El líder emocionalmente sano
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El líder emocionalmente sano

Peter Scazzero

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El líder emocionalmente sano

Peter Scazzero

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Información del libro

A través de El Líder Emocionalmente Sano podrás lograr una armonía entre la vida personal y la vida de liderazgo; es un libro de gran utilidad e impacto, ideal para pastores o líderes cristianos. cubriendo temáticas como: ser conscientes de sus emociones, procesarlas y adecuarlas; lograr un ritmo de trabajo adecuado, eficiente y sano; entre otras. Peter Scazzero escribe esta guía con el fin de llevar estas enseñanzas a las distintas comunidades, y así liderar iglesias emocionalmente sanas. Asimismo, te llevará por un proceso de aprendizaje a través de experiencias personales complementadas con enseñanza bíblica, que te inspirarán a ser transformado para la gloria de Dios. Incluye:

  • · Temática de liderazgo y salud emocional por un experto en la materia (Peter Scazzero).
  • Anécdotas personales, diagramas, cuestionarios, ilustraciones.
  • Notas y lecturas recomendadas para ampliar el conocimiento en el tema.
  • Citas Bíblicas: la Reina Valera 1960 (RVR1960), la Nueva Versión Internacional (NVI).

Emotionally Healthy Spirituality

Emotionally Healthy Spirituality: Through this reading you will be able to develop skills to become an emotionally healthy leader. That is, to achieve a harmony between personal life and leadership life; It is a book of great use and impact, ideal for pastors or Christian leaders. Conveying topics such as: being aware of your emotions, processing and adapting them; achieving an adequate, efficient, and healthy work rhythm; among others. Peter Scazzero writes this guide with the purpose of bringing these teachings to different communities, and thus lead emotionally healthy churches. Likewise, it will take you through a learning process through personal experiences complemented with biblical teaching, which will inspire you to be transformed for the glory of God. It includes:

  • Leadership and emotional health topics by an expert in the field (Peter Scazzero).
  • Personal anecdotes, diagrams, questionnaires, illustrations.
  • Notes and recommended readings to expand knowledge on the subject.
  • Scripture quotes: New International Version (NIV) and English Standard Version (ESV)

