Iglesia reconfigurada
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Frank Viola

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Iglesia reconfigurada

Frank Viola

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Información del libro

El autor Frank Viola les da a los lectores un lenguaje que muy seguramente no sabían que faltaba en su experiencia en la iglesia moderna. El cree que muchas de las congregaciones de hoy han cambiado la intención original de Dios para la iglesia. Como líder destacado del movimiento de las iglesias caseras, Frank está al frente de una revolución que está barriendo a través del cuerpo de Cristo, un cambio que está retando el estado espiritual existente y redefiniendo la misma naturaleza de la iglesia. Un movimiento inspirado por el diseño divino para la autenticidad en la comunidad. Un concepto fresco arraigado en la historia y en Dios mismo.

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Información

Editorial
Vida
Año
2012
ISBN
9780829759167

SEGUNDA PARTE
LIDERAZGO Y RENDICIóN DE CUENTAS

CAPÍTULO 8
RECONFIGURACIÓN DEL LIDERAZGO

La doctrina del Nuevo Testamento sobre el ministerio no descansa en la distinción entre clero y laicado, sino entre los dos pilares gemelos y complementarios del sacerdocio de todos los creyentes y los dones del Espíritu. Hoy, cuatro siglos después de la Reforma, la plena implicancia de esta declaración protestante aún tiene que ser resuelta. La dicotomía clero-laicado es una transferencia directa del catolicismo romano anterior a la Reforma, y una vuelta atrás al sacerdocio del Antiguo Testamento. Constituye uno de los obstáculos principales para que la iglesia sea en verdad el agente del reino de Dios hoy, debido a que crea la idea falsa de que solo los «hombres sagrados», a saber, los ministros ordenados, están realmente calificados para el liderazgo y para llevar adelante un ministerio significativo, y que ellos son los responsables de hacerlo. En el Nuevo Testamento encontramos una distinción funcional entre las diversas clases de ministerios, pero no una división jerárquica entre el clero y el laicado.
—Howard Snyder
Cuando volvemos a la Palabra de Dios y la leemos de nuevo, vemos que la profesión clerical aparece como resultado de nuestra cultura humana y la historia, y no del propósito de Dios para la iglesia. Es simplemente imposible construir una justificación bíblica defendible para la institución del clero tal como lo conocemos.
—Christian Smith
Hoy en día la estructura del liderazgo que caracteriza a la iglesia contemporánea es jerárquica y está basada en posiciones. En las siguientes páginas, examinaremos esta estructura y redescubriremos una forma de liderazgo completamente diferente. Aquella que está prevista en las Escrituras y arraigada en el Dios trino.
La estructura del liderazgo de nuestros días se deriva de una mentalidad de posiciones. Esta mentalidad define la autoridad en términos de espacios a llenar, descripción de tareas a llevar a cabo, títulos que se ostentan, y rangos que se puedan lograr. Refleja preocupación por las estructuras explícitas de liderazgo. Según la mentalidad basada en las posiciones, términos como pastor, anciano, profeta, obispo y apóstol configuran títulos que representan puestos u oficios eclesiásticos. (Un oficio es un espacio sociológico que un grupo define, y tiene una realidad propia aparte del carácter y las acciones de la persona que lo asuma).
Por contraste, la noción neotestamentaria del liderazgo se arraiga en una mentalidad funcional. Esta define la autoridad en términos de la forma en que las cosas funcionan desde un punto de vista orgánico. O sea, se enfoca en expresar la vida espiritual
El liderazgo en el Nuevo Testamento le otorga gran importancia a los propios dones, la madurez espiritual y el servicio sacrificado de cada uno de los miembros. Coloca el énfasis en las funciones y no en los oficios. Enfatiza las tareas más que los títulos. Su principal preocupación se concentra en actividades como pastorear, aconsejar, profetizar, enseñar y otras.
Para estructurarlo de otra forma, el pensamiento basado en las posiciones se aferra a los sustantivos, en tanto que el pensamiento funcional subraya los verbos.
Dentro del marco del liderazgo según las posiciones, la iglesia sigue las pautas de las estructuras militares y gerenciales de la cultura contemporánea. Dentro del marco del liderazgo funcional, la iglesia opera según la vida, la vida divina. El ministerio mutuo sale al frente con naturalidad cuando el pueblo de Dios ha sido equipado y las estructuras jerárquicas están ausentes. En las iglesias que se orientan hacia las jerarquías y las posiciones es natural que detrás de la escena opere un aparato político. Esa maquinaria promueve a ciertas personas a posiciones de poder y autoridad eclesiástica. Propio de las iglesias con una orientación funcional son la responsabilidad mutua y la interacción colegiada de sus miembros. Porque ellos escuchan juntos al Señor. Se reconfortan los unos a los otros a través de los dones que han recibido del Espíritu. Se alientan unos a otros a avanzar hacia Cristo.
En resumen, la orientación del liderazgo que da el Nuevo Testamento es orgánica y funcional. La orientación jerárquica y según posiciones resulta fundamentalmente mundana.

