Teología bíblica y sistemática
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Myer Pearlman

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Teología bíblica y sistemática

Myer Pearlman

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Información del libro

El libro Teología Bíblica y Sistemática, contiene un estudio sistemático de las Doctrinas Bíblicas fundamentales que todo pastor, maestro y creyente en general debe conocer. El gran teólogo Myer Pearlman, del siglo XX, analiza profundamente lo que la Biblia establece en temas como El hombre, el Pecado, la Expiación, entre otros, con la finalidad de formar en el lector una idea amplia de cada doctrina.

Incluye:

  • Capítulo 1: Escritura
  • Capítulo 2: Dios
  • Capítulo 3: Ángeles
  • Capítulo 4: El hombre
  • Capítulo 5: El pecado
  • Capítulo 6: El Señor Jesucristo
  • Capítulo 7: La Expiación
  • Capítulo 8: Salvación
  • Capítulo 9: Sanidad divina
  • Capítulo 10: Espíritu Santo
  • Capítulo 11: La iglesia
  • Capítulo 12: Los acontecimientos finales
  • Capítulo 13: Preguntas de repaso

Systematic Biblical Theology

Biblical and Systematic Theology contains a systematic study of Biblical Doctrines, that every pastor, teacher and believer should know. The great theologian Myer Pearlman, of the 20th century, deeply analyzes what the Bible establishes in topics such as Man, Sin, Atonement, among others, in order to form in the reader a broad idea of??each doctrine.

It includes:

  • Chapter 1: Writings
  • Chapter 2: God
  • Chapter 3: Angels
  • Chapter 4: The Man
  • Chapter 5: Sin
  • Chapter 6: The Lord Jesus Christ
  • Chapter 7: The Atonement
  • Chapter 8: Salvation
  • Chapter 9: Divine Healing
  • Chapter 10: The Holy Spirit
  • Chapter 11: The Church
  • Chapter 12: The Final Events
  • Chapter 13: Review Questions

