Roma desordenada
eBook - ePub

Roma desordenada

La ciudad y lo demás

  1. 344 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Roma desordenada

La ciudad y lo demás

Descripción del libro

Roma nos permite ser voyeurs de nuestra propia historia. De las tumbas de los etruscos a la mundana Via Veneto, de Nerón a Pasolini, pasando por Caravaggio, Bernini, Borromini y Winckelmann —con escala española en Alberti, Zambrano o Gaya—, este es un libro que se propone juntar de nuevo las piedras de una mampostería eterna para contarlo todo otra vez de la ciudad que lo sabe todo. Una misión enloquecedora, saltando de siglo en siglo, con un ojo puesto en la Roma urbi y otro en la Roma orbe, uno en las reliquias de los santos y otro en los torsos desnudos de las estatuas, uno en la confusión y otro en la calma, en un viaje por la ciudad donde, como en un arca de Noé, se han salvado todas las historias de la historia, y que es la culminante demostración de que el ser humano ha conocido la belleza.Desde una personalísima y poliédrica perspectiva, Juan Claudio de Ramón ofrece, con erudición y la emoción del extranjero que se descubre romano, un mosaico de hechos históricos, anécdotas, curiosidades, gastronomía y calas literarias y artísticas en distintas épocas. Roma desordenada es el apasionado relato del viajero que, felizmente cautivo, se torna habitante de una de las ciudades más conocidas y, sin embargo, por inabarcable, desconocidas del mundo. Y es que «decir que todos los caminos llevan a Roma es menos exacto que decir que de Roma salen todos los caminos».«Un delicioso festín romano, para disfrutar mejor de nuestra ciudad madre». Fernando Savater«No hay nada igual en el mundo a Roma y este formidable libro es un gran pasaporte para pasarlo bien en la ciudad».Luis Alberto de Cuenca, RNE«Un libro que estaba esperando a su autor. Esta Roma desordenada cumple con todas las promesas de felicidad que los viajeros del mundo hemos asociado a las palabras Italia o Roma».Ignacio Peyró«Un libro con observaciones penetrantes de una mente curiosa, culta y sensible, con un buen estilo».Javier Gomá«Cada generación debe descubrir su Roma y la ciudad es tan gigantesca que sólo se puede abordar como se hace aquí primorosamente, como un caminante que recoge cuanto la sale al paso, de manera desordenada».César Antonio Molina«Sin duda, Juan Claudio de Ramón tiene todas las llaves que abren los palacios de Roma. Y este libro lo demuestra».Karina Sainz Borgo, ABC«Deslumbra y encanta por la belleza de su prosa, el rigor y precisión de su escritura, la vivencia del espacio y el tiempo que trasmina, la abundante documentación bien asimilada que recoge y la intrahistoria personal que a todo ello une». Jaime Siles Esta obra ha recibido una ayuda a la edición de la Comunidad de Madrid

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Roma desordenada de Juan Claudio de Ramón en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Crescita personale y Viaggi. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Siruela
Año
2022
ISBN del libro electrónico
9788419207678
Edición
1
Categoría
Viaggi