Jesús y la idea del liderazgo gentil y jerárquico

Nuestro Señor contrastó el estilo de liderazgo jerárquico del mundo gentil con el liderazgo dentro del reino de Dios. Después de que Santiago y Juan le imploraron a Jesús que les garantizara los sitios glorificados de poder, es decir, los asientos a los lados de su trono, el Señor les respondió diciendo:
Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:25-28).
Y en otra ocasión:
Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve (Lucas 22:25-26).
Resulta significativo que la palabra que indica «autoridad espiritual» en Mateo sea katexousiazo. Katexousiazo es la combinación de dos palabras griegas: kata, que significa sobre; y exousiazo, que implica ejercer autoridad. Jesús también utilizó el término griego katakurieuo en este pasaje, que significa «señorear sobre» otros.
Jesús no condena en estos textos a los líderes opresores como tales. Lo que condena es la forma jerárquica de liderazgo que domina en el mundo gentil.
Esto merece repetirse.
Jesús no condena simplemente a los líderes tiránicos. Condena la forma jerárquica del liderazgo en sí misma.
¿Cuál es la forma jerárquica del liderazgo? El estilo de liderazgo construido sobre una estructura social de cadena de mandos. Se arraiga en la idea de que el poder y la autoridad fluyen de arriba hacia abajo. El liderazgo jerárquico se sustenta en un concepto mundano del poder. Eso explica por qué resulta endémico a todas las burocracias tradicionales. Está presente en las formas viciadas de feudalismo, como vasallo-señor, y en las relaciones amo-esclavo. Pero también está presente dentro de las altas esferas militares y empresariales de los Estados Unidos.
A menudo el liderazgo jerárquico muestra no tener sangre en sus venas y no es deseable para el pueblo de Dios. ¿Por qué? Porque reduce la interacción humana a relaciones estilo comando. Tales relaciones son ajenas al pensamiento y las prácticas del Nuevo Testamento. Sin embargo, dentro de la cultura secular se emplea el liderazgo jerárquico en todas partes. Y la iglesia institucional opera según él.
Resumiendo las enseñanzas de nuestro Señor sobre este estilo de liderazgo, los siguientes contrastes se hacen claramente manifiestos:

• Dentro del mundo gentil, los líderes operan sobre la base de una estructura política y social de cadena de mandos, una jerarquía graduada. En el reino de Dios, el liderazgo fluye a partir de una humildad casi infantil y un servicio sacrificado.
• En el mundo gentil, la autoridad se basa en la posición y el rango. En el reino de Dios, la autoridad se basa en un carácter piadoso. Notemos la descripción que hace Cristo de un líder: «deberá ser su servidor» y «debe comportarse como el menor». Ante los ojos de nuestro Señor el ser precede al hacer. Y el hacer fluye del ser. Dicho de otro modo, las funciones vienen después del carácter. Aquellos que sirven lo hacen porque son siervos.
• En el mundo gentil, la grandeza se mide por la prominencia, el poder externo y la influencia política. En el reino de Dios, la grandeza se mide por la humildad y el servicio.
• En el mundo gentil, los líderes explotan su posición para gobernar sobre otros. En el reino de Dios, los líderes deploran las reverencias especiales. Más bien se consideran a ellos mismos como «los menores».
Resumiendo, la estructura de liderazgo jerárquico caracteriza el espíritu de los gentiles. Implantar esas estructuras en la iglesia, por lo tanto, se contrapone al cristianismo del Nuevo Testamento. Nuestro Señor no tuvo pelos en la lengua para declarar su implícito desdén por la noción de liderazgo que tenían los gentiles. Su expresión: «Pero entre ustedes no debe ser así» (Mateo 20:26) hace explícito su parecer al respecto.
En conclusión, no hay espacio dentro de las enseñanzas de Jesús para el modelo de liderazgo jerárquico que caracteriza a la iglesia institucional.

