La política como profesión
eBook - ePub

La política como profesión

Max Weber, Joaquín Abellán, Joaquín Abellán

Compartir libro
  1. 168 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

La política como profesión

Max Weber, Joaquín Abellán, Joaquín Abellán

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

'La política como profesión', publicado por Max Weber en 1919, acompaña al lector en algunos de los conceptos sociológicos fundamentales del pensador alemán. Weber, una de las figuras más influyentes del pensamiento contemporáneo, analiza aquí los tipos de «dominación» en el Estado moderno, y la idea de democracia plebiscitaria, en un recorrido conceptual e histórico por la Edad Moderna hasta llegar al sistema de partidos políticos de la actual democracia de masas. Desde la constatación del ejercicio profesional de la política como una mera lucha hegemónica por el poder, Max Weber enumera las cualidades que se le suponen al político y las tensas relaciones entre política y ética, explicando por qué aquella debe guiarse por lo que él define como ética de responsabilidad.

Preguntas frecuentes

¿Cómo cancelo mi suscripción?
Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
¿Cómo descargo los libros?
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
¿En qué se diferencian los planes de precios?
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
¿Qué es Perlego?
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
¿Perlego ofrece la función de texto a voz?
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¿Es La política como profesión un PDF/ePUB en línea?
Sí, puedes acceder a La política como profesión de Max Weber, Joaquín Abellán, Joaquín Abellán en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Philosophy y Philosophy History & Theory. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2021
ISBN
9788419154040
Edición
1
Categoría
Philosophy

