Comentario bíblico con aplicación NVI Efesios
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Comentario bíblico con aplicación NVI Efesios

Klyne Snodgrass

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Comentario bíblico con aplicación NVI Efesios

Klyne Snodgrass

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Muchos comentarios bíblicos nos llevan en un viaje de ida del siglo veinte al siglo uno. Sin embargo, nos dejan ahí, asumiendo que, de alguna manera, podremos regresar por nosotros mismos. En otras palabras, se enfocan en el significado original del pasaje, pero no discuten su aplicación contemporánea. ¡La información que ofrecen es valiosa, pero el trabajo está hecho solo a la mitad! Esta nueva y única serie muestra a los lectores cómo traer un mensaje antiguo al contexto moderno. Explica no solo lo que la Biblia quiso decir, sino también cómo puede hablar de un modo poderoso en la actualidad.

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Información

Editorial
Vida
Año
2012
ISBN
9780829759488

Efesios 1:1–2

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: 2 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan Gracia y paz.

Sentido Original

En el mundo antiguo, las cartas seguían unas pautas establecidas por lo que a su formato se refiere. Comenzaban identificando al autor y a los lectores o destinatarios. Por regla general, esto iba seguido de un saludo y una oración, o la expresión de un deseo de salud (también en las cartas seculares), a continuación se consignaba el cuerpo de la carta, y por último la conclusión, que contenía cualquier detalle o detalles pertinentes al envío de la carta, y otro saludo. Un ejemplo de este formato aparece en Hechos 15:23–29 (sin la oración).
Los escritores cristianos adaptaron esta hechura establecida a sus propósitos, «cristianizándola» por medio de ciertos cambios o extensiones de los elementos tradicionales. Al autor y receptores no solo se les identifica, sino que se les describe también por su relación con Cristo. Igualmente, el saludo se hizo específicamente cristiano. En lugar de decir simplemente «Pablo a los efesios, saludos», Pablo se presenta como «apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios» y a sus lectores como «santos y fieles en Cristo Jesús.» Y en lugar de utilizar la palabra normal para «saludo» [jairein], y por medio de un juego de palabras, Pablo cambió su saludo para que dijera «Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia [jaris] y paz.»
Apóstol de Cristo. El auto identificación de Pablo como apóstol nombrado por Dios es su forma habitual de iniciar sus cartas. (Cf. los paralelismos exactos que encontramos en 2 Cor 1:1; Col 1:1; 2 Tim 1:1.) Con frecuencia, Pablo tenía que defender la legitimidad de su apostolado, sin embargo aquí el tono es simplemente descriptivo. En la Iglesia Primitiva, el término apóstol tenía varias connotaciones, todas las cuales se aplicaban con propiedad a Pablo. Esta palabra aludía a alguien que había visto al Cristo resucitado (1 Cor 9:1), a aquellos que habían sido enviados por la iglesia con una comisión misionera o, de un modo más amplio, a cualquiera que funcionara como agente o representante. Con esta manera de presentarse, Pablo subraya la autoridad con que escribía. Si era un apóstol por la voluntad de Dios, lo que escribía debía considerarse como una comunicación de parte de Dios.
En la carta a los Efesios, la voluntad de Dios es un tema importante, que aparece con más frecuencia que en cualquier otra carta. Esta expresión no alude aquí a la necesidad de los cristianos de encontrar la voluntad de Dios; el acento está más bien en el propósito de Dios en sus acciones para la Humanidad. Lo que aquí se subraya es que Pablo era apóstol porque Dios así lo quería.
En las cartas de Pablo, el término «Cristo» (que significa «Ungido») a menudo no es ya un título como sucede en el contexto judío. Especialmente entre los cristianos gentiles se convirtió en un nombre, vinculado a «Jesús». Sin embargo, de las cuarenta y seis ocasiones en que aparece la palabra «Cristo» en Efesios, veintitrés de ellas van precedidas del artículo griego, y en algunas ocasiones pueden apuntar al papel de Jesús como Mesías judío en la salvación de los gentiles (ver 1:10; 2:13; 4:20).
