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El cubil de las hienas
This book is available to read until 9º mayo, 2026
- 326 páginas
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El cubil de las hienas
Descripción del libro
El cubil de las hienas es el reflejo vivo de la cotidianidad colombiana a través de su historia, una radiografía de su realidad diagnosticada desde el sentimiento popular, haciendo referencia a todos los eventos que se han suscitado desde conquista y colonia generando confrontación social a causa de la desigualdad y la corrupción latente; una crónica literaria colmada de lirismo, poesía y realismo mágico que nos hará reír, llorar, soñar y reflexionar frente a la dura realidad del pueblo en general dentro de un proceso de mente abierta que invita a la revolución de las conciencias para los colombianos y habitantes del mundo.
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Información
ISBN del libro electrónico
9788419228925CAPÍTULO X
Tan pronto abordó el vuelo en el aeropuerto, extrajo de su maleta de mano el libro de turno que le acompañaba y durante los 45 minutos que lo separaban de la capital, dejó deslizar sutilmente sus ojos por las páginas mágicas de macondo mientras se ocultaba en un espeso presagio de lluvia.
Abandonó el aeropuerto en un taxi de servicio público, ansioso por llegar a casa donde se encontraba su adorada compañera María Leonor encargada del mantenimiento y cuidado de la misma en compañía de su amado hijo para abrazarlos. Ellos acompañaron por años a su tía Adelita hasta su partida y quedaron allí al frente de todo como ella recomendó antes de morir. María Leonor, por indicación y recomendación de Adelita Morán, llevó el documento de testamento junto con el abogado de la familia a la notaría para los trámites legales.
El profesor Genaro descansó un par de horas, se preparó para la reunión y comunicó al notario que en horas de la tarde pasaba por allá. A las dos en punto de la tarde se presentó en el despacho en compañía de María Leonor y el abogado de la familia. Saludó, enseñándole el telegrama que le había enviado. «Aquí estoy a sus órdenes, señor notario, para adelantar la diligencia» dijo. El notario, muy amablemente los invitó a entrar en su despacho, les ofreció tinto y conocieron de qué se trataba el asunto. De ahí pasaron a la sala de juntas, se ubicaron en torno a la mesa principal y allí procedieron a conocer los contenidos de los tres sobres sellados y un baúl colonial gigante.
Estaba forrado con láminas de aluminio pintadas de color rosa, con amarres y apliques en cuero, una chapa y doble candado. El notario extrajo de una caja fuerte los sobres y los ubicó en el centro de la mesa junto al baúl que necesitó la fuerza de tres personas para extraerlo de la caja fuerte. En ese momento ingresó la secretaria para hacer el inventario y conocer cada elemento de los contenidos, enseguida llegó la auxiliar de servicios generales con los tintos que ofreció muy amablemente el notario, a cada uno de los presentes y se retiró a petición de la secretaria.
El notario inició con un breve saludo más formal: «Gusto en conocerlos» les dijo a cada uno, ofreció amistoso su mano argumentando haber sido amigo personal de Adelita Morán a la que elogió con cierta nostalgia por su cercanía y amabilidad de toda una vida, enseguida procedió a leer el oficio de apertura que tenía elaborado.
«Ella personalmente me hizo entrega previo a su muerte de los contenidos más importantes, el documento de testamento me lo hizo llegar después con María Leonor y su abogado aquí presentes. Un día, acompañada de tres gigantes, ingresó a mi despacho con este inmenso baúl. Me manifestó la existencia de los tres sobres, el baúl y el documento de testamento que ella haría llegar con María Leonor y el abogado para su respectivo trámite, argumentando sus quebrantos de salud y sus dolencias que por la edad la venían aquejando de gravedad hacía varios años».
El notario terminó la lectura del documento de apertura y el testamento donde expresaba la existencia de otro documento con sus respectivas indicaciones dentro de cada sobre y el baúl, el abogado pidió que se extrajeran los contenidos en el orden que ella misma había numerado, sobre número uno, sobre número dos y sobre número tres, el baúl era el número cuatro. Se inició la inspección siguiendo estrictamente las indicaciones, el señor notario tomó el pesado sobre número uno que estaba dentro de una bolsa de lona con manijas, junto a los otros embalados de igual forma y lo dejó en manos de los dos peritos que acababan de ingresar contratados para la diligencia. La secretaria iba tomando nota de todo, abrieron el sobre y extrajeron el oficio antes mencionado, en el contenido se encontraban también las escrituras de las propiedades, la casa donde ella pernoctó toda su vida desde que se instaló en la capital, quedó consignado que fuera escriturada a su sobrino Genaro Wilches Morán con todo lo demás contenido en el sobre, se extrajo la escritura y le fue entregada al señor notario para los respectivos trámites; igualmente la escritura de otra casa ubicada en el centro de la ciudad y una tercera escritura de una finca a las afueras de la ciudad con documentos certificados de la existencia de algunas cabezas de ganado porque tenía la certeza que él iba a administrar correctamente sus bienes.
