Imaginemos una frase
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Imaginemos una frase

  1. 224 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Descripción del libro

Este libro parte de una propuesta muy singular. El autor reúne frases –no necesariamente las más célebres ni las más trascendentales- de veintisiete escritores –desde Shakespeare a algunos actuales– y cada una de ellas da pie a un breve, sagaz e inteligente ensayo.

El arranque shakespeariano es sorprendente: la frase elegida es «Oh, oh, oh, oh». Siguen otras de John Donne sobre la mentira, sir Thomas Browne sobre el tiempo, de Quincey sobre el daguerrotipo, Charlotte Brontë sobre las medicinas y el dolor, George Eliot sobre la mirada, uno de los juegos verbales de Gertrude Stein, Virginia Woolf sobre la enfermedad, una respuesta de James Baldwin a Norman Mailer, un pie de foto escrito por Joan Didion, un comentario de Roland Barthes sobre las anguilas en la gastronomía japonesa, una reflexión de Anne Carson a partir de Flaubert…

El resultado es un derroche de talento e ingenio, una pirueta literaria, un ejercicio de erudición, un reto intelectual, un deslumbrante juego experimental, una reflexión sobre el poder de las palabras y un muy estimulante conjunto de jugosos ensayos.

Preguntas frecuentes

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Información

Año
2022
ISBN de la versión impresa
9788433964908
ISBN del libro electrónico
9788433944597
Categoría
Literatura
[←1]
«Dentro del vientre de nuestra madre hay una mortaja que crece con nosotros desde el momento de nuestra concepción, y envueltos en esta mortaja salimos al mundo, porque venimos a buscar una tumba; y, al igual que a los presos se les puede poner en libertad bajo fianza, una vez el vientre nos ha puesto en libertad, seguimos ligados a él mediante sogas de carne, mediante una cuerda que no nos deja ni marcharnos ni quedarnos.» (N. del T.)
[←2]
«El tiempo, que anticúa las Antigüedades, y tiene la capacidad de transformar en polvo todas las cosas, ha perdonado, sin embargo, a estos Monumentos menores.» (N. del T.)
[←3]
«Ya en este año de 1845, merced a la sucesión de grandes revoluciones a lo largo de cincuenta años entre los reinos de la tierra, merced al continuo desarrollo de enormes logros de la física –el vapor en todas sus aplicaciones, la luz bajo el yugo del hombre como una esclava, las fuerzas del cielo que descienden sobre la educación y las aceleraciones de la imprenta, fuerzas del infierno (en apariencia, pero también celestiales) que vuelven sobre la artillería y las fuerzas de la destrucción–, el ojo del más observador sereno se ve abrumado; la envidia de una especie de seres fantasmagóricos que se mueven entre nosotros atormenta nuestro cerebro; y resulta demasiado evidente que, a menos que este ritmo tremebundo de avance no se ralentice (algo que no parece esperable) o, lo que es felizmente probable, se fuerce hacia la religión o la filosofía profunda, radiarán con fuerza centrífuga contra esta vida tormentosa tan peligrosamente centrípeta llegados al vórtice de lo meramente humano, desamparado, la tendencia natural de un tumulto tan caótico que tiene que ser para mal; para algunas mentes, la locura, para otras, una reacción de carnal letargo.» (N. del T.)
[←4]
«La droga fraguó» podría ser una buena opción a la hora de traducir la frase, aunque daría pie a otras discrepancias y nos dejaríamos varias acepciones por el camino, como se verá a continuación. (N. del T.)
[←5]
«Nuestros ánimos son propensos a transportar con ellos imágenes que se suceden unas a otras como las imágenes de linterna mágica de una cabezada; y en ciertos estados de embotada desolación Dorothea siguió viendo durante toda su vida la vastedad de San Pedro, la enorme cúpula de bronce, la intención exacerbada en las actitudes y adornos de los profetas y evangelistas de los mosaicos en lo alto, y los cortinajes rojos colgados en Navidad y que se extendían por todas partes como una enfermedad de la retina.» (N. del T.)
[←6]
«Esta mañana, la tormenta más espantosa y terrible que recuerdo. Me despertó a las seis, o poco antes –luego venga a tabletear incesantemente como los vagones de equipaje de un tren; una imitación bastante espantosa–, el aire hecho una masa asquerosa de niebla sofocante y fétida, como humo; lluvia escasa, pero truenos cada vez más contundentes, acompañados de relámpagos que zozobraban vagamente por todo el aire y, para rematar, un terrorífico rayo doble de un fuego rojizo-violeta, no bifurcado o en zigzag, sino en riachuelos ondulados: dos al mismo tiempo con veinte o treinta grados de separación que se me quedaron en la retina durante por lo menos medio segundo, seguidos de un tremendo repique de artillería; nada de estallidos traqueteantes ni de restallar irregular, sino zambombazos.» (N. del T.)
