Comentario bíblico con aplicación NVI 1 y 2 Timoteo, Tito
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Comentario bíblico con aplicación NVI 1 y 2 Timoteo, Tito

Walter L. Liefeld

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Comentario bíblico con aplicación NVI 1 y 2 Timoteo, Tito

Walter L. Liefeld

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La mayoría de los comentarios bíblicos nos llevan en un viaje de una sola vía de nuestro mundo al mundo bíblico. Pero nos dejan ahí, asumiendo que de alguna manera nosotros podremos hacer el viaje de regreso por nuestros propios medios. En otras palabras, se enfocan en el significado original del pasaje pero no discuten las aplicaciones contemporáneas. La información que ofrecen es valiosa, ¡pero el trabajo está a medias! La serie de Comentarios NVI nos ayuda con las dos partes del trabajo interpretativo. Esta nueva y única serie, muestra a los lectores como traer el mensaje antiguo a un contexto moderno. Explica no solo lo que da a entender la Biblia sino también como nos puede hablar poderosamente hoy en día.

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Información

Editorial
Vida
Año
2015
ISBN
9780829759563
1 Timoteo 1:1-2
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Pablo, apóstol de Cristo Jesús por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús nuestra esperanza, 2 a Timoteo, mi verdadero hijo en la fe: Que Dios el Padre y Cristo Jesús nuestro Señor te concedan gracia, misericordia y paz.
Sentido Original
Las líneas iniciales de las cartas en tiempos del Nuevo Testamento seguían un estilo convencional, que incluían los nombres tanto de remitentes como de destinatarios, con algunas palabras amables referidas a los receptores y solícitos deseos de bienestar para ellos.1
El remitente y su autoridad (1:1a)
Pablo se identifica como “apóstol de Cristo Jesús”, de modo similar a como se presenta en sus otras epístolas, excepto Filipenses y 1 y 2 Tesalonicenses. En Gálatas, donde se disponía a pronunciar algunas fuertes declaraciones con autoridad acerca de lo que es y significa el verdadero evangelio, se extendió sobre las implicaciones de su singular apostolado (Gá 1:1-2). Aquí, donde va a ocuparse de las falsas enseñanzas, usa la frase poco habitual “por mandato de Dios nuestro Salvador”. Sabemos, a partir de varios pasajes, que Pablo ve su condición de apóstol como un llamado (cf. Ro 1:1) “por la voluntad de Dios” (1Co 1:1; 2Cor. 1:1; Ef 1:1), pero este es el único saludo en una carta donde atribuye su ministerio al “mandato” de Dios. La intensa palabra usada aquí (epitage) se da también en 1:5, 18; 4:11; 5:7; 6:13, 17; Tito 1:3; 2:15.2
Elementos distintivos acerca de Dios y Jesús (1:1b)
Pablo llama a Dios “nuestro Salvador”. Estamos tan acostumbrados a pensar en Jesús como nuestro Salvador que el uso de ese término para describir a Dios nos llama la atención. La expresión “Dios nuestro Salvador” solo aparece cinco veces en todo el Antiguo Testamento (1Cr 16:35; Sal 65:5; 68:19; 79:9; 85:4) y solo seis veces en el Nuevo, cinco de las cuales están en las Cartas Pastorales (aquí; 1Ti 2:3; Tit 1:3; 2:10; 3:4; Jud 25). En Tito 1:3 aparece en el saludo, como aquí, donde está también vinculada con la palabra “orden”.
Es asombroso descubrir que aunque en el Nuevo Testamento la palabra “salvación” aparece cuarenta y seis veces, y el verbo “salvar” ciento siete veces, “Salvador” figura solo veinticuatro veces. En las cartas de Pablo se da solo dos veces fuera de las Pastorales (Ef 5:23; Fil 3:20), pero en diez ocasiones dentro de ellas (1Ti 1:1; 2:3; 4:10; 2Ti 1:10; Tit 1:3, 4; 2:10, 13; 3:4, 6). Así, casi la mitad de los ejemplos de esta palabra en el Nuevo Testamento está en las Cartas Pastorales. Estas palabras dan a las líneas iniciales de Pablo a Timoteo (y también cuando escribe a Tito) un peso de autoridad y grandeza. El Dios que llevó a cabo la salvación de Israel una y otra vez tiene autoridad para dar un mandato a Pablo con respecto a la preservación de la fe verdadera.