Finalmente, la escritura de un apartamento al norte de la ciudad para que su sobrino lo disfrutara en compañía de su esposa cada vez que se encontrara en la capital; de igual forma solicitó con cierta discreción aprovechar la oportunidad para pedir a su sobrino con todo respeto su matrimonio, tomar conciencia de sus responsabilidades y llevar a la iglesia como su esposa a María Leonor con quien ya tenían su hijo declarando con elogiosos argumentos ser una excelente ama de casa, una mujer muy responsable y seria para compartir toda una vida marital con su sobrino.
Toda la documentación estaba quedando en manos de la secretaria para su respectivo trámite dentro de cada sobre que fueron depositados de nuevo en la bóveda para continuar en custodia hasta el momento de hacer la respectiva entrega oficial de los bienes, superados todos los trámites legales.
Terminada la lectura de cada uno de los oficios que venían en cada sobre y el baúl, el abogado quedaba como responsable del trámite de legalización para que el profesor Genaro pudiera disponer de los bienes y organizarse de acuerdo a las peticiones consignadas en el testamento.
El segundo sobre fue descubierto, contenía la escritura de una casa que había adquirido hacía muy poco tiempo, muy cerca de su vivienda en el centro de la ciudad, con su respectivo manojo de llaves, se extrajo la escritura de la casa, que debía ser asignada a su mucama María Leonor por su esfuerzo compañía y dedicación durante tantos años advirtiendo que todos los muebles que se encontraban dentro de su vivienda fueran trasladados allí para que se instalara cómodamente con su hijo por su seguridad el resto de sus días, inmediatamente pasó a manos del abogado y la secretaria para su respectivo trámite en presencia de los peritos, dentro del tercer sobre se encontraban los documentos de propiedad y las llaves, de una camioneta último modelo que utilizó muy poco en sus desplazamientos, con destino a su sobrino y un fajo de billetes de moneda americana que sumaban veinte mil dólares para que el hijo de María Leonor pudiera seguir adelantando sus estudios profesionales, su señora madre tenía ya la posibilidad de asistirle en todas sus necesidades; finalmente se extrajo un fajo de billetes envueltos en plástico con tres millones de pesos en efectivo para que su sobrino cancelara todos los gastos y trámites de legalización según las indicaciones. Ya para terminar, con un par de llaves atadas a un cordón de color rojo que se encontraba dentro del tercer sobre se indicaba que eran para abrir el baúl, quitaron los candados y abrieron la chapa, levantaron la tapa y encima había un manuscrito cubriendo el contenido, al retirarlo se iluminó el recinto, un reflejo resplandeciente saltó enseguida a los ojos de los presentes, se encandilaron hasta enceguecer, era una luz celestial, un destello dorado de aureolas diáfanas que pareció quemar sus retinas, lo incendió todo, nunca antes ese recinto brilló tanto por un instante, el documento fue leído por la secretaria expresando lo siguiente:
«Estos lujos alimentaron mi ego, mi codicia desenfrenada desde joven cuando quedé viuda a la edad de diecisiete años de mi multimillonario marido, lo tenía absolutamente todo, él fue mi soporte, mi lámpara de Aladino.
Me sometí a ella producto del deseo durante todo el trayecto de mi vida, olvidé mi propia realidad y me dejé consumir en un mundo de fantasía en el que solo yo cabía, ese yo fue mi príncipe azul, nunca más tuve que rendir cuentas a nadie, me liberé totalmente de toda atadura y autoridad, yo era mi propia autoridad, conseguía lo que quería, dominaba a mi antojo, en este baúl está comprimido el pensamiento ambicioso de mis días de ocio cuando visité los almacenes más glamurosos de Bogotá y las principales ciudades del mundo, siempre quise tener un recuerdo en cada visita, en cada viaje una joya que valiera la pena, sin importar si su precio era generoso, o exorbitante para sentir realizados mis sueños.
