Comentario bíblico con aplicación NVI Gálatas
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Comentario bíblico con aplicación NVI Gálatas

Scot McKnight

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Comentario bíblico con aplicación NVI Gálatas

Scot McKnight

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Descubre no solo el significado original de Gálatas, sino además como el mensaje de Gálatas puede hablar poderosamente hoy día.

La mayoría de los comentarios bíblicos nos llevan en un viaje de una sola vía de nuestro mundo al mundo bíblico. Pero nos dejan ahí, asumiendo que de alguna manera nosotros podremos hacer el viaje de regreso por nuestros propios medios.

En otras palabras, se enfocan en el significado original del pasaje pero no discuten las aplicaciones contemporáneas. La información que ofrecen es valiosa, ¡pero el trabajo esta a medias! La serie de Comentarios NVI nos ayuda con las dos partes del trabajo interpretativo. Esta nueva y única serie, muestra a los lectores como traer el mensaje antiguo a un contexto moderno. Explica no solo lo que da a entender la Biblia sino también como nos puede hablar poderosamente hoy día.

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Información

Editorial
Vida
Año
2015
ISBN
9780829759464
Gálatas 1:1-9
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Pablo, apóstol, no por investidura ni mediación humanas, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que lo levantó de entre los muertos; 2y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia:
3Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz. 4Jesucristo dio su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo malvado, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
6Me asombra que tan pronto estén dejando ustedes a quien los llamó por la gracia de Cristo, para pasarse a otro evangelio. 7No es que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo. 8Pero aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! 9Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición!
Sentido Original
Aunque esta carta parece comenzar como las típicas misivas de la antigüedad (autor, destinatario, saludos etc.),1 el lector avezado observará no solo ciertas variaciones, sino también los temas que motivan la carta. En general, las introducciones de Pablo suelen ser más largas y sus cartas son más extensas que las normales de la antigüedad. Por otra parte, sus saludos subrayan su condición apostólica (cf. Ro 1:1; 1Co 1:1; 2Co 1:1; Ef 1:1) y el origen divino de la salvación. Y lo que es más importante, los saludos iniciales del apóstol son verdaderas introducciones: en ellos comienza a expresar las cuestiones que luego desarrollará a lo largo de la carta. En Gálatas, Pablo comienza a hablar de su incuestionable apostolado (v. 1, la expresión “no por investidura ni mediación humanas” es una crítica inicial de la posición de los judaizantes) y una indicación de la salvación por gracia (1:4); naturalmente, ambos temas dominan esta carta.
Esta introducción comprende dos secciones: (1) la salutación (vv. 1-5) y (2) la ocasión de la carta (vv. 6-9). La salutación consigna la condición de Pablo (v. 1), los destinatarios (v. 1), aquellos que están con Pablo (v. 2), y el saludo de gracia y paz (v. 3). Pablo extiende largamente el saludo explicando el verdadero origen de la gracia y la paz (vv. 4-5). La ocasión de la carta comienza con una afirmación que expresa la estupefacción de Pablo por la veleidad de las iglesias gálatas (v. 6). Pablo clarifica esto en el versículo 7 cuando afirma que, de hecho, el mensaje al que los gálatas estaban siendo atraídos no era en absoluto el evangelio. Las convicciones de Pablo sobre su alejamiento del puro evangelio son tan intensas que invoca una maldición eterna sobre aquellos que distorsionan el evangelio de Cristo que él recibió y les predicó (vv. 8-9).
