Tu cerebro con psicodélicos
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Tu cerebro con psicodélicos

¿Cómo funcionan los psicodélicos? Farmacología y neurociencia de la psilocibina, DMT, LSD, MDMA, mescalina.

Genís Oña

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¿Cómo funcionan los psicodélicos? Farmacología y neurociencia de la psilocibina, DMT, LSD, MDMA, mescalina.

Genís Oña

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Entender la farmacología de los psicodélicos es comprender la esencia de lo que nos hace humanos. Genís Oña realiza una aproximación informativa, entretenida y comprensible a la ciencia de los psicodélicos. José Carlos Bouso, PhD, Director Científico, ICEERS.
Descubra la farmacología de las sustancias psicodélicas: Adéntrese en la vanguardia de la investigación científica sobre el impacto de la psilocibina, MDMA, DMT, mescalina, ibogaína y LSD en el cerebro. Con esta guía aprenderá las claves de los efectos de los psicodélicos, capaces de producir cambios significativos en los procesos de percepción, pensamiento y conciencia. Una guía ilustrada para comprender la ciencia en la que se basan las nuevas terapias asistidas con psicodélicos para tratar problemas de salud mental. Esta guía esencial será de interés para todos los psiconautas deseosos de sumergirse en la farmacología de las moléculas psicodélicas más populares, para todos los profesionales de la medicina y la salud mental y para todas las personas interesadas en aprender lo esencial de la neurociencia de las moléculas psicodélicas y cómo afectan a nuestro cerebro.

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Información

Editorial
ArgoNowta
Año
2022
ISBN
9788418943263
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BREVE INTRODUCCIÓN A LA FARMACOLOGÍA

El resultado más importante del estudio racional de la naturaleza es la comprensión de la unidad y de la armonía en medio del inmenso agregado de cosas y de fuerzas.
Alexander von Humboldt
La farmacología es una palabra asociada a un determinado campo de estudio bastante técnico. Se tiende a entender por «farmacología» una ciencia complicada, dedicada al estudio de los medicamentos y sus efectos, lo cual, ciertamente, no es algo muy cotidiano. No discutimos con nuestros amigos o familiares sobre la farmacocinética1 o sobre la unión a receptores de esta o aquella sustancia. Sin embargo, los fármacos, en su sentido más general están ampliamente presentes en nuestra sociedad. Y no únicamente en la nuestra, sino que encontramos evidencias del uso de fármacos en todas las sociedades humanas a partir de la historia escrita. ¿No es extraño, entonces, que los conocimientos respecto a estos productos de uso tan extendido no estén en manos de todo el mundo? En este libro se pretende conseguir precisamente eso. No trataremos de que los lectores y lectoras se reafirmen en la opinión general de que la farmacología es algo complicado. Al contrario: haremos que se familiaricen con ella de una forma mucho más amable.
El término «psicodélico» se utiliza para hacer mención a un grupo de sustancias y productos2 con efectos, precisamente, psicodélicos. Estas sustancias pueden ser sintéticas (LSD, ketamina) o naturales (hongos de los géneros Psilocybe o Amanita, ayahuasca), y lo cierto es que es difícil definir estos efectos de tipo psicodélico. Generalmente se caracterizan por distorsiones en los sentidos (puede que se escuche mejor, más detalladamente, o que se observe que una pared se mueve como si «respirase»), modificaciones del pensamiento (puede aumentar la velocidad de pensamiento o la creatividad), o cambios muy repentinos e intensos en el estado de ánimo (pudiendo romper a llorar desconsoladamente y al minuto siguiente desternillarse como hacía tiempo que no se hacía). A dosis elevadas también son frecuentes las experiencias cumbre, en terminología de Abraham Maslow (experiencias que permiten trascender la percepción habitual de la propia persona y de su entorno). Maslow (1908-1970) fue un psicólogo norteamericano fundador de la psicología humanista y, cuando hablaba de las experiencias cumbre, hacía énfasis en la armonía. En esos estados es usual sentirse en armonía con uno mismo y con la existencia. La percepción del tiempo y el espacio se atenúa y se siente un profundo bienestar.
En definitiva, con este libro sobre la farmacología psicodélica, se pretende explicar cómo funcionan las sustancias psicodélicas, cómo es posible que desplieguen unos efectos tan dramáticos sobre la percepción y el pensamiento y qué hacen estas sustancias a nuestro cerebro. Estas son algunas de las preguntas a las que intentaremos dar respuesta desde la perspectiva de la farmacología.

