La mujer
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La mujer

Sus tensiones y depresiones

  1. 242 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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La mujer

Sus tensiones y depresiones

Descripción del libro

Descubra el gozo de ser la mujer que Dios quiere que sea.
David Hormachea se enfoca en los temas que la mujer de hoy enfrenta tanto en la casa como en el trabajo. Las mujeres con frecuencia tienen más ansiedades y tendencias a ser personas afanadas que necesitan enfocarse. Hormachea explora las tensiones en el hogar, tensiones interpersonales que afectan a la gran mayoría de las mujeres, como la subestimación personal, la ausencia de romanticismo e intimidad apropiada, presiones diarias, tensiones sutiles que pueden destruir la vida, las relaciones familiares no saludables y cambios en el cuerpo femenino. Concluye dando acciones imprescindibles para vivir con dignidad.

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Información

Editorial
Grupo Nelson
Año
2008
ISBN de la versión impresa
9781602551619
ISBN del libro electrónico
9781418581268
Categoría
Éxito personal
1
La mujer con ansiedad:
Persona afanada que necesita enfocarse
Toda persona tiene preocupaciones, pero cuando la mujer determina involucrarse en más actividades y adquirir más compromisos que los que puede cumplir responsablemente, vive tensionada en un mundo deprimente. Cuando decide sobrecargarse, no solo pierde el enfoque sino que, además, se destruye lentamente y hiere a otros constantemente.
ES IMPOSIBLE VIVIR SALUDABLEMENTE sin tener algunas preocupaciones, pero es posible evitar determinadas preocupaciones que nos pueden impedir vivir saludablemente. Cierto nivel de estrés, de preocupación, no es malo; pero vivir estresadas y preocupadas, es absolutamente destructivo. Estoy convencido de que es imposible ser feliz y vivir inundada por las preocupaciones.
La gente más feliz rara vez es la que no tiene problemas. Las personas más felices no necesariamente son las más ricas o las más hermosas. No necesariamente son más felices los más inteligentes o los que han alcanzado mayores logros académicos.La gente más feliz que he conocido, no es gente dependiente de vicios o aquellos que hacen que gran parte de su vida gire en torno a la diversión, el descanso y el esparcimiento. He notado que los más felices no son los que dependen de algo exterior para motivar o alegrar su interior. Los felices no dependen de la comida ni la bebida, no dependen de la ropa que visten ni de cómo lucen.
La gente más feliz es la que ama a Dios, que sabe que Él le ama y cuya única meta es vivir una vida agradable a Dios. Esa gente trata de cambiar su interior pues sabe que no es lo que está fuera de su vida lo que le destruye, que no es lo que entra en su vida lo que le hace infeliz, sino lo que sale de su interior como producto de las experiencias, encuentros, ataques, desprecios, cariño, aprecio que provienen del exterior.
La gente que tiene paz interior, por su relación apropiada con Dios y por consiguiente con la vida, disfruta de las cosas más sencillas, así como de las complicadas. No pierden el tiempo codiciando las cosas, circunstancias o personas que pertenecen a otros. Ni creen que el nombre de Dios es «Yo era». Los seres felices no creen que lo más grandioso siempre es asunto del futuro, por lo que tampoco creen que el nombre de Dios es «Yo seré». Creen en el Dios cuyo nombre significa «Yo soy» y por ello disfrutan al máximo el presente, lo que ellos son y lo que tienen. Disfrutan de los grandes y de los pequeños, se relacionan sabiamente con uno u otro sexo y son adaptables y enseñables. Mueven su embarcación utilizando los vientos, vengan de donde vengan, y vayan adonde vayan, pues no son los vientos los que determinan su rumbo, sino la forma en que manejan su timón. Las mujeres felices disfrutan luchando y no se sienten culpables descansando, se preocupan por los demás y por ellas mismas. Los hombres y mujeres felices saben de dónde vienen, porque están aquí; saben adónde van y han aprendido a amar de la forma que Dios quiere. Los hombres y las mujeres felices no viven llenos de ansiedad pues han aprendido a ser responsables de cambiar con la ayuda de Dios lo que es cambiable, es decir, aquello que Dios ha determinado que es su responsabilidad cambiar, y han aprendido a confiar en Dios en cuanto a las cosas que son inmutables y que solo un milagro divino podría cambiarlas.
