La ruralidad que viene y lo urbano
eBook - ePub

La ruralidad que viene y lo urbano

Un despertar de la conciencia

Machado Cartagena, Absalón

Compartir libro
  1. Spanish
  2. ePUB (apto para móviles)
  3. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

La ruralidad que viene y lo urbano

Un despertar de la conciencia

Machado Cartagena, Absalón

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Este libro concibe la ruralidad que viene como una unidad sistémica integrada con lo urbano para romper la dicotomía rural-urbano y las desigualdades territoriales, a través de un desarrollo rural territorial participativo y el establecimiento de asocios entre campesinos y productores de alimentos con concepciones agroecológicas y sostenibles. Los asocios son un instrumento fundamental para la transformación rural, proceso que compromete a toda la sociedad. Así, se propone el rediseño de la ruralidad actual a partir de un cambio en la estructura de la distribución de la propiedad agraria y el acompañamiento de políticas de población para regular los flujos migratorios, la descentralización y la reindustrialización, con lo cual se valora el papel de los territorios y la participación ciudadana. En el proceso, se crean ciudades de la ruralidad para integrar lo rural y lo urbano, y se abren espacios de desarrollo y sociabilidad sostenibles que preserven cordones alimentarios alrededor de los centros urbanos. Estos cambios de largo plazo son posibles si se eleva el nivel de conciencia de todos los ciudadanos para buscar opciones de desarrollo alternativas que dignifiquen la vida humana y reconozcan los derechos de todos.

