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¡Ahora entiendo! Hermenéutica bíblica
Diferentes sentidos de las Escrituras
- 176 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
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¡Ahora entiendo! Hermenéutica bíblica
Diferentes sentidos de las Escrituras
Descripción del libro
«La hermenéutica ha sido definida como la ciencia de la interpretación». El objetivo primario y básico de la hermenéutica es el descubrir y explicar, hasta donde sea posible, el significado original del texto.El texto bíblico es riquísimo en su contenido y nos brinda, además, de su significado histórico y su sentido literal, otros mensajes de carácter teológico, moral y social aplicable no solo a la época en la que la narración fue compuesta, sino también a todas las épocas y tiempos. Es precisamente esta realidad de la riqueza y multiplicidad de significados y mensajes que contiene el texto bíblico, la que nos lleva a estudiar como parte de la hermenéutica bíblica, «los diferentes sentidos de la Escritura», que es lo que constituye esencialmente el tema de este libro. Además de los diferentes sentidos que tiene la Escritura, la hermenéutica se ocupa de los estudios de los diversos géneros literarios que encontramos en ella y de los varios métodos de interpretación del texto sagrado. «Dios quiere que su revelación se conozca, se entienda, se acepte y se viva por todos». Esperamos que estas páginas nos abran un camino más claro y expedito hacia la Palabra, que por ser eterna nos envejece y mantiene en todo tiempo un mensaje fresco y actual que da sentido y dirección a la vida, haciendo buenas las palabras del salmista:Tu palabra es lámpara a mis pies: es una luz en mi sendero. – Salmo 119:105
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Información
Capítulo IV
El sentido literario de la Biblia
Los géneros literarios y la interpretación bíblica
Determinar el género literario de un libro o escrito es fundamental para una adecuada interpretación de su contenido. En una biblioteca moderna los libros están clasificados por géneros: historia, ficción, poesía, drama, biografía, etc. Hay una gran diferencia en la forma como se trata un tema de acuerdo con el género utilizado por el escritor. Nuestra actitud al leer el escrito cambia también, según sea el género que tenemos por delante. Será diferente si el tema se trata como historia rigurosa, noticia periodística o mera ficción. No damos por seguro el mismo crédito a la ficción que a la historia o a la noticia.
La Biblia es una biblioteca producida en más de dos mil años por el pueblo de Dios y la iglesia primitiva, que contiene todos los géneros literarios que podemos imaginar: desde la historia más rigurosa hasta la ficción y el mito; diversas clases de poesía; literatura profética, sapiencial y apocalíptica; pasajes de leyes y prescripciones litúrgicas y rituales; cánticos e himnos, plegarias y oraciones y muchos géneros más. Quien quiera estudiar seriamente las Escrituras debe iniciar su estudio preguntándose a qué género literario pertenece el libro o pasaje que pretende estudiar. Cada género tiene sus propias leyes y métodos. No podemos, por ejemplo, tratar una parábola, que pertenece al género de la ficción didáctica, como si fuera historia rigurosa; ni las fantásticas figuras simbólicas de la literatura apocalíptica como si fueran realidades concretas e históricas.1
Clasificación literaria de los libros de la Biblia
Los estudiosos de la Biblia han sentido, desde muy temprano en la historia, la necesidad de clasificar sus escritos en categorías literarias de acuerdo con su forma y contenido. Los judíos clasificaron los libros del Antiguo Testamento en la Ley (Torah), los Profetas y los Escritos2. La clasificación cristiana de los mismos libros es aún más explícita y exacta en cuanto a su contenido literario: escritos históricos, sapienciales y proféticos. Los hallazgos arqueológicos y estudios avanzados de la literatura de los pueblos vecinos contemporáneos de Israel nos han ayudado mucho para ser aún más exactos en la clasificación de los escritos bíblicos. Ahora sabemos qué tipos de literatura eran usuales en la antigüedad en general, y en el mundo semita al que pertenecían los autores bíblicos en particular. Descubrimos, por ejemplo, la rica variedad de literatura poética que contienen los escritos sagrados: poesía épica, que canta las hazañas del pueblo de Dios y sus héroes en libros como el Pentateuco, Josué, 1 y 2 Samuel,1 y 2 Reyes, y otros; poesía lírica, que permite a los autores de los Salmos y el Cantar de los Cantares derramar sus sentimientos y emociones interiores y cantar el amor, expresar las alabanzas y proclamar las glorias del Creador; poesía didáctica, en los libros de los Proverbios y Eclesiastés, en donde sus autores nos enseñan el camino de la sabiduría en estrofas y formas poéticas de profundo sentimiento y aun más profundo pensamiento; el drama, que tiene cabida en forma amplia e impactante en libros como Job y muchos pasajes de los libros históricos y proféticos, por no hablar de algunos pasajes de los Evangelios, como los que narran la pasión y muerte de Cristo y los que nos anticipan el drama final de la historia humana en el libro del Apocalipsis. Precisamente en los libros proféticos encontramos poesía épica y lírica junto con profecía y literatura apocalíptica. Estos géneros literarios tienen sus subgéneros que los autores bíblicos también utilizan ampliamente. En el Antiguo Testamento descubrimos diversos géneros de historia: historia áulica o cortesana, como la que narran los cronistas de la corte davídica en el capítulo 11 de 2 Samuel o el capítulo 2 del primer libro de Reyes, donde leemos un análisis realista y profundo de los hechos que evidentemente narra un testigo presencial. Otra clase de narración histórica es la que encontramos en el libro de Crónicas. La historia del Éxodo es de carácter épico, donde los personajes bíblicos se presentan aureolados por sus acciones heroicas. La historia de Jueces es más simple y popular y se refiere a los héroes tribales. Las narraciones del principio del Génesis sobre el origen del hombre y del mal son de carácter prehistórico y coinciden con las narraciones sobre el mismo tema de civilizaciones anteriores o contemporáneas de Israel. Es evidente la intención del narrador de enseñar una teología monoteísta (véase, por ejemplo, Génesis 2:6-8).3