La salutación de Pablo tiene algunos interesantes rasgos que hemos de examinar, como por ejemplo el significado del título de “apóstol” (v. 1) y el significado de “este mundo malvado” (v. 4). Utilizar el título “apóstol” como segunda palabra de la carta es reivindicar autoridad y esperar la aquiescencia de las iglesias de Galacia. Mientras que la nuestra es una cultura de orientación esencialmente dialogante, el mundo de Pablo era más jerárquico y autoritario. Para entender esto hemos de esbozar lo que era un apóstol en el mundo judío y cristiano en el comienzo de la era cristiana.2 El término griego para “apóstol” (apostolos) es paralelo a la palabra hebrea shaliach. Este término hebreo se utilizaba para aludir a un agente personal, representante o embajador. De hecho, una definición posterior a este periodo se ha convertido en la idea normativa de lo que era un apóstol también en el siglo I. Cito la Mishná (una obra judía del siglo III): “Si uno recita la oración y comete un error es una mala señal para él, ya que parece que su rezo no fue aceptado […]. Si él es el oficiante enviado por la comunidad, [y ora en nombre de ella] es un mal presagio para los que le dieron el cargo, ya que el representante de una persona es como si fuera ella misma” (Mishná Berajot 5:5).3 Obsérvese que en esta definición las personas sacan conclusiones sobre una determinada autoridad en virtud de su representante. (El término “representante” es una traducción del hebreo shaliach.) Es decir, los representantes de alguien se convierten en figura de la persona que les envía, en el mismo sentido que los embajadores internacionales son representantes oficiales del propio dirigente nacional. Con esto en mente, podemos ver claramente que Pablo se veía a sí mismo como representante oficial de Jesucristo; se sabía llamado por él y designado como su apóstol representativo, y era consciente de las implicaciones de esta vocación.
Pablo desarrolló esto en varias direcciones. Aunque sabía que había una clase especial de apóstoles, los Doce (cf. 1Co 15:7; Gá 1:17, 19), sabía que él también lo era en un sentido análogo, aunque fuera “el último de todos” (1Co 15:8; cf. Ro 1:1; Gá 1:1; etc.).4 Aunque está claro que en ocasiones Pablo hubo de defender su posición ante algunos opositores (p. ej., en Galacia y Corinto), sus convicciones eran firmes. Pablo sabía que había sido llamado por el Jesús resucitado (1Co 9:1; 15:7-8; Gá 1:15-16) y que en aquel llamamiento el Señor le había revelado los pormenores de su ministerio: Pablo tenía que ir a los gentiles (Gá 1:16; 2:7). Dios confirmó el llamamiento de Pablo con éxitos misioneros y milagros (cf. Ro 1:5; 11:13-16; 15:19; 1Co 3:5-6; 4:15). De hecho, Pablo les dice a los corintios: “… ustedes mismos son el sello de mi apostolado en el Señor” (1Co 9:2). Cabe también observar que Pablo, en consonancia con el testimonio de la iglesia, entendía que los apóstoles desempeñaban un papel especial en la historia; sabía que llevaron a cabo una función crucial en el periodo inmediatamente posterior a la resurrección de Cristo (1Co 4:9; Ef 2:20; 3:5-6; Col 1:24-27).
Pablo escribe, pues, como apóstol, es decir, como alguien que ha sido llamado personalmente por Jesucristo y que, por tanto, le representa y desempeña un papel crucial en la historia de la iglesia. Al menos, todo esto es lo que reivindica en la segunda palabra de esta carta. Espera que los gálatas escuchen; sabe que el desacuerdo ya no es diálogo; el desacuerdo se convierte en herejía cuando se trata de los puntos esenciales del evangelio dado a conocer por medio de los apóstoles y los profetas. Aun el propio Pablo ha de sujetarse a su evangelio (1:8, 10).
El saludo de Pablo es la mezcla de saludos griegos y judíos tan característica a comienzos de la era cristiana (“gracia y paz”). Sin embargo, la salutación del apóstol no es el mero saludo de un mortal a otro; la gracia y la paz que Pablo invoca sobre los gálatas son las que proceden de “Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo”. Al añadir la fuente de sus saludos, Pablo se distancia del mundo secular y confiere a su salutación una dimensión sagrada y religiosa. Se trata de un saludo que solo comparten los cristianos.