Preguntas frecuentes

¿Cómo cancelo mi suscripción?
Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
¿Cómo descargo los libros?
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
¿En qué se diferencian los planes de precios?
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
¿Qué es Perlego?
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
¿Perlego ofrece la función de texto a voz?
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¿Es La ruralidad que viene y lo urbano un PDF/ePUB en línea?
Sí, puedes acceder a La ruralidad que viene y lo urbano de Machado Cartagena, Absalón en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Ciencias sociales y Sociología rural. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2021
ISBN
9789586656900
capítulo VI
las ciudades y la ruralidad
“Caminante, son tus huellas
El camino y nada más
Caminante, no hay camino
Se hace camino al andar”.
—Joan Manuel Serrat y Antonio Machado (1969).
1. ¿Hacia dónde van las ciudades?
El ritmo actual de la urbanización y el cambio tecnológico, con el diverso instrumental que lo acompaña, produce incontables riesgos en la aventura de imaginarse las ciudades del futuro. Un breve asomo a la complejidad de lo urbano permite visualizar algunas tendencias y reflexionar sobre su significado para la transformación de la ruralidad y su papel en ese proceso. Ya más del 50% de la población mundial vive en centros urbanos. En América Latina, el 80% reside en las ciudades y según ONU-Hábitat la población urbana se duplicará hacia 2050 (ONU, 2016).
Las estadísticas muestran una tendencia creciente de un mundo que se vuelve cada vez más urbano y otro rural que se va agotando. La ciudad “continuará siendo una de las realidades antropológicas más importantes (tal vez, después de la familia, la más decisiva) de la existencia humana”, indica Duch (2015, p. 494). De inmediato, surgen preguntas como si es necesario o no reinventar la urbanización actual con miras a un futuro más sostenible, saludable, estable y que propicie un mejor vivir.
Saltan por todas partes cuestionamientos sobre los efectos del modelo de desarrollo urbano durante la modernidad, tanto en los países industrializados como en los que se encuentran en vías de desarrollo, que tratan de imitar a los anteriores. ¿Es necesario un nuevo paradigma para lo urbano ajustado a la ruralidad que viene para hacerla viable? A la luz de las concepciones del nuevo referente de la ciencia expuesto en el capítulo I, es evidente que si se adopta uno nuevo para la ruralidad, donde las relaciones rurales-urbanas jueguen un rol estratégico, eso terminará cambiando el referente urbano para hacer compatible el uno con el otro, como partes de un todo. El concepto de unidad en la diversidad indica que una nueva visión de la realidad juega simultáneamente para ambas realidades y, por lo tanto, cambiar una de ellas con nuevas referencias conlleva necesariamente transformar la otra. De lo contrario, se acentuarían los desequilibrios existentes.
La Conferencia de la ONU-Hábitat III, que se reunió en Quito en el año 2016, aprobó una Nueva agenda urbana bajo un ideal común para lograr un futuro mejor y más sostenible. Parte del enunciado de que las ciudades pueden ser una fuente de soluciones para los problemas que enfrenta el mundo en la actualidad y no su causa. Para tal fin, presenta un cambio de visión fundamentado en la ciencia de las ciudades, que se construye sobre cinco pilares: políticas urbanas nacionales, legislación y normativas urbanas, planificación y diseño urbano, economía local, finanzas municipales e implementación local.
La Nueva agenda urbana considera lo urbano como el centro del universo y el destino inevitable de la mayoría de la población, al amparo de la comprensión de que eso significa la aparición de grandes y medianas concentraciones urbanas como las actuales. Sigue entendiendo lo rural como subsidiario del desarrollo urbano y las relaciones rurales-urbanas como instrumentos funcionales en favor de mejorar las condiciones del desarrollo urbano. Desde ese punto de vista, el desarrollo urbano despliega todo su potencial y resuelve todos sus problemas. Así, el derrame del desarrollo urbano sobre lo rural sería la ruta por seguir y se conserva la idea del spill over utilizada en las teorías del crecimiento. Esto último supone un cambio automático en los demás contenidos del conjunto a través de las fuerzas del mercado.
En nuestra opinión, en la Nueva agenda urbana, Hábitat III, aparece la visión de la no totalidad y no unidad del aparato económico y social. Emergen muchas preguntas en relación con esa propuesta, puesto que no es claro si hablamos de un único paradigma que absorbe la ruralidad. En consecuencia, es necesaria una Agenda rural universal para establecer una discusión sobre lo urbano, que interpele la de Hábitat III para la ciudad. En ese sentido, se precisa construirla en una especie de contrarréplica, debido a que no surgirá de una iniciativa espontánea de los intereses de las grandes ciudades y metrópolis. Lo ideal sería elaborar las dos agendas entre ambas partes, en una construcción social y política innovadora para lograr coherencia.