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Información

Editorial
Vida
Año
2016
ISBN
9780829752847

Capítulo 1, El líder emocionalmente enfermo

¿Qué es lo primero que te viene a la mente cuando piensas en un líder emocionalmente enfermo? Tal vez sería mejor preguntarlo de esta manera: ¿quién es el primero que te viene a la mente? ¿Es un jefe, un miembro del personal, un compañero de trabajo? ¿O quizás tú mismo? ¿Cómo describirías a esa persona? ¿Es alguien que se encuentra crónicamente malhumorado, que es controlador, agresivo? ¿O tal vez sea alguien que evade a los demás, que es inauténtico, pasivo? Aunque el liderazgo emocionalmente enfermo se expresa de todas estas formas y de muchas más, es posible que la definición fundamental de un líder emocionalmente enfermo sea más sencilla y polifacética que lo que podrías esperar:
Un líder emocionalmente enfermo es alguien que opera bajo un estado continuo de déficit emocional y espiritual, y al que le faltan la madurez emocional y el «estar con Dios» lo suficiente como para sostener su «hacer para Dios».
Cuando hablamos de líderes cristianos emocionalmente enfermos, nos estamos refiriendo a los déficits emocionales y espirituales que causan un impacto en todos los aspectos de sus vidas. Esos déficits emocionales se manifiestan mayormente a través de una falta generalizada de sensibilidad. Por ejemplo, los líderes enfermos no están conscientes de sus propios sentimientos, de sus debilidades ni de sus limitaciones, de las formas en que su pasado causa un impacto en su presente, ni de cómo los demás los perciben. También les falta capacidad y habilidad para entrar de una manera profunda en los sentimientos y los puntos de vista de los demás. Cargan consigo esas inmadureces y las introducen en sus equipos y en todas las cosas que hacen.
Es típico de los déficits emocionales que se revelen en exceso de actividad. Los líderes enfermos se entregan a más actividades de las que sus reservas espirituales, físicas y emocionales combinadas son capaces de sostener. Dan para Dios más de lo que reciben de él. Sirven a los demás con el fin de compartir el gozo de Cristo, pero ese gozo es escurridizo para ellos mismos. Las exigencias y las presiones del liderazgo hacen casi imposible que establezcan un ritmo de vida coherente y sostenible. En sus momentos de mayor sinceridad, admiten que su copa con Dios está vacía, o en el mejor de los casos, medio llena, difícilmente desbordante con el gozo y el amor divino que proclaman delante de los demás.
Como consecuencia, los líderes emocionalmente enfermos actúan de manera superficial cuando levantan su ministerio. En lugar de seguir el ejemplo de Pablo y construir con materiales perdurables como el oro, la plata y las piedras preciosas (1 Corintios 3.10–15), se conforman con algo como madera, heno, hojarasca y lodo. Edifican con materiales de poca calidad que no van a resistir la prueba de una generación y mucho menos el fuego del juicio final. En medio de todo eso, oscurecen la belleza del Cristo que dicen querer que vea el mundo entero. Ningún líder bien intencionado se lanzaría a guiar a alguien de esta forma, pero eso sucede todo el tiempo.
Consideremos unos ejemplos tomados de la vida diaria de unos líderes que podrías reconocer.
Sara es una pastora de jóvenes sobrecargada de trabajo que necesita ayuda, pero siempre encuentra una razón para evitar la formación de un equipo de voluntarios adultos que podrían acudir a ayudarla y desarrollar el ministerio. No lo hace porque le falten dotes de liderazgo, sino porque es una persona que vive a la defensiva y se ofende con facilidad cuando otros no están de acuerdo con ella. Mientras tanto, el grupo de jóvenes se estanca y comienza a decaer lentamente.
Joseph es un dinámico líder de adoración que, sin embargo, continúa perdiendo voluntarios clave a causa de su impuntualidad y su espontaneidad. No ve por qué su «estilo» aleja de él a las personas que tienen un temperamento distinto. Puesto que piensa que todo lo que sucede es que él es «auténtico» y fiel a su manera de ser, no está dispuesto a hacer cambios, ni a adaptarse a otros estilos y temperamentos. La calidad de la música y su eficacia para dirigir a la gente a la presencia de Jesús en los cultos de fin de semana van disminuyendo a medida que se van marchando del equipo de adoración unos voluntarios que tienen dotes para la música y para la programación.
Jake es director de los voluntarios de un ministerio de grupos pequeños en su iglesia. Bajo su liderazgo, el ministerio ha comenzado a florecer: ¡se han formado cuatro grupos nuevos en los tres últimos meses! Veinticinco personas que antes no tenían conexión ninguna entre ellas, se reúnen ahora cada dos semanas para departir y crecer juntos en Cristo. Sin embargo, por debajo de todo ese entusiasmo se comienzan a dejar ver algunas grietas. El líder del grupo que está creciendo con mayor rapidez es nuevo en la iglesia y parece estar llevando al grupo en una dirección diferente a la de la iglesia en general. Jake está preocupado, pero evita hablar con él, por miedo a que su conversación no vaya bien. El líder de otro grupo pequeño ha mencionado de pasada que las cosas no están marchando bien en su hogar. Y en otro grupo más, un miembro problemático está hablando mucho más de lo debido y el grupo está perdiendo gente con rapidez. El líder del grupo le ha pedido ayuda a Jake, pero él está tratando de no involucrarse. Aunque es grandemente estimado por la mayoría, Jake es reacio a los conflictos. En secreto, mantiene la esperanza de que los problemas se resuelvan por sí mismos de alguna manera, sin que él tenga que involucrarse. Durante los seis meses siguientes, tres de los cuatro grupos nuevos desaparecen.
La lista de ejemplos podría seguir, pero creo que has comprendido lo que te quiero decir. Cuando nos dedicamos a alcanzar al mundo para Cristo, al mismo tiempo que no hacemos caso de nuestra propia salud emocional y espiritual, en el mejor de los casos, nuestro liderazgo es miope. En el peor, somos negligentes, estamos hiriendo sin necesidad a otras personas y socavando el deseo de Dios de extender su reino por medio de nosotros. El liderazgo es duro. Se sufre en él. Sin embargo, hay una gran diferencia entre sufrir por el evangelio, tal como lo describe Pablo (2 Timoteo 2.8) y un sufrimiento innecesario que es consecuencia de nuestra falta de disposición para enfrentarnos con franqueza a las tareas difíciles y desafiantes que comprende el liderazgo.

