Toni Marcilla
Diario de un dolor
de tarde de domingo
© Toni Marcilla, 2022
© Editorial Almuzara S.l., 2022
© Ilustración de portada: Xavi Corral
Reservados todos los derechos. «No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea mecánico, electrónico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.»
Editorial Mascarón de Proa • Colección Ficción
Director editorial: Javier Barbero
Ebook: R. Joaquín Jiménez R.
www. editorialmascarondeproa.com
ISBN: 978-84-11311-75-5
Hecho en España - Made in Spain
Esto no es una novela. Tampoco un libro de autoayuda. Seguramente no es ni una cosa ni la otra porque no sé hacer ninguna de las dos. No es ni una cosa ni la otra como no lo es un café con leche que, dicho sea de paso, sí sé hacer. Esto, son dos elementos miscibles o no. Uno acompaña al otro. Uno introduce al otro, aunque los dos tengan entidad propia. Aunque, a pesar del café con leche, uno pueda tomarse sin el otro o con el otro. Aunque mi escondida pretensión sea que el uno te lleve, casi sin quererlo, al otro…ojalá pueda servirte también para disfrutar sólo de uno o del otro. Que simplemente te sirva le dará el sentido que, ahora, no tiene.
Gracias.
Toni Marcilla (2021)
A mi abuela Carmen.
Por luchar. A pesar de todo.
A mi madre
Por reinventar su vida para regalárnosla.
A tu Anna, per acompanyar-me en aquesta
nostra personal aventura del dia a dia.
“El duelo es el precio que se paga por amar”
Erich Fromm
“A veces llega un momento en que te haces viejo de repente; sin arrugas en la frente, pero con ganas de morir (…) siento que algo echo en falta, no sé si será el amor”
La senda del tiempo. Celtas Cortos
“No hay mejor obsequio que una parte de ti mismo”
Ralph Waldo Emerson
Prólogo
PROSPECTO: INFORMACIÓN PARA EL USUARIO
Lea todo el prospecto detenidamente antes de empezar “a tomar este medicamento” (a leer este libro), porque contiene información importante para usted.
Empezaré por robar un par de preguntas, escritas por el propio autor, al inicio de este libro:
“¿A ver qué me toca?”… pues… me “ha tocado”… ¡escribir el prólogo! Lo que me lleva irremediablemente a la segunda cuestión… “¿a ver qué me sale?”
Afortunadamente, la vida, está llena de sorpresas. Cuál no sería la mía cuando, Toni, en una de nuestras periódicas cenas de tapeo me dijo: “he escrito un libro” y, a continuación, extendió la mano, esquivando las patatas bravas y las jarras de cerveza, pasándome un pendrive: “Léelo y me dices qué te parece”. Poco tiempo después, en el mismo contexto gastronómico, me pide algo que yo ya me temía y, a lo cual, él sabía que no me podía negar: “tienes que escribir el prólogo”
En la introducción que encontraréis en este libro, el propio Toni nos dice que “Esto no es una novela. Tampoco un libro de autoayuda” y lo define como un “café con leche”: una de esas genialidades de Toni. Está claro que una definición no consiste en decir lo que el objeto definido no es si no, en lo que sí es.
Los que conocemos a Toni desde hace muchos años sabemos que, además de trabajar en una farmacia (establecimiento en el que lo conocí por primera vez), es un cocinillas. Y yo, me atrevería a decir, que nos ha cocinado un libro con una receta llena de ingredientes. Como todos sabemos, para que nos salga un buen plato, es necesario ajustarse a los tiempos de cocción, que no deja de ser un ingrediente, aunque inmaterial. Pues bien, en este libro se juega con los tiempos, mezclando sutilmente el pasado, presente y futuro, consiguiendo que todo esté en su punto y pudiendo saborear como unos tiempos condicionan a los otros.
También se mezcla realidad (hay una buena dosis de verdad autobiográfica) con ficción, de tal manera que no sabes dónde empieza una y dónde acaba la otra.
Y, por supuesto, no pueden faltar los condimentos. Durante la lectura de estas páginas podrás paladear dosis de humor que te harán reír o, por lo menos, sonreír. Algunas pizcas de drama que humedecerán tus ojos. Todo ello salteado con un sofrito de vida de trabajo en la farmacia, de familia –pasada y presente –, de experiencias determinantes, de vacaciones en el camping…
Estás a punto de comenzar una obra que, desde mi punto de vista, ha resultado ser una catarsis. Catarsis, en sentido psicoanalítico, para el propio autor, que en alguna de sus páginas afirma: “escribo para entenderme”. Pero también catarsis, en sentido aristotélico, para el lector, pues esta lectura puede tener un efecto liberador y de transformación por las emociones que suscita, como lo hacían las grandes tragedias en la antigua Grecia.
Y, sin más preámbulos: ¡Pasen y vean! Aunque, lo más apropiado sería decir: ¡Pasen y lean!
¡Qué aproveche!
Txus Torres Nalda
Presente de indicativo
(El que enuncia como real
lo que expresa el verbo)
Durante la última década, dos frases han condicionado mi estado de ánimo y por defecto de uno mismo, con él, gran parte de mi vida. Cuando hablo de estado de ánimo, hablo de trabajo, porque es el trabajo el que se ha llevado y continúa haciéndolo, gran parte de las horas de mi vida.
Una de esas frases es «a ver qué me sale» y la otra, «a ver qué me toca». No, no trabajo en una administración de lotería. Trabajo en una farmacia y, aunque pueda parecer extraño, esas dos frases son el preámbulo que condiciona mi quehacer diario. Mi mañana y mi tarde. Mis ocho horas de vida laboral diaria. Las otras, las que quedan bajo la pátina tediosa de ese trabajo que lo impregna todo en mí, sólo están dirigidas a la desconexión.
En mi trabajo ni tan siquiera, la mayoría de las veces, hay un «buenos días» o un amago de formalismo que me haga entrever que formamos parte de algo llamado civilización, con los del «otro lado» del mostrador. Se te lanza la hoja del plan de medicación o la tarjeta sanitaria sobre el mostrador y se apostilla una de las dos órdenes: a ver qué me sale o a ver qué me toca.
Entrar en el mundo del plan de medicación, facultad exclusiva de los profesionales de la farmacia, es empezar en la aventura de» las cosas del querer», del querer aun no pudiendo. El que va a la farmacia quiere un medicamento que, igual, aún no «le toca» por respeto a una posología o a una programación. A la pregunta: «dígame, qué es lo que necesita», lo más fácil es obtener una respuesta del tipo «me lo das todo». Rápido, simple, productivo. Aunque uno sabe que esa respuesta tiene trampa, porque está ligada a la segunda parte del, podríamos llam...