Pablo procede a describir a Jesucristo como “nuestra esperanza”. Esta expresión no se da en ninguna otra parte, ni “Dios nuestra esperanza”, pero sí la idea. Por ejemplo: “¡Que tu gran amor Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos” (Sal 33:22). Hay tres textos en Tito con la palabra “esperanza”: “esperanza […] vida eterna” (1:2; 3:7); y: “aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (2:13). Significativamente, las palabras “Dios” y “Salvador” reaparecen en esa frase refiriéndose a Jesucristo.
Destinatario (1:2a)
Timoteo es “verdadero hijo en la fe” de Pablo. El adjetivo “verdadero” (gnesios) no traduce el término más común (alethes), que significa verdadero en oposición a falso. El término que aquí tenemos significa “genuino” en contraste con ilegítimo o fraude. Podría aplicarse a un hijo nacido dentro de un matrimonio legítimo, y la implicación en esta declaración figurativa se refiere a la calidad de la relación de Timoteo con Pablo. El apóstol había encontrado a este joven en Listra; Hechos 16:1 lo describe como un “discípulo”, de madre judía y padre gentil. En 2 Timoteo 1:5 nos habla de la “fe sincera” de Timoteo, que “animó primero” a su abuela y a su madre, Loida y Eunice. Desde su infancia, Timoteo había conocido las Sagradas Escrituras, a través de las cuales había llegado a “la salvación mediante la fe en Cristo Jesús” (3:15).
Esta terminología repetida acerca de la fe y la identificación de su madre creyente nos proporcionan el trasfondo para la referencia de Pablo a Timoteo como su “verdadero hijo en la fe”. La madre de Timoteo puso el entorno de fe judía en que el joven había crecido; Pablo puso la nutrición de su fe cristiana. Dado que se le llama “discípulo” en el comienzo de la narración de Hechos 16, probablemente se había hecho cristiano antes de la llegada de Pablo, tal vez por su anterior ministerio en Listra (Hch 14:8-20). Pablo también tuvo su parte en conferir un don espiritual a Timoteo (1Ti 4:14; 2Ti 1:6).
Las otras cartas paulinas son para iglesias (y, en Filipos, para sus líderes), no para individuos. Aparte de las Cartas Pastorales, solo Filemón, con claras alusiones personales, se dirige a una persona. Este hecho sugiere que las iglesias antiguas tenían un liderazgo plural y que Timoteo y Tito son tratados individualmente solo porque tienen una misión especial como “delegados del apostolado” (es decir, enviados por el apóstol como sus representantes autorizados). Es probable que estas cartas no solo sean para su lectura personal, sino que sirven como documentos públicos que confirman la autoridad otorgada a estos dos enviados.
Buenos deseos (1:2b)
Lo acostumbrado en las cartas del primer siglo era transmitir saludos deseando que los destinatarios siguieran bien. Pablo utiliza algunos términos cristianos con este propósito, pero también usa terminología común con un significado cristiano. Aquí expresa estos pensamientos con las palabras “gracia, misericordia y paz”. Los que hablaran griego saludarían normalmente a un amigo con chaire. El término “gracia,” charis, tiene un sonido similar.
El tercer saludo de Pablo, eirene (del que derivamos nuestra Irene), quiere decir “paz”. Esta nos recuerda el saludo hebreo shalom, que connota plenitud y bienestar, además de paz.
Aparte de estas dos palabras usuales de saludo en las cartas de Pablo, 1 y 2 Timoteo añaden “misericordia” (cf. también 2Jn 3). Este término puede difuminarse hacia la idea de piedad o compasión. Recuerda al hesed hebreo, con sus alusiones a la misericordia y la bondad para los que están en el pacto de Dios. Los términos gracia y misericordia implican que los que reciben esos beneficios tienen una necesidad que no pueden satisfacer por sí mismos. En la mayoría de sus cartas, Pablo muestra, como aquí, que estos favores los conceden “Dios el Padre y Cristo Jesús nuestro Señor”. Esto no debe negar el hecho de que el Espíritu Santo otorga dones, simplemente le atribuye la generosidad a Dios como Padre (Stg 1:17) y añade el nombre de Cristo, quien nos comunica a gracia de Dios.