Los santos. La identificación de los receptores como «santos» es el modo con que Pablo alude habitualmente a los cristianos. En ocasiones, la palabra «santo» connota a personas extraordinariamente piadosas. El propósito principal del apóstol no era expresar que tales personas vivieran vidas especialmente santas (recordemos que alude del mismo modo a los cristianos corintios [1 Cor 1:2] y, sin embargo, no tenía un concepto muy elevado de la santidad de sus vidas). Lo que deseaba subrayar principalmente era más bien que, igual que Dios le había nombrado apóstol, también ellos habían sido separados para Él (la separación es la idea clave de la palabra «santo»). Los destinatarios de Pablo eran santos porque Dios les había puesto aparte para que fueran su pueblo. Con el uso de este término, Pablo subraya especialmente la acción de Dios y alude a su obra salvífica.1
Los receptores2 de esta carta se presentan también como «fieles en Cristo Jesús» (cf. Col. 1:2). El término «fieles» puede referirse a alguien que ha demostrado ser leal o aludir simplemente a un creyente en Cristo, alguien que tiene fe. Este último parece aquí la mejor elección (cf. Juan 20:27; Hechos 10:45; 16:1, 15; 2 Cor 6:15).
Con la expresión «en Cristo Jesús» encontramos uno de los puntos más significativos y difíciles de los escritos de Pablo. Pablo no está diciendo simplemente que tales personas creyeran en Cristo, sino que estaban en Cristo en un sentido posicional. Este concepto de estar en Cristo es uno de los más importantes (por no decir el que más) de la teología de Pablo, puesto que se trata del centro desde el que el apóstol entendía y explicaba la salvación. En las trece cartas paulinas se utilizan las expresiones «en Cristo», «en el Señor», «en él», o frases parecidas unas 164 veces para expresar una serie de ideas. El término «Cristo» se utiliza por regla general en los contextos que tratan de la salvación y sus beneficios, mientras que «Señor» se usa normalmente para hablar de conducta y vida cristiana. En ocasiones, estas expresiones sirven para transmitir lo que los creyentes obtienen en Cristo (como cuando en 1:7 se afirma «en él tenemos redención»), en otras ocasiones describen lo que alguien hace (4:17: «Así que les digo esto y les insisto en el Señor»), y otras veces sirven para subrayar directamente el hecho de que el cristiano es alguien que está en Cristo. Este lenguaje expresa la unidad e identidad que el creyente comparte con Cristo. El Evangelio de Pablo es la Buena Nueva de nuestra unión con Cristo, y este es el significado de esta expresión en 1:1. En Efesios se acentúa más que en ninguna otra carta el aspecto de la unión con Cristo y estar en Cristo (36 veces).3
El saludo. La redacción de este versículo es idéntica a la que aparece en otras siete cartas paulinas. Los términos «Gracia y paz» representan importantes temas de la carta a los Efesios: Ambas son palabras clave que describen la salvación inicial de Dios, y ambas describen su constante obra entre su pueblo. Como veremos en 1:3–14, la palabra «gracia» es una de las más importantes de la teología de Pablo. Aunque otros autores utilizan también este mismo saludo (1 Pedro 1:2; 2 Pedro 1:2; Apocalipsis 1:4), ningún otro autor neotestamentario subraya tanto la Gracia como Pablo. No es casual que el apóstol comience y termine todas sus cartas con menciones de «Gracia,» como acentuando que toda la vida se vive dentro de sus parámetros. Aunque no se utiliza con tanta frecuencia, el concepto de «paz» tiene también un papel fundamental en la teología de Pablo. Solo Dios imparte Gracia y paz, y Pablo quiere que sus lectores experimenten estas realidades.
«Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo» son, conjuntamente, la fuente de la Gracia y la paz. Desde el mismo comienzo el pensamiento de Pablo es teocéntrico, apuntando a la actividad de Dios en Jesucristo. El apóstol no duda en vincular a Jesucristo con Dios, sin embargo mantiene también una saludable demarcación entre ellos. Por regla general, utiliza los términos Dios el Padre cuando habla de Dios, y Señor o Cristo al hacer referencia a Jesús. En el Antiguo Testamento se utilizaba «Señor» para aludir al Dios de Israel, y la apropiación de este título por parte de Jesús es muy sorprendente.

