que llamó Britania.
«Bruto, allí hay más allá de las fronteras galas
Una isla que rodea el mar occidental
Poseída por gigantes, ahora quedan pocos
Para impedir tu entrada…
Para levantar una segunda Troya
Y fundar un imperio en tu línea real».
Bruto y su compañero Corineo «obligaron a los gigantes a huir a las cavernas de las montañas» y después recorrieron la isla y advirtieron sus muchos ríos «abundantes en peces». La posible existencia de gigantes humanoides está escrita en la Biblia y a sus descendientes se les llamaba Nefilim.
En los textos antiguos se dice que Bruto construyó una «nueva Troya» junto al río Támesis.
Edad del bronce: Calcolítico
Esta época llegó en distintos años a distintos lugares de Europa y las islas británicas. Se estima que empezó en Inglaterra alrededor del año 2500 a.C., pero puede haberse superpuesto a la era neolítica en relación con los artefactos de ese período tratados con carbono 14. No hay un consenso claro con respecto a cuándo llegó la siguiente edad, la edad del bronce. El calcolítico fue una era en la que se utilizó el cobre para hacer armas, escudos y herramientas. El bronce se fabrica con cobre nativo, estaño y a veces plomo. Esos metales se fundían en un horno y se trabajaban sobre una piedra plana para darles forma. Fue notable la fabricación de hachas, calderos, puntas de lanza, espadas, cascos y bocados de caballo. No eran artefactos simples, sino que tenían en ellos elementos decorativos: curvas, círculos y líneas verticales a lo largo de las espadas, probablemente identificando la membresía tribal o el estatus.
Se usaban grandes urnas en algunos de sus rituales de enterramiento. Durante el calcolítico, los restos se incineraban, se colocaban en el interior de urnas, se tapaban y enterraban en cámaras junto con objetos de valor sentimental o insignias.
La cultura de los campos de urnas de la edad del bronce
La cultura de los campos de urnas apareció en un momento en que las sociedades europeas y euroasiáticas se volvieron más avanzadas y se dedicaron a la construcción de poblaciones y a la creación de una estructura social en ellas. Los asentamientos se ajustaban a las condiciones geofísicas del lugar en el que estaban construyendo y dependían de los recursos locales.
Había fortificaciones en las tierras altas y en lo alto de colinas, construidas con piedra y baluartes de madera. Consistían en una ciudad o villa amurallada con alojamientos a su alrededor, que eran casas con dos o tres familias en su interior. Las paredes se hacían con «zarzo y barro». Los zarzos eran troncos colocados verticalmente o inclinados si estaban en una ladera. Los «tabiques» interiores se construían con una mezcla de arcilla, polvo de tiza, polvo de cal, excrementos y paja: el yeso del momento. Las casas también podían ser redondas. Los techos se hacían de paja y a menudo se encalaban. Eso los protegía algo de la lluvia, pero también permitían pintarlos con figuras o diseños en las paredes interiores.
El comercio en la edad de bronce
Las culturas vecinas empezaron a comerciar usando sus barcos. En Dover, los arqueólogos han descubierto lo que puede haber sido uno de los barcos más antiguos de la edad del bronce. Se construyó con tablones de roble ensamblados con cuñas de madera y los tablones se ataban con mimbres de tejo. Un «mimbre» es una rama flexible como la de un sauce, usada para atar un tablón a los demás. Dos hombres podían sentarse uno junto al otro en los bancos horizontales. Había una vela que, por supuesto, era insuficiente, pero ayudaba en la propulsión.
La decoración de las armas, vainas, puñales y cascos se hizo más elaborada y atractiva. Aparentemente, los británicos exportaban muchas hoces de tubo, que eran hoces adornadas sobre todo con hueso y láminas de metal. Importaban cascos con adornos más complejos para complementar los más sencillos que fabricaban ellos mismos. La mayor parte del comercio se producía en el mar Mediterráneo, aunque Inglaterra e Irlanda podían comerciar entre sí y podían transportarse bienes en ambas direcciones desde el norte de Francia y España. A este comercio se le llamó comercio atlántico de la edad del bronce.
Britania y las tribus de la edad del hierro
Las distintas edades de desarrollo llegaron a los distintos países en distintos momentos, dependiendo de su contacto con los países vecinos. En Britania, la edad del hierro fue de aproximadamente el año 800 a.C. al 43 a.C.
