El crecimiento de un líder
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El crecimiento de un líder

Abner Alexander Huertas

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El crecimiento de un líder

Abner Alexander Huertas

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Información del libro

Los líderes que quieran crecer en su liderazgo necesitan prestar una atención especial a diez factores: intencionalidad, propósito, valores, talentos y habilildades, ambiente, paradigmas, disciplina, siembra de semillas, fracasos y ejecución. Un enfoque equilibrado de todos estos factores y una actitud siempre abierta al aprendizaje fomentarán en él un desarrollo saludable y producirán un resultado natural destinado a causar un fuerte impacto: el crecimiento.

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Información

Editorial
Vida
Año
2013
ISBN
9780829764000
PRINCIPIO 1
PRINCIPIO 1
SÉ INTENCIONAL
En una ocasión un joven que soñaba con llegar a ser algún día un escritor de renombre consiguió una cita con uno de los más grandes escritores de su comunidad.
Pasaron varios días antes que llegara el momento en que podría hablar con él. Al llegar a la oficina del escritor este le hizo pasar, lo invitó a tomar asiento y después del saludo de rigor, le preguntó:
“Bueno joven; dígame ¿en qué puedo ayudarle?”.
“Verá, señor. El caso es que yo quiero llegar a ser escritor. Y me preguntaba si usted, un escritor reconocido, podría darme algunos consejos sobre cómo llegar a serlo”.
“Será un gusto para mí, joven, pero dígame ¿qué ha escrito?”.
“Bueno. Nada todavía. Aún no he podido escribir nada. Con mis estudios y mis compromisos, no me queda tiempo para escribir, pero tengo la intención de empezar a hacerlo”.
Por un momento el escritor se quedó en silencio, mirando a aquel joven que había llegado a su oficina mientras pensaba: “¿Cómo viene a pedirme un consejo para llegar a ser escritor si aún no ha empezado a escribir?”. Se recostó en el sillón, miró al joven directamente a los ojos mientras este empezaba a mirar a todos lados temiendo que hubiese dicho algo inapropiado. Sintió como si de repente la habitación se hubiese puesto terriblemente fría. Entonces, el escritor se inclinó sobre su escritorio para colocarse más cerca del joven y le dijo:
“¿Cómo me viene a pedir un consejo sobre cómo llegar a ser un escritor si todavía no empieza a escribir? Piense en esto: los compositores componen, los cantantes cantan, los bailarines bailan, los escritores escriben. Con solo la intención no se escribe”.
El joven salió de aquel lugar pensando en lo que el escritor le había dicho.
“Los compositores componen, los cantantes cantan, los bailarines bailan, los escritores escriben. Con solo la intención no se escribe”.1
¿Qué es ser intencional?
“Las intenciones están bien y son buenas, pero transformar esas intenciones en cosas concretas es lo que hace la diferencia entre ser un visionario o seguir siendo un “Wanna be”.
—Jim Collins
Imagino que habrás escuchado el término “Wanna be”, pero por si no lo conocías, se refiere a aquellas personas, empresas o cosas que aparentan ser algo que no son. Para ejemplificar mejor lo de “Wanna be” te voy a contar una historia de la cual yo soy el protagonista.
Hace tiempo, tendría quizá unos diecisiete años, fui con mi mamá a comprar un pantalón a una zona muy conocida de la ciudad donde vivo. Estuvimos caminando durante mucho tiempo, paramos en algunos lugares viendo pantalones pero ninguno me gustaba. Podrás imaginarte la frustración de mi mamá al ver que no me decidía. Al fin, encontré uno que atrajo mi atención. Me lo probé y me quedó bien. Lo mejor es que era un pantalón marca Tommy.2 ¿Te puedes imaginar? ¡Era un Tommy! Para mí era algo fenomenal. Me sentía feliz con mi pantalón, pero esa felicidad me duró muy poco. A los pocos días de estar usándolo, un amigo mío que tenía fama de utilizar ropa de marca me vio y me preguntó sobre el pantalón. Le dije que era Tommy. Le echó una mirada y me dijo: “¡Este pantalón no es Tommy! Es imitación y la etiqueta también es falsa”. ¿Te imaginas mi vergüenza? Ahora ya no estaba tan feliz. ¿Qué había pasado? Que ese pantalón no era lo que decía ser. Era un “Wanna be”.
Tú que te encuentras con la fuerte intención de desarrollar tu liderazgo personal buscas ser una persona auténtica, ¿cierto? ¿O te gustaría ser como mi pantalón “Tommy”, alguien con solo la apariencia de auténtico? Es aquí donde las intenciones juegan un papel muy importante en nuestras vidas.
