La temprana sombra de Caín
eBook - ePub

La temprana sombra de Caín

  1. Spanish
  2. ePUB (apto para móviles)
  3. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

La temprana sombra de Caín

Descripción del libro

Mucho se ha hablado y publicado acerca del cainismo español, pero muy poco es lo que se ha profundizado en las raíces de tal evocación. Esta idea es, básicamente, el motor de este ensayo: rastrear la sombra del fratricida bíblico, proyectada en nuestra historia más temprana. Planteado así el arranque, caí bien pronto en la cuenta de que el resultado de mis investigaciones podía servir, además, para abordar un espacio poco explorado o inexistente en la literatura interpretativa sobre la Biblia. Se echaba en falta un texto, accesible a un público muy amplio, que destacara el valor literario e ideológico de la Biblia, sobre todo de la Biblia hebrea, cuyo peso, tal y como se sustenta en este libro, ha sido tan grande en la narrativa histórica hispana.El ensayo se divide en dos partes: la primera aborda los diferentes rostros del fratricida, así como la trayectoria literaria de la figura de Caín dentro de la literatura bíblica, canónica y apócrifa. El recuerdo de este personaje sirve como excusa y como guía para apreciar el virtuosismo de obras maestras de la literatura antigua como Génesis o el Libro de Samuel; en siguientes capítulos ilumina igualmente la suerte de transformaciones que, en lo religioso y en lo literario, experimentó la literatura bíblica a través de los siglos. En la segunda parte abordamos la sombra oblicua de esa personificación del fratricidio por excelencia que es Caín; muy especialmente en las narraciones de la historia de España. Desde Isidoro de Sevilla (descendiente directo de la tradición adversus iudaeos de la patrística latina) hasta apologetas como Ximénez de Rada o López de Ayala, la tradición cronística hispana aprovechó aquella temprana sombra de Caín para armar narrativas con la capacidad de avalar el desprecio a otras comunidades religiosas o explicar fratricidios con el apoyo de las Escrituras.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a La temprana sombra de Caín de Francisco Peña Fernández en formato PDF o ePUB. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

