Immanuel Wallerstein
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Crítica del sistema-mundo capitalista

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Immanuel Wallerstein

Crítica del sistema-mundo capitalista

Descripción del libro

Singular libro-entrevista, compuesto de dos partes, persigue un doble objetivo: el de servir como introducción a las principales tesis y contribuciones esenciales desarrolladas, en el último cuarto de siglo, por la creativa perspectiva teórica y analítica del "análisis de los sistemas-mundo", y el de permitir un acercamiento directo a las ideas y a la concepción del más importante constructor de esta perspectiva, Immanuel Wallerstein.

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Información

Editorial
Ediciones Era
Año
2013
ISBN del libro electrónico
9786074452617

Apéndice 1
Tres Comentarios de Immanuel Wallerstein sobre la historia reciente de México

En los comentarios quincenales que publica en su sitio de internet del Centro Fernand Braudel (http://fbc.binghamton.edu) a partir del 1° de octubre de 1998 y hasta hoy, Immanuel Wallerstein se ha ido ocupando de los temas que en esos cortos lapsos de tiempo aparecían como los más relevantes dentro de la escena internacional. Así, se ha ocupado lo mismo de la guerra de Kosovo que de las recientes y muy cuestionadas elecciones estadounidenses o del ataque del 11 de septiembre a las Torres Gemelas, pasando por el “affaire de Clinton”, los dos Foros Sociales Mundiales de Porto Alegre, las políticas del FMI, la llegada del nuevo siglo y milenio, el papel de China, Rusia, Japón, Estados Unidos e Irak, igual que los conflictos o las situaciones en Timor Oriental, Ecuador, Corea del Norte o Francia, entre otras importantes cuestiones del debate social contemporáneo. Y también, obviamente de México.
Pero, como él mismo ha insistido, siempre desde una óptica que intenta resituar todos estos problemas dentro de una densa visión histórica más amplia, alumbrada por las perspectivas de la larga duración histórica. Y al mismo tiempo, y fiel a su idea del sistema-mundo como la verdadera “unidad de análisis”, también desde una perspectiva globalizante, planetaria, que reubica dichos problemas desde su inserción e impacto en el horizonte mundial del sistema-mundo capitalista.
Por ello, son muy interesantes sus evaluaciones de la historia reciente de México, en donde, por ejemplo, va a insistir en especial en lo fundamentales que resultan las encrucijadas sociales actuales del país, no sólo para su destino, sino también para el destino de los Estados Unidos, lo que no se considera con demasiada frecuencia.
O también, cuando evalúa de manera crítica los resultados de las elecciones mexicanas del 2 de julio del año 2000, desmitificando las ilusiones de un supuesto “cambio profundo” y de una pretendida “victoria de la democracia” con las que todavía se entretienen muchos de los politólogos y científicos sociales mexicanos y extranjeros, superficiales y apresurados en sus análisis.
Y por último, cuando desde su peculiar perspectiva histórica mundial nos llama la atención respecto de uno de los resortes esenciales del impacto planetario del neozapatismo mexicano, que es su profunda fuerza moral, su verdadera hegemonía moral de valor y alcances universales, conquistada a partir de la riqueza y la complejidad de un movimiento de raíces y de resistencias casi milenarias.
Por eso, consideramos que en estos tres comentarios dedicados a “temas mexicanos” encontramos varias pistas, muy originales y sugerentes, para poder repensar y discutir la historia reciente de México desde una óptica más densa y globalizante que las que hasta el momento han sido mayoritariamente ensayadas dentro de las ciencias sociales de nuestro país.
Al tratar de contribuir a las polémicas hoy en curso sobre la situación y el futuro inmediato de México, incluimos estos tres comentarios de Immanuel Wallerstein dedicados a esos diversos aspectos de nuestra historia reciente.
La bomba de tiempo mexicana135
México ha estado demasiado cerca de los Estados Unidos durante los últimos doscientos años. No hay mucho que pueda hacerse con relación a esta proximidad geográfica, pero ello ha llevado hoy en día a una situación cuyas consecuencias pueden tener impactos mucho más allá de México y Estados Unidos. El antecedente histórico es muy simple. Al irse expandiendo hacia el oeste durante el siglo XIX, los Estados Unidos fueron absorbiendo áreas que habían estado bajo el control de los americanos nativos, lo que los llevó a compartir fronteras con dos países que habían sido colonias de Estados europeos: Canadá y México.
