Pásame otro ladrillo
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Pásame otro ladrillo

Charles R. Swindoll

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  1. 224 páginas
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Pásame otro ladrillo

Charles R. Swindoll

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Información del libro

La mayoría de nosotros podría beneficiarse de un sabio consejo sobre cómo ser un líder más eficaz en el trabajo y en el hogar. En esta edición revisada, Charles Swindoll cava profundamente en la vida de Nehemías y nos demuestra cómo manejar las cuestiones de motivación, desaliento y adversidad con integridad.

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Información

Editorial
Grupo Nelson
Año
2005
ISBN
9781418576264
uno

Las circunstancias
a la mano
Eche usted una mirada al periódico de hoy y probablemente hallará una noticia más sobre el fracaso en el liderato. En lo que respecta a los Estados Unidos de América, aún no se había dormido Watergate, ni habíamos salido completamente de los escándalos sexuales de Washington, cuando ya nos encontrábamos frente a frente con otro delicado asunto, llamado por algunos "Coreagate": la venta de influencia extranjera en el congreso.
La crisis de Uganda en su totalidad es básicamente una crisis de liderato. Y la reciente revelación de que la planta de la General Motors colocó motores Chevrolet en ciertos modelos de automóviles Buick y Oldsmobil, no fue en el fondo, sino una crisis de dirección.
Una escena similar existe hoy en muchas iglesias, organizaciones cristianas e instituciones educacionales. Aunque en la superficie, las cosas parezcan estar suave y establemente de debajo del fino barniz superficial no es raro hallar luchas internas y confusión en la organización. Los tradicionalistas van contra los innovadores. Algunos anhelan nuevos planteamientos, frescos y menos estructurados para hacer frente al desafío de una generación más espontánea de participantes. Otros prefieren una filosofía fija, permanecen con el status quo, se mantienen alejados de lo novedoso y de los estilos siempre cambiantes. La necesidad de dirección se deja oir fuerte y claramente.
Gran parte de nuestra frustración personal en la vida diaria es resultado directo de una dirección defectuosa: tensiones en el trabajo, interrupción de las comunicaciones en la comunidad, luchas por el poder en la reunión del distrito o de la comunidad, y mal cuidado de nuestros hijos y de nuestros hogares.
¿QUE ES UN LIDER?
¿Qué queremos dar a entender cuando utilizamos las palabras liderato o liderazgol Si se me pidiera que definiera con un solo término cualquiera de estas palabras, lo definiría con la palabra influencia. Uno dirije a otro individuo en la medida en que influye en él.
El finado presidente Harry Truman se refería a menudo a los líderes como las personas que pueden conseguir que otros hagan lo que no quieren hacer, ¡y que lo hagan con agrado!
Sobre el tema del liderato se han escrito resmas y pilas de libros. Son pocos los hombres de negocios y los profesionales que no tienen una copia de la obra de Dale Carnegie, Cómo ganar amigos e influir en la gente, que es un volumen sobresaliente sobre el tema del liderato y de las relaciones personales. Otro libro ampliamente leído sobre este tema es Power of PositiveThinking (El poder del pensamiento positivo), de Norman Vincent Peale. Aun libros como Winning Through Intimidation (Triunfo por medio de la intimidación) y I'm O.K., You're O.K. (Yo estoy bien, tú estás bien) se relacionan con el liderato en cuanto tratan el tema relacionado con el manejo de los encuentros personales.
MANUAL PARA LIDERES
Sin embargo, hay un libro, que fue escrito alrededor del año 425 a. de J.C., que cobra importancia como una obra clásica sobre el tema del liderato efectivo. No obstante este hecho, tal libro es extrañamente oscuro y virtualmente desconocido para la gente de hoy. Fue escrito por un hombre que fue prominente en los negocios y en la política en el antiguo Medio Oriente. No sólo poseía una excepcional filosofía personal, sino que también la vivió personalmente. Durante su vida, este caballero se levantó de la total oscuridad hasta el reconocimiento nacional. El libro de él lleva su nombre: Nehemías.
Creámoslo o no, lo que Nehemías dijo con respecto al liderato se refiere a los mismos asuntos a que usted y yo nos enfrentamos hoy. Por ejemplo, en su libro aprendemos:
• cómo relacionarse uno con un jefe irritable;
• el equilibrio que debe haber entre la fe en Dios y la planificación personal;
