La predicación
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La predicación

John F. MacArthur

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La predicación

John F. MacArthur

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Si está tratando de condensar la predicación bíblica en un volumen, ¡aquí lo tiene!
John MacArthur y otros distinguidos maestros de predicadores responden al mandato apostólico en este tratado completo de la predicación expositiva. La reconocida pasión que tiene el doctor MacArthur por las Escrituras se combinó con la visión y destreza de otros miembros de la facultad de The Master's Seminary para producir una declaración definitiva de cómo dar a conocer el significado de la Palabra de Dios con eficacia a la congregación de hoy en día.

Otros colaboradores incluyen a: James F. Stitzinger, James E. Rosscup, Robert L. Thomas, George J. Zemek, Donald G. McDougall, Richard L. Mayhue, Irvin A. Busenitz y David C. Deuel.

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Información

Editorial
Grupo Nelson
Año
2009
ISBN
9781418581572
PARTE III
CÓMO PROCESAR EL TEXTO
BÍBLICO Y CÓMO ESTABLECER
Y APLICAR SUS PRINCIPIOS
7. La hermenéutica y la predicación expositiva
8. La exégesis y la predicación expositiva
9. El análisis gramatical y la predicación expositiva
10. Herramientas de estudio para la predicación expositiva
11. Un método de estudio para la predicación expositiva