LA POLÍTICA COMO PROFESIÓN

Illustration
La conferencia, que por deseo de ustedes, he de pronunciar hoy les defraudará por diversas razones. De un discurso sobre la política como profesión esperarán instintivamente una toma de posición sobre los problemas actuales. Pero esto sólo lo haré al final de un modo puramente formal y en relación a determinadas cuestiones sobre la significación de la actividad política en el conjunto de los modos de vida. En la conferencia de hoy, por el contrario, deben quedar excluidas todas las cuestiones que se refieran a qué política habría que hacer, es decir, qué contenidos habría que darle a la actividad política. Pues estas cuestiones no tienen nada que ver con el problema general de qué es la política como profesión y qué puede significar. Vayamos, pues, a nuestro tema.
«Política»
(Política de descuento, política de dividendos y de amortización, etc.)
Dirección o influencia sobre la dirección de una organización política (Estado).
¿Qué entendemos por política? El concepto es extraordinariamente amplio y abarca cualquier tipo de actividad directiva autónoma. Hablamos de la política de divisas de los bancos, de la política de descuento del Reichsbank, de la política de un sindicato en una huelga, y se puede hablar de la política escolar de un municipio urbano o rural, de la política seguida por la presidencia de una asociación en su dirección, e incluso de la política de una mujer inteligente que trata de gobernar a su marido. Naturalmente no es este concepto tan amplio el que está a la base de nuestras consideraciones en la tarde de hoy. Por política vamos a entender solamente la dirección o la influencia sobre la dirección de una organización política; en la actualidad, de un Estado.
Lo característico del Estado no es el fin,
sino el medio
Violencia (física!) Cfr. Trotsky
(no el único, pero sí específico)
Monopolio de violencia legítima (Esto no lo tenía antes)
¿Pero qué es, desde el punto de vista sociológico, una organización «política» (Verband)? ¿Qué es un «Estado»? El Estado no puede definirse por el contenido de su actividad. Apenas existe una tarea que no haya sido acometida por una organización política aquí o allá y, por otra parte, tampoco existe una actividad de la que pueda decirse que haya pertenecido siempre y por completo, de manera exclusiva, a esas comunidades que se denominan políticas —hoy se denominan Estados— o que han sido los antecedentes históricos del Estado moderno. Desde el punto de visto sociológico el Estado moderno sólo se puede definir en último término, mas bien, por el medio específico que, como toda organización política, posee: la violencia física. «Todo Estado está fundado en la violencia», dijo Trotsky en Brest-Litowsk1. Esto es realmente cierto. Si sólo existieran organizaciones sociales que no conociesen el medio de la violencia, entonces habría desaparecido el concepto de «Estado» y entonces se habría instaurado lo que llamaríamos «anarquía» en el sentido específico de la palabra. La violencia no es, naturalmente, el medio normal ni el único del Estado; no se trata de eso en absoluto, pero sí es su medio específico. Precisamente hoy es especialmente íntima la relación del Estado con la violencia. En el pasado conocieron la violencia física como un medio completamente normal las mas diversas asociaciones —empezando por la asociación familiar. Hoy, por el contrario, tendremos que decir que el Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio —el «territorio» es un elemento distintivo—, reclama para sí (con éxito) el monopolio de la violencia física legítima. Pues lo específico de nuestro tiempo es que a todas las otras asociaciones o individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en que el Estado, por su parte, lo permita: él es la única fuente del «derecho» a la violencia. «Política» significaría para nosotros, por tanto, la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre distintos Estados o, dentro de un Estado, entre los distintos grupos humanos que éste comprende.
«hacer política» Tener participación o aspirar a tenerla en el empleo de medios de poder específicos.
Esto es «político» en una cuestión, en una actividad, en una ley, en una dirección, en una aspiración, en un funcionario: lo que tiene que ver con la clase de reparto del poder.
Esto se corresponde en lo esencial con la acepción habitual del término. Cuando se dice de una cuestión que es una cuestión «política» o cuando se dice de un ministro o de un funcionario que es un funcionario «político» o de una decisión que es una decisión motivada «políticamente», se está diciendo que los intereses en torno a la distribución, conservación o cambio del poder son decisivos para responder a aquella cuestión o están condicionando esa decisión o están determinando el campo de actuación del funcionario en cuestión. Quien hace política, aspira al poder. Al poder como medio al servicio de otros fines (egoístas o idealistas) o al poder «por sí mismo», para gozar del sentimiento de prestigio que el poder da.
El fin puede ser: un fin ideal,
el poder como tal,
un fin material
El Estado es, así como las organizaciones políticas que lo han precedido históricamente, una relación de dominación de personas sobre personas que se apoya en la violencia legítima como medio (es decir, de la violencia considerada como legítima). Para que exista, por tanto, los dominados deben someterse a la autoridad pretendida por el respectivo ostentador de la dominación. ¿Cuándo y por qué hacen esto? ¿En qué justificación interna y en qué medios externos se apoya esta dominación?