Canadá continuó siendo una colonia de la Gran Bretaña hasta 1867 y después de esa fecha fue adquiriendo lentamente su absoluta soberanía. Esa armadura británica protectora significó que los Estados Unidos en realidad no pudieran intimidar demasiado a Canadá. El caso de México, sin embargo, fue diferente. España no era una gran protección, y en cualquier caso, México obtuvo su independencia en una época temprana­, a principios del siglo XIX. En el terreno militar, México era más débil que los Estados Unidos y los colonizadores de este último país se apropiaron de una buena porción del norte de México –la que entonces se convirtió en Texas, la parte suroeste de Estados Unidos, y el estado de Alta California.
La política mexicana ha sido un torbellino de elementos comunes a la mayoría de los países latinoamericanos: una amplia población indígena, oprimida y rebelde; una pequeña élite poseedora de la riqueza orientada hacia Europa y los Estados Unidos; una intelligentsia populista, inspirada en la Revolución francesa y más adelante en la Revolución rusa, y en general antigringa; un ejército que no ha vacilado en intervenir directamente cuando lo ha juzgado necesario, lo que por lo general ha ocurrido cuando los indígenas o la intelectualidad, o ambos, parecen fortalecerse demasiado en lo político; caudillos cuyo impacto político muchas veces ha sido ambiguo.
Pero México también tuvo algunos elementos singulares, como son sus considerables recursos petroleros y su proximidad a los Estados Unidos. Esta proximidad ha tenido tres consecuencias principales. Primera, que desde México era más fácil la migración ilegal a los Estados Unidos que desde cualquier otro país latinoamericano; esta migración ilegal era, y es, a menudo incitada por los empleadores estadounidenses que buscan mano de obra barata. Segunda, el ejército estadounidense encontró más fácil intervenir contra los caudillos que fueran más difíciles de controlar, o más antigringos, o para defender la frontera cuando se creía que había demasiada inmigración ilegal. Tercera, la atención especial concentrada sobre el petróleo, en particular de parte del gobierno de los Estados Unidos de América.
El petróleo mexicano es ahora sólo una pequeña porción de la producción mundial. Pero en la primera parte del siglo XX jugó un papel estadísticamente más significativo. Para explicar esta última historia tenemos que explicar también la de la Revolución mexicana. ésta fue la primera de las grandes revoluciones antisistémicas del siglo XX. Su fecha de inicio se ubica en el año 1910, con el levantamiento de Francisco I. Madero en contra de Porfirio Díaz. Por ello, esta Revolución precede a la primera Revolución china de 1911 por un año, y por seis a la Revolución rusa.
La Revolución mexicana tuvo resultados muy ambiguos. Madero, un liberal clásico, fue derrocado y asesinado por jefes militares. Emiliano Zapata, un indígena, dirigió una revolución dentro de la revolución, la cual triunfó durante un tiempo, pero fue derrotado en términos militares. Después de algunos años, en 1929, la situación general se estabilizó mediante la creación de un partido único de Estado (una invención bien conocida del siglo XX), bajo el escudo de lo que más tarde se llamaría Partido Revolucionario Institucional. El nombre es ya en sí mismo algo extraordinario. Es el partido de la Revolución “institucionalizada”. Pero institucionalizar un proceso de cambio rápido (una revolución) significa como es natural contenerla y someterla, que es justo lo que ocurrió.
El PRI creó un régimen de partido único que tenía las características habituales de una red de estructuras afiliadas (sindicatos, movimientos de mujeres, etcétera) que actuaban como transmisores de una cierta política y como mecanismos de una limitada retroalimenta­ción de la élite política. Dichas estructuras establecieron, no obstante, otra característica inusual junto a la del nombre ya mencionada. Es lo que se llamó el sexenio, que significa un periodo de seis años. Cada presidente, que era siempre la figura todopoderosa dentro del sistema del PRI, era elegido sólo por seis años. Y siempre fue electo sin ninguna oposición seria, desde un esquema en que el candidato a presidente era siempre seleccionado por el presidente en turno.