Cuatro características del líder emocionalmente enfermo

Las carencias de los líderes emocionalmente enfermos causan un impacto virtual en todos los aspectos de su vida y de su líder. No obstante, el daño que hacen es especialmente evidente en cuatro características: una baja conciencia de sí mismo, una prioridad del ministerio sobre el matrimonio o la soltería, un hacer demasiado para Dios y una falta de práctica del ritmo del Sabbat.

Tienen una baja conciencia de sí mismos

Los líderes emocionalmente enfermos tienden a no estar conscientes de lo que está sucediendo en su interior. E incluso, cuando reconocen una emoción fuerte, como podría ser la ira, no saben procesarla ni expresarla de una manera sincera y adecuada. No hacen caso a los mensajes relativos a las emociones que les puede estar enviando el cuerpo, como la fatiga, las enfermedades producidas por el estrés, el aumento de peso, las úlceras, los dolores de cabeza o las depresiones. Evitan ponerse a reflexionar sobre sus temores, su tristeza o su ira. No piensan en lo que Dios les podría estar tratando de comunicar por medio de esas emociones «difíciles». Les cuesta trabajo expresar correctamente las razones de esos detonadores emocionales, por lo que sus reacciones extremas del presente tienen sus raíces en unas experiencias difíciles de su pasado.
Aunque estos líderes tal vez se hayan beneficiado con el uso de test personales y de liderazgo, tales como el Indicador de Tipo de Myers-Briggs, el perfil de fortalezas (StrengthsFinder) o el perfil DISC de comportamiento, siguen estando inconscientes de las formas en que su familia de origen ha impactado a la persona que son hoy. Esta falta de conciencia emocional también se extiende a sus relaciones personales y profesionales en una incapacidad para leer el mundo emocional de los demás y hacerse eco de él. De hecho, es frecuente que estén ciegos al impacto emocional que causan en otros, sobre todo en su papel dentro del liderazgo… Tal vez reconozcas esta dinámica en la historia de Sam.
Sam, que tiene cuarenta y siete años, es el pastor principal de una iglesia cuya asistencia se ha quedado estancada. Es martes por la mañana y se encuentra sentado en su lugar habitual a la cabeza de la mesa para la reunión semanal del personal. También alrededor de la mesa se encuentran la asistente de Sam en el ministerio, el pastor auxiliar, el director de los jóvenes, el director de los niños, el líder de la adoración y el administrador de la iglesia. Después de comenzar con una oración, Sam pone al día al equipo en cuanto a las cifras de asistencia y las finanzas durante los últimos nueve meses. Ese tema ha figurado antes en la agenda, pero esta vez hay cierta brusquedad en el comportamiento de Sam que le da a saber a todos los que están en la sala que no está contento.
«¿Cómo vamos a poder comprar un edificio nuevo para alcanzar más gente para Cristo, si en estos mismos momentos no estamos creciendo?», pregunta. De repente, todo el mundo se queda en silencio, mientras una atmósfera dolorosamente tensa llena la sala. «Solo hemos añadido veinticinco personas desde enero. No son suficientes ni con mucho para llegar a nuestra meta de setenta y cinco para fin de año».
La frustración y la ansiedad de Sam son palpables. Su asistente trata de disminuir la tensión, mencionando cómo el mal tiempo del invierno pasado casi cerró la iglesia dos domingos. Seguramente eso habría tenido su impacto en los números. Pero Sam rechaza con rapidez el comentario de ella, haciendo notar que los problemas son mucho más profundos que eso. Aunque no lo ha querido decir con todas las palabras, está claro que le echa al personal de la iglesia la culpa por aquella insuficiencia.
Sam se siente justificado al forzar las preguntas difíciles y enfrentarse con los datos desagradables. Solo estoy tratando de ayudar a que seamos buenos mayordomos de los recursos de Dios, se dice a sí mismo. Se nos paga con los diezmos de la gente. Todos necesitamos trabajar duro y con inteligencia para ganarnos nuestros sueldos. ¡Vaya, tenemos a nuestro alrededor voluntarios que donarían entre diez y quince horas por semana sin recibir paga alguna! Pero hasta él mismo se siente un poco sorprendido por lo enojado que se siente y lo duro que es el tono de su voz.
Con todo, no se le ha ocurrido que su frustración tan elevada podría tener algo que ver con un mensaje electrónico que había recibido el día anterior. Alguien de fuera de la ciudad le había enviado el enlace para leer un artículo en las noticias sobre el rápido crecimiento de una iglesia nueva que se hallaba a unos quince kilómetros de allí, y le preguntaba si él conocía al nuevo pastor.
Inmediatamente, el estómago se le hizo un nudo y los hombros se le pusieron tensos cuando leyó aquello. Él sabía que no se debía poner a comparar y a entrar en competencias cuando se trataba del ministerio, pero no pudo menos que sentirse resentido ante el nuevo pastor y el éxito que estaba teniendo. Aunque no es capaz de admitírselo ni siquiera a sí mismo, también se sentía inseguro; temeroso de que algunas de las familias más jóvenes se marcharan para entrar a formar parte de una iglesia donde todo fuera más emocionante.
Después de darles a todos los que estaban alrededor de la mesa una semana para encontrar tres formas de mejorar sus programas y su rendimiento, Sam pasa por alto el resto de la agenda, y termina abruptamente la reunión. No tiene ni idea de la forma en que su falta de conocimiento de sí mismo está causando un impacto en él, en su personal y en la iglesia.