• cómo manejar la desilusión ejecutiva;
• qué hacer con la crítica injustificada.
En su manual bíblico para los líderes potenciales hallamos principios eternos y fidedignos muy efectivos. Esos principios nos capacitan para saber cómo formar características de calidad en nosotros mismos y en otras personas; aquella clase de características que rara vez se ve hoy. Estas verdades no son "descargadas" de golpe sobre nosotros, sino que más bien son ejemplificadas por Nehemías mientras realiza un increíble proyecto luchando contra inconcebibles obstáculos.
A medida que usted sigue en forma absorta la historia de Nehemías, se hallará en un diálogo imaginario con él, en el cual dirá cosas como las siguientes:
"Nehemías, tú eres un tipo como yo. Necesito que las características que te dieron el éxito se transfieran a mi propia vida. ¡Pásame otro ladrillo, para lograr mi pleno potencial y llegar a ser todo lo que Dios ha querido que yo sea!"
Antes de llegar al fin de la historia, usted se sorprenderá de ver cuántos ladrillos de carácter pasaron de las manos de él a las de usted.
UN HOMBRE DEL PROBLEMA QUE SE PRESENTE
En lo que concierne a los rasgos del que dirige, Nehemías no fue diferente de los individuos notables cuyos nombres son bien conocidos. Teodoro Roosevelt, vigésimosexto presidente de los Estados Unidos de América, por ejemplo, fue un dirigente que impuso cargas duras. Mientras estuvo en el poder fue odiado o admirado. Uno de sus ardientes admiradores exclamó una vez ante él: "Señor Roosevelt, ¡usted es un gran hombre!" Con su característica honestidad, éste, respondió: "No, Teddy Roosevelt es simplemente un hombre ordinario, común y corriente, que está altamente motivado". Ciertamente se puede decir que su respuesta describe a la mayoría de los líderes, incluso Nehemías: un hombre ordinario, común y corriente, pero altamente motivado.
Edwin Markham expresó una similar admiración por Abrahám Lincoln: "Este era un hombre que se medía con el mundo, un hombre que se igualaba a las montañas y al mar".1
No pareciera que tan descollantes palabras pudieran describir a una persona ordinaria, ¿verdad? Pero un momento. Cuando Dios pone su mano sobre una persona ordinaria, común y corriente a quien ha escogido para que sea dirigente, a esa persona se le dan capacidades para igualarse a las montañas, bien sea Roosevelt, Lincoln, Nehemías, o un individuo como usted y como yo. ¡El motiva a los líderes para que logren metas, para que se mantengan trabajando, para que pasen ladrillos!
Aunque Nehemías fue un hombre ordinario que estaba abajo, emerge como uno de los más prominentes líderes de la historia. El fue altamente motivado por Dios para hacer una obra rodeada de muchas circunstancias difíciles.
Antes de meternos en los elementos específicos de cómo aprender de Nehemías el liderato efectivo, necesitamos conocer algo de historia. Tratar de estudiar y apreciar a Nehemías, sin algún conocimiento de este período histórico de transición, sería como visitar el viejo puente Concord en Massachusetts o la Campana de la Libertad en Filadelfia, sin tener ningún conocimiento sobre la Guerra de Revolución. Así que, detengámonos un rato para echar una mirada, en las páginas restantes de este capítulo a los eventos que produjeron la época en que vivió Nehemías. Luego estaremos listos para hacer un cuidadoso estudio del líder Nehemías.
UNA MIRADA A LA HISTORIA
La historia judía comienza con Abraham aproximadamente unos 2.000 años a. de J.C. Pero sólo mil años después llegó Israel a tener significado mundial como nación, en el tiempo de Saúl, David y Salomón. En los reinados sucesivos de estos tres reyes, la bandera de Israel ondeó orgullosamente sobre la nación. Finalmente, Israel fue reconocido como una gran potencia militar durante el período de 40 años del reinado de David.
David llevó adelante la causa de Israel en proporciones notables. Al morir, entregó el trono a su hijo Salomón. Y si usted conoce la Biblia, sabe que Salomón, en la última parte de su vida había transigido tanto con el mundo que Dios lo juzgó.
"Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo" (1 Reyes 11:11, 12).
Cuando Salomón murió, hubo una división en las filas militares de la nación. Israel se convirtió en un reino dividido: diez tribus emigraron hacia el norte y establecieron su capital en Samaría; las otras dos se marcharon hacia el sur y se establecieron en Jerusalén y en sus zonas circundantes. Durante este período de división y guerra civil, a las tribus del norte se les dio el nombre de Israel, y al grupo del sur, Juda.