ISBN de la versión impresa
9788411311625
ISBN del libro electrónico
9788411312066
Capítulo 1. Caín en su maldad relativa
Entiendo que en este lance de honor existió siempre algo
que nadie en el ejército pudo jamás desentrañar
-declaró el cazador de la nariz mutilada-.
Empezó en el misterio, se desarrolló en el misterio
y, al parecer, ha de terminar de la misma forma.
Joseph Conrad. “El duelo. Un cuento militar”
Uno de los mayores desafíos a los que un docente se enfrenta al impartir cursos sobre Biblia hebrea es lograr en los alumnos una lectura atenta y cercana del texto. El grado de desorientación y alejamiento de la letra de mis alumnos universitarios se agudiza mucho más frente a la literatura bíblica que frente a cualquier otro tipo de texto abordado en mis cursos de literatura o historia. Al leer la Biblia, el lector moderno parece no poder evitar una casi automática o indefectible inclinación a incorporar ideas, perspectivas, incluso objetos, personajes y, sobre todo, conclusiones, que claramente no están presentes en los escritos.
Frank Kermode, uno de los más renombrados especialistas en crítica literaria acertó, a mi parecer, cuando, buscando la raíz de este problema en su conocido ensayo sobre el “uso del error”, afirmó sin sutilezas que la historia de la interpretación bíblica no era más que una sucesión de confusiones y de lecturas desviadas [Kermode 1996, 4]. Para consolar a mis alumnos, frustrados en su empeño de lectura, les aclaro que las contrariedades que ellos experimentan como lectores de estas archiconocidas historias no es algo en absoluto reciente. La imparable acumulación de interpretaciones desviadas de las Sagradas Escrituras se remonta a muchos siglos atrás.
Es mucho más fácil que un lector experimente la ya mencionada tendencia a la desviación de la letra en un libro como Génesis que en ningún otro escrito del Pentateuco; de todos los capítulos de este espléndido texto, los más susceptibles a extraviarse son, con diferencia, los primeros. Este tipo de razones hacen del hijo primogénito de Adán un singular y paradigmático ejemplo del atrayente desafío de una lectura atenta y literal de las Escrituras.
Tradicionalmente, recordamos a Caín como aquel joven iracundo que fríamente y a traición asesina a su hermano, movido por un poderoso sentimiento de envidia. Ni las más subversivas o indulgentes propuestas de novelistas contemporáneos como Lars Gyllensten o José Saramago parecen haber logrado disuadirnos de esta imagen respaldada sin reservas por una tradición de siglos. Nuestra memoria sobre Caín siempre se muestra como parcial y selectiva; se nos suelen olvidar momentos como aquel en el que su madre anuncia con manifiesta alegría y orgullo haberlo concebido (Gen. 4, 1) o la afirmación en Génesis que lo distingue como el fundador de la primera de las ciudades, Henoc (Gen. 4, 17). Para todos nosotros Caín es, más que nada, el perpetrador cobarde y sangriento de un crimen execrable. La iniquidad de su figura está inherentemente trabada a referentes que a lo largo de los siglos han sido traducidos como sinónimos de perfidia. Realmente no hace falta haber oído hablar del asesino de Abel en catequesis o en homilías dominicales para figurarlo nítidamente. Un sinfín de esculturas, murales y pinturas con las que nos topamos en iglesias y museos nos han facilitado un perfil del fratricida muy bien delimitado. Es por ello que lo imaginamos como un joven con una complexión robusta —que enfatiza su brutalidad y natural agresividad— y, muy probablemente, con la piel oscura; la mayor parte de las veces recrearemos a alguien con cabello moreno y, en ocasiones rojizo, pero nunca rubio. Al haberse subrayado tantas veces la diferencia de edad entre él y el más joven de sus hermanos, es posible que lo evoquemos bastante más mayor que a Abel. Sería interesante averiguar el poder que tienen todavía el gran número de referentes que lo han vinculado con el mundo semítico mayoritariamente judío, pero también musulmán—esbozándolo solapadamente con una fisionomía y vestimentas determinadas. A pesar de que todos estos atributos siguen teniendo un enorme poder de referencia, ninguno de estos recuerdos sobre la maldad de Caín procede de afirmaciones expresadas en los primeros capítulos de Génesis o en cualquier otro escrito de la Biblia hebrea.
Si bien es cierto que en las páginas que componen este libro vamos a procurar entender mejor al personaje de Caín en la Biblia y fuera de ella, uno de nuestros principales objetivos es el de invitar al lector de este ensayo a internarnos en el seductor desafío que representa leer la Biblia y apreciar su enorme influencia. En los dos capítulos que constituyen la primera parte del libro, el asesino de Abel nos aleccionará en la apreciación literaria de la narrativa bíblica. Una vez familiarizados con todos los rostros del fratricida atenderemos, en la segunda parte del ensayo, al destacado interés puesto en aludir a este personaje de un modo transversal en relatos predominantemente historiográficos. Por ello nos detendremos en el protagonismo que también tiene la Biblia en la evaluación de nuestro pasado, así como, consecuentemente, en la lectura de nuestro presente.
1.1. Caín frente a otros antihéroes
En aras de lograr en mis estudiantes una comprensión atenta de cualquier episodio bíblico, mi estrategia más efectiva consiste en comenzar por un punto concreto de la historia que, por su falta de claridad, ayuda a zarandear nuestras preconcepciones. Cuando cubrimos en clase el Ciclo Adámico (Gen. 2-4), el episodio del que suelo echar mano es bastante cainita. Se trata de un pasaje muy breve pero bastante desafiante porque nos habla del momento en el que nuestro protagonista tiene la excepcional prerrogativa de dialogar y negociar con la autoridad suprema del relato sobre cuál debe ser el castigo que merece su falta (Gen. 4, 9-15). Interrogado por la reciente desaparición de su único hermano, Caín contesta de una forma bastante torpe; parece querer negar o esconder su crimen. Inmediatamente después, al darse cuenta de la falta de éxito de su respuesta y al ver que ya se ha dictado sentencia contra él, opta por poner en marcha una especie de negociación o regateo para ver si así alcanza una resolución algo más favorable:
Y dijo Caín al Señor: “Mi castigo es demasiado pesado para poder cargar con él. Ahora que me has alejado de la tierra y que tengo que esconderme de tu presencia, me convertiré en un vagabundo y aquel que me encontrara podría darme muerte”.
