Teorías del Imperialismo y la Dependencia desde el Sur Global
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Teorías del Imperialismo y la Dependencia desde el Sur Global

Néstor Kohan, Ruy Mauro Marini, Vania Bambirra, Theotonio Dos Santos, Orlando Caputo Leiva, Samir Amin, David Harvey, John Smith, Adrián Sotelo Valencia, Jaime Osorio Urbina, Claudio Katz, Marcelo Dias Carcanholo, Alexia Massholder, Andy Higginbottom, Gabriela Roffinelli, Leandro Javier Gómez, Chris

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Teorías del Imperialismo y la Dependencia desde el Sur Global

Néstor Kohan, Ruy Mauro Marini, Vania Bambirra, Theotonio Dos Santos, Orlando Caputo Leiva, Samir Amin, David Harvey, John Smith, Adrián Sotelo Valencia, Jaime Osorio Urbina, Claudio Katz, Marcelo Dias Carcanholo, Alexia Massholder, Andy Higginbottom, Gabriela Roffinelli, Leandro Javier Gómez, Chris

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¿Aplaudir o cuestionar a los poderosos? El corazón de las ciencias sociales late al ritmo de ese enigma todavía irresuelto.Las corrientes que se dedican a legitimar las injusticias "normales", aceptan solo una agenda de problemas, un repertorio limitado de categorías y una lista estricta de fuentes confiables. Con arrogancia, pretenden monopolizar el "pensamiento contemporáneo". Quienes no acepten trabajar para las grandes fundaciones y ONGs que inundan con dineros sucios nuestro campo cultural y político, quedan automáticamente fuera de "lo contemporáneo". La cooptación parece ineluctable. El mundo del trabajo y sus organizaciones deben agachar la cabeza. ¿Será cierto?Para responder esa pregunta, este libro recupera, reconstruye y actualiza dos tradiciones estrechamente vinculadas, muy útiles a la hora de comprender (y tratar de cambiar) el mundo actual. Se trata de las teorías marxistas del imperialismo y la dependencia. La obra se ubica a contracorriente de los saberes convencionales. Aquellos que se pierden en los laberintos de un imaginario "capitalismo bueno", presuntamente enfrentado a un "capitalismo malo". Callejón sin salida, decorado por las metafísicas "post" y la promocionada impostura de la "deconstrucción". Legitimaciones elegantes del capitalismo verde, el capitalismo violeta e incluso el capitalismo "con rostro humano". Una manera suave y con estilo de rendirse ante el neoliberalismo y la dependencia sin pagar costos políticos ni asumir polémicas incómodas.Este volumen colectivo tiene una meta sencilla: nutrir con insumos al campo popular. Apostamos a las nuevas generaciones para retomar las tareas pendientes, en una época signada por la contrainsurgencia global, el colapso ecológico, el resurgir de las derechas extremas y la crisis del imperialismo como sistema mundial.