Al consignar el origen de su salutación, Pablo prosigue comentando sobre Jesús, diciendo que Jesucristo “dio su vida por nuestros pecados para rescatarnos de esta era malvada [la NVI traduce ‘mundo malvado’. N. del T.]” (v. 4). El perdón de los pecados es importante en Gálatas, pero su papel es solo mediador. En esta carta, el perdón implica que la obra de Cristo es suficiente (2:21). Sacar a colación el perdón supone, pues, que los gálatas no han profundizado todavía en la potencia de la obra de Cristo. Dicho de otro modo, aunque los gálatas entendieran que habían sido perdonados por Cristo (2:15-21; 3:10-14), todavía no se daban cuenta de que este perdón era también suficiente para rescatarles de “de esta era malvada [NVI ‘mundo malvado’]”. Lo que preocupaba a Pablo era este mundo malvado, puesto que el apóstol creía que quienes vivían en Cristo de manera consistente no sucumbirían a él.
¿Qué es “esta era malvada”5 de la que uno es rescatado por medio de la cruz (cf. 3:13)? ¿Cómo se nos rescata de un “periodo de tiempo”? Aunque podría ser correcto decir que, por comparación, el presente para Pablo es malo y el futuro, bueno (cf. 2Co 5:1-10), lo que el apóstol quiere decir requiere más matices. El judaísmo distinguía frecuentemente “esta era” de “la era venidera”, aludiendo esta última al establecimiento de la justicia y paz de Dios. Pero la revolución que se produjo en la concepción paulina de la historia cuando el apóstol tuvo un encuentro con Jesucristo añade una nueva dimensión a “esta era”. Probablemente, lo mejor es considerar esta expresión como la descripción de “una vida dictada por la ley”. Puesto que Cristo ha eclipsado la época de la ley y ha llevado la historia a una nueva era (ver notas al respecto en 3:19-25), la vida bajo la ley, vivida ahora o en el pasado, se considera una “era/mundo malvada/o” (cf. 4:3, 9; 5:1; ver también, 5:16-26). El que confía en Cristo es rescatado de esta era de maldad: “… dio su vida por nuestros pecados para rescatarnos” (1:4). Así, esta expresión refleja posiblemente la polémica situación de Gálatas: los cristianos gálatas están siendo encandilados para que vivan según esta era de maldad, y la vida en Cristo es una vida de libertad (5:1-12).
La introducción de Pablo da paso a una descripción de la ocasión para la carta (vv. 6-9). Se ha observado a menudo que esta es la única carta de Pablo que no contiene una acción de gracias por la iglesia a la que se dirige, y de este hecho suele inferirse que el apóstol o no está agradecido a Dios por ellos o está tan indignado con la situación que se ha producido que no puede expresar su gratitud. Es probable que estas observaciones sean, en cierto modo, acertadas. Sin embargo, cabe también observar que muchos consideran esta la primera carta canónica escrita por Pablo y que, por tanto, es difícil sostener que se ha producido un alejamiento de su práctica habitual, ya que tal práctica todavía no había comenzado. Es posible que la práctica de Pablo de expresar gratitud en sus cartas se desarrollara más adelante o que fuera suscitada por su dura experiencia en Galacia.
La razón por la que Pablo escribió esta carta y la tenemos es porque los gálatas habían cambiado su posición en un tema crucial: el medio por el que Dios nos acepta y el papel que desempeña Cristo en dicha aceptación.