Estos ejemplos nos muestran solo parte de la rica variedad de los géneros y subgéneros literarios que encontramos en la Biblia. Abundan, además, los relatos fantásticos, las parábolas y alegorías, los proverbios, dichos y máximas, los himnos y coros, los discursos y arengas. Casi no hay campo literario en el que no incursione el texto bíblico.
Cada género debe estudiarse de acuerdo con su reglas y principios
Como hemos dicho, es importante que el lector y estudioso del texto descubra primero qué clase de texto tiene frente a sí. Una vez conocido su género literario, debe pasar a aplicar las reglas y principios que ese determinado género de literatura exige como método de investigación y estudio, para saber de verdad qué es lo que quiere expresar el autor y no hacerle decir lo que nunca intentó. Este es un terreno especializado que los textos de exégesis y hermenéutica bíblica nos enseñan. Es muy diferente, por ejemplo, estudiar el relato de Jonás como una historia real o como una historia ficticia o una parábola.4 Si es parábola, como muchos autores modernos enseñan, no se insistirá en sostener que todos los detalles de la narración, como Jonás en el vientre de la ballena, son estrictamente históricos. Será más importante sacar las lecciones morales y espirituales que el relato nos transmite, como lo son: la omnipotencia de Dios, su voluntad soberana que se impone a la voluntad del hombre, el deseo y propósito universal de salvación de Dios, y su capacidad de perdón y redención que supera el deseo y capacidad del hombre representado por Jonás. Si el lector entiende que la alusión a que el sol se detuvo en Josué 10:13 procede de un fragmento poético de un antiguo canto de victoria la juzgará, no como una afirmación terminante que implicaría una equivocación científica de acuerdo con lo que la ciencia moderna hoy enseña, sino como una «licencia poética», como las tantas que hay en la literatura universal, legítimas y permitidas, que no deben juzgarse en su sentido literal, sino en su significación simbólica. En este caso al autor le interesaba expresar poéticamente el poder de Dios al servicio de su pueblo; la providencia divina que no puede ser detenida en su acción y propósitos ni siquiera por las fuerzas de la naturaleza.5 Si el lector sabe que los relatos de Sansón pertenece a la literatura popular legendaria que todos los pueblos cultivan para engrandecer a sus héroes, la estudiará dentro de este género de literatura a la que ciertamente no se le debe dar la credibilidad que le damos, por ejemplo, a las crónicas históricas de la corte de David y Salomón, o a las narraciones históricas sobre la persona de Jesús que nos transmiten los Evangelios.6
Muchas de las dificultades en el estudio e interpretación de las Escrituras nacen de que queremos tratar todo el texto con criterios uniformes sin darnos cuenta de la inmensa variedad de géneros literarios que contiene, que deben tratarse de manera diferente según su naturaleza. Estas dificultades se acentúan en el estudio de la historia bíblica que, como hemos repetido muchas veces, no es historia en el sentido moderno estricto, sino historia teológica, historia con mensaje; historia que da cabida a una variedad de subgéneros históricos, como son los relatos populares o folclóricos, las tradiciones y hasta leyendas muy antiguas que la imaginación de los pueblos han enriquecido precisamente para hacer más eficaz la transmisión del mensaje central de las Escrituras. Lo mismo podemos decir del Nuevo Testamento. Los Evangelios no son biografías científicamente detalladas de la vida de Cristo, sino resúmenes escritos de hechos selectos de su vida y milagros y transcripciones de parte de su predicación y ense-ñanzas.7 Los evangelistas no pretendieron hacer un cuadro cronológico exacto y minucioso de la vida y ministerio de Jesús. Más bien estructuraron su vida siguiendo un propósito específico de entrega del mensaje central del Evangelio mismo: presentar a Jesús como el Mesías Redentor de su pueblo, enviado por el Padre para la salvación del mundo. Adaptaron y agruparon los hechos y dichos de Jesús de acuerdo con sus propósitos y con los destinatarios primarios a los cuales cada evangelista dirigía su narración. Mateo a los judíos conversos; Lucas a los romanos y gentiles; Marcos a los neófitos que debían conocer lo esencial de la vida y enseñanza del Maestro. Juan hace un evangelio complementario para una iglesia evolucionada y más avanzada de finales del siglo I. Lucas monta todo su evangelio sobre un «camino de subida a Jerusalén», partiendo de Galilea, donde se inicia la vida y ministerio de Cristo con su infancia en Nazaret y el rechazo de su mismo pueblo natal (Lucas 3 y 4), para continuar hasta llegar a Jerusalén donde culmina con su muerte y resurrección. Todo esto nos muestra que los Evangelios no pueden estudiarse aplicándoles solamente los principios y leyes de una historia científica, sino principalmente los principios y leyes de una historia didáctica en la que la enseñanza es tan importante como la historia misma; y la historia se narra no con el propósito de hacer historia sino de enseñar.8 Este principio está muy bien expresado dos veces en los capítulos finales del Evangelio de Juan:
Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, las cuales no están registradas en este libro. Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida (Juan 20:30,31. Véase además Juan 21:25).
