Periferias | Crónicas del Ecuador invisible
  1. 151 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Descripción del libro

Periferias: crónicas del Ecuador invisible es una publicación colectiva que reúne cinco investigaciones periodísticas que dan cuenta del olvido y la inacción del Estado ecuatoriano. Los autores de los reportajes son periodistas locales que integran la Red de Periodismo de Investigación. 

La Fundación Periodistas Sin Cadenas empezó a tejer esta red de trabajo colaborativo en 2020 y diseñó un programa de capacitación virtual sobre periodismo de investigación con el apoyo de la Universidad San Francisco de Quito. Las historias recogidas en el libro reflejan la destrucción que ha dejado la minería y la industria agroalimentaria en Esmeraldas y Santo Domingo de los Tsáchilas, respectivamente; el olvido en el que se sumió Manta después del terremoto de 2016; y la penetración de bandas delincuenciales transnacionales en Carchi. Además, retomamos la investigación del secuestro y asesinato del equipo de prensa de diario El Comercio para denunciar una vez más la negligencia del Estado por no seguir una pista importante: los celulares y las comunicaciones que tuvieron los hombres de Guacho en la cárcel de Latacunga. 

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Información

Año
2022
ISBN del libro electrónico
9789978775639
Edición
1
Categoría
Journalism
Los celulares de los intercambiables de ‘Guacho’
Los tres hombres que alias ‘Guacho’ pidió a cambio del equipo periodístico de El Comercio tuvieron acceso a celulares en la cárcel durante el secuestro de los comunicadores. En los dispositivos que se les atribuyó se halló el registro de casi mil llamadas –en esos días críticos– mientras eran los hombres más vigilados del país. Las pericias de esos aparatos solo evidencian más impunidad en el caso Nos faltan 3.
Los hombres de ‘Guacho’
A las 21h00 del jueves 12 de abril del 2018, las luces se encendieron. En los pabellones del Centro de Privación de Libertad de Cotopaxi, en Latacunga, la noticia ya corría: en segundos se realizaría una requisa carcelaria. Un equipo de cuatro agentes de la Unidad de Inteligencia Penitenciaria (UIP) ingresó a las celdas del ecuatoriano Patrocinio Cortez Preciado, alias ‘Cuco’, y de los colombianos Diego Fernando Tobón, alias ‘Diego’, y James Cuajiboy, alias ‘James’. Los tres –señalados como miembros del grupo disidente Frente Óliver Sinisterra (FOS)– fueron detenidos por tenencia de armas y explosivos y esperaban su juicio en prisión.
Los decomisos, conocidos como raquetas entre la población penitenciaria, en los recintos de privación de libertad no son actividades aisladas. Una persona excarcelada –caporal de uno de los pabellones del CRS de Latacunga, un preso que manda– dice que, en aquellos años, solían realizarse dos veces por mes. Y la información de las actividades policiales se difuminaba como pólvora a través de las celdas.
Pero la incursión de la UIP no fue improvisada. Ocurrió dos horas antes de que el expresidente de Ecuador, Lenín Moreno, diera un plazo de 12 horas, aquel jueves, al FOS para que entregara una prueba de vida del periodista Javier Ortega, del fotógrafo Paúl Rivas y del conductor Efraín Segarra, equipo periodístico de diario El Comercio. Ellos, hasta ese día, habían permanecido 18 días secuestrados por el grupo ilegal delictivo en la zona fronteriza norte. Los tres fueron capturados en Mataje el 26 de marzo y luego trasladados a territorio colombiano. Walter Patricio Arízala Vernaza, alias ‘Guacho’, en aquel entonces líder del FOS, antes de ser abatido por el ejército colombiano en diciembre de ese año, había sido claro: para que Javier, Paúl y Efraín regresaran con vida a casa, Cortez, Tobón y Cuajiboy, tres de sus hombres estratégicos, debían ser liberados.
‘Cuco’, ‘Diego’ y ‘James’ eran, para esos días, los nombres que mantenían en expectativa al país. ¿Quiénes eran?, ¿por qué ‘Guacho’ los reclamaba?
En Mataje, los niños crecen entre el calor, la falta de servicios básicos y la presencia estatal, la ausencia de oportunidades y los futuros marcados por los vínculos con el crimen organizado. Patrocinio Cortez nació el 12 de julio de 1983 en esa comunidad, enclavada en el cantón San Lorenzo, en Esmeraldas. Tenía 34 años cuando fue detenido por la Policía Nacional el 12 de enero de 2018.
