PARTE 1
Pensar como Jesús
¿Qué creo?
Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud. Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo.
COLOSENSES 2.6–8
Cuando Cristo nos salva y somos injertados en su vid e introducidos en su reino, el Espíritu de Dios, la presencia de Dios, llega a vivir en nuestros corazones. Él es ahora el centro de nuestra vida. Cristo es, por así decirlo, el eje de la rueda, creando ahora movimiento en nosotros para él.
Cada pensamiento, acción y virtud producidos desde nuestra mente y corazón renovados y redimidos nace y es capacitado por la presencia misma de Dios. Él es el origen y el catalizador para este potente ímpetu que está disponible en nuestras vidas.
Comenzamos esta revolución espiritual, esta rotación espiritual, pensando como Jesús, creyendo como Jesús.
Por lo tanto, debemos comenzar con la pregunta: «¿Cuáles son las creencias clave del cristianismo que, cuando se aceptan en la mente y el corazón, crean un verdadero cambio en nuestras vidas individuales, la iglesia y el mundo?».
A lo largo de la historia de la iglesia, estudiosos analíticos de las Escrituras han identificado las mayores ideas. Estas creencias centrales han unificado y capacitado a la iglesia a lo largo de los siglos. Aunque existen múltiples perspectivas dentro de cada uno de estos temas, hay una verdad que todos los cristianos aceptan. Este contenido unificador reúne a los seguidores de Jesús de todas las épocas, todas las edades y todos los lugares en nuestro planeta.
En el curso de los días y los siguientes capítulos, nos enfocaremos en las diez creencias clave principales de la vida cristiana.7 Aunque en la Biblia se presentan una multitud de creencias y verdades, estas creencias son en mi opinión (y basándome en mi trabajo antes mencionado con Packer, Willard y Gallup) los diez temas principales que afectan nuestro desarrollo espiritual. Dentro de cada tema hablaremos de tres áreas:
1. PREGUNTA CLAVE: ¿qué pregunta de la vida responde esta creencia?
2. IDEA CLAVE: ¿cuál es el concepto unificador de esta creencia que la mayoría de los cristianos acepta?8
3. APLICACIÓN CLAVE: ¿qué cambio produce esto en mi modo de vivir?
Tu primera meta es leer cada creencia para entenderla. Cuando lo hagas, necesitas preguntarte sinceramente si tú también crees. ¿Crees tal verdad lo suficiente para llevarla a lo profundo de tu corazón? Si la respuesta es sí, el paso restante es simplemente vivirla haciendo uso de la fuente de poder de la presencia de Dios en tu vida.
CREENCIA 1
Dios
Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.
2 CORINTIOS 13.14
Una niñita de preescolar estaba haciendo un dibujo cuando su maestra se acercó a su pupitre para echarle un vistazo. Ella le preguntó a la niña: «¿Qué estás dibujando?». La niña, con sus ojos brillantes, respondió rápidamente: «A Dios». La maestra sonrió y entonces dijo: «Bueno, cariño, nadie sabe realmente cómo es Dios». La niña levantó la vista de su trabajo y respondió con confianza: «¡Bueno, están a punto de saberlo!».
Esta niñita no tenía duda alguna en cuanto a si Dios existe; más bien, ahora iba a mostrarle al mundo cómo lo veía ella. Ahí es exactamente donde debemos comenzar en el examen de nuestra creencia en Dios; no con la pregunta: «¿Existe Dios?», sino con la interrogante: «¿Quién es él?».
El teólogo A. W. Tozer escribió: «Lo que viene a nuestra mente cuando pensamos en Dios es lo más importante acerca de nosotros».9 ¿Por qué? Porque esa mentalidad, o la ausencia de ella, dirigirá todo lo que somos y todo lo que hacemos.
PREGUNTA CLAVE: ¿Quién es Dios?
Cualquier discusión o enseñanza con respecto a esta gran idea tendrá que comenzar con la pregunta: «¿Quién es Dios?». Las primeras palabras de la Biblia son: «Dios, en el principio…» (Génesis 1.1). Nuestras propias vidas, como parte de esta historia de la creación, también comienzan con Dios, nuestro Creador.
La historia del comienzo del mundo no tiene ninguna indicación de defensa. No hay ningún juego del lenguaje con un deseo de probarla. Ningún intento de permitir alguna otra cosa que esta verdad general como cierta. La Biblia entera, desde Génesis hasta Apocalipsis, está escrita basada en la aceptación de que hay un Dios: el constante personaje central de cada historia.
El apóstol Pablo escribe: «Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa» (Romanos 1.20).