INTRODUCCIÓN ETIMOLÓGICA

En este libro no creemos necesario ahondar mucho en el origen etimológico de la palabra psicodélico, ya que otros libros de la misma colección lo abordan con mayor detalle. No obstante, sí cabe mencionar su significado literal, pues resulta ciertamente interesante. Está formada a partir de las palabras griegas psykhḗ (alma, mente) y delóo (manifestar, revelar), por lo que todo aquello psicodélico sería lo que permite revelar la propia alma o la propia mente.
En cuanto al origen de la palabra farmacología, nos vamos a detener un poco más para comentar su fascinante etimología. En primer lugar, en griego clásico phármakon significa droga. Lejos de la acepción con claras connotaciones peyorativas que esta palabra tiene actualmente en nuestra cultura, originalmente el término era mucho más neutro, y por ello más complejo. De hecho, un término casi idéntico y seguramente anterior es pharmakós, que significa «chivo expiatorio». Pharmakós era el nombre con el que se denominaba a alguna persona que iba a someterse a algún tipo de sacrificio. Hay que recordar que estos sacrificios no siempre resultaban letales; podía tratarse de exilios, lapidaciones u otros castigos tormentosos, aunque el término hacía referencia a todas las «víctimas» de cualquiera de estas prácticas, constituyendo todas ellas parte de una especie de ritual de purificación. Cuando la comunidad se veía azotada por catástrofes o sequías, o algunos individuos eran víctimas de graves enfermedades, tales acontecimientos se interpretaban como desregulaciones en el delicado equilibrio entre humanos y dioses, lo que imponía la necesidad de reajustar dicha armonía ofreciendo a los dioses los pharmakoi (plural de pharmakós), quienes cargaban con todas las impurezas (o míasma) del pueblo. En otras palabras, se reunía y concentraba «todo lo malo» para posteriormente destruirlo. Pero ¿qué relación tenían los pharmakoi con las drogas o phármakon? Aunque se trata de poco más que conjeturas, algunos autores sugieren que, una vez los sacrificios y otras prácticas cedieron el paso a la clásica racionalidad griega –incluyendo la medicina hipocrática– allá por el siglo v a.C., la personalización de los males de la comunidad para su posterior sacrificio ya no se consideró imprescindible. De hecho, ese acto mágico pasó a concebirse como una práctica propia de charlatanes. El pharmakós personalizado en una pobre víctima que iba a ser sacrificada pasó a ser un phármakon impersonal (un preparado botánico, por ejemplo) capaz de «purificar» un cuerpo sin necesidad de que otro sucumbiera en el proceso.
Curiosamente, otra palabra similar en griego (aunque su relación con phármakon está menos clara) es pharmasso, que significa «templar el hierro», es decir, cuando este, al rojo vivo, se sumerge en agua fría. «Templar» tiene un inequívoco significado en términos psicológicos, siendo sinónimo de sosegar, calmar. En este sentido, puede que en algún momento se asociaran los efectos de los phármakon (como mínimo cuando se empleaban sustancias como el opio) con la acción de «templar» el hierro. Asimismo, otro concepto cercano es pharmak, que está formado por una primera parte (Phar) que podría derivar de la raíz indoeuropea bher (que significa «trasladar», «llevar») y una segunda parte (mak), también de raíz indoeuropea, que significa «poder». En tal caso, la raíz posiblemente más antigua del término «fármaco» se estaría refiriendo a una sustancia con el «poder» de «trasladar» (las impurezas).
Respecto al término phármakon en sí, su significado no se limitaba al concepto de droga, como hemos visto, exclusivamente. Con phármakon uno podía referirse a medicinas, venenos o remedios. Y es que a veces la diferencia, tan (supuestamente) evidente hoy en día, entre un remedio y un veneno, no estaba tan clara. Como diría siglos después Paracelso3, puede que dicha diferencia solo sea una cuestión de dosis. Por tanto, la palabra phármakon no tenía las mismas connotaciones negativas que actualmente tiene para nosotros la palabra droga. Hacía referencia únicamente al vehículo químico mediante el cual se pretende intervenir sobre funciones del organismo.

