Una afirmación del amor
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Una afirmación del amor

Trilogía de textos dramáticos

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Una afirmación del amor

Trilogía de textos dramáticos

Descripción del libro

Este nuevo libro de Luis Loyola Cano contiene tres obras que abordan la temática del amor y dos poemas del autor. En cada una de sus evocaciones, el amor es reinventado y sacrificado, salvado y también cuestionado. Este amor, compuesto de universos, tiempos, espacios y verdad, siempre comienza con un encuentro. Ya sea imaginario o real, este encuentro es infaliblemente un acontecimiento. Todas estas obras albergan lugares y sonidos rodeados de una atmósfera íntima y secreta.Chajá se estrenó en el Teatro Portón de Sánchez y fue seleccionada en la convocatoria de acompañamiento económico para proyectos teatrales "Más teatro" organizado por la Fundación SAGAI en 2018. Asimismo, Proteatro la presentó como parte de la programación nacional del 12° FIBA del Ministerio de Cultura GCBA 2019 y fue elegida en la Selección Provincial para participar de la Fiesta CABA del Instituto Nacional del Teatro (INT) 2019.En la pampa esta noche se estrenó en el Teatro El Extranjero y obtuvo el Premio a la Producción de Teatro Independiente otorgado por la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI) en 2019. También recibió el apoyo del Instituto Nacional del Teatro (INT) y del Fondo Nacional de las Artes (FNA).Verano es la única obra de este libro que no se estrenó. Se trata de un monólogo donde la protagonista cuenta los diálogos que no van a ocurrir ante la mirada del público. Aparece la interioridad del personaje como si se tratara de una novela; ella es como una narradora en primera persona.Por último, los poemas son: Cosas que vi que fue finalista en el 20º Premio José M. Valverde organizado por la Secretaria de Estudis i Cultura de Barcelona en 2016 y Grandes gestos románticos que recibió el subsidio del Programa de Fomento Metropolitano de la Cultura, las Artes y las Ciencias de la Ciudad de Buenos Aires –línea Creadores– en 2016.