Las mujeres que experimentan felicidad son las que disfrutan luchando y no se sienten culpables descansando, las que son intensas y fuertes cuando es necesario y relajadas cuando es apropiado. Estas mujeres sabias saben que el mundo no gira en torno a ellas, ni son esclavas de los demás. Más bien se preocupan responsablemente por los demás y se preocupan sabiamente de ellas mismas.
La ansiedad, sutil enemiga
La ansiedad es una sutil enemiga que persigue constantemente a la mujer. Ellas son tan sensibles que pueden irse al extremo de la hipersensibilidad y tan responsables que pueden ser dominadas por la ansiedad.
Todo el mundo experimenta miedo y todos en algún momento sentimos ansiedad. El miedo es una respuesta emocional, fisiológica y del comportamiento que nos inunda cuando estamos frente a una amenaza externa. En cambio, la ansiedad es un estado emocional desagradable que tiene una causa menos clara y a menudo se acompaña de cambios fisiológicos y del comportamiento, similares a los causados por el miedo. A causa de esas similitudes, a veces se usan los términos ansiedad y miedo de forma indistinta.
La ansiedad es una respuesta al estrés que experimentamos cuando enfrentamos situaciones que nos presionan. Esta puede acosarnos debido a la destrucción o amenaza de destrucción de una relación interpersonal importante o a la presión que sentimos cuando tenemos tareas que cumplir y nos sentimos impotentes. La ansiedad indica presencia de un conflicto e impotencia para confrontarlo. La ansiedad puede aparecer súbitamente, como el pánico, o gradualmente a lo largo de minutos, horas o días. La duración de la ansiedad puede ser muy variable, desde unos pocos segundos hasta varios años. Su intensidad puede ir desde una angustia apenas perceptible hasta un pánico bien manifiesto. La Biblia no enseña que es pecado sentir ansiedad sino que nos enseña que no debemos dejarnos dominar por los estados de ansiedad; que no debemos permitir que escalen al punto que nos afecten tan profunda y personalmente que nos hagan vulnerables, nos dominen y muevan a tener conflictos con otras personas.
UN EJEMPLO ANTIGUO DE UN PROBLEMA ACTUAL
En la Biblia, en Lucas capítulo 10 versículos 38 al 42, aparece una historia antigua que nos muestra un problema actual. Es el problema del afán excesivo y su producto, la ansiedad.
La historia es acerca de una mujer llamada Marta, pero existen muchas mujeres que aunque no tienen el mismo nombre, sufren del mismo problema. El tipo de mujer descrita aquí como Marta puede ser soltera o casada, joven o anciana, puede ser una nueva cristiana o una persona que ha disfrutado del cristianismo por muchos años, puede ser una persona con mucho dinero o con dificultades financieras. Las Martas de este mundo son del tipo de mujeres serviciales y dispuestas a dar su vida por otros, pero debido a su dedicación extrema, viven excesivamente preocupadas.
Exhortación sabia para una confusión común
En la Biblia, en Lucas capítulo 10 versículos 38 al 42, se nos presenta el relato de una visita que realiza Jesucristo a una familia de amigos:
Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose dijo: «Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile pues, que me ayude». Respondiendo Jesús, le dijo: «Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada».
Creo que no podemos dejar de sonreír al leer lo que ocurrió en esta historia, pero tampoco debemos permitir que aflore nuestra tendencia a condenar a alguien que actúa, seguramente tal como lo hubiéramos hecho muchos de nosotros. Marta, como muchas de mis lectoras, era una mujer responsable, consciente y determinada a cumplir sus labores. Recuerde que ella estaba preparando una comida pues la visita era importante; Jesucristo, su Salvador, llegaría a su casa. Sin duda este tipo de visitas no se recibía a cada instante. No todos los días estaba en su casa el Maestro.
Marta tenía una hermana que determinó su propio plan. En otras ocasiones ella le ayudó, pero María no quiso hacerlo en esa ocasión tan especial y por ello se sentía muy presionada. Enojada, Marta decidió acusar a Maria pero, como si la presión que experimentaba no fuera lo suficientemente mala, se da cuenta de que Jesucristo, en vez de corregir a María, la defiende y la corrige a ella y para agravar más la situación, se atrevió a decirle que ella era una mujer preocupada en exceso. Esa sabia exhortación de Jesucristo es también necesaria para muchas mujeres en este tiempo. Jesús le dijo a Marta:
Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
Descripción sencilla de un estado complicado
Marta se encontraba en un estado complicado. Se sentía abrumada por las tareas que se había autoimpuesto. Nadie le ordenó que hiciera lo que voluntariamente decidió hacer. Siempre que determinamos imponernos obligaciones que no podemos cumplir sin provocar un estado estresante, complicamos la vida, no la facilitamos.
En el versículo 41, el término griego con que Jesús describe a Marta significa «estar dividida». El Señor le dice: «Marta tú estás dividida, las tareas que te autoimpusiste son tan duras que ni una docena de Martas podrían ser capaces de cumplirlas y eso no es lo que precisamente necesito de ti, ni lo que es bueno para ti».
Siempre que determinamos imponernos obligaciones que no podemos cumplir sin provocar un estado estresante, complicamos la vida, no la facilitamos.
En palabras sencillas y en términos de nuestros días, Jesús podría haberle dicho a su afanada anfitriona lo siguiente: «Marta, Marta, ¿Por qué te creas tantas presiones? ¿Por qué te autoimpusiste tantas obligaciones al punto que tienes tu mente dividida? Marta, todo lo que yo quería era departir con ustedes y comer algo. No necesitabas dejar la casa brillante y sacar la mantelería fina y la vajilla china, solamente podrías haber preparado una buena sopa y hubieras tenido más tiempo de departir y menos presiones, en vez de más presiones y más tiempo para preocuparte ».
La palabra «turbada» describe a una persona aturdida al punto que no puede hablar ni proseguir en lo que estaba haciendo. Turbar es interrumpir violenta o inciertamente la quietud. Afanarse es entregarse con ahínco a un excesivo y duro trabajo con un anhelo vehemente, más allá de lo que podemos soportar; es como sentirse estrangulado, lleno de ansiedad y preocupación.
Muchas mujeres tienden a preocuparse al extremo por cosas que no merecen tanta atención. La ansiedad es un sentimiento de pánico y quienes lo experimentan se dan cuenta de que su mente va de lugar en lugar, de recurso en recurso, de pensamiento en pensamiento y cada vez experimenta más incertidumbre al punto que no sabe cómo tratar aquella situación. La mujer ansiosa siempre está pensando que viene algo peor, nunca algo mejor y esa preocupación le va cegando paulatinamente al punto que no tiene claridad para actuar. Muchas veces las cosas que a uno le han preocupado son muy pequeñas, pero debido a la excesiva preocupación las ha convertido en conflictos gigantescos.
La oficina de medidas de Estados Unidos, en Washington, hizo un importante reportaje diciendo que la densa niebla que cubre por lo menos siete manzanas de una ciudad y que podría tener una profundidad de treinta metros corresponde solamente a un vaso de agua. Es decir, si usted juntara todas las partículas de la neblina que están en toda esa extensión, lo único que lograría acopiar sería un vaso de agua. Ese vaso de agua está dividido en más de sesenta mil millones de pequeñas partículas. Sin embargo, debido a que esas partículas están desparramadas en una extensión de unas siete manzanas, dejan aquel lugar prácticamente nublado. De la misma manera opera la excesiva preocupación por nuestra vida. Juntamos tantas pequeñas cosas que producimos grandes preocupaciones que nublan nuestra vida y nos hacen sentir impotentes.
Manifestaciones habituales de un problema común
La mujer con ansiedad es una persona que pierde su enfoque y objetividad. La ansiedad, ese temor de que ocurra algo que no quisiéramos, temor de que no podamos cumplir algo con que nos hemos comprometido, no llega y se va sin consecuencias. En la vida de Marta, la ansiedad trajo serias consecuencias y María, su hermana, y Jesucristo, su Maestro y amigo, fueron testigos. Observe lo que ocurrió con ella:
Impotencia y frustración. La preocupada Marta se dio cuenta de que no cumpliría con las obligaciones que ella misma se había impuesto. Se sintió incapaz de hacer todo lo que se había imaginado que podía para complacer a su Maestro. Esa impotencia le propició un sentimiento de frustración y se sintió desilusionada y fracasada.