Pablo está asombrado de que este cambio se hubiera producido “de manera tan rápida” (v. 6). En 5:4 Pablo declara que este cambio significaba optar por un sistema en el que la gracia no era esencial y la obra de Cristo resultaba insuficiente. El apóstol declara aquí que estaban abandonando “a quien los llamó” (v. 6); es decir, su cambio de dirección no había sido meramente intelectual, sino una deserción de Dios en la forma en que él se daba a conocer en Cristo; era realmente el abandono de su relación personal con Dios. Si utilizamos las categorías de 3:19-25 (ver notas en este pasaje), su alejamiento era la decisión de vivir en un periodo a.C. cuando había llegado el tiempo d.C. Era la decisión de retroceder a los días de Moisés y rechazar la transformadora revelación en Cristo. Aunque Pablo da a entender que esto era moverse hacia “un evangelio distinto”, prosigue en el versículo 7 clarificando que en realidad “no hay otro evangelio”.6 El cambio de los gálatas no estaba dentro del ámbito de legítimas diferencias cristianas, sino que era completo y devastador. Pablo rebate aquí cualquier sugerencia de que se trata de sencillas diferencias cristianas. Cuando el evangelio de la gracia en Cristo se complementa con el sistema de Moisés, el resultado no es un evangelio perfeccionado y completamente maduro, sino una burda perversión y un mensaje completamente distinto.
Las perversiones del evangelio son herejías. Las últimas palabras de Pablo aquí son muy fuertes. El apóstol invoca una maldición sobre cualquiera (¡y él mismo se incluye!) que deforme el evangelio. Las frases de Pablo en los versículos 8-9 son en gran parte paralelas y sinónimas con una interesante variación. La expresión del versículo 8 “del que les hemos predicado” tiene su paralelismo en el versículo 9 “del que recibieron”. La última expresión se relaciona con su llamamiento apostólico. Pablo utiliza aquí el lenguaje técnico de la transmisión de las tradiciones sagradas (“del que recibieron”; gr. parelabete) para garantizar autenticidad y herencia. Es el mismo lenguaje utilizado por los rabinos para aludir a sus tradiciones sagradas y la misma palabra que Pablo usa para aludir a la tradición de la Cena del Señor (1Co 11:23). El mensaje que predicaba Pablo deriva en última instancia del Señor, por cuanto ha sido transmitido por medio de sus apóstoles.
Aquellos que distorsionan este mensaje están rechazando la autoridad de Cristo y son por tanto malditos (anathema). Esta palabra se utiliza en el Antiguo Testamento para aludir a algo consagrado a Dios para su destrucción (cf. Dt 7:26; Jos 6:17-18). Pablo no está hablando aquí de disciplina en la iglesia; su lenguaje es mucho más fuerte. El apóstol está invocando la condenación final y la ira de Dios sobre quienes distorsionan el evangelio de la gracia en Cristo y ponen en su lugar la ley de Moisés como principal forma de revelación. Tales personas son como quienes rechazan el mensaje de los profetas (1R 11:30-31) o los apóstoles (Mt 10:14).
La introducción de Pablo cubre un espacio muy amplio: en ella pasa de expresar su deseo de gracia y paz para los creyentes a maldecir a quienes rechazan esta gracia; del noble título que describe la posición de Pablo (apóstol) a la forma más severa de dicha posición (maldición). Nos introduce al corazón del problema gálata: un evangelio de la gracia en guerra con un evangelio que minimiza a Cristo.
Construyendo Puentes
Cualquiera que lea la Biblia sabe que de la reflexión y meditación sobre sus palabras y frases, aun de las más insignificantes, surgen aplicaciones para la vida. El ámbito de este comentario no permite sugerir aplicaciones para todo lo que dice Pablo en estos primeros nueve versículos. Hemos de examinar el terreno y encontrar aquellos aspectos más significativos para la aplicación. Esto lo hacemos, por regla general, buscando las palabras lógicamente más importantes, las ideas teológicamente más significativas y los asuntos más relevantes desde un punto de vista práctico. Aun haciendo esto omitiremos algunas cosas importantes. Por ejemplo, la resurrección de Cristo es un asunto crucial tanto para la vida cristiana como para la apologética.7 Pablo menciona la resurrección en el versículo 1, sin embargo esta no desempeña un papel fundamental en la teología de Gálatas. Puesto que este no es un comentario del texto palabra por p...

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