Jesús y el modelo de liderazgo judío basado en las posiciones

Nuestro Señor también contrastó el liderazgo en el reino con el modelo de liderazgo que constituye la marca del mundo religioso. En el siguiente texto, Jesús expresa vehementemente la perspectiva de Dios acerca de la autoridad en contraste con la perspectiva judía. Prestemos atención a sus palabras:
Pero no permitan que a ustedes se les llame «Rabí», porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. Y no llamen «padre» a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo. Ni permitan que los llamen «maestro» porque tienen un solo Maestro, el Cristo. El más importante entre ustedes será siervo de los demás. Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mateo 23:8-12).
Para resumir el contenido de este texto, podemos deducir lo siguiente:
• Dentro del clima religioso de los judíos existe un sistema de clases, constituido por los especialistas religiosos tipo gurú y los no especialistas. En el reino, todos son hermanos de la misma familia.
• En el mundo judío, a los líderes religiosos se les conceden títulos honoríficos (como maestro, padre, reverendo, pastor, obispo, ministro y otros). En el reino, no existen distinciones ni protocolo. Esos títulos oscurecen el honor que únicamente debemos rendir a Jesucristo y desvanecen la revelación del Nuevo Testamento que prevé que todos los cristianos sean ministros y sacerdotes.
• En el mundo judío se exalta a los líderes a posiciones de prominencia y notorias. En el reino, los líderes encuentran su identidad al llevar la modesta toalla del servicio y la sencilla vasija de la humildad.
• En el mundo judío, el liderazgo se arraiga en el status, los títulos y las posiciones. En el reino, el liderazgo se fundamenta en la vida interior y el carácter. (Dentro de esta línea, la moda de agregar «doctorados» honoríficos delante de los nombre de incontables clérigos es un ejemplo de la forma en que la iglesia contemporánea refleja aquellos valores que van en sentido contrario al reino de Dios).
En resumen, el liderazgo según Jesús dista mucho de ser lo que es en la iglesia institucional. Nuestro Señor le asestó un golpe mortal tanto al modelo de liderazgo jerárquico gentil como al modelo judío de liderazgo por posiciones.
Esos modelos que miman al ego resultan incompatibles con la simplicidad primitiva de la iglesia orgánica y el reino revolucionario de Jesucristo. Ellos impiden el progreso del pueblo de Dios. Suprimen el libre funcionamiento del sacerdocio de los creyentes. Quiebran la imagen de la iglesia como familia. Violentan el liderazgo que existe en el Dios trino. Y establecen severas limitaciones a la jefatura y conducción de Cristo. Por esas razones «no debe ser así entre» aquellos que portan el nombre del Salvador.

El moderno sistema del clero

Las Escrituras dejan en claro que Jesús condenó las estructuras de liderazgo jerárquica y por posiciones. Pero, ¿y qué de Pablo y los otros apóstoles?
Contrariamente al pensamiento popular, las cartas del Nuevo Testamento nunca presentan a los líderes de la iglesia en términos de algún «oficio» ni a través de otras convenciones de organización social humana. (Trataremos los diversos pasajes que se utilizan corrientemente para apoyar la existencia de «oficios» eclesiales en el capítulo 9).
Siempre que el Nuevo Testamento describe a la gente que aparece como principal responsable de la supervisión espiritual lo hace mencionando la labor que realiza. Domina el lenguaje referido a funciones. Los verbos tienen la prominencia.
En conexión con esto, el sistema clerical moderno constituye un aparato religioso que no tiene bases bíblicas. Ese sistema llevó al cuerpo de Cristo a convertirse en una audiencia, debido a que se apoya fuertemente en un único líder. Transformó a la iglesia en un lugar en el que los cristianos observan cómo actúan los profesionales. Cambió la santa congregación en un centro para el uso profesional del púlpito, sustentado por espectadores laicos.
Quizá la característica más desalentadora del sistema clerical es que mantiene a la gente que dice servir en una infancia espiritual. Debido a que el sistema clerical usurpa el derecho del cristiano de ministrar de una manera espiritual durante los encuentros colectivos, acaba debilitando al pueblo de Dios. Los mantiene débiles e inseguros.
Que la mayoría de las personas que forman parte de la profesión clerical (si no todas) aman al pueblo de Dios y desean servirlo está fuera de duda. Muchos de ellos sinceramente quieren ver a sus hermanos asumir su responsabilidad espiritual. (Muchos clérigos han expresado su frustración por no lograr que sus congregaciones asumieran más responsabilidad. Pero pocos de ellos han detectado como problema el mismo ejercicio de su profesión).
Sin embargo, la profesión clerical acaba restándole poder al sacerdocio de los creyentes y silenciándolo. Ese es el caso, independientemente de que la persona que ocupe el cargo clerical no sea controladora.
Funciona de esta manera. Dado que el clero asume la carga del trabajo espiritual, la mayor parte de la iglesia se vuelve pasiva, floja, preocupada por ella misma («aliméntenme») y detenida en su desarrollo espiritual.
Igualmente serio es el hecho de que el sistema cler...

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