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Información

Editorial
Eudeba
Año
2022
ISBN del libro electrónico
9789502330341
Categoría
Literatura
Categoría
Arte dramático
Verano
[Texto sin estrenar.]
Romance fue de papel,
Mi romance solo fue de papel.
Me da pena que queriéndote así,
Tu carita solo ríe, ríe, ríe, ríe, r…
Besos de papel
Compuesta por Chico Novarro y Henry Becerra
Primera parte
1. Antes
(Todo gris o sin pintar. No hay oscuridad ni sombras, simplemente falta el color.)
Sí, mi cuarto de dormir. Así lo llamaba abuela Galia. Mi abuela se llamaba Galia. En tiempos de abuela Galia, cuando ella vivía, llamaban “cuarto de dormir” a lo que antes fue depósito de escobas, baldes y cosas que no se usan. Después, mi habitación. Sí, la ventana daba a la playa…
(Una avioneta escribe en el cielo: KING KONG.)
A medio camino entre la casa y la playa, me imaginaba tendido el cuerpo de King Kong. Tendido, esa palabra. No cualquiera sabe que King Kong estuvo en Argentina, el robot de la peli. (Parece que estuviera contestando preguntas.) Sí… Lo anunciaron, le daban propaganda, mucha alharaca. Fuimos de la mano a verlo con abuela Galia. Podía pestañear, abrir la boca, mover las orejas… ¡Me hicieron sentar arriba y a mí los pelos me picaban! Era grande, muy aterrador el coso. Era altísimo. ¡Salí gritando! Pero… había quedado embelesada. Embelesada, esa palabra también. Ustedes entienden, había quedado “prendida”. Fantaseaba mucho con ese King Kong, le escribía poemas… Estar con alguien, era mi fantasía. (Sonrisa.)
En fin. Yo soy la que habla. (Señala.) Ella, la chica de la ventana. Pantalón de jean gastado. Los usaba hasta que estaban blancos. Quedaban blancos, reblancos, y seguía usándolos, eran eternos… A veces, ella saca algo del bolsillo, lo muestra y lo vuelve a guardar. Ahora habla.
(Una avioneta escribe en el cielo: LA CHICA DE LA VENTANA.)
(Voz pequeña.) Desde mi habitación, mi cuarto de dormir, miro desde la ventana imaginando al gigante King Kong. Y nunca voy a abandonarlo. Lo digo: Nunca voy a abandonarlo. Tiene pelo negro renegro King Kong. Después de la lluvia, parece más negro. Sí…
(Un tren pasando lejos.)
Desde mi pieza escucho pasar los trenes y sé la hora. La hora la sé por los trenes que pasan. También sé cuándo los trenes llevan retraso. Quince minutos, media hora. Soy buena para darme cuenta del reloj… También sé que los ratones no debieran meterse en las cajas de alta tensión que hay a los costados de la ruta. Pero eso no tiene que ver con lo que estoy hablando.
Entonces me duermo, dormida en la ventana. En el borde de la ventana que abuela Galia llama finestra. Esa palabra, finestra… Dormida, imaginando a King Kong acostado en la playa. Recostado en la playa.
Cuando me quedo dormida en la ventana, en casa piensan que no estoy, que me fui. Todavía no, pero alguna vez me voy a ir. Abuela no me deja dormir en la ventana porque tengo que limpiar y acomodar algo, siempre. Y más, cuando llega la familia de capital.
(Un breve vendaval.)
(Chaparrón, granizo y en seguida, la calma. Así es el clima que tenemos.)
Anoto en mi Diario. ¿Va dos puntos o no va dos puntos después de “Anoto en mi Diario”?
Lunes 8 de enero. Después del desayuno se levantó viento, anoto.
Nubes llenas de relámpagos. Tor-men-ta. El granizo rebotó en el techo.
A ver: El granizo en el suelo… a modo de collar de mostacillas. No, no. El granizo en el suelo… aparenta un collar. No. Me recuerda… Tampoco, tacho todo.
¡Qué ganas tengo de hacer esto y aquello!
(La sensación de armonía de ella con algo. ¿Con qué? El tiempo o el lugar.)
A los árboles, al cielo y al campo les gusta que los mire. Y yo quiero ser amable con los árboles, con el cielo y con el campo y me gusta mirarlos. Bueno, eso es lo que yo pienso.
A ver, Ema. Leeme algo de tu poema, dice abuela. También escribo poemas, me gusta coleccionar postales y escribir poemas… ¿Mi poema? No está terminado, abuela… No importa, leéme. Está bien, te leo. Dos puntos.
Poema de King Kong número 20
A veces aparece un lagarto en el médano
Un cuis, un sapo
Saliendo del escondite y yendo al campo,
Escapando para que no lo vean.
Ver aparecer ese lagarto, cuis o sapo es algo
Que no se borra
Como no se me quita el color miel, color ámbar de tus ojos King Kong
El viento que bambolea tu cuerpo
La crecida del mar que roza tus pies y mis pies
No se me quita
King Kong mirando el cielo, al cielo, el cielo, no sé
Mirándome con tus ojos ya opacos entre los pelos de tu cara
Tus ojos de peluche, de perro abandonado
Tus ojos a los que trepo…
Yo prefiero trepar a tus ojos
