CAPÍTULO 1
El gran enigma: Cómo se comunica la mujer
«Me pinto a mí misma, porque soy a quien mejor conozco».
—FRIDA KAHLO. PINTORA Y POETISA. MÉXICO.
LOS DIEZ LENGUAJES DE LA MUJER
(Primera parte)
El gran enigma de todos los tiempos es la comunicación de la mujer. Poder entenderla ha sido el desafío de los investigadores. Lograr comprenderla, la derrota que ellos mismos reconocen con entereza y ante la cual se han rendido con humildad hasta los más notables poetas y escritores de la literatura universal.
El gran dramaturgo y novelista irlandés, Oscar Wilde, dijo: «Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas. Si usted quiere saber lo que una mujer dice realmente, mírela, no la escuche».
El médico austriaco, Sigmund Freud, padre del sicoanálisis, llamado «el arqueólogo de la mente», dijo: «La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual todavía no he podido responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere una mujer?».
El Premio Nobel de Literatura colombiano, Gabriel García aseguró: «En todo momento de mi vida hay una mujer que me lleva de la mano por las tinieblas de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres y en las cuales se orientan mejor con menos luces».
Y añadió: «Creo que las mujeres sostienen el mundo en vilo, para que no se desbarate, mientras los hombres tratan de empujar la historia. Al final, uno se pregunta cuál de las dos cosas será la menos sensata».
La mayoría de los hombres se ha cuestionado alguna vez con la desgastada pregunta: «¿Quién entiende a una mujer?».
Ese es el gran interrogante que no pretendo resolver por completo en esta obra, pero sí espero arrojar con humildad algunas luces para aportar a la profundización del análisis, desde mi perspectiva de comunicadora, de investigadora de la comunicación y, por supuesto, de mujer.
Tres conclusiones
Dentro de esta apasionante investigación acerca de los lenguajes de la mujer, he llegado a tres conclusiones, desde las cuales miraremos la Comunicación Femenina Inteligente (CFI), como parte de esta metodología sobre la Nueva Comunicación Inteligente (NCI).
Primero, no será posible entender jamás los lenguajes de la mujer si no la estudiamos desde su propia perspectiva. Para ello, es necesario ser empáticos. Es decir, ponerse en sus zapatos.
No importa si son altísimos tacones con plataforma o elegantes clásicos de ejecutiva, o tenis de hábil deportista, o duros mocasines de obrera, o alpargatas de campesina, o botas de valiente a la moda, o algunas zapatillas de frágil princesa. Para entender la comunicación de la mujer, hay que estudiarla desde su propia horma.
Segundo, no será viable analizar con éxito los lenguajes de la mujer, si solo nos enfocamos en sus debilidades. Por supuesto que no vamos a desconocerlas, pero tampoco deben ser el enfoque exclusivo, como en la mayoría de los análisis al respecto. A lo largo y ancho de la historia, se ha analizado la expresión oral de las mujeres en relación con sus peores debilidades, pero muy pocas veces con respecto a sus grandes fortalezas.
Ya se convirtió en una costumbre escuchar los mismos comentarios acerca de la comunicación de ella. Se dice, por ejemplo, que «habla mucho», que siempre habla con «la cantaleta», que «quiere controlarlo todo», y que por eso los «pobres hombres», siempre deben «soportar a la suegra...», según los «chistes» de salón.
Para cambiar el esquema es necesario que comencemos a mirar también sus fortalezas y virtudes. Por eso en este libro nos enfocaremos muy en serio, en las virtudes propias de la Comunicación Femenina Inteligente (CFI), y miraremos sus debilidades como oportunidades de mejora, para empoderarlas.
Tercero, no será viable estudiar los lenguajes femeninos si no logramos salir del esquema comparativo entre «las diferencias de la comunicación del hombre y la mujer». Valoro los libros e investigaciones sobre la comunicación. También las grandes obras y best sellers sobre el tema. Pero creo que para eliminar los estereotipos, debemos dejar de mirarla a ella como una especie de extraterrestre proveniente de un raro planeta.
La mayoría de los estudios, análisis, blogs, e-books, comentarios, programas televisivos y radiales sobre el tema de la comunicación de la mujer se refieren a la comparación con relación a la comunicación con el hombre. Creo que es tiempo de dar un cambio de dirección.
En este libro nos dedicaremos a estudiar los lenguajes de la mujer, sin comparaciones. Será un análisis en relación con ella misma. Con sus propios parámetros comunicativos.
Propuesta: cambio de enfoque
Esa pregunta común —¿Quién entiende a la mujer?— se ha convertido en una broma frecuente y desgastada. Debemos por lo menos intentar dar luces de esperanza hacia el cambio de esa declaración, que estigmatiza la comunicación femenina.
Hasta el momento, la mayoría de los conceptos que se analizan y se dicen acerca de la comunicación femenina, se relacionan más con su complejidad que con sus cualidades positivas. Es ese enfoque en la complejidad de la comunicación femenina, lo que le impide a la humanidad entender el lenguaje de la mujer y valorarlo en su máxima expresión. Mi propuesta es un cambio de enfoque. Una nueva mirada a la forma de expresión de la mujer. Creo que solo de esa manera será posible la apertura flexible del entendimiento a su extraordinario universo comunicativo.
Es tiempo de empezar a mirar su expresividad desde un lente más amplio, con suficiente capacidad para captar toda la imagen que necesitamos tomar, para que el cuadro acerca de su comunicación sea completo y justo.