Construyendo Puentes

Se hace de inmediato evidente que el pensamiento de Pablo es, en cierto modo, ajeno a nuestra cultura. Ya en esta sección hemos de hacer frente a cierta terminología, un formato cristianizado de carta, y una serie de suposiciones teológicas que requieren puentes.
Vocabulario. Expresiones como «apóstol», «santos», «en Cristo» y «Gracia» no son un lenguaje muy común en nuestro mundo, y las realidades que señalan nos ocuparán durante una buena parte de este comentario. Aunque nosotros hemos de esforzarnos por entender el propósito de Pablo con el uso de esta terminología, para él eran palabras y expresiones muy naturales, y confiaba que sus lectores las entendían perfectamente. Sin embargo, a la mayoría de feligreses de nuestros días les sería difícil explicar estos conceptos con una profundidad mínima. Salvar la distancia contextual requiere transmitir la teología de estas palabras, una tarea que comenzaremos cuando tratemos 1:3–14.
Formato de la carta. Es impresionante el modo en que Pablo adaptó la forma de las cartas de su cultura para hacerla específicamente cristiana, sin embargo el formato paulino nos crea también un problema. Cuando los creyentes de hoy intentan cristianizar las cartas u otros aspectos de nuestra cultura, el resultado es muchas veces arcaico y artificial. Es posible copiar el lenguaje teológico de Pablo sin comprender su profundidad o encontrar las palabras adecuadas para transmitirlo. Puede que el problema sea que estemos imitando algo que no hemos experimentado. Pablo no está meramente utilizando bonitas palabras teológicas, sino expresando su encuentro con el Dios que le confrontó en el camino de Damasco, y su vida con él.
Para salvar la distancia temporal y las diferencias culturales que nos separan de los textos bíblicos, hemos de hacer algo más que copiar palabras teológicas. Hemos de experimentar la realidad a la que aluden las palabras y encontrar maneras contemporáneas de describirlas. No solo hemos de preguntarnos lo que el texto enseña acerca de Dios, la Humanidad, la vida con Dios, y otros temas; sino también hacer nuestro lo que enseña y crear un lenguaje que exprese la realidad en cuestión y le dé un lugar en nuestras almas.
Suposiciones teológicas. Especialmente en una breve sección como ésta, a menudo los textos dan por sentado más de lo que expresan. Si conseguimos entender las suposiciones por las que Pablo vivía y pensaba, tenemos un importante material para reflexionar acerca de nuestra propia vida con Dios. Esta introducción está dominada por dos suposiciones: la actividad de Dios y el sentido que Pablo tiene de «geografía.»
(1) Como veremos en detalle cuando lleguemos a 1:3–14, Pablo consideraba que Dios obra de manera intencionada, deliberada y comprometida para llevar a la Humanidad a una relación con él y equipar a las personas para la vida. Pablo entendía su vida como parte del plan salvífico de Dios. Su ministerio no era un mero trabajo ni respondía a una decisión personal, sino que era parte de la obra de Dios de traer salvación a la Humanidad. En el resto de la carta el apóstol irá detallando esta actividad y el modo en que el ser humano ha de responder a ella.
(2) Hablar del sentido «geográfico» de Pablo es un intento de describir el «lugar» en que él creía que se desarrolla la vida de los cristianos. Para Pablo, igual que aquellos cristianos residían físicamente en la región de Éfeso, vivían también en Cristo. El territorio, clima, valores, e historia en que crecen y viven las personas ayuda a definir quiénes son. Igual que la región cercana a Éfeso definía su identidad, Cristo define la de quienes creen realmente en Él. Él es la «esfera de influencia» o «campo de fuerza» en el que viven y del que reciben sus beneficios y transformación. Es decir, su Espíritu, valores, carácter, historia, y propósitos configuran sus vidas. Las personas pueden vivir en otras esferas (cf. 2:1–3), pero los cristianos viven en Cristo. El uso de esta clase de lenguaje nunca ha de despersonalizar a Jesucristo, pero no entenderemos a Pablo a menos que aprendamos a concebir la vida como vivida en Cristo. Como veremos en 1:3–14, las implicaciones de esto son enormes.