En 1934, el nuevo presidente electo fue Lázaro Cárdenas. Él era un intelectual populista que tomó la Revolución mucho más en serio que sus predecesores y que sus sucesores. Entonces el mundo estaba enmedio de una gran depresión. Había un gran fermento político por doquier. En 1938, Cárdenas decide nacionalizar la industria petrolera, que estaba casi en su totalidad en manos de empresas estadounidenses. Y Franklin D. Roosevelt, que había iniciado la política llamada del buen vecino, decidió no intervenir. Éste fue un claro momento de clímax del poderío y del orgullo mexicanos.
Hubo otro elemento dentro de esta escena mexicana. La variante de la imitación de la Revolución francesa, por parte de los intelectuales mexicanos, se expresó a través de un fuerte anticlericalismo. México es un país predominantemente católico, y la Iglesia era ampliamente percibida como una fuerza política reaccionaria, apoyando en México –lo mismo que en España, y hay que recordar que ése era el tiempo de la guerra civil española– a los terratenientes conservadores. El gobierno declaró ilegal el uso de los hábitos eclesiásticos, y más en general restringió los derechos de la Iglesia católica. Además, México ofreció el país como refugio para los revolucionarios derrotados del mundo –los republicanos españoles después de 1939, y León Trotsky en 1937 (quien fue asesinado por los estalinistas en la ciudad de México en 1940). El arte mexicano también era “revolucionario”, destacando Diego Rivera, Frida Kahlo y José Clemente Orozco.
Este momento de “radicalismo” del PRI fue seguido por un largo declive desde 1940 hasta la fecha, en virtud de que este partido se convirtió, cada vez más, en un conjunto de funcionarios corruptos sin objetivos políticos particulares, los que tendieron a ser, cada vez más, sólo hombres de negocios en busca de riqueza. Algunos de ellos se vieron implicados en el narcotráfico. Y durante la revolución mundial de 1968, el gobierno mexicano se comportó de una manera en particular represiva, asesinando a un gran número de estudiantes provenientes de la prestigiosa Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre otros. Así, este lento proceso de liquidación de la Revolución mexicana alcanzó su punto culminante en la década de los noventa. Tres hechos fueron determinantes en esta década. Primero, el gobierno mexicano firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, integrando así a la economía mexicana en calidad de simple área de suministro de mano de obra barata para los Estados Unidos de América, al mismo tiempo que desnacionalizaba las empresas públicas.
Segundo, los indígenas mayas del estado de Chiapas renovaron la lucha de Zapata, llamándose a sí mismos zapatistas. Pero lo hicieron de una manera inusitada, habiendo aprendido las lecciones del siglo XX. No trataron de obtener la conquista del poder del Estado. Incluso, ni siquiera intentaron la guerra en contra del ejército del cen­tro. En lugar de eso, buscaron el poder de las comunidades, mo­vilizando el apoyo nacional e internacional a través de una excepcional y exitosa campaña política. Por lo cual el gobierno se vio obligado a ceder a sus demandas en los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, los cuales sin embargo se ha negado a cumplir. Tercero, la izquierda me­xicana se escindió del PRI y formó el Partido de la Revolución Democrática (PRD), bajo el liderazgo de un hijo de Lázaro Cárdenas, Cuauhtémoc Cárdenas. En 1988, hubo la primera elección presidencial seria del siglo XX en México. Hubo tres partidos en la contienda: el PRI, el PRD y el Partido Acción Nacional (PAN), este último un partido conservador que combina las fuerzas católicas (contrarias al anticlericalismo del PRI) con elementos empresariales.