Primero, la mujer debe reconocer con humildad y voluntad de cambio que, en algunas de las aseveraciones planteadas acerca de la complejidad de su comunicación, los críticos tienen toda la razón. Luego, con la transformación propia del reconocimiento, que nos permite entrar en el próximo nivel, podremos empezar a mirar hacia la parte positiva de las virtudes y fortalezas de la expresión femenina.
La complejidad es solo un treinta por ciento de lo que representa la forma de expresión de la mujer. El setenta por ciento restante, lo componen sus extraordinarias virtudes, dones naturales, cualidades especiales, habilidades innatas y competencias comunicativas. Si logramos descubrir, valorar, enfocar y enfatizar ese alto porcentaje de fortalezas, de manera intencional, alcanzaremos beneficios enormes para la humanidad. Es inimaginable todo lo que le es posible lograr a una mujer con una comunicación femenina inteligente bien empoderada.
En este libro nos enfocaremos en ambos lados. En las fortalezas y también en las debilidades, definidas como oportunidades de mejora. Por eso hemos estructurado los diez lenguajes de la mujer en: los cinco lenguajes brillantes y los cinco lenguajes opacos, para alcanzar todo el enfoque, que abarque tanto sus fortalezas y virtudes, como sus debilidades y complejidades inentendibles. Las veremos en detalle, una a una, más adelante.
Con un grado mayor de civilización
Mi papá me decía: «La mujer tiene un grado de civilización mayor». Creo que se refería a la forma de comunicarse, más empática, menos agresiva y pendenciera. Como intelectual estudioso, purista del lenguaje, periodista destacado, abogado ilustre, con cuatro hijas mujeres muy distintas, una esposa maravillosa, seis nietas en escalera, tres bisnietas que no alcanzó a conocer y miles de mujeres estudiantes de universidad que lo apreciaban, tenía más de una razón para decirlo con criterio. Después de madurar mucho la idea todos estos años, creo que mi papá tenía razón.
Con asombro veo que no existen muchos autores, críticos, investigadores, que profundicen sobre el tema de la comunicación de la mujer, y sostengan esa misma tesis acerca de su forma «más civilizada» de expresarse. No pretendo demostrar esa hipótesis tan fascinante, que aún se recrea en mi mente. Pero sí quiero profundizar en ese infinito de posibilidades acerca de la verdadera forma como la mujer se comunica.
Existen excelentes y exhaustivos estudios sobre el sexismo, sobre la discriminación, sobre las diferencias entre hombres y mujeres, algo sobre lingüística e historia. Pero no se evidencian muchos análisis serios y confiables acerca de la esencia de la comunicación femenina, desde el lado ontológico, desde el ser. O por lo menos, no los suficientes.
Más allá de la cuestión de géneros y diferencias, la idea es analizar de qué manera se comunica la mujer, cuáles son los diferentes tipos de lenguajes que utiliza, para lograr al final como resultado el código de la comunicación femenina. Con el gran reto de tratar de descifrarlo.
Está claro que la mujer es diferente al hombre en su forma de comunicarse. Pero el aterrizaje del lenguaje femenino a la realidad de su día a día, sin comparaciones, es urgente en un mundo en el que su participación es cada vez más evidente.
Aquí trataremos de mirar la comunicación de la mujer, desde ella misma, en cuanto al ser. No a partir de sus diferencias con el sexo opuesto. Aunque en algún momento tocaremos el inevitable tema. ¿Cómo son los lenguajes de la mujer? Ese es el gran desafío planteado en esta obra. No pretendo buscar las causas de la discriminación, ni del consabido sexismo o machismo. Las grandes organizaciones mundiales de ayuda promujer ya cuentan con una tarea muy avanzada y admirable en ese sentido, que crecerá y será cada día más enriquecida.
Nos concentraremos en la búsqueda de los valores esenciales del lenguaje femenino, con el propósito final de alcanzar las claves para el empoderamiento de una cultura de la CFI, basada en la necesidad de llegar a entender cuáles aspectos debemos reivindicar en la lingüística de ella, que son únicos. También con la suficiente honestidad para reconocer aquellas «debilidades» innegables que la caracterizan y que necesitan ser transformadas. Así llegaremos al punto máximo de romper los paradigmas que han marcado a la mujer por siglos, y que la estigmatizan, justo por su forma de comunicarse y expresarse.
Ante ese lugar común antes mencionado, acerca de la comunicación femenina, con la consabida pregunta —¿Quién entiende a la mujer?—, algunos prefieren optar por la máxima «A las mujeres hay que amarlas, no tratar de entenderlas». Otros han realizado importantes estudios e innumerables manuales de relaciones de pareja que tratan acerca de las diferencias entre los géneros.
En su conocido best seller Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, el autor John Gray dice, entre muchas otras cosas interesantes: «Los hombres esperan erróneamente que las mujeres piensen, se comuniquen y reaccionen en la forma en que lo hacen ellos; las mujeres esperan erróneamente que los hombres sientan, se comuniquen y respondan en la forma en que lo hacen las mujeres. Hemos olvidado que se supone que hombres y mujeres son diferentes. Como resultado de ello, nuestras relaciones se llenan de fricciones y conflictos innecesarios».1
Allí Gray menciona elementos acerca de la comunicación de las mujeres como: «Las venusinas tienen valores diferentes. Valoran el amor, la comunicación, la belleza y las relaciones. Dedican mucho tiempo a respaldarse, ayudarse y estimularse mutuamente. Su personalidad se define a través de sus sentimientos y de la calidad de sus relaciones. Experimentan la realización a través de la participación y las relaciones. En Venus todo refleja esos valores. En lugar de construir autopistas y grandes edificios, las venusinas se preocupan más por vivir juntas en armonía,...