Construyendo Puentes
Trazar puentes entre contextos es siempre importante, pero, como los saludos iniciales parecen tan familiares, puede que no veamos que también requieran atención. Es útil leer los textos como estos primeros dos versículos con cuidado, como si fuera la primera vez.
Apóstol. Dado que la comunicación requiere puntos de referencia compartidos, la mención de un concepto, acontecimiento, persona u objeto carece de significado a menos que el lector o el oyente tengan algún conocimiento del tema. Si nosotros, por ejemplo, recibiéramos una carta de un desconocido que se presentara como “el canciller”, necesitaríamos conocer el significado de esa palabra en el vocabulario del remitente. ¿Es miembro del cuerpo honorífico de alguna universidad estadounidense; es el primer ministro de un país extranjero o quizá se trata de un oficial del gobierno británico? De modo similar, no podemos asumir que un lector contemporáneo de las cartas de Pablo sepa lo que significa el término apóstol, y mucho menos cómo se usaba en una cultura diferente y en otro idioma hace casi dos mil años.
Aun si esa persona supiera que a los mensajeros, como por ejemplo los comisionados oficiales, se les llamaba apóstoles en el griego antiguo, no podría saber el uso especial del término para los apóstoles de Jesús y para algunos otros, como Pablo. En el mundo judío, más tarde reflejado en la Mishná, el término shaliach denominaba a una persona a la que se enviaba en una misión y que debía ser recibida como si fuera el remitente mismo (m. Ber. 5.5). En el Nuevo Testamento, entre las aptitudes exigidas para tomar el relevo del “ministerio apostólico” abandonado por Judas Iscariote estaba la condición de que el candidato hubiera estado con el Señor Jesús durante su ministerio y hubiera presenciado su resurrección (Hch 1:21-26). La aptitud de Pablo para ejercer como apóstol viene de que vio al Señor resucitado y de que Dios lo escogió. Por consiguiente, él se llama “apóstol de Cristo Jesús”. Los traductores que vierten esto a ciertas culturas pueden necesitar algún término específico de dicho entorno tanto para expresar el significado de ser apóstol como por qué Pablo lo era “por mandato”.3
Dios y Cristo. La relación entre Dios y Cristo es difícil de entender y explicar. En el versículo 1, el mandato procede tanto de Dios como de Cristo Jesús. Para los que tienen una visión monoteísta no trinitaria de Dios, el término Dios excluye a Cristo. Para los que tienen una religión politeísta, Cristo también puede ser un dios, pero las dos personas (en términos cristianos, el Padre y el Hijo de Dios) serían consideradas dos dioses diferentes. La perspectiva bíblica es que hay solo un ser que es Dios, y que él existe en tres personas. Cristo, por consiguiente, es Dios en cuanto a su naturaleza y es el Hijo de Dios en cuanto a su persona. Ha habido muchos intentos de ilustrar la Trinidad, pero los empeños en hacerlo a partir del mundo físico fracasan, porque Dios no es material, él es espíritu. Asimismo, lo que es ilógico o imposible en la experiencia humana no determina qué es lógico o posible para Dios.4
Pablo llama a Dios “nuestro Salvador”. Durante el período helenístico, cuando los aspectos religiosos de la cultura griega se mezclaron con los de la romana, el término salvador se aplicaba a diversas figuras míticas. Sin embargo, en ningún caso hubo un ser divino que pusiera a las personas en relación con él, siendo él quien quitó en persona la culpabilidad de pecado. La comprensión que el Nuevo Testamento tiene de la salvación concuerda con la del Antiguo; no deriva del mundo grecorromano.5 Dios es el Salvador en la esfera espiritual y en la humana. Para entender el significado de este concepto en el mundo pluralista de hoy necesitamos mantener el carácter distinto de la salvación cristiana.