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Información

Editorial
Vida
Año
2013
ISBN
9780829777444
CAPITULO 1
LAS ESCRITURAS
El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.” “Sécase la hierba, cáese la flor: mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.” Mateo 24:35; Isaías 40:8.
El doctor Payson, refiriéndose a la Biblia, ha dicho lo siguiente:
Destruye este volumen, tal como han tratado de hacerlo en vano los enemigos de la felicidad del hombre, y nos dejarás sumidos en profunda ignorancia con respecto a nuestro Creador, a la formación del mundo en que habitamos, al origen de nuestra raza y sus progenitores, a nuestro destino futuro, relegándonos al plano de la fantasía, de la duda y la conjetura. Destruye este volumen y nos privarás de la religión cristiana, con todos sus consuelos vivificantes, esperanzas y perspectivas que ofrece, no dejándonos nada sino elegir (¡miserable alternativa!) entre las lóbregas tinieblas de la infidelidad y las sombras monstruosas del paganismo. Destruye este volumen y despoblarás el cielo, cerrarás para siempre sus puertas a la desdichada posteridad de Adán, restituirás al rey de los terrores su fatal aguijón, sepultarás la esperanza en la misma tumba que recibe nuestro cuerpo, consignarás a todos los que han muerto antes que nosotros al sueño eterno o calamidad infinita, y nos dejarás sin esperar nada a nuestra muerte, sino suerte similar a la de ellos. En una palabra, destruye este volumen, y nos despojarás al instante de todo lo que impide que la existencia se convierta en el peor de todos los azotes; apagarás el sol, secarás el océano y harás desaparecer la atmósfera del mundo moral, y degradarás al hombre a un nivel desde el cual quizá mire con envidia a los brutos que perecen.
BOSQUEJO
1. HAY NECESIDAD DE LAS ESCRITURAS
1.1. Tal revelación debe desearse.
1.2. Tal revelación debe esperarse.
1.3. Tal revelación sería expresada en forma escrita.
2. LA INSPIRACION DE LAS ESCRITURAS
2.1. Divina y no meramente humana.
2.2. Unica y no común.
2.3. Viva y no mecánica.
2.4. Completa y no meramente parcial.
2.5. Verbal y no meramente conceptual.
3. LA VERIFICACION DE LAS ESCRITURAS
3.1. Afirman ser inspiradas.
3.2. Tienen toda la apariencia de inspiradas.
3.3. Uno siente que son inspiradas.
3.4. Demuestran ser inspiradas.
1. HAY NECESIDAD DE LAS ESCRITURAS
“¿Qué cosa es verdad?” preguntó Pilato. Por su tono sugirió que la búsqueda de la verdad era vana, sin esperanzas. Si no hubiera una guía autorizada para llegar al conocimiento de Dios, el hombre y el mundo, Pilato tendría razón. Pero no se necesita caminar a tientas sumido en la duda y el escepticismo, ya que hay un Libro, las “Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15).
1.1. Tal revelación debe desearse.
El Dios que creó el universo debe de ser un Dios sabio, y sin duda un Dios sabio tendrá un propósito determinado para sus criaturas. El descuidar ese propósito sería necedad, y el desafiarlo, pecado. Pero ¿cómo se puede conocer a ciencia cierta el propósito divino? La historia nos demuestra que el mundo llega a diferentes conclusiones, y hay muchas personas que jamás llegan a ninguna. La experiencia nos demuestra que el problema no se puede solucionar sólo mediante el estudio. Algunos carecen del tiempo necesario; otros, aunque quisieran estudiar, no tienen capacidad para ello, y aunque tuvieran éxito, llegarían a sus conclusiones con lentitud, y con dudas. Los sabios quizá propugnen sistemas filosóficos para llegar a la verdad, pero ningún sistema, por completo que sea, jamás podrá descubrir la verdad. “El mundo por medio de su sabiduría (filosofía) no conocía a Dios”, dice otra versión. Las verdades que le dicen al hombre cómo pasar de la tierra al cielo deben enviarse del cielo a la tierra. En otras palabras, el hombre necesita una revelación.
1.2. Tal revelación debe esperarse.
En la naturaleza, tenemos una revelación de Dios que puede ser comprendida por la razón. Pero cuando el hombre está aherrojado por el pecado, y su alma se halla agobiada, tanto la naturaleza como la razón son impotentes para proporcionar luz y alivio. Oigamos a hombres que hicieron culto de la razón. Dijo Kant, uno de los más egregios pensadores de todos los tiempos: “Haces bien en fundamentar tu paz y piedad en los evangelios, pues sólo en los evangelios se halla la fuente de verdades espirituales, después que la razón ha llegado al límite de su investigación, en vano.” Otro filósofo capacitado, Hegel, no quiso otro libro en su lecho de muerte que la Biblia. Dijo que, si pudiera prolongar la vida, se dedicaría al estudio de ese Libro, pues en él había hallado lo que la razón no podía descubrir.
Si, como creemos, hay un Dios bueno, es razonable esperar que se revelará personalmente a sus criaturas. El Reverendo David S. Clarke dijo lo siguiente:
No podemos imaginarnos que un padre se oculte para siempre de su hijo, que nunca se comunique con él. Tampoco podemos imaginar que un Dios bueno oculte de las criaturas creadas a su imagen la revelación de su ser y de su voluntad. Dios ha hecho al hombre capaz y deseoso de conocer la realidad de las cosas, ¿y acaso ocultará una revelación capaz de satisfacer ese deseo? Según la antiquísima mitología egipcia, la legendaria Esfinge tebana proponía enigmas a los que pasaban, y los mataba si no los descubrían. Sin duda alguna un Dios amoroso y sabio no dejará que el hombre perezca por falta de conocimientos, desconcertado ante el enigma del universo.
Por su parte el doctor Hodges afirma:
La inteligencia de Dios despierta en nosotros la esperanza de que El ha adaptado los medios al fin, y que coronará la naturaleza religiosa con una religión sobrenatural. La benevolencia de Dios despierta la esperanza en nosotros de que sacará a sus criaturas de su doloroso azoramiento y conjurará el peligro que las acecha. La justicia de Dios despierta en nosotros la esperanza de que hablará a la conciencia con tono claro y de autoridad.
1.3. Tal revelación sería expresada en forma escrita.
Es razonable pensar que Dios expresara en un libro su mensaje al hombre. El doctor Keyser dice lo siguiente:
Los libros constituyen el mejor método de preservar la verdad íntegra, y trasmitirla de generación en generación. Ni la memoria ni la tradición son dignas de confianza. Por lo tanto, Dios procedió con la mayor sabiduría y también en forma normal al proporcionar al hombre la revelación divina en forma de libro. De ninguna otra manera, hasta donde nos es posible ver, podría El haber impartido a la humanidad un nivel infalible que hubiera estado disponible para toda la humanidad, y que continuaría intacto a través de las edades, y del cual el hombre podía obtener el mismo nivel o patrón de fe y conducta.