Desde la primera encuesta de Gallup en 1944 hasta su encuesta en el año 2011, los estadounidenses que creen en Dios han permanecido dentro del rango del noventa por ciento. Aunque en cierta manera ha sido descendente, la respuesta afirmativa ha permanecido fuerte como una mayoría abrumadora.10
Por lo tanto, nuestra pregunta central aquí no es: «¿Hay un Dios?», sino: «¿Quién es el único y verdadero Dios?».
Josué 24 describe un poderoso momento cuando el líder de Israel convoca a las tribus a reunirse. Josué está llegando al final de su vida y quiere desafiar al pueblo a permanecer fiel al Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Después de recordar la poderosa intervención de Dios a favor de ellos y su protección, les ofrece este desaf ío:
«Por lo tanto, ahora ustedes entréguense al SEÑOR y sírvanle fielmente. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan sólo al SEÑOR. Pero si a ustedes les parece mal servir al SEÑOR, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al SEÑOR». (Josué 24.15–15)
La Escritura deja claro que siempre ha habido, y siempre habrá, otros dioses que las personas decidan seguir. Dios habla libremente sobre su competición, por así decirlo, por nuestra atención. Él nos permite la decisión.
IDEA CLAVE: Creo que el Dios de la Biblia es el único Dios verdadero: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
A lo largo del Antiguo Testamento, el llamado es a creer que Dios es único. El Shema (término hebreo para «escuchar») le da forma a la creencia sin ahorrar palabras: «Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor» (Deuteronomio 6.4). El judaísmo y la fe cristiana están arraigados en el monoteísmo: un Dios. Esta idea estaba en contraste radical con todas las otras religiones de la época. Los vecinos de Israel habían llegado a aceptar una multitud de dioses, cada uno con su propia influencia, limitaciones e intereses personales insignificantes.
Sin embargo, cuando pasamos las páginas hasta el Nuevo Testamento, surgen los nombres de lo que parecen ser tres deidades, cada una declarando ser Dios: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Los tres son mencionados y aparecen a lo largo de la era del Antiguo Testamento, pero su identidad y presencia distintivas invaden la vida y los tiempos del Nuevo Testamento.
En 2 Corintios 13.14, Pablo habla de las tres personas en una frase: «Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes».
En el bautismo de Jesús, vemos a los tres presentes simultáneamente, desempeñando un papel en la obra de la redención.
Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y él vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. Y una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él». (Mateo 3.16–17)
¿Cómo reconciliamos esta ecuación matemática de 3 = 1? A lo largo de la historia de la iglesia se desarrolló cierta claridad sobre lo que esto no significaba:
• Dios no es tres dioses separados (triteísmo; mormonismo actual)
• Dios no es el Dios que se manifiesta en diferentes roles o modos (modalismo; pentecostalismo de unidad)
• Jesús no está subordinado a Dios Padre (subordinacionismo; Testigos de Jehová en la actualidad)
Sin embargo, hay algo acerca de la naturaleza de Dios que estamos pasando por alto. Los teólogos inventaron la palabra Trinidad (una palabra que no se utiliza en la Biblia) para captar la esencia de Dios: tres personas que comparten un ser o naturaleza fundamental. A lo largo de los siglos, los estudiantes de la Biblia han ideado analogías para llegar al corazón de la naturaleza de Dios como una Trinidad y hacer que sea un concepto más accesible y práctico. La siguiente analogía me ha ayudado a desarrollar un concepto práctico para la naturaleza de Dios y a entender lo que significa ser creado a la imagen divina. Desde luego, todas las analogías con respecto a la Trinidad fallan o se desmoronan en cierto nivel, así que tomemos esta a la ligera. No obstante, espero que te ofrezca una fuerte imagen visual, como lo ha hecho para mí.
Los cristianos aceptan la doctrina de la Trinidad como fundamental para nuestra fe; sin embargo, no todos los cristianos tienen un entendimiento común. Sé que no todos los pensadores cristianos aceptarán mi analogía, y eso está bien. La incluyo porque me ha ayudado inmensamente a ver el poder y lo práctico de esta doctrina elusiva en mi vida diaria. Permíteme tener la oportunidad de explicarme.
Puede que pienses que estoy siendo muy quisquilloso desde el punto de vista teológico, pero reflexionar en esto es importante en muchos niveles. Por una parte, la Biblia nos dice que fuimos creados a imagen de Dios como una comunidad. Y Dios dijo: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza […] Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó» (Génesis 1.26–27).
El Dios único y verdadero —Padre, Hijo y Espíritu Santo— creó a los seres humanos a su imagen como una comunidad. Leamos de nuevo los versículos anteriores. La imagen de Dios está en Adán y Eva conjuntamente. Ellos no son dos seres separados, Eva s...