En ese momento el PRI parecía desmantelarse. México se preparaba para pasar a un nuevo régimen, distinto del priísta, mucho más honesto y socialdemócrata, que más adelante hubiese sido capaz de llegar a un entendimiento con los zapatistas y hubiese mantenido la unidad del país. Existe ampliamente la creencia de que el PRD ganó las elecciones de 1988, y el gobierno del PRI se las robó. Se perdió entonces una oportunidad. Desde esa fecha, el PRI ha estado maniobrando para sobrevivir, conteniendo al PRD y limitando al PAN, y hoy parece probable que podría llegar a existir una pluralidad en las elecciones del 2000. Aunque hoy, en Chiapas, el PRI ha movilizado “contraguerrillas” y el ejército se ha estado preparando para tratar de liquidar a los zapatistas por medio de la fuerza.
El PRI se ha convertido en un cascarón político hueco. México se está polarizando a nivel interno como resultado del cambio en las políticas económicas. Todo lo que se necesita para que el Estado se colapse, es sólo un abrupto viraje económico. ¿Qué sucederá? Es la pregunta que se hace todo el mundo. Los militares podrían tratar de asumir el poder. Puede haber movimientos de guerrilla al viejo estilo en varias provincias. La inmigración ilegal a los Estados Unidos de América podría crecer de forma desmesurada sin que hubiese un gobierno de México capaz de detenerla. Los Estados Unidos podrían comenzar a sentirse incómodos con esta “anarquía” en sus propias fronteras, y tener que enfrentar la dura decisión de enviar o no tropas para resolverla. Y las consecuencias internas de cualquier tipo de acción militar por parte de Estados Unidos serían mucho más grandes que las acciones de enviar tropas al Golfo Pérsico o a Kosovo, o incluso al propio Vietnam. Porque entonces la guerra civil mundial podría llegar al interior mismo de los Estados Unidos.
éstas son las razones por las cuales México es una bomba de tiempo.
Las elecciones mexicanas: ¿una victoria para qué?136
En México, el partido que gobernó durante setenta y un años ha perdido la elección presidencial, marcando el fin de un sistema que de facto era un sistema de partido único de Estado. ¿Quién ganó?, ¿y qué se ganó? Esta pregunta es importante no sólo para México sino para la mayor parte del mundo, ya que en la última década aproximadamente los sistemas de partido único, de jure y de facto, han estado derrumbándose por doquier. ¿Significa esto una victoria mundial para la democracia? La respuesta debe ser sí en parte, pero también no en otra gran parte.
Empecemos con la situación de México. El partido que había estado en el poder tuvo el nombre de Partido Revolucionario Institucional (PRI). El nombre mismo es simbólico; representaba una revolución “institucionalizada”. La revolución (o revoluciones) a la cual se refiere el nombre es a la liberación nacional de México: del dominio colonial, de la dependencia de los Estados Unidos y de la férrea mano de la Iglesia católica. Pero en realidad la revolución o revoluciones ocurrieron hace mucho tiempo; y ésa es la razón por la que se trata de una revolución que fue “institucionalizada”. En ese sentido, México fue un líder mundial dentro de las revoluciones del siglo XX (porque la suya se puede fechar desde 1910), aunque como es natural no fue la única revolución que tuvo éxito en llegar al poder. Todas estas revoluciones representaron oposiciones políticas que se enfrentaron a un sistema-mundo en que la plusvalía fluyó de manera constante hacia las zonas centrales y la periferia sufrió de una polarización creciente.
En México, esta arremetida revolucionaria quizás alcanzó su cumbre bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, en 1934-1940. Cárdenas promovió la reforma agraria, nacionalizó la industria petrolera (que era propiedad de los Estados Unidos de América) y proporcionó un apoyo inquebrantable a la España republicana en contra del ataque fascista. él estaba también imbuido con el espíritu anticlerical de la Revolución, y limitó de manera muy seria el papel de la Iglesia católica en la sociedad.
La política mexicana se ha estado moviendo a pasos firmes hacia la derecha durante los últimos sesenta años desde 1940, mediante dos vías distintas. Por un lado, los sucesivos presidentes de México, salidos siempre del PRI (según la ley, todos ellos sólo podían gobernar durante un periodo de seis años, pero en la práctica cada uno ha podido siempre escoger a su sucesor), se han estado acercando cada vez más a los Estados Unidos de América, en especial en el campo económico. Algo que ha sido evidente en los últimos veinte años. Has­ta el punto de que el actual presidente, también salido del PRI, Ernesto Zedillo, se considera a sí mismo parte de la Tercera Vía de Tony Blair, Schroeder y William Clinton, a la que puede considerarse como la versión moderada del neoliberalismo.