Tus intenciones pueden ser buenas o malas. Por ejemplo, cuando alguien te dice con una sonrisa: “Sí. Te voy a ayudar”. Te lo dice con las mejores intenciones, pero luego te queda mal una y otra vez. ¿Qué piensas de esa persona? ¿Que es alguien dispuesto a ayudar a los demás, o será una “Wanna be” que solo quiere dar la impresión de ser alguien que se preocupa por otros?
Es muy sabido que el mundo está lleno de buenas intenciones, pero también de malas. Mi deseo es que en este principio tú y yo charlemos de ambas intenciones, tanto buenas como malas, y que al final te digas a ti mismo: “Debo ser intencional; debo actuar concretamente y todo esto porque quiero ser un líder auténtico”.
Para alcanzar nuestras metas y objetivos en la vida debemos ser intencionales. Ser intencional significa que darás ese paso inicial; significa que estás dispuesto a tomar la decisión correcta y actuar para hacer lo que sea necesario para crecer, incluso desafiando los obstáculos que puedan detener tus intenciones.
Aclaremos más el concepto. El diccionario define intención como la realización de una acción de forma deliberada, por el hecho de desear hacerla. Implícitamente tú tienes intenciones todos los días. Dices: “Hoy voy a levantarme temprano”. Esa intención te lleva a tomar una decisión y la decisión te lleva a tomar una acción, que sería levantarte temprano. Con este ejemplo sencillo puedes darte cuenta del poder de la intención; la intención puede ayudar a construir y alinearte a lo que deseas hacer.
Se dice que de cada diez acciones que realizamos ocho se hacen con la mejor de las intenciones. Eso te da a entender que prácticamente todos esperamos hacer bien las cosas. Pero, si tenemos buenas intenciones, ¿por qué en ocasiones no alcanzamos el resultado esperado?
Quiero que por un momento te imagines a varias personas. Comienzas a escucharlas. Te empiezan a contar de las empresas que tuvieron la mejor de las intenciones de iniciar. Es posible que a veces no utilicen la palabra intención, sino deseos, aspiraciones o cualquier otra palabra para referirse a lo que nosotros, como seres humanos, realizamos. Pero sea cual fuere, todo se inició con una intención. Así que quizá alguno te diga:
• Siempre tuve la intención de iniciar una empresa.
• Intenté bajar de peso pero no pude.
• Siempre he querido estar más apegado a mi familia.
• Hace tantos años tuve la intención de hacer algo.
¿Te parecen algunas familiares? ¿Podrías agregar más? Estoy seguro que sí, y es que cada uno de nosotros tenemos sueños que en algún momento de la vida tuvimos la intención de realizar, pero sencillamente algo ocurrió que no lo hicimos. Y no es porque la intención no haya sido la correcta, sino porque no accionamos.
Mientras estudiaba mi maestría leímos un libro llamado Armando el puzzle [rompecabezas].3 El libro habla sobre planeación estratégica. La planeación estratégica en las empresas tiene como objetivo buscar la mejor forma de dirigir la organización para construir una posición única y valiosa en un mercado. ¿Qué tiene esto que ver con ser intencional? Esta pregunta nos la resuelve también:
“Para que un plan estratégico sea eficiente debe tener un planeamiento bien intencionado”.
¿Cuál es tu plan estratégico de crecimiento?
Cuando piensas en tu carrera lo tienes claro. Vas a estudiar 5 años para obtener una licenciatura; posteriormente piensas en una maestría y finalmente en trabajar. ¿Y tu crecimiento personal? Es importante que te desarrolles como profesional, pero es igual de importante que desarrolles tu liderazgo tanto personal como hacia otros, en especial que aprendas a liderar a la persona más difícil que existe, esa persona con la que convives 24 horas al día los 365 días del año. ¿Tienes en mente a esa persona? Te la voy a presentar. Toma un espejo y mira en él. ¿La ves? Sí. La persona más difícil de liderar en tu vida eres tú mismo.
Una expresión que he escuchado a menudo y me gusta, dice: “Si pudiera agarrar a patadas a la persona responsable de todos mis problemas no podría sentarme por semanas”. Cuando escuché esa frase me reí, y pensé: “Es muy cierto. Tú y yo somos los únicos responsables de todos los problemas que nos aquejan”. Tú y yo somos los responsables de que nuestras intenciones se queden solo como intenciones. Y esta responsabilidad es intencional. Debemos comprometernos con nosotros mismos a planificar nuestro desarrollo en liderazgo personal, sabiendo que el desarrollo personal es intencional.