No a tus brazos musculosos
Prefiero subir a tu mirada, King Kong
Donde me caigo
(Interrumpe.) ¿Y cómo se llamaba aquella canción?, pregunta abuela. ¿Qué pasa, no te gustó el poema? Esa canción, creo que se llamaba Blanca y radiante. De Antonio Prieto… Creo que se llamaba de esa manera. (Respira.) No te gustó, le digo.
(Una avioneta escribe en el cielo: POESÍA.)
(Abuela Galia se pone delante de Ema.) Ema, no escribas poemas. Dice abuela Galia. No quieras meter el mundo entero en esas líneas. Si no podés más de las ganas que tenés de ser poeta, de hacer poemas, aunque sea no lo digas finoli. Porque a veces hay que leer a cada alguien, que escribe todo baboso… ¿Viste cuando agarrás una babosa con la mano y después no podés sacarte más la baba? ¡Por más que te frotes los dedos con la pollera, te quedan pegote! ¡Lo mismo! Porque esa gente, al final, todo lo que hace es babosearlo todo. Mirá, por ejemplo, ese pajarito. ¿Qué será, calandria? Ando corta de vista… Está indefensa, agarrada del cable. La mojó la lluvia. ¿La ves? ¿Qué estás mirando, las musarañas? Ahí, ¡lejos! Bueno. Ese pájaro indefenso es como todos los pájaros flacos. ¿Sabés por qué? Porque los pájaros flacos son todos indefensos. Ja, ja. Lo que quiero decir es que mejor escribas un par de líneas. Mirá las patas de ese pájaro. ¡Un par de líneas! Un saltito y mandarte a mudar. Ese pájaro, quién te dice en cuántos lugares habrá estado… Si le hablaras, seguro, te cuenta cosas que ni te imaginás. Y es un pajarito, un pajarito nada más. Atendé ese grillo. Será lindo o feo, pero no es otra cosa. Hace ruido con las alas cuando frota, medio desafinado, pero si entendés lo que dice…, te gusta. Así que, bueno. ¿Mm? Ema. ¿Para qué escribir versos? No seas coqueta. Si para que una cosa sea linda, tenés que mirar nomás. Yo que vos, no escribo. Y si escribo, es para acordarme lo que tengo que comprar. En el boliche. No sabés el gusto que me da ver esa lista de compras. Una encima de otra, esa lista de palabras. Las miro tan contenta. Y pienso qué suerte, ahora no tengo que acordarme todas esas palabras.
Viernes 19 de enero. Lista de cosas radiantes, luminosas:
El arcoíris que hace el aceite de auto en los charcos de agua.
El color rojo fuego de las plumas del churrinche.
El hilo azul del yérsey de abuela Galia.
Las escamas de pescado en las botas de los marineros.
Los caramelos envueltos con papel retorcido, brillante.
¡Un colibrí en el aire!
¡Me pongo el jean gastado y vengo al arenal! Vengo a tirarle piedras a las olas. Me paro en el barranco y tiro piedras, piedras cada vez más grandes. A las olas. El agua salpica y me rocía. ¡Respiro vapor! El mal aliento del mar… Cerca, más cerca. Y una ola me deja hecha sopa.
Ah. Inventé un juego, King Kong. ¡Es nuevo! Mirá… Nos acostamos boca arriba. Así, con los brazos y las piernas estiradas. Y miramos el cielo, arriba. Lo miramos y se nos van los ojos. ¡Qué alegría! ¡Qué miedo! Parece que el cielo se viene encima, es hermoso. Las nubes se mueven pero están quietas. Pero se mueven. ¡Un mar! Tenés que clavar mucho la mirada. Vos y yo, agarrándonos la mano. ¿Ves cómo se mueve todo lo demás? El pueblo gira, ¿sentís? El mástil de la playa se inclina, se inclina, se inclina… (Exaltación.) ¡Ah! (Se para de un salto.) ¡Qué susto…! Vos siempre te quedás más tiempo.
También le puse nombre a las piedras de la playa. Dos puntos.
Nombre de las piedras de la playa:
El carnero.
El cordero.
El peine. Es una roca, tiene puntas así. ¡El agua salta alrededor! (Hace el ruido de una explosión.) ¡El peine…!
La magdalena o La tortita.
El indio. El indio es un indio que está sentado con la cabeza levantada, mirando allá, esperando [a] su tribu. Un día van a venir a buscarlo y ese día el indio va a volver a vivir y va a salir nadando.
¿Escuchan? (Señala.) Disparos por allá. (Se lleva los puños a los ojos, como si fueran binoculares.) Eran de bala, no eran de escopeta. (Arruga la cara. Esquiva pisar una piedra en el camino y cambia de lugar.) Yo escucho la radio. Canciones. Canciones de personas que no salen de su casa. Canciones de personas que vuelven a su casa. Canciones de personas que esperan a personas que vuelvan a casa… Yo digo que la vida tiene música de fondo. ¡Tengo ganas de bailar!
(Escucha, baila y canta una canción.)
Vuelve el viento de los montes
Vuelve el eco de la mar
Vuelve el sol y las estrellas
Solo tú no vuelves más
So...

Índice

  1. Cuando la experiencia amorosa se convierte en escritura
  2. Yo nunca dije eso
  3. Chajá
  4. En la pampa esta noche
  5. Verano
  6. Anexo: Archivo de poemas abandonados