Así como la decadencia más baja en la historia de los Estados Unidos de América ocurrió cuando los estadounidenses tomamos las armas los unes contra los otros en nuestra Guerra Civil, así sucedió con esta división nortesur en la historia judía. Ellos llegaron nacionalmente a su hora más oscura, no cuando fueron atacados desde afuera, sino cuando fueron atacados desde adentro, y los muros de su herencia espiritual comenzaron a derrumbarse. Durante este período de división, literalmente se desató todo el infierno. Prevalecieron las condiciones caóticas.
Dios castigó a Israel cuando fue invadido por los asirios en el año 722 a. de J.C. Las diez tribus desaparecieron; el Reino del Norte dejó de existir. Pero algunos del pueblo del norte huyeron hacia el sur para escapar del dominio asirio.
La tierra de Judá siguió siendo una nación judía durante más de 300 años. Sin embargo, en 586 a. de J.C., Nabueodonosor, rey de Babilonia, invadió a Jerusalén (y a todo Judá) y llevó cautivo a su pueblo. Con esto comenzó la llamada "Cautividad babilónica". El relato bíblico que se halla en 2 Crónicas 36:18, 19 registra el fin de la historia de Judá y el comienzo de la cautividad babilónica.
Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia. Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables.
Quemaron la casa de Dios, el templo, y rompieron el muro protector que rodeaba la ciudad. (Pensemos especialmente en las palabras "la casa de Dios" y "el muro", pues un poco después trataremos sobre lo que significan.) Fueron destruidos a fuego todos los edificios fortificados y también todos los artículos de valor que había en el templo.
Si usted es veterano de la Segunda Guerra Mundial, tal vez vio Berlín o Tokio al finalizar la guerra. Después de la destrucción de Jerusalén por los babilonios, la ciudad quedó más o menos en la misma condición. ¡Fue totalmente arrasada! El magnífico lugar en que una vez se manifestaba la gloria de Dios fue destruido. El muro quedó en ruinas, y los perros salvajes se alimentaban con cualesquiera restos comestibles que encontraran. Los ejércitos de Babilonia marcharon de regreso con todos los tesoros de Judá.
El Salmo 137 fue escrito durante este tiempo deprimente. El salmista exclamó: "¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?" (versículo 4). Los babilonios llegaron y se llevaron cautivos a los israelitas. Se había terminado su canto. En 2 Crónicas 36:20 se agrega una palabra final:
Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia, y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los persas.
Esto es importante. Los judíos que salieron con vida del sitio de Jerusalén fueron atados, encadenados como esclavos y enviados a Babilonia, a lo largo de un camino de casi 1300 kilómetros. Y dominados por Nabucodonosor y por su perverso hijo, vivieron como habían vivido siglos antes en Egipto, como esclavos de una potencia extranjera.
Pero Dios no los olvidó. El tenía un propósito y un plan. Notemos cómo concluye el versículo 20: . . hasta que vino el reino de los persas". Lo que sucedió fue lo que sigue. Hubo un rey llamado Ciro, que gobernaba a Persia, y otro rey, Darío, que gobernaba en la vecina Media. Las dos naciones eran aliadas, pero como la fuerza persa era la mayor de las dos, a los dos países se les daba a menudo simplemente el nombre de "el reino de Persia". Los medos y los persas invadieron a Babilonia y la tomaron, y forzaron al imperio babilónico a rendirse. ¿Qué sucedió entonces? Lo leemos en 2 Crónicas 36:22:
Mas al primer año de Ciro rey de los persas, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro rey de los persas, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito ....
¿Creía Ciro en Dios? No. Superficialmente pudiera parecer que era creyente, pero no lo era. Sin embargo, se preocupó por el bienestar de los judíos. Dios no se limita a trabajar sólo con su pueblo. Cuando así lo decide, el trabaja en las vidas y en las mentes de los que no creen en El. Mueve los corazones de los reyes para que cambien de un plan a otro. Y esto fue lo que hizo con Ciro. El plan final de Dios era el de que los judíos regresaran a su tierra.
Ciro envió una proclamación escrita a través de todo su reino, que decía:
Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todos su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba (2 Crónicas 36:23).
Lo que decía era lo siguiente: "Que el pueblo de Dios ...

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