Cuántas veces hombres, mujeres, niños y ancianos, en todas partes extendieron su mano a mi paso pidiendo un poco de consuelo para aliviar su sed, su hambre y lo ignoré todo, a cuántas personas considere mis amigas y amigos en el trayecto de mi vida compartiendo con ellos y fui exageradamente generosa saciando sus antojos sin ninguna necesidad y hoy estoy sola, nunca antes había sentido tanta soledad y necesidad de Dios como ahora que debo partir, ese es mi próximo paso, siento hambre de Dios, sed de Dios y no sé dónde buscarlo, cómo hallarlo, dónde encontrarlo, nunca antes le presté atención ni le dediqué un minuto de mi tiempo que era suyo, lo ignoré por completo para que guiara mis pasos porque consideré que solo yo podía ser y estar sobre la faz de la Tierra.
Ahora me doy cuenta que solo soy un elemento vacío en medio de tanta incertidumbre, oscuridad y silencio, no es fácil encender la luz interior con la que debí haberme iluminado desde un principio con gratitud, cuando creo lograrlo mi conciencia se nubla, es como un fantasma oscuro atravesado a mi paso, como una nube negra que me envuelve el pensamiento.
Siento tanta vergüenza, no sé cómo vivir la palabra humildad que conocí en el legado de mis padres porque nunca lo hice, la ignoré, creí que el amor se manifestaba con dádivas y lujos para arroparnos en él a plenitud y me equivoqué, el amor es otra cosa, me entregué con intereses mezquinos a las oportunidades que la vida me dio dejándome llevar por frases ilusorias, con palabras bonitas, consumiéndome en la acción desenfrenada de los más bajos instintos solo por placer.
Amar es sentir sin restricciones, es entregarlo todo desde el corazón, es hacer crecer cada día la flama encendida de nuestro interior toda la vida para iluminarnos e iluminar a otros, es comprender y respetar los animales como parte del todo que somos, igual las plantas, no debe ser difícil entender a las criaturas vivas del universo y aprender de ellas, están solo para dejar lecciones de convivencia, supervivencia y respeto, desde aquella criatura minúscula organizada en colonias perfectamente sincronizadas para desenvolverse hasta las más visibles e imponentes criaturas que inspiran tanta admiración al verlas.
La vida de las plantas nos enseñan tesón, paciencia y constancia, nos ofrecen sombra protegiéndonos del fuego abrasador del mediodía, frutos, efluvios, energía y lo más importante, nos enseñan a crecer tan alto como sean nuestras aspiraciones, crecen sobre cualquier terreno donde sus semillas caen, aun si es árido, porque para crecer no se necesita confort, solo es necesario vivir iluminados desde adentro alimentando nuestro espíritu con la sabia divina de un pensamiento lúcido y la palabra que ilumina el camino que transitamos a diario por el tiempo que nos permitan permanecer en esta escuela de aprendizaje, el libro sagrado de la religión que estés profesando para hallar esa luz que nos muestra el camino, el ahora no se debe extinguir nunca de nuestro amado presente, es el que nos mantiene alerta porque aún se libran las luchas entre el bien y el mal en todas partes, el diálogo con Dios todos los días sin medir el tiempo para acortar distancias y que es necesario, dispuesta siempre para liberarme de tantos arrepentimientos y remordimientos que torturan e incendian mi alma.
Cómo perdonarme para perdonar, pero ¿qué es el perdón? Qué ignorancia más grande y profunda me embarga, no puedo aceptarme tal como soy, ni siquiera sé cómo soy, ¿cómo es que no he sacado tiempo para reflexionar y meditar para encontrarme?, para buscarme, entenderme, reconocerme y aceptarme ya no hay tiempo, pero tengo la convicción que Dios perdona si estoy arrepentida de corazón.
Qué abandono más grande de mi parte, cómo reconocer que todo en mi vida fue un proceso de aprendizaje para mi evolución venciendo el miedo?, Perooo ¿he vencido el miedo?, qué confusión más terrible estoy viviendo en este mismo instante, qué momento más cruel.