Peter Hall (2013 y 2014), y Hall y Ward (2014) han ilustrado algunas alternativas posibles para un nuevo desarrollo urbano a partir de experiencias de países europeos, que si bien deben tenerse en cuenta, no contienen todas las respuestas requeridas para los países en desarrollo. El actual urbanismo de grandes concentraciones está siendo cuestionado y genera muchas preguntas hacia el futuro. La búsqueda de alternativas se ha vuelto urgente, puesto que no bastan las conferencias internacionales como las de Hábitat III para visualizar alternativas de solución antes de que llegue la noche y sigan sucediendo crisis diversas, entre ellas las causadas por pandemias. Parece que es hora de pensar en cómo achicar las grandes ciudades y expandir sus estratos sociales medios.
Los ODS y la Agenda 2030 de la ONU han formulado la necesidad de estructurar ciudades inclusivas, seguras, resistentes y sostenibles, o ciudades decentes, como las denomina Margalit citado en Duch (2015). Estas deberían tener un espacio y un tiempo saludable, y sus instituciones no degradarían a las personas. Las ciudades inclusivas son una guía para proyectos actuales de creación de nuevos centros urbanos y para las renovaciones y mejoramientos de los conjuntos urbanísticos existentes. Al lado de las recomendaciones y metas, marchan los intereses de los urbanistas, pobladores, constructores, banqueros, planificadores, especuladores inmobiliarios, los proyectos cortoplacistas de los gobiernos, etc. Son fuerzas desiguales en disputa, que hacen imprevisibles cambios significativos en el futuro inmediato.
Las preguntas sobre el futuro de las ciudades están hechas, las respuestas están en camino y existen atisbos sobre algunos elementos para estructurar un futuro urbano diferente. Marcel Hénaff, en su libro La ciudad que viene (2014), se ha preguntado sobre la ciudad del futuro; Hall también tiene un texto sobre Ciudades del mañana; en los inicios de los años 60 del siglo pasado, Jean Jacobs (2013) bautizó su publicación con el sugestivo título Muerte y vida de las grandes ciudades; y Glaeser (2018) escribió sobre El triunfo de las ciudades. Ellos no son los únicos preocupados por el devenir del urbanismo y las grandes aglomeraciones, ya sean áreas metropolitanas, metrópolis, megalópolis, etc.
2. Hénaff y la ciudad que viene
Hénaff formula la pregunta sobre el devenir urbano con base en una conclusión que también ha sido sugerida por varios expertos: la ciudad clásica, histórica, ha desaparecido. Esa idea de ciudad era una especie de utopía y llegó a ser realidad en Occidente. Al respecto, sostiene que la ciudad es: “un lugar donde uno se habla, uno se mira, donde uno se respeta, donde uno se pelea, donde uno ofrece asistencia en caso de necesidad, donde los individuos se encuentran sin reloj, ni calendario” (Hénaff, 2014, p. 91). Sin embargo, afirma que esa vida existe aún para miles de ciudadanos.
Ese autor presenta tres modelos históricos de ciudad: la ciudad monumento, la ciudad como máquina y la ciudad como red. Ellas han constituido el tránsito desde la polis griega, la ciudad medieval, la ciudad renacentista, la ciudad industrial y la presente (Duch, 2015), las cuales también describe en detalle Mumford (2012). La ciudad monumento configura un mundo diferente al de la ruralidad, fenómeno que apareció desde las sociedades sedentarias agrícolas. Allí, la ciudad es “el espacio privilegiado de la relación entre los hombres y los dioses; la ciudad inscribe sobre la tierra el mundo celeste, es el espejo del cielo” (Hénaff, 2014, p. 21). Construir la ciudad era hacer un mundo y este se vuelve ciudad al edificar un monumento que se traducirá en unos símbolos: el ayuntamiento, la iglesia, la plaza de mercado, las oficinas públicas todas separadas del mundo rural por una muralla. Esto se ve con mayor claridad en Grecia.
En la ciudad monumento, se concentra todo lo que hace al mundo. Se instituye en una unidad espiritual y orgánica. A partir del siglo XVIII, la Revolución Industrial hizo estallar esa unidad orgánica y la ciudad se convirtió en una megamáquina. Hénaff la caracteriza como un dispositivo técnico y social al servicio del capitalismo. No obstante, el monumento como tal no desaparece, “sigue desempeñando sus funciones de celebrar a los dioses, confirmar al príncipe, honrar a los grandes, legitimar las instituciones” (Ibídem, p. 41).
Luego, aparece la ciudad como red que, según el autor, conduce a la desaparición de la ciudad monumental y la forma urbana tradicional. Pone en cuestión los conceptos de espacio público y de esfera pública. En estas ciudades, existen múltiples centros, nudos o nodos, se conforman conjuntos o subconjuntos con una gran movilidad a través de la red y múltiples interrelaciones y comunicaciones. El modelo centro-periferia desaparece. El centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna, dice Hénaff. El autor agrega que cada centro es un punto activo en las intersecciones múltiples de la red, cada lugar está comunicado con todos los puntos de la red; ya no hay nada aislado y lo virtual intensifica las relaciones a una velocidad inimaginada. Las ciudades son puntos de una galaxia urbana.
