Ser y educar
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Ser y educar

Fundamentos de pedagogía tomista

  1. 160 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Ser y educar

Fundamentos de pedagogía tomista

Descripción del libro

Ser y educar. Fundamentos de pedagogía tomista pretende reivindicar una pedagogía fundada sobre un saber verdadero acerca del hombre, de su naturaleza, de su fin, de sus necesidades. Una auténtica filosofía de la educación, capaz de ordenar los otros saberes pedagógicos más concretos, más empíricos, más descriptivos. La filosofía de la educación permite reconocer el fin: ¿por qué educamos? Y con la idea clara de adónde vamos se recorren con mayor rapidez y precisión los trayectos cortos, el quehacer educativo cotidiano.Y para ello se recurre a santo Tomás de Aquino, Doctor Humanitatis, quien legó una profunda enseñanza acerca del hombre, de su dignidad personal, del fin último de su vida, de su psicología, de las virtudes que perfeccionan su vida intelectual y moral, etc. Pero, además, dedicó toda su vida a la docencia, y esa experiencia imprime una autoridad particular a su enseñanza. El maestro Tomás de Aquino vuelve hoy a las aulas para guiarnos por los caminos de la educación, que él recorrió primero.

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Información

Año
2022
ISBN del libro electrónico
9788418467059
1. Santo Tomás, maestro de educadores
Conviene comenzar, por tanto, atendiendo al camino recorrido por el maestro Tomás de Aquino. Y, como no podía ser de otro modo, para llegar a ser doctor tuvo que iniciarse como discípulo, pues «la disciplina precede a la doctrina; el hombre, efectivamente, antes de enseñar, aprende de otro»1.
1.1. El alumno Tomás
De la formación recibida en sus primeros años sabemos bien poco, excepto que cumplidos los cinco años fue presentado como oblato en el monasterio benedictino de Montecasino, en donde fue instruido en la espiritualidad que establece la Regla de san Benito, así como en conocimientos básicos de latín, gramática de la lengua vernácula, lectura, escritura, matemática elemental y armonía; todo ello siempre bajo la dirección personal de un monje profeso2.
Le siguió su formación en el studium generale de Nápoles, la universidad fundada en 1224 por el emperador Federico II para competir con el estudio pontificio de Bolonia. Allí cursó las siete artes liberales: el trivium -lógica, gramática y retórica- y el quadrivium -aritmética, geometría, astronomía y música-; también estudió la filosofía natural de Aristóteles, en un momento en que en París se hallaba prohibida. El método de trabajo consistía en la lectio o estudio del texto, las disputationes o discusiones sobre cuestiones concretas, y las reportationes o repeticiones de las clases. En referencia a sus maestros podemos mencionar dos, Pedro de Hibernia y otro llamado Martín; además, en el temprano escolasticismo medieval la formación intelectual y moral de todo estudiante era seguida por un profesor en particular, quien debía prestar sobre su tutorando un juramento de scientia et moribus.
Tras su ingreso en la Orden de predicadores sabemos que fue retenido a la fuerza por su familia durante un año o más en Rocassecca. Según Guillermo de Tocco, dedicó Tomás este tiempo a leer la Biblia y a estudiar las Sentencias de Pedro Lombardo, texto oficial de los bachilleres que enseñaban teología3.
Libre ya del encierro, se pudo dirigir al convento dominico de Saint Jacques en París; allí pasó probablemente el año canónico de noviciado, criándose en el espíritu de la Orden mendicante. Poco después fue destinado a Colonia, en donde Alberto, el Grande, andaba organizando un studium generale; en él halló Tomás un formidable maestro:
Cuando hubo escuchado [al maestro Alberto] interpretar todas las ciencias con tan maravillosa sabiduría, se regocijó extremadamente al haber encontrado tan pronto aquello que había venido a buscar, alguien que le ofrecía tan pródigamente el cumplimiento de los deseos de su corazón4.
Tras cuatro años como discípulo de san Alberto Magno, y dedicado en silencio a su estudio -fue entonces cuando recibió el calificativo de buey mudo-, regresó a París como bachiller sentenciario, esto es, como lector de las sentencias de Pedro Lombardo. Quedó bajo la dirección del maestro Elías Brunet, de quien no conocemos ningún escrito; sus más directos maestros iban a ser, sin embargo, Pedro Lombardo y los textos patrísticos que iba a leer y comentar. En una ocasión, siendo ya maestro de teología, le dijo un estudiante que si le gustaría ser señor de la ciudad de París; Tomás le respondió: «Yo preferiría las homilías del Crisóstomo sobre el Evangelio de san Mateo5». Donde apreciamos más su amor a los Santos Padres es, sin duda, en la Catena Aurea, «visión casi perfecta de la exégesis patrística6», en la que citó a veintidós Padres latinos y a cincuenta y siete Padres griegos.
Santo Tomás nunca abandonó la docilidad intelectual debida a tales autoridades. La madurez intelectual que iba alcanzando le permitía, sin embargo, tratarlos con la libertad de espíritu que se funda en la verdad; en aquellos momentos era ya un alumno más que aventajado, y de discípulo iba convirtiéndose en maestro; de ahí que se haya afirmado:
Es inevitable la impresión de que el verdadero respeto que Aquino sentía por el Maestro [Pedro Lombardo] y por los maestros en ningún modo limitaba su propia libertad de pensamiento7.
Esta libertad de pensamiento, propia sólo de quien ya ha madurado su aprendizaje, le llevó precisamente a ir más allá de los autores patrísticos, buscando también en los filósofos paganos cuanto en ellos hubiera de verdad. Su preferido fue, a todas luces, Aristóteles, el Filósofo; el deseo de conocer su auténtico pensamiento le hizo buscar traducciones directas del griego, que pudo conseguir gracias a la labor de Guillermo de Moerbeke. Por recuperar la filosofía aristotélica y con ella nutrir la investigación teológica tuvo que sufrir los ataques de la tradición agustiniana, temerosa de que se aguara el vino de la sabiduría cristiana; si Tomás se mantuvo firme en su convicción fue, sin duda, por su honesta opción por la verdad:
Tomás -explica Abelardo Lobato- sale a la palest...

Índice

  1. Prólogo
  2. 1. Santo Tomás, maestro de educadores
  3. 2. La filosofía de la educación
  4. 3. El fin de la educación
  5. 4. El educador
  6. Conclusión: ayudar a ser