7
La hermenéutica y la
predicación expositiva

James E. Rosscup
El expositor que representa a Dios cumple funciones comparables con las de los exploradores, detectives, historiadores, rastreadores e inves­tigadores. Necesita la perspectiva de alguien que desea rea­lizar su mejor trabajo al enfrentar los distintos retos analizando su texto antes de predicar. También debe utilizar principios sólidos de hermenéutica tales como la inspección del contexto pertinen­te, la búsqueda de construc­ciones gramaticales importantes, el estudio de usos más amplios para las palabras en su texto, apren­der a distinguir el lenguaje literal y el figurado, dar espacio para la revelación progresiva, incorporar cono­cimientos adquiridos de otros pasajes pertinentes y el sabio uso de la información acerca de las costumbres de los tiempos bíblicos. La imple­mentación de estos y otros importantes principios asegurará que el expositor represente de forma precisa la verdad de la Palabra de Dios.
En cierto sentido, el expositor de Dios de pronto es un explorador, un detective, un historiador, un rastreador y un investigador. En su búsqueda del mensaje de Dios, es un Colón que navega los extensos mares de la Escritura para traer noticias de un mundo más atractivo. Es un «Sherlock Holmes» que anda buscando pistas que causarían que la verdad, la justicia y la misericordia de Dios prevalezcan. Se parece a Catton, quien, en su famosa trilogía de la Guerra Civil,1 examinó la historia y presentó los hechos en su luz original. De nuevo, es comparable a Tom Tobin, rastreador y experto en las señales de los senderos de Colorado, que podía hallar pistas ignoradas por la mayoría.2 Un expositor de la Biblia es un explorador que descubre un nuevo sendero3 que las personas necesitan seguir, pero que a veces desconocen. Sirve como investigador, por causa de otros, que busca oro en los arroyos de agua viva de la Palabra.4
Este estudio procura repasar cómo los predicadores expositivos cum­plen su encargo de predicar la Palabra. Para lograr lo mejor que Dios pueda hacer de ellos, como exploradores espirituales, detectives, historia­dores, rastreadores e investigadores, deben concentrarse en principios tradicionales de interpretación bíblica para asegurarse de que el mensaje predicado es la Palabra de Dios y no ninguna otra.
Primero, es necesario mantener en mente la relación entre el uso de la hermenéutica (reglas de interpretación) y realizar la exégesis y la exposición. MacArthur articula los pasos.5
1. Use el verdadero texto, la Palabra de Dios, de manera tan precisa como sea posible, determinándola, de forma responsable, mediante la con­sulta de especialistas en la crítica textual.
2. Emplee la ciencia de la hermenéutica con sus principios de interpre­tación.
3. Permita que estos principios expongan el significado de un pasaje (es decir, realice un estudio exegético del texto) como una persona sigue las reglas preescritas al participar en un juego. Entonces, la exégesis es la aplicación de principios hermenéuticos para decidir lo que dice y significa un texto en su propio medio histórico, teológico, contextual, literario y cultural. Así, el significado que se obtiene concordará con otras Escrituras relacionadas.
4. Predique la exposición que fluye de este proceso. Haga evidente el significado verdadero y esencial; aplique este significado a las nece­sidades actuales de los oyentes en su propia situación cultural.
Esta es la manera históricamente reconocida de interpretar y procla­mar la Palabra de Dios.
PRINCIPIOS ESPECÍFICOS QUE GUÍAN AL INTÉRPRETE6
Enseñar principios para interpretar la Biblia por más de un cuarto de siglo ha sido muy gratificante. Una recompensa ha sido escuchar a estu­diantes, que ahora son predicadores, contarme cómo esos principios les han ayudado a preparar mensajes. Los comentarios han sido algo así: «Luego de aprender cómo usar los principios, podía hacer en una hora lo que acostumbraba tomarme muchas, así que lograba realizar más en mi tiempo de estudio. Ahora veo cómo llegar al principio primordial de un asunto y puedo utilizar varias clases de evidencias para verificar que lo que estoy predicando es la Palabra de Dios, no alguna opinión maliciosa que pensaba era lo correcto».
Los principios clave de interpretación, al aprenderse y desarrollarse a través de la práctica, proveen mucha ayuda al determinar lo que la Palabra de Dios dice y significa. El expositor puede desarrollar competen­cia como intérprete si emplea estas importantes guías de forma diligente, sana y capaz. Además, puede utilizarlas como fundamento para desarrollar aún más su capacidad hermenéutica.
El uso hábil de buenas herramientas7
Es obvio que el predicador debe utilizar buenas herramientas. Sin embargo, muchos confían de forma habitual en fuentes débiles. Así como un cirujano, un dentista y un carpintero necesitan tener y conocer cómo utilizar las herramientas correctas, lo debe hacer también el expositor. Él no puede darse el lujo de descuidarse al elegir sus herramientas como lo haría cualquiera de sus oyentes especializado en unas de estas otras profesiones o carreras.
La vagancia, una aparente vida ajetreada y/o la falta de disciplina controlada por el Espíritu (cf. Gá 5.23) en un compromiso sólido de estudio son algunas de las múltiples razones que causan la elección o el uso pobre de la herramienta. Es fácil meramente pasar los idiomas bíblicos en el seminario, pero el que así lo hace no tendrá las herramientas indispensa­bles de un obrero capacitado. Sin ellas el predicador puede caer presa de escritores que son efervescentes, pero desconfiables en muchas de sus aseveraciones y gran parte de su lógica. Esos astutos escritores imponen sus ideas que tuercen la Escritura y el predicador que se alimenta de sus errores les provee con mayor exposición. Los predicadores absorben, con demasiada frecuencia, información engañosa impresa en fuentes frívolas y fáciles de estudiar. Estos pesos ligeros en el púlpito generalmente cultivan pesos ligeros en la iglesia.
En una ocasión, un conferenciante estaba enseñando acerca del diablo ante un grupo que había sido cristiano por mucho tiempo. Estaba en lo correcto cuando dijo que la palabra «diablo» viene del griego diabolos. Proviene de día y ballos, este último es un sustantivo relacionado con el verbo ball, «tirar», concluyó correctamente. «Ahora», continuó, «hallé que día significa “debajo”. El diablo es fuerte, pero Dios lo ha tirado bajo su poder, y podemos vivir en la victoria de Dios sobre él». Esta profunda promesa fue auspiciada por «amenes» de la audiencia. Pero parte de ello no era cierto. El conferenciante se hubiera alarmado al buscar diabolos en una fuente griega confiable. Día se deriva de la raíz duo, que significa «dos», y en composición puede significar «dos, entre, a través».8 En su uso día llega a indicar «mediante» y varias otras cosas, pero nunca «bajo». Otra palabra que frecuentemente significa «bajo» es hupo.9 El conferenciante se dejó engañar y, por consiguiente, engañó a otros también. Diabolos, en fuentes fidedignas, se limita a indicar «acusador, difamador, el que deni­gra».10
Esta es una perspectiva importante para el predicador. Asegúrese de que realmente procura proclamar la verdad en lugar de un error de pacotilla. Debe utilizar buenas herramientas en su labor, si es que ha de hacerlo. Un hombre disciplinado por esta perspectiva trabajará para em­plear sólidos principios para interpretar la Palabra de Dios.
Lo que la Biblia dice en su contexto
Lo que un predicador declara que un pasaje dice puede ser muy diferente de lo que realmente indica. Su meta debe ser indagar lo que señala el texto, no apilar sobre él algunas ideas propias.
Algunos discuten que Jonás tenía que morir en el estómago del monstruo marino. Empero, la necesidad no se basa en lo que Jonás dice inequívocamente. Surge de la lógica de un predicador basado en sus inferencias en cua...

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