Historicidad e inspiración bíblicas
¿Sufre la historicidad de la Biblia con el uso del método de los géneros literarios? De ninguna manera. Por el contrario, se afirma de una manera más definitiva. Si comprendemos que la historia rigurosa es un género literario y la ficción es otro, y que ambos existen en la Biblia así como otros géneros intermedios, no estamos sino afirmando una realidad innegable. Y si clasificamos —como debe ser— un pasaje o sección dentro del género de ficción histórica y no de historia rigurosa y científica, no destruimos con ello la historicidad de ese pasaje o sección porque el autor sagrado nunca pretendió escribirlo y transmitirlo como historia real, sino como historia ejemplar o ficción didáctica. Es el caso de la parábolas de Jesús y otras muchas que encontramos en el Antiguo Testamento, que nunca ocurrieron en realidad pero ejemplarizan una realidad ficticia que aunque no ocurrió históricamente, pudiera ocurrir; pero que de todos modos encierran una enseñanza que es lo que realmente pretendían el autor y el mismo Jesús transmitir al narrar el hecho. Por el contrario, cuando encerrados en una exégesis fundamentalista y literalista pretendemos decir que todas las narraciones bíblicas son estrictamente históricas sin hacer la distinción arriba señalada, nos colocamos en la incómoda posición de tener que probar lo imposible, como que el sol se paró cuando nunca se mueve, y convertir la hermosa variedad de géneros a través de los cuales Dios nos revela su pensamiento y orienta nuestra vida, en el único género que nuestro estrecho criterio admite, sin aceptar los formidables avances y hallazgos que las diversas ciencias modernas nos han proporcionado en relación con la literatura bíblica.
La otra inquietud es si la inspiración divina sufre con la admisión de la variedad de géneros literarios, que nos enseña que algunas partes de la Biblia pueden pertenecer a la narración de ficción didáctica. La respuesta es sencilla: no podemos cortar las alas al poder y amplitud de la inspiración divina señalándole a Dios un campo limitado de inspiración de acuerdo con nuestro criterio estrecho de la misma. Dios puede inspirar todo género literario que no sea contrario a su santidad o verdad (como podrían ser, por ejemplo, la pornografía o la mentira). La ficción bíblica es tan inspirada como la historia bíblica, la poesía y las enseñanzas sapienciales, morales y espirituales. Por ejemplo, Dios inspiró al profeta Natán a que inventara una historieta en forma de parábola o ficción didáctica para reprender a David y sacarlo de su pecado. (Véase 2 Samuel 12:1-15)9
Los géneros literarios y sus formas de expresión
En términos generales se entiende por género literario el modo de exponer un pensamiento o asunto....
Índice
- Cover
- Title Page
- Dedicatoria
- Contenido
- Antes de leer …
- Introducción: Diferentes sentidos de las Escrituras
- Capitulo I: Pistas para descubrir el verdadero sentido de las Escrituras
- Capítulo II: El sentido de uso corriente de las palabras
- Capítulo III: El sentido histórico-gramatical
- Capítulo IV: El sentido literario de la Biblia
- Capítulo V: El sentido típico de la Escritura
- Capítulo VI: Interpretación de textos históricos
- Capítulo VII: Interpretación espiritual de las Escrituras
- Capítulo VIII: Literatura y sentido apocalípticos
- Capítulo IX: El sentido pleno de las Escrituras
- Capítulo X: Sistemas y principios hermenéuticos
- BIBLIOGRAFÍA
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