‘Cuco’ era un hombre importante para alias ‘Guacho’ y sus muchachos. Con el líder del FOS había coincidido en las filas de las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC). Allí, de acuerdo con versiones recabadas por la Fiscalía, trabajaron juntos en el transporte de drogas y armas de lancha. Para el FOS, el hombre se volvió un miembro clave: se encargaba de reclutar gente para que la operatividad del grupo narcodelictivo funcione, además, coordinaba el abastecimiento de material bélico y armamento. Su alcance iba más allá de garantizar el funcionamiento operativo de la disidencia, también fue el jefe de las milicias en la zona baja del río Mira.
James Cuajiboy tenía 19 años cuando fue detenido. Apenas entrado a la mayoría de edad, ya formaba parte del esquema de seguridad que debía encargarse de proteger a alias ‘Guacho’ y del transporte de explosivos, armas y municiones. Diego Tobón, en cambio, tenía como misión cuidar la logística tanto para emisión como recepción del material, que luego sería utilizado por el FOS para mantener su estructura ilegal ejerciendo violencia.
‘Cuco’, ‘James’ y ‘Diego’ trabajaban en equipo, unidos y escondidos, según fuentes de inteligencia. Sabían que los estaban buscando, ellos eran los principales sospechosos del atentado reportado a las 17h20 del 2 de noviembre de 2017, contra una patrulla del Grupo Especial Móvil Antinarcóticos (GEMA), donde viajaban cuatro agentes policiales en el sector La Cadena, en San Lorenzo.
La Dirección Nacional de Policía Judicial e Investigaciones tardó dos meses en localizar a los tres hombres. En un informe de esta misma institución, del 13 de mayo de 2018, se indica, a breves rasgos, sobre una serie de actividades desarrolladas por la unidad especializada para frenar la problemática en la frontera norte con Colombia. Allí se detalla que –como parte de acciones de inteligencia criminal– un equipo de la Unidad de Delitos con Armas, Municiones y Explosivos (UIDAM) ejecutó el operativo Impacto 13, en una vivienda en la que los hombres de ‘Guacho’ permanecían en Mataje. Los tres fueron detenidos y trasladados de la cárcel de Esmeraldas a la de Cotopaxi, el 19 de enero de 2018. Tres años después, ‘Cuco’ apeló ese traslado, pero un juez rechazó su solicitud.
Cuando los aprehendieron, los agentes encontraron en el inmueble lo que comprobó su articulación de trabajos para el FOS: tres armas de fuego, 370 cartuchos de diferentes calibres, seis rollos de mecha lenta, dos granadas, 38 baterías y tres celulares.
Tras la detención de sus hombres, ‘Guacho’ se armó de amenazas y violencia. Su respuesta fue un atentado con coche bomba en el cuartel policial de San Lorenzo, el 27 de enero de 2018. Su exigencia se intensificó después del secuestro de Javier, Paúl y Efraín.
A las 16h06 del 31 de marzo, el canal de comunicación abierto entre el Gobierno y el FOS para supuestamente “negociar” la libertad del equipo periodístico, recibió un mensaje: “Liberen a mis muchachos, que si no los sueltan los matamos hoy mismo”, decía. La respuesta del negociador, el coronel Carlos Maldonado, fue que “vamos a revisar el tema legal de sus muchachos para buscar una mejor solución”. Recién ese día, seis días después del secuestro, comenzó un acercamiento poco constante con los hombres de ‘Guacho’ en el CRS de Latacunga para enviar videos de su condición al FOS.
Aunque el Gobierno anunció que se coordinaba “con Fiscalía y Consejo de la Judicatura las acciones correspondientes a fin de dar cumplimiento con lo solicitado por alias ‘Guacho’”, incluso, Navas soltó en una rueda de prensa: “Estaban en un proceso judicial sin sentencia, si queríamos un indulto teníamos que tener sentencia y hubo reuniones de coordinación con Fiscalía y Judicatura para llevar a cabo, método abreviado”. Sin embargo, no hay registros de que esa intención se haya hecho efectiva. Ellos fueron sentenciados siete meses después de que se confirmara el asesinato del equipo periodístico.
En la cárcel, los hombres de ‘Guacho’ o vinculados al FOS tenían un estatus especial. La fuente excarcelada que dio su testimonio para esta investigación, con la condición de permanecer en el anonimato, lo recuerda. “Cuando tienes dinero, todo es posible en prisión. Los guías penitenciarios nos pedían dinero, USD 5 por persona, para no encerrarnos a las 17h30. Entonces, en las celdas había licor y música hasta las 23h00. Ellos (miembros del grupo narcodelictivo) tenían dinero, conseguían esos parlantes. Nos llevábamos bien, porque estaban aparentemente tranquilos. Pero también les gustaba presumir su poder. Lo primero que hicieron fue conseguir celulares para poder comunicarse. Tenían ‘gatitos’ (personas que les servían) que les lavaban la ropa o que cocinaban para ellos, porque a la prisión sí se ingresaba carne cruda”, relata.