Er commedione.
Un poeta romano

Desde Juvenal, que murió a principios del siglo II, y salvo que me corrija un erudito, la ciudad de Roma no tuvo escritores propios (Pasquino, estatua parlante, no debiera ser excepción). El pueblo romano hubo de conformarse con sarcasmos de literatos extranjeros, con alabanzas solo para los monumentos y, como mucho, los muslos de las taberneras. La sequía se explica por el contexto teocrático: sin libertad, no hay sátira (ergo no hay un Molière); sin burguesía, no hay novela (ergo no hay un Balzac). De manera esperable, fue la poesía el género que devolvió la voz a los romanos. Ahí radica la importancia gigantesca de Giuseppe Gioachino Belli (1791-1863) y sus 2.279 sonetos en romanesco, «milagro único en la literatura italiana», al decir de Pasolini, y al que únicamente la existencia de Leopardi priva de ser el primer poeta italiano de su siglo.
Cientos de veces pasé de largo ante su estatua en el Trastevere, ignorante del milagro. Como tantos, yo era un extranjero que leía a extranjeros, que en Roma es la manera habitual de ser un palurdo. Pesaba el prejuicio contra una lengua popular que impropiamente se califica de dialecto. Porque al menos desde la oleada inmigratoria toscana tras el saco de 1527, el romanesco no es tanto un dialecto como un habla, una parlata, que del italiano engorda los sonidos, altera las consonantes y mete un tajo por delante o por detrás a nombres y verbos. Así, parlare es parlà, andiamo es ’nnamo, mangiare es magnà, Alberto es Albè, ultimo es urtimo, il es er, merda es mmerda, niente es gnente y signore es ziggnore. La voz romanesca más frecuente que no tiene aparente relación con el italiano es mo (adesso, «ahora»). Confieso ignorar si el romanesco «puro» —si no es absurdo hablar de la pureza de un habla— se puede escuchar aún en Roma fuera de las comedias de Alberto Sordi o Nino Manfredi. Yo creo haberlo oído desmigajado en barras de bar, aunque basta aderezar una frase en italiano con la exclamación ahò! para teñirla con el color local. Comoquiera que sea, Gioachino Belli —lo da a entender su estatua con bastón y chistera— de plebeyo tenía poco. Era un funcionario de la curia romana, conato de pequeña burguesía, asiduo de apolilladas academias, erudito lector de los clásicos en posesión de un italiano pulcrísimo, que encontró el camino a la gloria literaria cortando a la lengua del pueblo el traje más culto de la poesía europea: el soneto.
El propósito lo explica él mismo en la introducción que preparó para una colección de sonetos publicada póstumamente: «He querido dejar un monumento de lo que hoy es la plebe de Roma». El «hoy» del Belli es la Roma de 1830, que alguien llamó de las seis pes: papa, preti, principi, puttane, pulci e poveri (papa, curas, príncipes, putas, pulgas y pobres). Con esas entradas —o con las cinco referidas a humanos—, el Belli compuso, en palabras de Luigi Giuliani, «una narración polifónica capaz de retratar la plebe romana en su conjunto». No se trataba solo de recoger sus modismos, sino de exponer en un gran fresco todo lo que era popular en Roma y no registraba la pluma del turista europeo: las supersticiones, los prejuicios y la ignorancia popular, la corrupción del clero, las ilusorias promesas de los papas, la hipocresía religiosa —reverso de una montaña de ordenanzas morales—, la libre circulación de la blasfemia, el hambre, la suciedad y la miseria, las ejecuciones oficiales y la violencia callejera. También —y se diría de manera preferente— la sórdida sexualidad a la que abocaba la injerencia clerical en la vida amatoria de las personas. Como en estos versos: Vanno bbene ste cose? E cchi jj’inzeggna / pe ccristo, a lloro che ssò ppreti e ssanti, / de discíde sur cazzo e ssu la freggna? («¿Y eso está bien? ¿Y cómo han aprendido, / por Cristo, todos esos santos curas / a juzgar sobre el coño y sobre el pito?»).

Todo barrio de Roma, todo individuo entre sus ciudadanos, desde su clase media para abajo, me ha proporcionado episodios para mi drama: donde aparecerá tanto el tendero como el criado, y el pordiosero desnudo se mostrará entre la muchacha crédula y el orgulloso conductor de carros. Así, juntando las varias clases del pueblo entero, y haciendo que cada uno diga lo que sabe, lo que piensa y lo que hace, he compendiado la suma de las costumbres y las opiniones de este vulgo, en el cual asoman las más extrañas contradicciones.