En el año 350 a.C., un explorador griego llamado Piteas viajó a Inglaterra, a la que llamó Britannia. Fue descrita por Piteas y Diodoro, un historiador del siglo I a.C., como «sometida al oso». La referencia al «oso» tenía que ver con la constelación de la osa mayor en el cielo septentrional. Añadía que los pueblos indígenas allí vivían en casas con tejado de paja, cultivaban cereales y los almacenaban en cámaras subterráneas.
Piteas llegó a Britania a través de las islas Orkney, desde su costa septentrional. Al describir el texto de Piteas, un geógrafo antiguo posterior, Estrabón, dijo que el pueblo «vive cerca de la zona helada» y que consumían mijo y raíces. Piteas viajó más al sur, desembarcó y trató de describir Stonehenge. Describió el monumento como un «círculo de gigantes». La ruta comercial atlántica que había establecido el pueblo británico desapareció por razones desconocidas, así que el comercio con los países a través del canal era limitado. Sin embargo, los británicos sufrieron invasiones, concretamente de los celtas de la Galia.
Invasiones celtas
Guerreros de la tribu celta de los parisii en la Galia irrumpieron y devastaron las tierras de labranza en el actual Yorkshire y crearon sus propias ciudades fortificadas, llamadas oppida. Eran grandes asentamientos, rodeados por altas murallas de piedra con guardias. Los celtas permanecieron en esa zona de Inglaterra durante muchos años.
Enterramientos de carros
Los parisii trajeron con ellos la práctica de enterrar el cuerpo entero de una persona y los británicos dejaron de usar la incineración como práctica común. También tenían la extraña costumbre de enterrar a sus guerreros con sus carros y con el desafortunado conductor del carro. Los carros se desensamblaban y se disponían de modo armónico. Algunos guerreros fueron enterrados con sus caballos. Aunque se desconocen los detalles, los conductores pueden haber sido sacrificados después de la muerte del guerrero principal: una perspectiva poco agradable. Estos complejos enterramientos parecen haber sido usados por las élites locales de las villas.
Los que no eran miembros de una casta superior se enterraban en largas fosas junto con la cerámica y los bienes donados por los miembros de la familia. Por razones desconocidas, doblaban sus piernas sobre el pecho en una posición casi fetal. Una posible explicación podría ser que así dejaban espacio para enterrar más cuerpos en cementerios más grandes.
Los belgas
En el noroeste de la Galia había una tribu de gentes llamadas belgas. Eran un pueblo violento, que arrasaba las poblaciones británicas de forma salvaje y codiciosa. La palabra belgas («belgae») deriva de una palabra de raíces en el inglés antiguo, «bleigh», que significa «hinchar o sobresalir», como si se debiera a su furia.
Originalmente, los belgas provenían de Germania, cruzaron el Rin e invadieron la Galia. Eran feroces y consiguieron contener ataques bélicos de las tribus de los teutónicos, los menapios y los cimbros. Además, aniquilaron a los eburones, otra tribu.
Los atrebates
Como los belgas, los atrebates abandonaron la Galia y establecieron una colonia en el sur de Inglaterra, contigua a la de los belgas. Comio era su rey en el año 30 a.C. Acuñó monedas de oro con su efigie. Los atrebates fueron una de las tribus de más éxito en Britania. Tenían rutas comerciales regulares con la Europa continental, intercambiando sus mejores productos y telas, así como equipos y armamento militar de hierro y perros de caza que era muy conocidos. Otras tribus acuñaron moneda para los romanos, que entraron en Britania alrededor del año 55 a.C. Era una actividad rentable.
Los catuvellaunos
Los catuvellaunos, una tribu celta, se asentaron en el sur de Inglaterra en el año 20 a.C. Como los atrebates antes que ellos, su rey, Casivellauno, acuñó moneda para los romanos. El pueblo catuvellauno tuvo la suerte de que se había asentado justo al norte del río Támesis, que era especialmente fértil. Expandieron su territorio invadiendo el de sus vecinos, los trinovantes, al este. Luego fundaron una nueva capital sobre el antiguo territorio de los trinovantes, llamándola Camulodunum (la actual Colchester).