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«Esta mañana, la tormenta más espantosa y terrible que recuerdo. Me despertó a las seis, o poco antes –luego venga a tabletear incesantemente como los vagones de equipaje de un tren; una imitación bastante espantosa–, el aire hecho una masa asquerosa de niebla sofocante y fétida, como humo; lluvia escasa, pero truenos cada vez más contundentes, acompañados de relámpagos que zozobraban vagamente por todo el aire y, para rematar, un terrorífico rayo doble de un fuego rojizo-violeta, no bifurcado o en zigzag, sino en riachuelos ondulados: dos al mismo tiempo con veinte o treinta grados de separación que se me quedaron en la retina durante por lo menos medio segundo, seguidos de un tremendo repique de artillería; nada de estallidos traqueteantes ni de restallar irregular, sino zambombazos. Duró una hora, luego se apaciguó, escampó un poco, sin demasiada lluvia, –ni una pizca de azul– y ahora, a las siete y media, parece que se cierne de nuevo sobre la oscuridad demoniaca de Mánchester.» (N. del T.)
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«Suponiendo que podamos dar por seguro un lapso de tiempo concreto, suponed que sea necesario siquiera, suponed que no se permite extractar ni se necesita ninguna otra clase de manipulación, suponed que el resto del mensaje está mezclado con una aguja larguísima y fina y que incluso en el caso de que hubiese un borde negro, suponiendo que todo esto forme un vestido y suponed que fuese real, suponed que la mala manera de afirmarlo fuese ocasional si lo suponéis en agosto, e incluso más melodiosamente, si lo suponéis hasta en la circunstancia de que desde luego no haya necesariamente nada entre verano e invierno, suponed esto y un elegante acuerdo un acuerdo muy elegante es más que consecuencia, no es definitivo ni suficiente ni sustituido.» (N. del T.)
[←9]
«Supongamos una frase. / Como son las nuestras en cristal. / El cristal vuelve el suelo cristal. / Una frase de su sustantivo. / Cómo eres en ideado elogiado. / Cómo eres tú en en favorito. / Pensando en frases en elogiado. / Frases en en elogiado en agradece en piensa en frases en piensa en elogiado. / Las frases no deberían encoger. Elogiadas. / Una frase dos frases no deberían pensar elogiadas. Elogiadas. / Cómo lo haces si eres demasiado bien elogiado. / Una frase se apoya cuan larga.» (N. del T.)
[←10]
«Teniendo en cuenta lo que sabemos de la enfermedad común, del tremendo cambio espiritual que provoca, de lo asombroso, cuando se apagan las luces de la salud, de las regiones no descubiertas que entonces se destapan, los páramos y desiertos del alma que una leve gripe saca a relucir, los precipicios y llanos salpicados de brillantes flores que revela una fiebre baja, los robles antiguos y tercos que arranca de cuajo el acto de la enfermedad, cómo caemos en el pozo de la muerte y sentimos las aguas de la aniquilación sobre nuestras cabezas y despertamos pensando que nos encontramos en presencia de los ángeles y las arpas cuando nos sacan un diente y emergemos a la superficie en la silla del dentista y confundimos su “Enjuáguese la boca, enjuáguese la boca” con el saludo de la Deidad que se alza del suelo del Cielo para darnos la bienvenida: cuando pensamos en esto y en infinitas cosas más, como con tanta frecuencia nos vemos obligados a pensar, resulta realmente extraño que la enfermedad no ocupe un lugar entre el amor, la guerra y los celos entre los temas preeminentes de la literatura.» (N. del T.)
[←11]
«Lo importante no era que tuviésemos penicilina cuando ellos no la tenían, ni la munificencia desinteresada del Ministerio Francés de Reconstrucción (como se llamaba por entonces), sino el atisbo obtenido de ellos...

Índice

  1. Portada
  2. La sensibilidad como estructura
  3. ¿Cómo?, ¿ni una palabra de despedida?
  4. Esperanzas comprensibles de acabar
  5. O altitudo
  6. Daguerreotype, &C.
  7. La exaltación de Lucy Snowe
  8. Una historia de luces y sombras
  9. Tradiciones de aire
  10. Supongamos una frase
  11. Cómo cómo cómo qué qué qué
  12. Toda clase de oscuras tensiones
  13. (Cuadritos 1915-1940)
  14. Astillas de actualidad
  15. Obedeciendo la forma de la curva
  16. La gran ilusión
  17. Un recorrido por los monumentos
  18. No es más que una daga de papel
  19. Comer no es respetar un menú
  20. Aun habiendo suscitado un culto
  21. La maña de la destrucción
  22. Suite veneciana
  23. Una proeza ritual
  24. Lengua rota
  25. Imprecisión salvadora
  26. Sorprendió a sus zapatos
  27. Tardó en solidificarse
  28. Dejando los gustos de lado
  29. O cualquier frase que no sea estúpida
  30. Semejante a como si
  31. Lecturas
  32. Agradecimientos
  33. Notas
  34. Créditos