Impaciencia e ira. Marta observaba el panorama y se percataba de que no podría cumplir con sus objetivos. Se sintió impaciente, pues quería que las cosas ocurrieran, pero no lo hacían. Ella quería ver la casa brillante, la comida deliciosa y terminada, pero el tiempo no le alcanzaba. La impaciencia comenzó a producir un poco de molestia, más tarde experimentó irritación y finalmente demostró su ira al atacar a su hermana y aun al propio Jesús, a pesar de que era su visitante, su amigo, aquel a quien ella quería servir. Estaba molesta porque Jesús no le llamó la atención a su hermana a pesar de que se había dado cuenta de que ella necesitaba ayuda en la cocina.
Todos experimentamos presiones en la vida pues debemos realizar grandes esfuerzos para vivir con excelencia, pero ocuparse al punto de vivir tensionada y deprimida es un acto de imprudencia.
Toda mujer que se ha autoimpuesto demasiadas tareas y obligaciones, vivirá una vida caracterizada por las tensiones y depresiones.
Precipitación y apuro. Marta estaba preocupada y quería cumplir sus metas rápidamente. No calculó bien cuánto tiempo necesitaba para estar lista. Ni pensó que no tendría ayuda pues era algo que había determinado sin consultar con los demás. Creía que el Maestro estaba esperando exactamente lo que ella estaba haciendo y en el momento que ella lo determinó, por lo que se apuraba para, según ella, satisfacerlo.
Marta estaba actuando como nosotros que batallamos con el mismo síndrome del apuro, que es parte de esta sociedad moderna. Vivimos vidas apuradas porque hemos elegido aumentar y cambiar nuestras prioridades, hemos decidido aumentar nuestros quehaceres y por lo variado de nuestra participación y los compromisos adquiridos, no somos capaces de cumplirlos. Vivimos dominados por la precipitación y el apuro que nos impiden cumplir los compromisos excesivos que hemos adquirido.
Temor y pánico. El temor de no cumplir con su objetivo motivó el pánico de Marta. Estaba asustada porque no podría atender al Maestro como se lo merecía. Ella sentía que no estaba atendiéndolo como lo había planificado, aunque el Maestro ni siquiera lo esperaba. Ella se creó un temor innecesario como muchos de los que nosotros nos creamos. La gran verdad es que nuestra sociedad está llena de fobias y existen muchos temores que diariamente nos asaltan. Un artículo de la revista Newsweek, del 23 de abril de 1984 que fue titulado «Fobias», nos presenta el caso de la señora Marjorie Goff ; que permaneció en su casa por más de treinta y un años hasta que llegó a la edad de sesenta y uno, porque tenía miedo de salir. Vivía afanada, turbada y movida por los temores. Muchas personas viven con un afán tan desmedido que genera turbación, por lo que viven atemorizadas de perder su trabajo, de no poder cumplir con sus compromisos económicos y muchas otras preocupaciones. Otras están llenas de temor y pánico al punto que no pueden responder de una manera adecuada a la vida.
Cuando nos planteamos tareas tan grandes que no podemos cumplir solos, tenemos la tendencia a querer meter a los demás en nuestros planes personales; y al no recibir la respuesta que buscamos, los confrontamos, los herimos y muchas veces los maltratamos.
La crítica irrespetuosa y el ataque directo
El estado de frustración por la impotencia de no cumplir lo que ella se había autoimpuesto, llevó finalmente a Marta a un estado de desesperación que produjo crítica irrespetuosa y un ataque personal directo. Eso es lo que generalmente ocurre. Nos planteamos tareas o nos imaginamos metas y esperamos que otros sean parte de ...

Índice

  1. Cover Page
  2. Title Page
  3. Copyright Page
  4. Dedication
  5. Contenido
  6. Introducción
  7. 1. La mujer con ansiedad: Persona afanada que necesita enfocarse
  8. 2. El hombre en el hogar: Persona imperfecta que necesita aprender
  9. 3. Las tensiones en el hogar: La tensión rutinaria de muchas actividades regulares y diarias
  10. 4. Las tensiones en su relación con los hijos: Tensión interpersonal que afecta a toda mujer normal
  11. 5. La subestimación personal: Tensión que sumerge en la impotencia
  12. 6. La ausencia de romanticismo e intimidad apropiada: Tensión que destruye la relación conyugal
  13. 7. La tensión laboral: Presión diaria que produce estrés
  14. 8. Los estados depresivos: Tensiones sutiles que destruyen la vida
  15. 9. Las relaciones familiares no saludables: Tensiones diarias profundas que producen destrucción
  16. 10. El cuerpo femenino: Particularidades que producen cambios
  17. 11. La responsabilidad: Acciones imprescindibles para vivir con dignidad
  18. Acerca del autor