En principio hay tres tipos de justificación interna, es decir, de fundamento de la legitimidad de la dominación (Herrschaft) —para empezar con ellos. En primer lugar, la dominación del «eterno ayer», de la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la actitud habitual de respetarla: es la dominación «tradicional», como la que ejercían el patriarca y el príncipe patrimonial de viejo cuño. En segundo lugar, la autoridad del don (carisma) personal y extraordinario, la entrega enteramente personal y la confianza personal en las revelaciones, en el heroísmo o en otras cualidades de liderazgo de un individuo: dominación «carismática», como la que ejercen el profeta o —en el terreno de lo político— el jefe guerrero elegido o el gobernante plebiscitario, el gran demagogo o los líderes de los partidos políticos. Por último, la dominación en virtud de la «legalidad», en virtud de la creencia en la validez de los normas legales y de la «competencia» objetiva fundada en reglas elaboradas racionalmente, es decir, en virtud de la disposición a obedecer las obligaciones establecidas: una dominación como la que ejercen el «servidor del Estado» moderno y todos aquellos titulares del poder, que, en ese sentido, se le asemejan. Está claro que, en la realidad, el sometimiento se produce por los muy poderosos motivos del temor y de la esperanza —temor a la venganza de poderes mágicos o del detentador del poder, esperanza de una recompensa terrena o ultraterrena— y por intereses de muy diversas clases. De esto hablaremos inmediatamente. Pero cuando se pregunta por los fundamentos de «legitimidad» de este sometimiento, nos encontramos, sin embargo, con estos tres tipos «puros». Y estas ideas de la legitimidad y de su fundamentación interna tienen la mayor significación para la estructura de la dominación. Por supuesto que los tipos puros raramente se encuentran en la realidad, pero en la tarde de hoy no podemos abordar las muy intrincadas transformaciones, transiciones y combinaciones de estos tipos puros. Todo esto pertenece a los problemas de la «teoría general del Estado». Ahora nos interesa el segundo de estos tipos: la dominación en virtud de la entrega del que obedece al «carisma» puramente personal del «líder» (Führer), pues aquí tiene sus raíces la idea de Beruf en su máxima expresión. La entrega al carisma del profeta o del jefe en la guerra o del gran demagogo en la Ekklesia2 o en el Parlamento significa realmente que él personalmente es considerado como el guía de los hombres «llamado» interiormente a eso, y que éstos se le someten no en virtud de una costumbre o de una norma establecida, sino porque creen en él. El mismo vive para ello, «mira por su obra», si es realmente algo mas que un vanidoso y mezquino advenedizo del momento. Y es a sus cualidades personales a donde se dirige la entrega de sus seguidores: de los discípulos, del séquito, de la militancia personal de un partido. El liderazgo se ha presentado en todos los lugares y épocas históricas bajo estas dos figuras más importantes del pasado: la del mago o el profeta, por un lado, y la del príncipe guerrero elegido, jefe de banda o condottiero3, por otro. Pero lo característico del Occidente es algo que nos afecta más de cerca: el liderazgo político en la figura, primero, del «demagogo» libre —desarrollado en la ciudad-Estado, propia del Occidente y sobre todo de la cultura mediterránea— y, posteriormente, en la figura del «líder de un partido» parlamentario, surgido en el Estado constitucional, que sólo se ha asentado asimismo en Occidente.
Estos políticos en virtud de Beruf («llamada», «vocación») en el sentido más propio de la palabra no son, sin embargo, en ningún sitio naturalmente las únicas figuras determinantes en la lucha por el poder político. Lo más decisivo es, más bien, el tipo de medios administrativos de que dispongan. ¿Cómo empiezan los poderes políticos dominantes a afirmarse en su dominación? Esta pregunta es válida para todo tipo de Herrschaft, por lo tanto también para todas las formas de dominación política: vale tanto para la forma tradicional como para la legal o la carismática.
Clase de medios políticos:
1) Disposición de los hombres a la obediencia (aparato)
La actividad organizada de la dominación, que requiere de una administración continuada, necesita, por una parte, la disposición de los hombres a obedecer al señor que aspira a ostentar el poder legítimo y necesita, por otra parte, gracias a esta obediencia, poder disponer de los bienes necesarios para la aplicación en su caso de la violencia física: un aparato de personal administrativo y los medios administrativos materiales.
El aparato interesado en obedecer por intereses y por honor:
a) feudo-beneficios-cargos
b) honor estamental
El aparato administrativo, que representa externamente la organización de la dominación política como ocurre en cualquier otra organización, no sólo está obligado a la obediencia al ostentador del poder por la idea de legitimidad de la que hemos hablado, sino que lo está por dos medios que apelan a sus intereses personales: la retribución material y el honor social. El feudo de los vasallos, los beneficios de los funcionarios patrimoniales, el sueldo de los servidores del Estado moderno y, por otra parte, el honor del caballero, los privilegios estamentales y el honor del funcionario, constituyen la recompensa del personal administrativo; y el miedo a perderlos constituye el fundamento último y decisivo para la solidaridad del aparato administrativo con el ostentador del poder. Para la dominación carismática vale también lo siguiente: para el séquito del guerrero, el botín y el honor guerrero; para los seguidores del demagogo, los «spoils»4 —la explotación de los dominados a través del monopolio de los cargos, de los beneficios logrados con la política y de los premios para satisfacer la vanidad.
2) Medios administrativos materiales y medios de la guerra
Dos sistemas:
a) Autoequipamiento. El administrador posee los medios de producción
b) Separación de los medios de producción
— servidor
— funcionario
Para el mantenimiento de cualquier dominación que cuenta con la violencia se requieren ciertos bienes materiales, lo mismo que sucede en una empresa económica. Todos los sistemas estatales pueden clasificarse según si descansan en el principio de que el grupo de hombres con cuya obediencia debe poder contar el ostentador del poder —funcionarios o lo que fueren— son propietarios de los medios de administración —sean éstos dinero, edificios, material bélico, parque de transporte, caballos o cualquier otra cosa— o si el aparato administrativo está «separado» de los medios de administración, en el mismo sentido en que hoy día el empleado y el proletario de una empresa capitalista están «separados» de los medios materiales de la producción5. Es decir, si el ostentador del poder tiene la administración bajo su propia dirección, organizada por él, administrándola con servidores personales, funcionarios o favoritos personales u hombres de confianza, que no son propietarios, es decir, que no poseen por derecho propio los medios materiales de la organización, sino que son dirigidos por el señor, o si ocurre justamente lo contrario. Esta diferencia se da a lo largo de todas las organizaciones administrativas del pasado.
Dos tipos de dominación de los príncipes
a) estamental estrato social propietario (linajes, nobleza)
b) patrimonialburocrático
A la organización (Verband) política en la que los medios materiales de admin...

Índice