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Información

Año
2022
ISBN
9789874066046
Edición
1
Categoría
Teoría social
Dialéctica del mercado mundial capitalista, el imperialismo y la dependencia
Néstor Kohan
Todo el proyecto de Marx apunta a demostrar la historicidad del modo de producción capitalista y la caducidad de las relaciones sociales que le son propias.
Ese proyecto permite enfrentar al sistema capitalista concibiéndolo como un tipo específico de organización social superable en la historia humana. Con ese fin Marx somete a discusión y crítica los saberes (científicos o vulgares) que lo asumen como una sociabilidad eterna, inexpugnable y absoluta.
Su objetivo metodológico y político considera al sistema capitalista y su mercado mundial como formas históricamente determinadas de sociabilidad cuya persistencia no anida en algún presunto “ADN de la especie humana” —por lo tanto nos acompañaría desde los inicios más remotos hasta la eternidad— sino que corresponde tan sólo a un período de tiempo acotado y delimitado.
Para alcanzar dicho objetivo, la investigación de los materiales empíricos y la exposición teórica de sus resultados se estructuran a partir de un método que, en la obra de Marx, combina dos niveles principales de abordaje (Zeleny [1968] 1984: 73, 103 y del mismo autor [1974] 1982: 53-54). Estos son: (a) aquel horizonte que navega y se sumerge prioritariamente en las aguas contradictorias y multilineales del terreno histórico y (b) aquella otra perspectiva que se conforma articulando una secuencia lógica de categorías. Ninguna de estas últimas constituye un molde apriorístico. Su derivación y ordenamiento no responde a un esquema evolutivo (falsamente “universal”, extraído en realidad del acontecer específico e irrepetible de Europa occidental) que las estructuraría unilinealmente dirigiéndolas hacia un final preanunciado de antemano, como si giraran al interior de una autonomía absoluta de los lenguajes científicos, sin referencia alguna al ámbito extra discursivo. Por el contrario, cada categoría lógica empleada por Marx expresa en el plano conceptual y teórico relaciones sociales históricas.
De estos dos niveles de análisis complementarios, (a) el histórico y (b) el de la síntesis lógica, ambos presentes y combinados en toda su obra y sus investigaciones: ¿cuál es el distintivo y definitorio? Sospechamos que el primero.
En Marx, el desarrollo lógico se deriva de la historia (nunca linealmente ni tampoco a partir de un reflejo especular mecánico o “fotográfico”, pues en varias ocasiones la exposición lógico-dialéctica de los resultados de la investigación invierte el orden cronológico de la historia empírica para volver observables sus articulaciones fundamentales). La historia humana es concebida por Marx no como el devenir teleológico y universal de una “esencia” primigenia ni tampoco como resultado predeterminado de leyes de hierro, dos impugnaciones habitualmente lanzadas contra el autor de El Capital por quienes creen que la historia no es nada más que un mero suceder azaroso y caprichoso de “capas geológicas”, absolutamente imposible de comprender o al menos de intentar teorizar sobre ella. Lejos de esas falsas atribuciones, Marx se aproxima a la historia social concibiéndola más bien como la resultante contingente y multilineal de la lucha de clases (cuyo final siempre está abierto), atravesada por regularidades y leyes de tendencia que con distintos grados de probabilidad condicionan las relaciones sociales y las contradicciones entre las clases, pero que no existen al margen de dichas relaciones y sus contradicciones (Melotti [1972] 1974: 8-16; Fetcher 1974; Kohan 1998: 240-242; Kohan 2018: 56-64; Kohan 2022: 34).
Si aceptamos esta perspectiva, entonces se vuelven comprensibles las razones por las cuales el pasaje fundacional de Hegel a Marx, crucial en el momento del nacimiento de la teoría social crítica (Marcuse [1940] 1994: 284-285, 253-254) no se condensa en la ritualmente mentada transmutación invertida de “La Idea” (en general) a “La Materia” (también en general), sino más bien en la transformación de un discurso filosófico centrado en una lógica absolutamente autónoma y puramente conceptual (Hegel) a una concepción materialista y multilineal de la historia, plataforma común, base de todas las ciencias sociales (Marx y Engels [1846] 1985: 676 y [1846] 2014: 22; Gramsci [1932-1933] 1999-2000, Tomo 4: 272, 280, 285, 289-290, 293).
Si este reconocimiento resulta imprescindible —más allá de modas efímeras— para comprender el carácter centralmente historicista y dialéctico de la metodología de Marx, también es cierto que, al redactar El Capital, Marx emplea y se desplaza cómodamente por ambos niveles, según lo requieran la especificidad explicativa de cada capítulo y la trama argumentativa de cada sección. En su discurso crítico de la economía política (y del conjunto de las ciencias sociales convencionales), la lógica dialéctica se convierte en el resultado de la práctica humana (Lenin [1914] 1960, T. 38: 90, 95, 174, 184, 204, 206; Zeleny [1968] 1984: 100), es decir, en el “resumen apretado” de la historia, o, en otras palabras, en su “extracto” (Lefebvre [1946-1947] 1984: 215).
De allí que en El Capital encontremos un hilo conductor prioritariamente lógico (Marini 1979a). Su obra comienza con un alto nivel de abstracción, concentrándose en la teoría del valor (y su principal presupuesto: el trabajo abstracto, derivado de una sociabilidad indirecta, post festum, propia de una ontología social determinada por la inversión fetichista que, en condiciones mercantiles capitalistas, otorga carácter de valor cosificado [trabajo muerto] a los productos del trabajo social global [trabajo vivo] (Lukács [1923] 1982: 94; Rubin [¿1924?] 1987: 185-212; Rosdolsky [1968] 1989: 107).
