IV:
El regalo de las runas
¿Quién fue el dios
que nos dio estas letras
llenas de sabiduría
que rebelan la fortuna
y a las que llamamos “Runas”?
Canto noruego
Nadie sabe a ciencia cierta de dónde salieron las runas, pero sí más o menos cuando aparecieron labradas en piedras, escudos, utensilios o joyas: sobre el siglo III de nuestra era. Hay algunos vestigios anteriores, pero no pueden considerarse runas propiamente dichas.
Las runas son letras, es decir, un alfabeto con el que se escribía el nórdico antiguo y que era utilizado por las tribus germánicas del norte de Europa. Según algunos filólogos, dan un lejano origen de los idiomas alemán e inglés, además de tener una clara influencia en las lenguas escandinavas; con excepción del finlandés, que sigue una ruta lingüística original y perfectamente diferente a las lenguas escandinavas.
Por supuesto, suecos, noruegos, daneses e islandeses llegaron a utilizar el alfabeto rúnico de una o de otra manera, pero no se cuenta con testimonios ni evidencias de textos escritos en nórdico antiguo hasta el siglo XIII de nuestra era —en la famosa Edda poética—, a pesar de que el nórdico antiguo es una lengua seguramente milenaria y de una muy larga tradición oral.
Se conoce como futhark antiguo el alfabeto rúnico más antiguo que existe, y se supone que llegó al norte de Europa con las grandes migraciones germánicas de los primeros siglos de nuestra era. No obstante, no se sabe ni cómo ni cuándo empezó a usarse, ni quién o quiénes lo crearon, lo inventaron, lo copiaron o le dieron forma.
No parece venir de Oriente, pues en nada se parece ni responde a los ideogramas chinos, ni al malayo, ni al sánscrito, y mucho menos al latín o al griego.
Hay quien le encuentra cierto parecido al griego antiguo o copto, pero no al fenicio ni al demótico egipcio. Incluso hay quien imagina que quizá tenga algo que ver con la escritura cuneiforme de los asirios y los sumerios, porque hay algunos trazos similares, pero que al traducirlos nada tienen que ver unos con otros. También hay quien se aventura a emparentarlo con el lamelio, aunque bastante más rústico; con el agravante de que el fino y estilizado lamelio no lo comprende nadie, y sus hermosas figuras quizá nunca fueron un alfabeto.
Tampoco se sabe de dónde salieron los pueblos blancos que se asentaron en el norte de Europa, porque si bien es cierto que en ellos hay sangre germánica y lapona, ADN de la Europa Central y hasta de los países galos y celtas, su apariencia morfológica dista mucho de estos pueblos, sobre todo la de los finlandeses. Por supuesto, además de los asentamientos paleolíticos de migraciones anteriores y el deambular nómada, las mezclas orientales aunque tardías de los hunos y los turcos siguen presentes en nuestros días. Sobre todo en el pueblo noruego y, con menos intensidad y frecuencia, en el pueblo sueco, por lo que se pueden seguir ciertas rutas genéticas; pero, de momento, sin un origen claro.
Hay que tener en cuenta que la historia de la humanidad como la conocemos y como la entendemos empieza con la escritura, y los pueblos nórdicos en este aspecto llevan un retraso de casi cuatro mil años. Desde la aparición de la escritura cuneiforme en Ur, Caldea y los pueblos circunvecinos de Sumeria con textos como El poema de Gilgamesh en el 4000 antes de nuestra era hasta la Edda poética del 1200 hay un trecho demasiado largo para comprender la historia nórdica como texto escrito, p...