(Las traducciones del Belli, en prosa y en verso, son de Luigi Giuliani, profesor de Literatura Española de la Universidad de Perugia y autor de una estupenda antología bilingüe: 99 sonetos romanescos, Hiperión, 2013). Con esta ambición, y a lo largo de decenas de miles de versos canallas y barriobajeros, fiel al «testimonio del oído» y sin la pretensión paternalista del folclorista —si el retrato de la curia es virulento, el del pueblo es inclemente—, el Belli teje lo que un antólogo llama Er commedione, por analogía con la Comedia de Dante, otro ejemplo de expedición literaria a los hondones del alma humana.
Ignorar al Belli es ignorar un pedazo esencial de Roma. Solo en sus sonetos se descubre a ese pueblo romano, hoy extinto, que se negaba a ser el centro de nada, ni del catolicismo ni de la nación. Pero si el Belli se hubiera limitado a ser un acuarelista chistoso de la aldea de los papas, su interés sería relativo. Su obra permanece como un islote genial de la poesía decimonónica por su intención filosófica y su facilidad para entreverar epigramas, sentencias y máximas existenciales que se clavan como una estaca. Versos que podrían figurar al pie de los grabados más sombríos de Goya o de sus pinturas negras. Como ese Chi vva a la notte, vva a la morte, que evoca al Juvenal que recomendaba, en la Roma de los césares, no salir a cenar sin hacer testamento, o ese impresionante La morte sta anniscosta in ne l’orloggi (la muerte está escondida en los relojes) que reelabora en molde popular el culto carpe diem: La morte sta anniscosta in ne l’orloggi; / e ggnisuno pò ddí: ddomani ancora / sentirò bbatte er mezzoggiorno d’oggi («La muerte está escondida en los relojes; / y quién puede decir: también mañana / oiré tañer el mediodía de hoy»).
Por lo demás, no se puede decir que Roma, ciudad que amo, salg...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Índice
  5. PrólogoLa felicidad de Italia
  6. Dedicatoria
  7. Citas
  8. Roma, cosa aparte
  9. Roman yellow (los colores de Roma)
  10. Cosas inmortales. Notas sobre Goethe
  11. Tres estatuas
  12. En Roma no hay cafés
  13. Maneras de mirar el Panteón
  14. Ciudad de ángeles
  15. Las otras escaleras de Piazza di Spagna
  16. El idiota que viaja (a Roma). Notas sobre el turismo
  17. Mi paseo solitario por el EUR
  18. Bramante, o el vuelo de Ícaro
  19. Misión Apolo. Notas sobre Winckelmann
  20. Ragazza magica: Rafael y la Fornarina
  21. La invención de la carbonara (o comer en Roma)
  22. Villa A.
  23. La playa desierta. Notas sobre Via Veneto
  24. Campo de’ Fiori, donde el fuego ardió
  25. Sabina, Aventino
  26. En casa de quien ya sabe usted. Notas sobre Mario Praz
  27. Achicar el agua: las fuentes de Roma
  28. El primer rey
  29. ¡A las tumbas, a las tumbas! Notas sobre los etruscos
  30. Después de Moro
  31. Romanesca
  32. Pontifex Max
  33. Marinero en Roma
  34. Llegar es volver (Via Appia)
  35. Historia de Roma en seis citas
  36. Me he caído por estas calles. Notas sobre Caravaggio
  37. Una noche en Pigneto. Notas sobre Pasolini
  38. Il degrado
  39. Un amor de Chateaubriand
  40. Campo de Venus
  41. La Casa de Oro
  42. Pedro y Pablo
  43. Colinario
  44. Barrios vividos
  45. Los pinos de Roma
  46. Viaje en autobús por las murallas
  47. El deber del comandante Kappler
  48. ¿Quién mató al Tíber?
  49. Hecha de ladrillo
  50. Un abeto en Piazza Venezia
  51. Fui varias veces a buscarte al Greco.María Zambrano y Ramón Gaya
  52. Utopías urbanas I: la Garbatella
  53. Utopías urbanas II: el Corviale
  54. Garibaldi: polvo en el poncho
  55. El Ghetto
  56. Gótico, asignatura pendiente
  57. Suburra
  58. Bernini versus Borromini
  59. El que pesa y el que vuela: dos palacios
  60. Cosas hechas. Notas sobre Augusto
  61. Er commedione. Un poeta romano
  62. Tempus edax rerum (paisaje con ruinas)
  63. Ante Christum
  64. Formas de mirar San Pedro
  65. A. M. D. G.
  66. Roma capital
  67. Trasnoche en el Trastevere (la vida es saco)
  68. Canova o la ternura
  69. Cuando el mundo se hizo cristiano
  70. Jardines de Velázquez
  71. Esquilino sin moraleja
  72. Via Margutta
  73. Roma medieval
  74. Vida de palacio
  75. Problemas de sostenibilidad en el Testaccio
  76. Coliseo, barco fantasma
  77. El emperador está bien. En Villa Adriana
  78. La vida siempre es dulce. Ennio Flaiano en Fregene
  79. Epílogo Madre de todos los ruidos
  80. Un largo ferragosto. Roma, entre febrero y julio de 2020
  81. Guía de lectura
  82. Agradecimientos