Difícil liberarme de ataduras y fracasos, considerarme un valioso ser en crecimiento espiritual perenne para la eternidad, ¿en mí será posible si no lo he intentado nunca? ¿Puedo buscarlo en mi propia esencia para erradicar lo que he sido y reconocer quién soy cuando me vaya?, ¿qué vine a hacer, Dios mío?
Tal vez logre liberarme de esta oscuridad, este tormento me consume y enceguece para encontrar lo que he venido a ser y serlo, se agota el tiempo, debo hallar a Dios ya, aceptarlo en mi corazón, ¿me dará la luz para reconocer lo que vine a ser? Sííí, seguramente en cualquier momento, no moriré jamás, quedarán mi despojos aquí mientras puedo continuar mi camino donde el tiempo no existe, el tiempo es Dios, solo sirve para medir nuestro paso fugaz por aquí, somos hijos de la eternidad y a ella volvemos, he reflexionado mucho últimamente en medio de mi abandono y soledad buscándome, he podido encontrar que mi verdadera riqueza ha estado oculta en mi interior, pisoteada por mis ambiciones desenfrenadas. Una pequeña luz ha comenzado a encenderse esta mañana colmándome de amor, me siento aliviada, creo haber hallado el camino, se mantiene flamante en mi corazón, se agiganta, qué grande, humilde y compasiva es mi esencia, sabio Dios Padre celestial perdonándome, enseñarme que solo en la luz podremos transitar, voy a aprender todo de ti, estoy en el camino eterno para remediar mis faltas y mis penas con arrepentimiento sincero, el pecado desaparecerá, estoy preparada para vencer.
Amado sobrino, busca el mejor y más apropiado mercado para la comercialización de todo este contenido en el que invertí tanto dinero, por favor, dedícalo en su totalidad a las obras de caridad sin que a tu familia y a ti les falte nada, tienes lo necesario para llevar una vida digna, invierte en los niños abandonados que encuentres a tu paso sin importar dónde, abuelitos abandonados, madres solteras abandonadas y necesitadas que luchan solas por sus hijos, campesinos pobres y desterrados sin techo y sin trabajo con sus familias para que no sigan viviendo en las calles.
Visita a menudo las cárceles, los hospitales, los orfanatos, los ancianitos, albergues para animales y especies endémicas producto del tráfico ilegal y siempre, siempre, siempre llega con algo significativo, a donde puedas entregar tu generosidad y tu conciencia libres de ambición, opulencia y acomodos, libérate de codicia y deseos innecesarios, ofrece las obras de misericordia a Dios en redención de mis pecados, ora y pide por mí todos los días, es mi última voluntad».
Al terminar la lectura quedó todo en silencio. Jamás esperaron hallar esa reflexión tan conmovedora y profunda, sin hacer mayores comentarios terminaron la diligencia pasadas las ocho de la noche, quedaba todo en orden para sus respectivos trámites con la firma del acta donde el abogado con presencia de los peritos quedaría al frente del proceso hasta concluir la diligencia de legalización para que el profesor pudiera programar y organizar su difícil tarea, se les vio notablemente agotados.
Luego de asegurar el baúl, nuevamente con los candados y la chapa, el profesor Genaro pidió al señor notario conservar todo en la caja fuerte hasta el día que concluyera en su totalidad la diligencia y depositó la llave del baúl y la camioneta en el bolsillo de su chaqueta, todo lo demás dentro de cada sobre como apareció inicialmente, quedando en cuerpo de custodia bajo responsabilidad del notario y el abogado, al principio tan pronto terminaron con el tinto María Leonor, los había invitado a una comida incluida la auxiliar de servicios que se encontraba todavía en ese momento, no los descuidó en ningún momento con su eficiente servicio hasta abandonar el recinto, salieron en grupo y se desplazaron caminando hasta un restaurante cercano que frecuentaba el señor notario cada vez que lo invitaban sus clientes y era su preferido. Ingresaron y fueron atendidos enseguida, compartieron una deliciosa cena a base de pescado fresco y vino seco que supieron venderles con excelente servicio, se deleitaron escuchando música instrumental de fondo, mientras iban tratando uno a uno los diferentes temas que quedaban pendientes por resolver.
Pasadas las doce de la noche se despidieron, el profesor Genaro canceló la cuenta y cada cual se dirigió a su destino correspondiente. El profesor tomó la mano de María Leonor, luego de recibir la comida de su hijo que habían solicitado previamente, tomaron un taxi y se dirigieron a la casa de Adelita Morán, su nueva propiedad.