El resultado de la raqueta era importante para el proceso de investigación: en diferentes celdas fueron hallados dos celulares que, por fuentes recabadas por la UIP, habrían sido usados por ‘Cuco’ y ‘Tobón’. En esa misma incursión se halló una hoja con siete números telefónicos sobre la cama de ‘James’. Pero otro operativo había sido desplegado ese mismo día en el que se incautó un dispositivo móvil presuntamente utilizado por ‘James’.
Por esos hallazgos se inició una investigación por ingreso de artículos prohibidos a la cárcel de Latacunga, que no prosperó. Pero, según la Policía, al menos uno de esos celulares tenía información valiosa y, por eso, solicitaba la revisión de su contenido. Sin embargo, según los documentos revisados, han existido demoras para su análisis, versiones contradictorias sobre su manipulación y hasta mensajes borrados que suman más dudas a las investigaciones por el crimen de los periodistas ecuatorianos.
¿Por qué era importante el contenido de esos celulares? El 11 de diciembre de 2019, el Equipo de Seguimiento Especial (ESE) de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) entregó el informe final sobre el secuestro y asesinato de Javier, Paúl y Efraín. El documento –en el que se desentraña una serie de omisiones y descoordinaciones por parte de Ecuador y Colombia– se construyó como parte de una asistencia técnica a la investigación y seguimiento a las medidas cautelares que el organismo internacional otorgó el 12 de abril de 2018 a favor de Javier, Paúl y Efraín por solicitud de las familias del equipo periodístico, Fundamedios y la Fundación para la Libertad de Prensa de Colombia (FLIP).
El informe contiene tres anexos. El segundo corresponde a un monitoreo detallado de la investigación de la Fiscalía sobre el secuestro. En ese documento reservado, una de las recomendaciones del ESE es que el Estado ecuatoriano debía realizar un análisis de la información obtenida de la extracción forense a los teléfonos incautados y presuntamente utilizados desde la cárcel por Patrocinio Cortez y James Cuajiboy para la época del secuestro, en momentos en que se negociaba con alias ‘Guacho’ su canje. Esta información, consideraba el ESE, era de vital importancia.
La Fundación Periodistas Sin Cadenas logró acceder al reporte de la explotación y extracción de información de los celulares. 3417 hojas componen el documento pericial. Se revisó cada página del documento, dividido en dos archivos por dispositivo. La investigación abrió una puerta para consultar a diferentes fuentes que dan cuenta no solo de descoordinación fiscal y hermetismo, sino que es también otra historia de impunidad.
Plazos y ofrecimientos inútiles: ¡No hicieron nada!
¡Renuncia, Navas!, ¡Lárgate, corrupto!, ¡Asesinos, son asesinos!, ¡No hicieron nada!, ¡Nos faltan tres!, ¡Nos faltan tres!, ¡Nos faltan tres!, ¡Nos faltan tres!...
Caos, dolor, incertidumbre, ira. El 12 de abril de 2018 fue un día desolador. Eran las 20h00, cuando las gargantas desgarradas retumbaron su grito de impotencia en el Servicio Integrado de Seguridad ECU 911, después de que César Navas, exministro de Gobierno, dijera en una rueda de prensa que “no había confirmación” sobre las fotografías de tres cuerpos sin vida que circularon en redes sociales y que anunciaban lo que el país ya sabía: Javier, Paúl y Efraín habían sido asesinados por el FOS.
Pero, además de las fotografías, un día antes, la mañana del 11 de abril, Ecuador amaneció con una filtración que encendió las alertas: un comunicado firmado por el FOS confirmaba su asesinato. “El Gobierno de Ecuador (sic) y el ministro de Colombia no quisieron salvarles la vida a los tres detenidos. [...] Lamentamos, profundamente, la muerte de los dos periodistas y el conductor”, anunciaba el texto, difundido por medios de comunicación colombianos. La mirada del país, entonces, no parpadeó hasta saber qué había ocurrido con el equipo periodístico ante la escueta información oficia...

Índice

  1. PERIFERIAS CRÓNICAS DEL ECUADOR INVISIBLE
  2. Oro de sangre
  3. Los primeros pasos de una banda transnacional en Ecuador
  4. Manta, la ciudad de las obras inconclusas
  5. Nadie se hace cargo del agua contaminada que apaga la vida de los tsáchilas
  6. Los celulares de los intercambiables de ‘Guacho’
  7. Acerca de los autores
  8. DEPRESIÓN EN ZARUMA
  9. LA BRECHA DEL OLVIDO
  10. DESVELAR