Quizá eres hijo de un pastor, de un líder o de alguien a quien admiras porque dirige su vida con principios y valores. El ser hijo o hija de alguien así no te convierte ni te convertirá en un líder, por eso es importante que intencionalmente te pongas en un plan de crecimiento, como los deportistas. Cuando desean ganar un trofeo, intencionalmente adoptan un régimen alimenticio y un programa de ejercicios; de la misma forma deberás comprometerte y actuar.
Para desarrollar tu liderazgo debes actuar
“Los planes son solo buenas intenciones a menos que se traduzcan inmediatamente en trabajo duro”.
—Peter Drucker
Peter Drucker es considerado el padre de la administración. Gracias a sus investigaciones hemos podido avanzar en este campo. Me imagino que lo habrás oído mencionar en tus cursos de la universidad o habrás leído sobre él. Peter Drucker nos dio un buen consejo, que nuestro amigo el joven de la anécdota debería seguir: “Los planes son solo buenas intenciones a menos que se traduzcan inmediatamente en trabajo duro”. Si Peter Drucker hubiera estado frente a este joven le hubiera dicho: “¿Quieres ser escritor? Entonces ¡comienza a escribir!”.
Por un momento quiero que cierres este libro y pienses en tu peor enemigo. Cuando lo tengas en mente regresa y continuaremos. ¿Lo tienes en mente? Espero que aún tengas el espejo cerca. ¿Y sabes por qué? ¡Exactamente! Porque al igual que la persona más difícil de liderar es uno mismo, nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, porque dependiendo de las decisiones que tomemos de desarrollarnos o no, estaremos en la capacidad de destruirnos o construirnos, de avanzar o estancarnos, de dañarnos o cuidarnos.
En su libro The Procrastinator’s Digest [La procrastinación], el autor Timothy A. Pychyl comenta sobre una ocasión que asistió a una conferencia llamada «Living Well & Dying Well: New Frontiers of Positive Psychology, Therapy and Spiritual Care» [Viviendo bien y muriendo bien: nuevas fronteras de la psicología positiva, terapia y cuidado espiritual].4 Hablaron sobre un tema que sé que, al igual que a mí, a ti no te gusta mucho hablar, y es el tema de la muerte. Se dice que las personas tienen dos tipos de remordimientos cuando pierden a un familiar cercano (ten en mente que todos tenemos la intención de amar, visitar o llamar a nuestros familiares cercanos como nuestros abuelos, algún tío, etc.). estos dos remordimientos les llamaron de comisión y de omisión. El de comisión se refiere a las cosas en las que nos comprometimos y no llegamos a terminar. Pero el que llamó más la atención fue el de omisión, en otras palabras, aquellas cosas que omitimos hacer mientras la persona estaba con vida.
Se le preguntó al psicólogo que dio el tema: “¿Cuál es la naturaleza de los remordimientos de omisión?” Él contestó:
1. Son las cosas que las personas realmente tuvieron la intención de realizar, pero que nunca las hicieron.
2. Las posibilidades generalizadas de lo que ellos pudieron haber hecho.
3. Guiones culturales de lo que pudieron haber realizado y de lo que hubiera sido bueno realizar.
4. Perspectivas internas acerca de lo que el ser querido hubiese querido esperar que nosotros hubiéremos hecho.
Al finalizar, Timothy le preguntó al psicólogo ¿cuál de las cuatro consideraba él que era el factor que más se repetía? Él le respondió que son los remordimientos por omisión relacionados con la procrastinación, que es donde está el problema de nuestro proceso de remordimiento.
Todos nosotros de alguna forma tendemos a retrasar las tareas por el simple hecho de no querer realizarlas, o porque lo consideramos difícil o sencillamente porque estamos en una zona de comodidad de la cual no deseamos movernos. Pon atención a esto. Se realizó una evaluación a un grupo de personas para medir su nivel de procrastinación y los resultados demostraron que:
“Las personas con las más altas notas en retrasar las actividades que deben realizar también son las que tienen más bajas notas en alcanzar sus metas”.
Por eso, cuando tú te vuelves un maestro de la procrastinación, te conviertes e...

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