
- 176 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Bosquejos selectos para predicar al corazón
Descripción del libro
Si usted es:_ Pastor o evangelista_ Predicador o laico_ Estudiante de homilética_ O maestro de BibliaHallará ayuda práctica e inspiradora en las dos obras comprendidas en este libro. En este estudio de homilética Jay E. Adams enfoca la necesidad que hay de mensajes que fluyan de un corazón devoto a Dios para que penetren en el corazón del creyente. Este libro le ayudará a recibir el mensaje bíblico de Dios para su pueblo.Lyle A. Thomson, en esta obra compiló algunos de los sermones favoritos de predicadores muy reconocidos de distintas denominaciones en el mundo hispano, que le servirán de edificación personal y podrá usarlo en su ministerio.
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Información
Sección II
BOSQUEJOS
SELECTOS
SELECTOS
ARREPENTIMIENTO
Y MISERICORDIA
Y MISERICORDIA
TITULO: La parábola del hijo pródigo
TEXTO: Lucas 15:11-32.
TEMA: Arrepentimiento y misericordia
EXPLICACION:
La parábola del Hijo Pródigo constituye una joya literaria en cualquier idioma.
Esta parábola ha hecho más bien en el mundo — y con resultados duraderos — que todos los libros de moral y filosofía que se hayan escrito.
El Señor Jesús en esta parábola nos revela la gracia de Dios y la restauración del hombre pecador.
I. El cuadro de la aristocracia de los justos y piadosos
El hijo mayor aquí representa a los fariseos, que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los demás (Lucas 18:9).
La religión de los fariseos era como la que muchos pretenden tener hoy cuando dicen: “No hago mal a nadie y soy mejor que muchos otros.”
Precisamente Cristo dijo esta parábola en contestación a la crítica y a la censura de los fariseos. Ellos decían que la nueva religión de Cristo no podía ser la verdadera, porque todos sus adeptos eran publicanos y pecadores. Creían en la aristocracia de los justos y piadosos.
Dios no aborrece al malo, más bien lo ama, y si hay aristocracia en el plan divino, el pecador es el verdadero aristócrata.
Dios se preocupa más del pecador que se halla fuera de la iglesia que de los noventa y nueve que están dentro de ella.
II. El cuadro del pecador que se aleja de Dios
A. Una decisión equivocada. (vs. 12-13)
Se ve la insensatez de cada paso que dio el hijo pródigo en su decisión equivocada.
Pide su herencia, se va a una provincia lejana, vive perdidamente y derrocha todo lo que recibió de su padre.
“Dame la parte” (v. 12) Dame la herencia. Se dice que la ley sólo facultaba al hijo para pedir su porción en caso de que el padre fuese malo; pero en esta historia fue la bondad del padre la que proporcionó la petición del hijo. “Se fue lejos a una provincia apartada. .” (v. 13). El hijo pródigo se separó y alejó de su padre. Se puso bajo otro gobierno. Como consecuencia nunca podía hablar con su padre, no lo oía ni veía.
Así sucede con el hombre que en su vida no toma en cuenta a Dios. Está bajo el gobierno de Satanás y está perdido sin Dios y sin Cristo, “muerto en sus delitos y pecados” (Efesios 2:1).
B. Un cambio desgraciado. (vs. 14-16)
El relato bíblico sigue diciendo: “Le envió a su hacienda para que apacentase puercos”.
Apacentar puercos era la ocupación más ruin y degradante que podía imaginar un judío, a quien le estaba prohibido comerlo, según la Biblia. “También el puerco. . . tendréis por inmundo” “Ni puerco: porque . . os será inmundo. . .” (Levítico 11:7; Deuteronomio 14:8).
Es triste pensar en el cambio que el pecado produce en el pecador que se aleja de Dios. Veamos:
(a) El hijo pródigo era un hacendado, ahora es un peón apacentando puercos. El hombre ha sido creado para ser el rey de la creación, pero ahora está al servicio de Satanás, del mundo y de sus bajas pasiones.
(b) El hijo pródigo era rico, ahora es un mendigo. El hombre con todas las riquezas materiales que ha alcanzado, espiritualmente es un pobre mendigo que estira la mano.
(c) El hijo pródigo llevaba ropas finas. Ahora está vestido de trapos sucios. Al principio al salir de las manos de Dios, el hombre llevaba la imagen y semejanza del Creador (Génesis 1:26), ahora está muerto en sus delitos y pecados.
(d) El hijo pródigo vivía con su familia, ahora vive con los puercos. En el huerto de Edén el hombre vivía en comunión con Dios, ahora está lejos y separado de Dios por su pecado (Génesis 2)
(e) El hijo pródigo comía lo mejor en su casa paterna, ahora come lo que puede quitar a los puercos. Se puede decir que casi es un animal.
III. El cuadro del verdadero arrepentimiento (v. 17)
En esta historia encontramos los cuatro pasos que todo pecador debe dar en el verdadero arrepentimiento.
A. Recobró el sentido
“Volviendo en sí” — Este es el gran punto de partida de la salvación. El hombre que ama el pecado está fuera de sí; porque sólo un loco puede amar lo que le hace daño.
Cristo dijo estas palabras: “Y el hijo pródigo, volviendo en sí. . .” Es decir, el hijo pródigo recobró el sentido, el conocimiento, el uso de las facultades, de que se hallaba privado (dormido, desmayado, loco).
Hay locos que vuelven en sí por un instante, que tienen momentos lúcidos, y luego recaen en su demencia. Así también hay hombres que se detienen por un instante en su carrera pecaminosa, reflexionan sobre sus errores, recuerdan que hay un Dios, que hay salvación y que hay perdición eternas; pero luego vuelven a la carrera del pecado con más deseos que nunca.
B. Una actitud humilde.
“Padre, yo no tengo derecho de ser tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”, (vs. 18,19).
El segundo paso en el verdadero arrepentimiento es la humildad. No tenemos absolutamente nada en nosotros mismos que nos pueda recomendar a Dios, y hasta que no hayamos reconocido esto es inútil pensar en el verdadero arrepentimiento.
“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no provienen del padre, sino del mundo” (1 Juan 2:16).
C. Una confesión sincera.
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”.
El tercer paso en el verdadero arrepentimiento es la confesión sincera. El hijo pródigo, con franqueza y sencillez, dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”.
Así es preciso que digamos nosotros lo propio. Dios, he pecado con mis ojos; he pecado con mis labios; he pecado con mis manos y he pecado con mis pies.
Mientras que retengamos un solo pecado y no lo confesemos, él nos llevará a la miseria y a la muerte eterna, arrastrados por el lodo de este mundo.
D. Una firme resolución.
“Y levantándose vino a su padre”, (vs. 20).
Finalmente, el cuarto paso en el verdadero arrepentimiento es cuando nuestra voluntad se transforma en acción.
Reflexionar, humillarse y confesar no es suficiente; es preciso hacer lo que hizo el hijo pródigo.
“Y levantándose vino a su padre”. Necesitamos abandonar el pecado. Es preciso ponernos de pie y con firme resolución abandonar para siempre el pecado y dirigirnos a Dios para servirle por el resto de nuestra vida.
Se dice que de buenas resoluciones está empedrado el camino del infierno.
El hijo pródigo formó una buena resolución, resolvió confesar su pecado a su padre y pedirle asilo como jornalero, porque legalmente había perdido su posición.
“Y levantándose vino”. Este es el gran paso...
Índice
- Cover Page
- Title Page
- Copyright Page
- INDICE GENERAL
- Sección I: Predicar al corazón
- Sección II: Bosquejos selectos