Por supuesto, este carácter distinto incluye la verdad de que Cristo, que es Emanuel (“Dios con nosotros”), murió para ser nuestro Salvador. Su muerte y su resurrección traen perdón y vida eterna. Por consiguiente, cuando Pablo llama a Jesucristo “nuestra esperanza”, va más allá de las ideas que sostenían las culturas de su tiempo. Como dice en 2 Timoteo 1:10, Cristo “destruyó la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible mediante el evangelio”.
Significado Contemporáneo
La necesidad de claridad y autoridad. La esperanza bíblica que acabamos de mencionar tiende a menudo a ser reemplazada por un optimismo subjetivo y poco claro acerca de una vida futura. Cuando invitamos a las personas a la esperanza cristiana debemos hacerlo con una explicación clara acerca de cómo el mensaje cristiano ofrece el único fundamento para la esperanza. También debemos proclamar esta verdad, como otras, con autoridad bíblica. Dicha autoridad es un tema importante en las Cartas Pastorales. Si el lector original no fuera consciente de que el apostolado daba a Pablo autoridad para declarar lo que era (o no) enseñanza ortodoxa, el intento de Timoteo de rechazar la falsa doctrina podría parecer arrogante.
Esto se aplica especialmente hoy a todo el que tiene una cosmovisión democrática, pluralista. En ocasiones, los ciudadanos concederán una autoridad extraordinaria a un gobernante, algo semejante a lo ocurrido en Bielorrusia mientras estaba yo escribiendo esto, como reacción a lo que muchos han considerado un régimen democrático ineficaz después de años de monolítico gobierno comunista. Pero en la mayoría de países actuales donde se puede elegir, se rechaza el totalitarismo. Del mismo modo, para muchos, la idea de un simple hombre que alega una autoridad procedente de Dios, como sucede en algunas sectas, se ve como medieval o aún peor. Pero no debemos dudar a la hora de afirmar que lo que Pablo dice en sus cartas lo dice con apoyo divino.
Además, la idea de un universo coherente en el que la verdad se puede conocer de modo objetivo y que está gobernado por exclusiva autoridad divina es contraria a la cosmovisión posmoderna. Por su propia naturaleza, 1 Timoteo 1:1 sería inaceptable para los postmodernos. Por consiguiente, no es solo que los elementos de este versículo requieran una definición, sino que, antes de que se acepten sus implicaciones, hay que llegar a algún tipo de acuerdo sobre los supuestos que contiene.
¿Qué importancia tiene para nosotros que esta carta estuviera dirigida a Timoteo? Cuando tratamos de aplicar la Escritura a la vida contemporánea, a veces ayuda que nos identifiquemos con la naturaleza y circunstancias de los personajes bíblicos. Habitualmente, cuando estudiamos relatos es fácil encontrar acontecimientos y personalidades que nos resultan familiares. Pero no hay muchos lectores que puedan identificarse con un joven al que la figura cristiana sobresaliente de su día llamaba “hijo” y le encomienda la difícil misión de corregir falsas enseñanzas y enfrentarse a los falsos maestros. Con todo, hay aspectos de su vida y misión relevantes para muchos de nosotros. Necesitamos, por supuesto, ensamblar los diversos fragmentos de información que tenemos acerca de él y de su relación con Pablo, gracias a Hechos y a las dos epístolas que el apóstol le escribió. Podemos extraer algunas conclusiones acerca de su personalidad (p. ej., ver 2Ti 1:6-8) y su juventud (1Ti 4:12).
Además, la referencia a Timoteo y su misión, junto con los pasajes que siguen, servirá para despertarno...

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