
- 32 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Morirse a tiempo
Descripción del libro
«Morirse a tiempo» es, según lo presenta su autora, «un ensayo de un pequeño poema imitación de Campoamor». En esta breve historia en verso el sonido de las campanas de la iglesia anuncia una boda. María va a casarse con un hombre al que no ama.
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Información
Categoría
LiteraturaCategoría
ClásicosEl doctor
Era el doctor pariente de María;
hombre de gran fortuna y pocos años,
de quien el vulgo con afán decía
que si tuvo, o no tuvo, desengaños;
pero también es cierto que a porfía,
lo mismo que los propios los extraños,
le llamaban un noble caballero,
valiente y generoso,
en alguna ocasión poco sincero,
pero a cambio leal, rico y hermoso;
y era verdad, que el sol de Andalucía
le dio a sus ojos los mejores rayos,
y cuando vino a iluminar el día,
con asombro profundo,
halló dos soles más sobre este mundo:
negro cabello de azulados tonos
le prestaba vigor a sus mejillas
tostadas por los vivos resplandores
del cielo de las palmas y las flores;
con la poblada barba en dos mitades
y su boca de púrpura teñida,
era el doctor, de ciencia nada escaso,
la más hermosa imagen de la vida
en varoniles formas encerrada,
pues su frente, su labio y su mirada,
y hasta su firme y arrogante paso,
tales encantos dan a su persona
que una vez, nada más, que se le vea
basta para quererle, pues abona
en favor suyo tanto la figura,
que el alma que no quiere cosa fea,
se fija con amor en su hermosura,
y con afán inmenso la desea.
«¡Y tú me amaste!, ¡pobre y desgraciada
mujer, a quien la suerte
sarcástica y terrible,
te va a hacer por mi amor ambicionada
cuando el frío marmóreo de la muerte
a tu cuerpo transforme en insensible
y ni puedas mirarme ni yo verte!...
¡Tormento sin igual, tormento horrible!»
Así dijo el doctor, y entre su mano
inclinó lentamente la cabeza
a la cual el dolor fiero y tirano
prestaba un nuevo tinte de belleza;
rindió el tributo, como todo humano,
a las leyes de la naturaleza,
y una lagrima ardiente, gruesa y clara,
rodó abrasando su morena cara.
–«¡No me persigas, no!, ¡Soy de la muerte,
fantasma de Castilla!»
Dijo con tardo acento,
y luchando con triste pesadilla
que turbaba su enfermo pensamiento,
la pobre joven que, al dolor nacida,
iba pronto a cambiar por su tormento
la paz eterna de la eterna vida.
–«Siempre, siempre te amé; ¡callada muero
llevándote conmigo, amor primero!»
–«¡María, flor tronchada
del hermoso vergel de los amores!,
yo soy, di, ¿no me ves?», esto decía
el buen doctor, que en el soberbio lecho
y sobre el almohadón medio inclinado
a María estrechada contra el pecho.
Abrió los ojos y, asombrada y fría,
tal vez sin convencerse que era cierto
lo que otras veces al soñar veía
así, con respirar ahogado y yerto,
le contestó María:
–«¿Eres sombra o verdad? Si lo primero,
déjame que en la sombra me confunda
y tú serás mi eterno compañero;
si eres verdad, si tus brillantes ojos,
a quien tanto miré sin verlos nunca
fijos en mí, son esos que me miran
y a través de su llanto y sus enojos,
besos me dan que en el amor se inspiran,
sálvame de la muerte que me sigue
y a quien amé mientras te vi lejano,
sálvame de esa muerte, que me espanta
hoy que tu mano está sobre mi mano.
¡Callas, porque eres sombra!» –«¡No, María,
por ti, mi corazón rompió su hielo,
y hoy por ti el universo cambiaría,
que es para mí tu amor, mejor que un cielo!
Me amaste siempre, y yo, que no sabía
lo que el amor de la mujer encierra
cuando nace espontáneo y generoso,
a tu lado pasé sobre la tierra
para buscar, en fáciles amores,
dichas livianas al placer vendidas,
¡ay de mí! ¡Cuántas flores
holló mi planta de tu amor nacidas!»
No termi...
Índice
- Morirse a tiempo
- Copyright
- La boda
- La novia
- Los demás de la boda
- El novio
- En el tren
- Antes del año
- El doctor
- Epílogo
- Sobre Morirse a tiempo