Un partido de oposición ha sido legal en México durante medio siglo. Se llama Partido Acción Nacional (PAN). Sus raíces se encuentran en la llamada rebelión cristera de los años veinte, en la cual los católicos pelearon contra el gobierno mexicano debido a sus políticas anticlericales. Durante mucho tiempo, el PAN fue considerado como un partido conservador, que promovía los valores y las políticas católicas conservadoras. Pero hace aproximadamente una década, algunos miembros del PAN empezaron a hacer mucho más hincapié en las alternativas económicas de derecha que en las alternativas sociales, aunque sin renunciar por supuesto a estas últimas. El candidato del PAN para presidente que fue ganador, Vicente Fox, se incorporó a esta nueva tendencia. Y fue este énfasis en las alternativas económicas el que hizo que el PAN fuese capaz de moverse más allá de su limitada clientela tradicional para capitalizar a su favor el difundido sentimiento anti-PRI del electorado.
Esta revuelta contra el PRI resulta comprensible para cualquiera que haya observado lo que ocurre en las situaciones de partido único, con un movimiento de liberación nacional instalado en el poder durante un largo tiempo. Desde hacía un buen tiempo, el PRI se había convertido en un partido agotado a nivel ideológico y políticamente corrupto. Un partido que sólo confiaba en su propia maquinaria, en su enorme dimensión y en la lealtad de los votantes más viejos para mantenerse en el poder. Pero en la década de los años ochenta, aquellos que aún mantenían la flama revolucionaria dentro del PRI se escindieron bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas, para formar el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el cual fue capaz de atraer a su lado a muchos intelectuales de izquierda que se habían separado del PRI a título individual mucho tiempo atrás.
¿Cuáles son las encrucijadas ahora en México? Una vez más, las mismas que están presentes hoy para todo el mundo. La encrucijada número uno es ¿cómo va a enfrentar México su relación con la economía-mundo? En este punto, tanto el PRI como el PAN están virtualmente en la misma sintonía, una longitud de onda de centro-derecha. A esta última el PRD contrapone una longitud de onda de centro-izquierda. Y es este panorama el que explica por qué, en la contienda electoral de 1988, en la cual según la mayoría de los observadores el PRI le robó la elección a Cárdenas, que la había ganado, los Estados Unidos no dijeron nada. Pero en cambio, cuando en el año 2000, en otra contienda de los mismos tres partidos, fue el PAN el triunfador de la elección, entonces los Estados Unidos aclamaron esto como una victoria de la democracia y alabaron al presidente del PRI, Zedillo, por permitir una elección libre.
La segunda encrucijada son las cuestiones sociales. éstas no se encuentran hoy en el primer plano, pero sí se hallan presentes en el trasfondo. Fox, el candidato del PAN, intentó minimizar estas cuestiones, a fin de poder ganar los votos del centro. Pero es un conservador social comprometido, y comprometido por ejemplo para limitar o eliminar el aborto, o también el anticlericalismo que continúa siendo un tema subrayado por el PRI. Lo que estamos viendo aquí es la tensión, que es mundial, en el seno de la centro-derecha, entre los conservadores económicos y los conservadores sociales.
La encrucijada tercera son los derechos de una amplia minoría oprimida (que en realidad es una mayoría): los indígenas de México. El gran símbolo de su lucha en este momento es el movimiento neozapatista en Chiapas. El PRI ha renegado de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, los cuales habían sido redactados y firm...

Índice

  1. Cubrir
  2. Portada
  3. Derechos de autor
  4. Índice
  5. Primera sección: Una perspectiva global del “análisis de los sistemas-mundo”, Carlos Antonio Aguirre Rojas
  6. Segunda sección: La perspectiva del “análisis sistemas-mundo”, entrevista con Immanuel Wallerstein
  7. Apéndice 1. Tres comentarios de Immanuel Wallerstein sobre la historia reciente de México
  8. Apéndice 2. Para seguir leyendo a Immanuel Wallerstein en español
  9. Bibliografía de los trabajos de Immanuel Wallerstein publicados en español (hasta mayo de 2002)