Abandonaron el taxi e ingresaron, su hijo aún se encontraba despierto, feliz como siempre cada vez que los visitaba su padre, salió a recibirlos y se quedaron en la sala departiendo frente al televisor, Miguel Ángel en medio de los dos acariciando con ternura el cabello de su padre, enterándose de los sucesos del día, recíprocamente recibiendo su cariño mientras planeaban cómo desenvolverse de semejante responsabilidad. Miguel Ángel pasó al comedor para llenar su estómago con la delicia que le había llevado su madre, se sentó cómodamente a tomar los alimentos y enterarse cuál era la ilusión que trasnochaba a su tía Adelita últimamente, asegurándose de que sus padres se casaran por la iglesia lo antes posible mientras ellos en la sala seguían planeando su boda; «¿cuándo será el matrimonio? —preguntó feliz su hijo—, ¿dónde se van a casar?, ¿cómo va a ser?» y así, una serie de preguntas sin respuesta porque a sus padres ya los vencía el sueño y el cansancio.
Se quedaron dormidos en las sillas que ocupaban. Miguel Ángel los despertó diciendo: «¿Hola? Les hice unas preguntas y no me respondieron», «en otro momento, hijo, estos días hablamos de eso, mi amor —respondió su madre—, todavía hay muchas cosas por atender y organizar primero que todo».
El joven aceptó respetuosamente dirigiéndose a su cuarto de dormitorio, no sin antes depositar sus besos y abrazos en las humanidades que le ofrendaban tanto amor, el profesor y María Leonor se dirigieron a su habitación donde pasaron el resto de la noche amándose, a pesar del cansancio hasta pasadas las ocho de la mañana.
El profesor luego de cepillarse los dientes y tomar el tinto, que por costumbre le ofrecía María Leonor en la cama cada vez que se encontraba de visita con ellos, se cubrió con su levantadora y se colocó sus pantuflas para dirigirse al estudio, allí se reunió con María Leonor y su hijo Miguel Ángel.
Lo hicieron con el fin de tomar algunas decisiones trascendentales que había estado maquinando por largo rato esa mañana.
«Como es bien sabido por ustedes —comenzó diciendo el profesor—, no puedo quedarme mucho tiempo aquí, mi madre está muy enferma y debo regresar pronto al pueblo, tan pronto terminemos esta reunión debo llamar a la telefonista para que me comunique a las dos de la tarde con la enfermera que quedó al cuidado de ella, pendiente de las medicinas y la tensión a ver qué razón me tiene y cómo ha evolucionado; según la razón que me dé, vamos a buscar un topógrafo que nos confirme el área de la finca, así confirmamos si son las cincuenta hectáreas según rezan los documentos que dejó la tía Adelita y parcelar por hectárea para cada beneficiario, pienso yo que podemos llegar allá con el fin de trabajarla. Desarraigados de esos que ha dejado la guerra para hurtarle sus tierras e incrementar sus fundos, porque los patrocinadores de l...
Índice
- Cubierta
- Créditos
- Título
- Índice
- Capítulo I
- Capítulo II
- Capítulo III
- Capítulo IV
- Capítulo V
- Capítulo VI
- Capítulo VII
- Capítulo VIII
- Capítulo IX
- Capítulo X
- Capítulo XI
- Capítulo XII
- Capítulo XIII
- Capítulo XIV
- Capítulo XV
- Capítulo XVI
- Capítulo XVII
- Capítulo XVIII
- Capítulo XIX
- Capítulo XX
- Capítulo XXI
- Capítulo XXII
- Capítulo XXIII
- Capítulo XXIV
- Capítulo XXV
- Capítulo XXVI
- Capítulo XXVII
- Capítulo XXVIII
- Capítulo XXIX
- Capítulo XXX
- Capítulo XXXI
- Capítulo XXXII
- Capítulo XXXIII
- Capítulo XXXIV
- Capítulo XXXV
- Capítulo XXXVI
- Capítulo XXXVII
- Capítulo XXXVIII
- Capítulo XXXIX
- Capítulo XL
- Capítulo XLI
- Capítulo XLII
- Capítulo XLIII
- Capítulo XLIV
- Capítulo XLV
- Capítulo XLVI
- Capítulo XLVII
- Capítulo XLVIII
- Capítulo XIL
- Capítulo L
- Capítulo LI