Significado Contemporáneo

La relación de Pablo con Cristo cambió incluso la forma de sus cartas. ¿Cómo podemos expresar la realidad de Cristo en nuestras vidas? No simplemente utilizando el lenguaje externo, para parecer piadosos, sino mediante una transformación real fruto de nuestra relación con Cristo.
Evangelio y cultura. Pablo utilizó el formato epistolar de su cultura para escribir cartas específicamente cristianas, sin embargo su método plantea una pregunta crucial: ¿Cómo se relacionan Cultura y Evangelio? Para los cristianos, el Evangelio define su vida, sin embargo esta vida siempre se vive dentro de una cultura, una cultura que también pretende definirnos. Por tanto, los cristianos han de entender la cultura en que viven, y distinguir aquellas cosas que pueden adaptarse y disfrutarse legítimamente de aquellas que deben rechazarse.
Con demasiada frecuencia confundimos nuestra expresión cultural del cristianismo con el propio Evangelio. La Iglesia Primitiva hubo de hacer frente a este problema en Hechos 6 en relación con la distribución de los alimentos a las viudas, y «el Concilio de Jerusalén» (Hechos 15) pretendía responder a la observancia de las prácticas legales judías. De manera similar, hemos de separar lo esencial del Evangelio de sus expresiones culturales. En las comunidades tribales africanas, por ejemplo, el cristianismo no ha de tener el mismo aspecto que el cristianismo del mundo occidental.
También hemos de determinar cómo vamos a relacionarnos con nuestra cultura. ¿Cómo afectará el uso del lenguaje religioso una conversación? ¿La ayudará o la obstaculizará? En los Estados Unidos, por ejemplo, dado el fanatismo religioso y la división entre la «derecha religiosa» y otros grupos, el lenguaje religioso obstaculiza a menudo la comunicación acerca del cristianismo. En Hechos 17 y 22–26, Pablo utiliza un tono muy distinto al dirigirse a audiencias no cristianas del que aparece en sus cartas remitidas a cristianos. La sensibilidad de los receptores del mensaje determina la selección de las palabras.
El principal ingrediente en la relación de los cristianos con su cultura ha de ser, sin duda, la autenticidad. Nuestro objetivo no ha de ser comunicar la experiencia que Pablo tenía de Cristo, sino la nuestra. Sin lugar a dudas aprendemos de Pablo, pero por nuestra parte hemos de vivir nuestra propia experiencia del Evangelio de un modo auténtico ante Dios y las personas. No se trata de elevar la experiencia por encima de la Escritura, pero no podemos vivir una teología que no conocemos de primera mano. Cualquier otra cosa es una farsa y no resultará convincente. Nuestra expresión del Evangelio en nuestra cultura debe fluir de manera natural de la profundidad de nuestra relación con Cristo, no del préstamo de meras palabras que consideramos religiosas.
Si Dios está activo, ¿qué estamos haciendo nosotros? Todo escrito asume necesariamente como evidentes numerosas ideas o hechos. De lo contrario, sería intolerablemente largo. Por lo tanto, cuando se trata de aplicar un texto es muy importante reflexionar sobre las presuposiciones del autor. Por supuesto, tales suposiciones han de ser justificadas, y preferiblemente deben hallar su fundamento en otros lugares de la misma carta. El texto que estamos considerando da por sentado que Dios está, activamente, apartando un pueblo para sí mismo. En otras palabras, la Gracia, la salvación, la responsabilidad humana y la ética son realidades ya presentes antes incluso de que comencemos a leer la carta.
Con demasiada frecuencia relegamos cualquier sentido de la actividad o planificación de Dios al pasado distante, como si Él hubiera obrado en el siglo primero pero no ahora. No obstante, Dios sigue apartando personas para salvación y llamando a algunos para que sean sus especiales instrumentos. Nuestra suposición de la actividad o pasividad de Dios determina nuestra expectativa y disposición a responder. Si creemos que Dios está activo, nos condicionamos de antemano para responder a él de un modo saludable.
Sin embargo, se hace necesaria la prudencia, puesto que cualquier idea puede llevarse a un extremo. Lamentablemente, algunas personas concluyen que, puesto que Dios las ha puesto aparte, son superiores a los demás. Otros deducen que puesto que Dios está activo, las soluciones a los problemas de la vida son simples, o que todos los actos son fruto de la acción de Dios. Pero la Biblia no es tan simplista, y la aplicación del texto bíblico no ha de ser nunca la mera aplicación de versículos aislados. Cualquier pasaje debería aplicarse dentro del contexto de todas las Escrituras. La consideración de otros textos impide la distorsión de pasajes individuales. Como señala 1 Corintios 1–4, por ejemplo, el mensaje de la Cruz no permite sentimientos de superioridad. O como se lamentan Job, Habacuc y los salmistas, Dios parece a menudo inactivo, y la vida no tiene soluciones fáciles. Solo con este telón de fondo podemos aplicar un texto específico.4
El sentido geográfico de Pablo: en Cristo y en el mundo. El presupuesto «geográfico» de Pablo —vivir tanto en un lugar específico como en Cristo— representa una profunda reflexión acerca de la vida con Dios. La fe cristiana no es una atractiva serie de ideas o un hermoso camino a seguir, sino más bien, un profundo compromiso con Cristo, una unión tan honda con nuestro Señor, que Pablo solo puede describirla como vivir en Cristo. Vivir en Cristo significa ser redefinido por Él. Él configura nuestro ser. Es imposible que alguien sea consciente de estar envuelto por Cristo y que al mismo tiempo se comporte de un modo completamente inconsistente con su carácter. Más adelante veremos que esta teología es la base de la concepción que Pablo tiene de la salvación, pero notemos por ahora que es la que dirige su ética y su descripción más apropiada de lo que significa ser cristiano.
Este sentido de «geografía» es importante. ¿Qué significa el hecho de que los cristianos vivan en dos lugares al mismo tiempo? Los lectores de Pablo vivían tanto en la región de Éfeso como en Cristo. ¿Qué sentido tenía para la localidad de Éfeso que ellos estuvieran en Cristo y qué significado tenía para Cristo que viviera en esa localidad? Cada cristiano ha de personalizar esta pregunta al dec...

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