Y le contestó el Señor: “Yo te aseguro que aquel que mate a Caín sufrirá un castigo multiplicado por siete”.
Y el Señor le puso una marca a Caín de forma que aquel que lo encontrara no le pudiera agredir.
Génesis 4, 131
Lo que más debería sorprendernos de este episodio no es la osadía expresada en el lamento de Caín, sino la facilidad con la que el fiscal y juez de la historia está dispuesto a conformarse con la primera de las ofertas del homicida —opción bastante errónea en toda negociación—. El primogénito de Adán acepta sin reservas el castigo del exilio como pago para expiar su crimen, pero demanda ser protegido; el Dios del Edén ratifica, sin vacilar, esta cláusula y la respalda con el firme compromiso de sancionar con una pena siete veces mayor a todo aquel que ose —no se sabe quién— levantar su mano contra el primero de los homicidas. En este curioso veredicto, la deidad accede a la propuesta del acusado y la refuerza en beneficio del confeso homicida. Considerando que, capítulos más adelante, y en su condición de árbitro del comportamiento de los hombres, este mismo juez sentenciará a muerte a Onán por un delito mucho más nimio (Gen. 38, 8-10)—entiende este lector atento—, aniquilará ciudades extranjeras sin pestañear por ofensas que no se detallan (Gen. 19, 23-25) y estará dispuesto a enviar serpientes venenosas a su pueblo cuando éste dude de su lealtad (Núm. 21, 6), podríamos formularnos las siguientes preguntas: ¿estamos siendo testigos de un trato de favor a Caín?; si esto es así, ¿con qué gravedad se está evaluando este delito? ¿qué justificación tiene el primogénito de Adán?; ¿debemos darle también nosotros, como lectores, una segunda oportunidad? Esta breve conversación que recoge la Biblia y la sentencia evidentemente laxa que dicta la divinidad abren muchas preguntas.
Una lectura atenta de un episodio como éste, tan sucinto como contundente, traquetea, por lo normal, nuestras expectativas y presunciones y nos prepara convenientemente para una segunda exploración, esta vez mucho más concienzuda, del resto del bloque narrativo dedicado al asesino de Abel. Una vez nos ponemos a ello, constatamos que no todo es tan sencillo como imaginábamos y advertimos mucho mejor que el evidente laconismo del relato sobre los primeros protagonistas de la Historia Sagrada convive con un número muy considerable de interrogantes de los que antes no nos habíamos percatado. Nuestra relectura es ahora capaz de localizar cuantiosas contradicciones y recurrentes huecos informativos. Cuáles son las razones que inducen al miedo del fratricida de poder caer víctima de salteadores en una tierra deshabitada; quién es la misteriosa esposa de Caín, a la que repentinamente se alude y de la que no sabemos ni su origen, ni su historia; por qué se le castiga a marchar a la tierra de Nod —Vagatierra, como la traduce al castellano Alonso Schökel— e inmediatamente después lo vemos reaparecer ostentando el título de patriarca de los constructores de ciudades; dónde van todos los avances tecnológicos que rigurosamente se citan una vez que el mundo ha sido destruido por el diluvio; por qué se afirma ahora que Jabal fue el primer pastor, qué pasó entonces con Abel.
Un lector atento puede advertir con facilidad que las descripciones y explicaciones del texto aparecen siempre de manera fragmentada y muchas veces son incompletas; en ocasiones, evidentemente contradictorias. Por si todo esto no fuera poco, varias de estas historias aparecen duplicadas, otras incluso triplicadas. Es ahora cuando tenemos todo el derecho de preguntarnos por qué ocurre esto en un relato en donde se están abordando temas de enorme importancia; qué razón tiene el narrador para presentarnos la razón y la fortuna de la joven humanidad de una manera tan poco clara. Ciertamente, estos relatos primigenios deberían estar resolviendo estos problemas fundamentales con respuestas más definitivas, pero al ser al contrario se nos plantean, en cambio, numerosas dudas, así como se abre la posibilidad de interpretaciones tan desiguales.
Algunos críticos literarios han atajado estos interrogantes concluyendo que todo este escenario de inconclusión y fragmentación no es más que el resultado de un trabajo de composición tosco y mal hecho. En ocasiones se han creído que la labor del autor de Génesis sería, fundamentalmente, la de mezclar relatos legendarios y míticos sin interés alguno por la sintonía [Mellinkoff, xi]. Los especialistas en el estudio literario de la Biblia disienten abiertamente de este tipo de tesis. Una vez que se estudia y evalúa el libro de Génesis en su totalidad, salta a la vista la exhaustividad y minuciosidad de su construcción como conjunto narrativo. A pesar de que atributos como la inconclusión, la contradicción y la repetición de información no casan normalmente con la idea de una esquemática y cuidadosa organización, en un relato como Génesis sí lo hacen. El primer libro del Pentateuco acoge y da morada a incoherencias, duplicaciones y vacíos con absoluta conciencia. Para entender este aparente contrasentido, no tenemos más remedio que internarnos en el riquísimo entramado intertextual de esta extraordinaria muestra de habilidad poética de la Antigüedad. Esta decisión nos lleva a tomar un camino de dos direcciones opuestas; primero debemos salir del relato bíblico y, más tarde, estaremos obligados a regresar a él.
Génesis frente a otros relatos primordiales
Prácticamente todas las culturas de la Antigüedad contaban con una versión propia de los orígenes del cosmos que la mayor parte de las veces informaba sobre la procedencia de las criaturas divinas y, en algunas ocasiones, también del germen y fundamento de la humanidad. Siguiendo una vocación paradigmática, las cosmogonías —historias sobre la creación y organización del universo— eran protagonizadas por fuerzas primigenias, mientras que las teogonías estaban centradas en la relación de las historias y conflictos de las primeras familias de dioses.
Las culturas politeístas son coincidentes al recordar o imaginar la transición entre los relatos cosmogónicos a los teogónicos como momentos especialmente violentos al acoger la memoria de los enfrentamientos entre las primeras familias divinas. La tradición mitológica griega, rescatada por Hesí...

Índice

  1. La temprana sombra de caín
  2. Capítulo 1. Caín en su maldad relativa
  3. Capítulo 2. Caín en su maldad indiscutible
  4. Capítulo 3. El recuerdo de Caín: identidad y antagonismo
  5. Capítulo 4. Caín y la rememoración de reyes fratricidas
  6. OBRAS CITADAS
  7. 3NOTAS FINALES