El concepto clásico de espacio público, como el lugar de la ciudad donde todos los integrantes debatían y decidían a la vista de todos con libertad y de acuerdo con unas reglas acordadas, y como un espacio abierto con acceso libre, se transforma. En la ciudad-red, se cuestionan, tanto el espacio público vinculado a la monumentalidad como el asimilado a un concepto político. Por eso, Hénaff propone hablar mejor de bienes comunes y de espacio común (la plaza, la calle, lo que es visible para todos) en la ciudad-red. Allí las redes de comunicación de la tecnología digital reemplazan paulatinamente los espacios públicos.
En la ciudad-red, la protesta social puede realizarse de manera digital sin necesidad de recurrir a un lugar físico como la plaza pública o la calle. Además, es posible contactarse con los demás sin necesidad de reuniones presenciales. Sin embargo, eso no inhibe la presencia directa de los ciudadanos en la calle. Hace tiempos, dice Hénaff, el espacio público es virtual, no físico. Un ejemplo de ello es la moda actual de los encuentros a través de plataformas como Zoom, Google Meet y similares. No obstante, las plataformas virtuales nunca podrán reemplazar la grandiosidad y el impacto de una protesta social callejera bien organizada. El poder de convocatoria de la red digital es por supuesto de gran eficacia cuando se hace con responsabilidad.
También se hace presente la obsolescencia de la centralidad administrativa. Algunos servicios nacionales ya están diseminados por el territorio y por eso se desplazan los centros de decisión. Esto es coherente con la tendencia a gestar territorios con una mayor autonomía y menor dependencia del Estado centralista en muchos de nuestros países, así como la tendencia a crear provincias, comarcas y otras figuras como unidades de planeación territorial, que buscan imitar los pasados intentos de federalización en muchas partes.
Las metrópolis y megalópolis urden la red, absorbiendo y subsumiendo todo lo que encuentran en su expansión. Sin embargo, el proceso no es neutro. Contienen conflictos y resistencias, pues hay ciudades que no quieren dejarse arrastrar por centros administrativos mayores que las conduzcan a perder su identidad, sus capacidades de decisión y recursos.
Las apreciaciones de Hénaff derivan en varias preguntas, como por ejemplo: ¿si desaparece la ciudad monumental también tiende a desaparecer lo rural que es subsumido por las redes y la digitalización? Todo tiende a integrarse y a perder identidad en la megalópolis y la globalización. ¿La organicidad de lo urbano y lo rural, como dos cuerpos complementarios, se destruye a favor de un único cuerpo orgánico urbano en extensión abarcadora de toda realidad? ¿O lo que queda es un cuerpo social mutilado como transformación del anterior? ¿Se pierden identidades a favor de una muy difusa identidad en una sociedad liquida que no tiene referentes sólidos?
En ese sentido, la vida no sería urbana ni rural, sería global. Se identificaría con un sitio y su ecosistema. Se hablaría de un paisaje urbano, pues el rural habría desaparecido y solo quedarían islas verdes en un espacio urbano global. Así lo anota Hénaff y puede interpretarse a partir de la Nueva agenda urbana de Hábitat III. Habríamos llegado a un mundo con solo galaxias de tejidos sociales indiferenciados y lo rural figuraría cada vez más subsumido y sin identidad clara en el paisaje urbano. La agricultura como tal, perdería su identidad, pues la producción agropecuaria sería una fábrica de alimentos más que un campo de cultivo, en el futuro.
Hénaff hace una advertencia que no puede ser pasada por alto: “Percibir el movimiento que, ante nuestros ojos, va de lo monumental a lo virtual en la ciudad que viene, será sin duda comprender una de las transformaciones más importantes de nuestros tiempos” (Ibídem, p. 91).
Como se indica más adelante, las ciudades de la ruralidad o los pueblos de la ruralidad que viene son esos espacios y esas formas visibles que los ruralitas buscan para vivir más felices, lograr reconocimiento y valoración por parte del resto de los ciudadanos y la sociedad, incluyendo su autovaloración. Son las posibilidades de no perder una identidad histórica (lo rural), con un gran valor cósmico por su comunión con la naturaleza, y de mantener un cuerpo real con una identidad.
El proceso de conservar la identidad de la ruralidad no se conseguirá en un modo de vida totalmente disperso, donde la familia no encuentre un amarre social que le permita cumplir el objetivo del hombre sobre el planeta. Sobrevivir es más probable en una aglomeración, sea la ciudad, el pueblo, la comarca, el caserío o en viviendas rurales cerca de centros urbanos, y donde los humanos pueden encontrar la solidaridad, vínculos y relaciones para defender su vida y la naturaleza. Resulta discutible la afirmación que todo lo urbano absorberá lo demás, y es controvertible la noción de que la ciudad triunfa...

Índice