PRINCIPALES CONCEPTOS FARMACOLÓGICOS

Para hablar sobre las propiedades farmacológicas de las sustancias o productos psicodélicos necesitamos mencionar algunos conceptos algo técnicos. Los iremos encontrando a lo largo del libro, por lo que dedicamos las siguientes líneas a describirlos brevemente. No obstante, en el final de este libro puede encontrarse un glosario de palabras o conceptos técnicos que puede consultarse en cualquier momento.

SISTEMA NERVIOSO

Antes de entrar en materia propiamente farmacológica, es necesario introducir brevemente el «campo de juego», es decir, el sitio donde todas las reacciones o procesos que vamos a mencionar van a tener lugar. Este es nuestro sistema nervioso. Este está compuesto por el sistema nervioso central (SNC) y el sistema nervioso autónomo (SNA).
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Figura 1. Visión esquemática del sistema nervioso. Este se divide en sistema nervioso central (SNC) y sistema nervioso autónomo (SNA). El SNC incluye la médula espinal y el encéfalo, y este último al cerebro, cerebelo y bulbo raquídeo. El SNA incluye el sistema nervioso simpático y el parasimpático.
El SNC está compuesto por el encéfalo y la médula espinal. Ambas estructuras están protegidas por el cráneo y por la columna vertebral respectivamente, lo cual ya nos informa de su importancia crucial. En el SNC es donde se van a coordinar la mayoría de las funciones del organismo, y donde se encuentran las estructuras sin las que pocas de estas funciones serían posibles. Formando parte del encéfalo encontramos el cerebro, cerebelo y bulbo raquídeo. En el cerebro es donde se llevan a cabo funciones tan complejas como la integración de información sensorial, procesamiento de información, o procesamiento emocional, entre muchas otras. Está constituido por dos zonas claramente distinguibles por sus colores: materia gris y materia blanca. La primera corresponde a conjuntos de cuerpos neuronales, mientras que la materia blanca corresponde a fibras nerviosas que conectan estos cuerpos neuronales. Las funciones superiores, como el razonamiento o la planificación, parecen localizarse mayoritariamente en la corteza del cerebro, un amplio manto de unos 3 mm de grosor que recubre toda la superficie del cerebro. Regiones o neuronas que se encuentran bajo esta corteza se denominan subcorticales.
Las regiones evolutivamente más antiguas del cerebro son aquellas que se encuentran en un lugar más profundo, y se denominan estructuras límbicas o cerebro límbico, mientras que las regiones de aparición más reciente, desde un punto de vista evolutivo, se encuentran más próximas a la corteza, siendo la neocorteza la estructura de más reciente desarrollo. Cabe destacar que, aparte de estas regiones y estructuras, el cerebro es un órgano dotado de una remarcable plasticidad, de modo que él mismo se va «construyendo» en correspondencia al desarrollo del propio individuo y de sus experiencias.
El cerebelo ha estado clásicamente asociado a funciones motoras, aunque también desempeña funciones cognitivas y sensoriales destacables. El bulbo raquídeo se encuentra en la base del cerebro, y es una zona de conexión entre este y la médula espinal. También se encuentran en esta estructura muchos núcleos responsables de las funciones automáticas del cuerpo, como la respiración o el latido cardíaco. En el bulbo raquídeo se encuentra una importante densidad de receptores opiáceos, y es por ello por lo que una sobredosis de esta clase de drogas puede comprometer la vida del consumidor/a, pues, si la actividad de estos núcleos se inhibe con la suficiente intensidad, pueden interrumpirse procesos automáticos como los mencionados anteriormente.
El SNA se llama autónomo precisamente porque coordina funciones que generalmente se encuentran fuera del alcance de nuestra voluntad o incluso de nuestra conciencia. Lo constituyen básicamente los nervios que conectan el SNC con el resto de nuestro cuerpo, con el fin de que aquel pueda enviar y recibir señales desde cualquier punto de nuestro organismo. Está formado por el sistema nervioso simpático y el parasimpático.
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Figura 2. Localización de la corteza cerebral (que recubre en realidad toda la superficie del cerebro), el cerebelo, en la parte posterior, y el bulbo raquídeo, que se encuentra en la base del cerebro.
El sistema nervioso simpático está relacionado principalmente con la activación súbita de nuestro organismo en situaciones de necesidad. Cuando nos encontramos ante algún peligro o situación amenazante, es este el que se encarga de activar los recursos necesarios para salir airosos. ...

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