Es razonable esperar asimismo que Dios inspiraría a sus siervos para registrar las verdades que no podrían haber sido descubiertas por la razón del hombre. Y finalmente, es razonable creer que Dios ha preservado en forma providencial los manuscritos de las Sagradas Escrituras, y ha inspirado a la iglesia para incluir en el canon sólo aquellos libros que tuvieron su origen en la inspiración divina.
2. LA INSPIRACION DE LAS ESCRITURAS
El que una religión sin escrituras inspiradas podría ser divina es una posibilidad concebible. Sobre el particular dice el profesor Frank L. Patton:
Si basado en simples pruebas históricas se puede establecer que Jesús hizo milagros, habló profecías y proclamó su divinidad; si se puede demostrar que fue crucificado para redimir a los pecadores, que resucitó e hizo depender el destino del hombre de su aceptación de El como Salvador, luego fueran los anales históricos inspirados o no, ¡ay de aquel que descuida una salvación tan grande!
Sin embargo, no necesitamos discutir con más amplitud esa posibilidad, pues no se nos ha dejado en dudas con respecto al asunto. “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (Dios le imparte su hálito), declara el apóstol Pablo (2 Timoteo 3:16). Por su parte el apóstol Pedro afirma: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21).
El diccionario de Webster define a la inspiración de la siguiente manera: “Es la influencia sobrenatural del Espíritu de Dios ejercida sobre la mente del hombre, influencia que capacitó a los profetas, apóstoles y escritores sagrados para exponer la verdad divina sin mezcla de error.” Por su parte, el diccionario Espasa-Calpe dice: “Intimación que Dios hace al escritor sagrado para que este escriba acerca de una determinada materia, junto con una asistencia especial para que no yerre en su exposición.”
De acuerdo con lo expuesto por el doctor Gaussen, inspiración es “el poder inexplicable que el Espíritu Divino ejerce en los autores de las Escrituras, para guiarlos aun en el empleo de los vocablos que deben usar, y preservarlos de todo error u omisión”.
“La inspiración, según la definición formulada por el apóstol Pablo en este pasaje (2 Timoteo 3:16) es un soplo recio, consciente, de Dios en el hombre, capacitando a éste para expresar la verdad”, nos dice el doctor William Evans. “Es Dios que habla por medio del hombre, y por lo tanto el Antiguo Testamento es la Palabra de Dios tanto como si Dios mismo hubiera pronunciado cada una de las palabras. Las Escrituras son el resultado del influjo o hálito divino, así como la respiración acompaña en el hombre la pronunciación de palabras. La declaración de Pedro se puede decir que indica que el Espíritu Santo se encontraba presente en forma especial y milagrosa con los escritores de las Sagradas Escrituras y en ellos, recalcándoles las verdades que no habían conocido antes, y guiándolos igualmente en el registro de estas verdades, y en todo acontecimiento que habían visto y oído, de manera que eran testigos capacitados para presentarlos con suficiente exactitud a otros.”
Uno llegaría a la conclusión por la lectura de los diversos credos cristianos que el cristianismo es un asunto más bien complicado, erizado de enigmas teológicos y cargado de definiciones abstrusas. No es ese el caso. Las doctrinas del Nuevo Testamento, tal como fueron expuestas originalmente, son simples y se pueden definir con sencillez. Pero con el transcurso de los años, la iglesia se vio confrontada con puntos de vista erróneos y defectuosos con respecto a doctrinas, y se vio obligada entonces a cercarlas y protegerlas con definiciones. De este proceso de definición exacto y detallado surgieron los credos. Las declaraciones doctrinales desempeñaron un papel importante y a la vez necesario en la vida de la iglesia, y se convirtieron en obstáculos sólo cuando la fe viva fue reemplazada por el mero asentimiento a dichas declaraciones.
La doctrina de la inspiración, según se enuncia en la Palabra, es muy sencilla, pero la presentación de puntos de vista erróneos y defectuosos hizo necesario “proteger” la doctrina mediante definiciones amplias y detalladas. En oposición a ciertas teorías, es necesario sostener que la inspiración de las Sagradas Escrituras es:
2.1. Divina y no meramente humana.
Los modernistas comparan la inspiración de los escritores sagrados con esa clarividencia espiritual y sabiduría que desplegaron hombres como Platón, Sócrates, Browning, Shakespeare, Cervantes y otros genios de la literatura, la filosofía y la religión. Se considera así a la inspiración algo puramente natural. Esta teoría despoja al vocablo inspiración de todo su significado; no es consecuente con el carácter único y sobrenatural de la Biblia.
2.2. Unica y no común
Algunos confunden la inspiración con la iluminación. La iluminación es la influencia ejercida por el Espíritu Santo, la cual es común a todos los creyentes, y les facilita comprender las verdades divinas (1 Corintios 2:4; Mateo 16:17). Afirman que tal iluminación es una explicación adecuada del origen de la Biblia. Hay una facultad en el hombre, según se enseña, por la cual el hombre puede conocer a Dios, algo así como un ojo del alma. En circunstancias que los hombres piadosos de antaño meditaban en Dios, el Espíritu divino vivificaba sus facultades, permitiéndoles el acceso a los misterios divinos.
Tal iluminación ha sido prometida a los creyentes y ha sido experimentada por ellos. Pero no es lo mismo que la inspiración. Se nos dice que a veces los profetas recibieron verdades por inspiración, y al mismo tiempo les fue denegada la iluminación para comprender esas verdades (1 Pedro 1:10-12). El Espíritu Santo inspiró sus palabras, pero no creyó oportuno proporcionar el significado de esas palabras. Se nos dice que Caifás fue el instrumento de un mensaje inspirado (aunque no tuvo conciencia de ello) cuando aun no pensaba de Dios. En ese momento era inspirado, pero no iluminado (Juan 11:49-52).
Nótense dos diferencias específicas entre la iluminación y la inspiración (1) Con respecto a duración, la iluminación es permanente, o puede serlo. “Más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día...

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