De la teoría del valor (y del fetichismo) con que se abre El Capital, Marx pasa a la teoría de la explotación, en sus variadas modalidades, concibiendo al capital como “sustancia en proceso” (Marx [1872-1873] 1988, T. I, Vol. 1: 189 [las fechas 1872-1873 de todas las citas y fragmentos de El Capital consultados en este trabajo corresponden a la segunda edición alemana de la obra, revisada, aumentada y corregida por el propio Marx, aunque su libro se publicó por primera vez en 1867. Nota de N. K.]), exactamente la misma expresión categorial utilizada por Hegel para definir al sujeto (Hegel [1807] 1991: 76 y [1812-1816] 1993, Tomo II: 485). Es decir, el capital entendido como sustancia en proceso; sujeto (colectivo) que subsume, oprime y explota el trabajo vivo de la fuerza de trabajo (igualmente colectiva). A partir de allí, su discurso crítico se desplaza hacia la explicación de las leyes de tendencia de la acumulación capitalista. Su gran presupuesto histórico: el ejercicio de la fuerza material y la conversión de la violencia sistemática y estructural convertida, ella misma, en una fuerza y una “potencia económica” (Marx [1872-1873] 1988, T. I, Vol. 3: 940). Sin violencia, sin relaciones de poder y de fuerza entre las clases sociales; sin sometimiento de pueblos y naciones periféricas; sin separación violenta de las condiciones objetivas de vida, por un lado, y las clases explotadas, por el otro; sin destrucción sistemática de la naturaleza, no existiría el mercado mundial capitalista. La feroz conquista y colonización de América, la esclavización (y comercio) de los pueblos sometidos de África y la cruel colonización de las sociedades y comunidades de Asia, constituyen condiciones imprescindibles para la conformación del sistema mundial capitalista (Marx [1872-1873] 1988, T. I, Vol. 3: 939).
Pero todas estas categorías, hipótesis y teorías se presentan en el primer libro de El Capital, a partir de determinados supuestos metodológicos y enmarcadas dentro de una formulación expositiva que privilegia la argumentación lógico-dialéctica. Es decir, apuntando a sintetizar la teoría del modo de producción capitalista “en su concepto”, o sea, “en su máxima pureza” (ambas expresiones corresponden a la Ciencia de la Lógica de Hegel, pero Marx las hace metodológicamente suyas, reconocimiento que se vuelve explícito en la segunda edición alemana de la obra [1873]), sin entrar en los detalles polifacéticos y múltiples variedades específicas de cada formación económico social, cada cultura y cada civilización de toda la historia humana que Marx analiza exhaustiva y obsesivamente en gran parte de sus investigaciones empíricas. Incluyendo dentro de estas últimas el Cuaderno XIV [1851], donde reúne sus extractos de lectura del Museo Británico sobre el colonialismo europeo occidental (Marx [1851] 2019); sus investigaciones sobre las comunidades incas, mayas y aztecas, tal como son analizadas en los Grundrisse, primera versión manuscrita de El Capital (Marx [1857-1858] 1987a); sus escritos sobre la fusión de la dominación racial y clasista en el naciente imperio estadounidense y su inserción en la división internacional del trabajo y las materias primas dentro de la economía mundial capitalista, a partir de la guerra civil norteamericana de la década de 1860 (Marx y Engels 1973b); sus estudios sobre las comunidades rurales de la India, Argelia y diversas civilizaciones indo-americanas, preexistentes y sobrevivientes a la sangrienta conquista europea, estudiadas en el Cuaderno Kovalevsky [1879] (Marx [1879] 2018); sus indagaciones sobre el desarrollo capitalista en Rusia y su vínculo con el mercado mundial capitalista presentes en los intercambios epistolares con Nikolai F. Danielson [1868-1883] (Marx, Danielson, Engels [1868-1895] 1981) y en su comunicación con Vera Zasulich [1881] (Marx y Engels [1881] 1980); sus reflexiones sobre el colonialismo europeo en África presente en su correspondencia desde Argelia [1882] (Marx [1882] 1997); sus artículos periodísticos y cartas sobre el imperio británico reunidos en Escritos sobre Irlanda (Marx y Engels 1979a), así como también sus múltiples artículos y ensayos sobre las guerras comerciales y militares del colonialismo europeo occidental reunidos en el volumen Sobre el colonialismo (Marx y Engels 1979b), etc.
De las categorías, hipótesis y teorías desarrolladas en este primer libro de El Capital, Marx pasa en el segundo libro a exponer sus teorías sobre la reproducción simple y ampliada del capital social global, los ciclos y rotaciones del capital y sus respectivas mutaciones, metamorfosis y cambios de formas. Para ello emplea los esquemas de reproducción del capital, uniendo en el plano lógico lo que en la historia ha estado presente desde la conformación del sistema mundial capitalista: la unidad de la producción y la circulación del capital, no individual sino en tanto capital social global. Los esquemas de reproducción abordan el proceso de producción y reproducción del capital, abarcando tanto el proceso de producción como las distintas fases del proceso de circulación, es decir, el ciclo global del capital que como proceso periódico constituye la rotación del capital (Marx [1885] 1988, T. II, Vol. 4: 429), distinguiendo el conjunto de la producción social en dos grandes sectores: el que produce medios de producción (sector I) y el que produce medios de consumo (sector II), subdividido a su vez, este último, en medios de consumo obreros y populares (IIa) y el que produce medios de consumo suntuario y de lujo (IIb), propios de la clase capitalista (Marx [1885] 1988, T. II, Vol. 5: 483-503).
Recordemos que e...

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