Le dan prioridad al ministerio sobre el matrimonio o la soltería

Tanto si son casados como si son solteros, la mayoría de los líderes emocionalmente enfermos apoyan la importancia de una sana intimidad en sus relaciones y su estilo de vida pero pocos, si es que hay alguno, tienen una visión de su matrimonio o soltería como el don más grande que ofrecen. Al contrario, consideran su matrimonio o su soltería como un fundamento esencial y estable para algo más importante: edificar un ministerio eficaz, que es su mayor prioridad. Como consecuencia de eso, invierten lo mejor de su tiempo y de su energía en estar mejor preparados como líderes, e invierten muy poco en el cultivo de un matrimonio excelente, o una vida de soltería que revele el amor de Jesús al mundo.
Los líderes emocionalmente enfermos tienden a compartimentar su vida de casados o de solteros, separándola tanto de su liderazgo como de su relación con Cristo. Por ejemplo, es posible que tomen decisiones significativas para su liderazgo sin pensar detenidamente en el impacto a largo plazo que esas decisiones podían tener sobre la calidad y la integridad de su vida de solteros o de casados. Dedican sus mejores energías, pensamientos y esfuerzos creativos a la función de guiar a otros, y no invierten en enriquecer a plenitud su matrimonio o su soltería. Pensemos en la historia de Luis.
Luis tiene veintisiete años y es pastor de jóvenes; forma parte del personal de una iglesia pequeña, pero en rápido crecimiento. En los tres últimos años, la asistencia ha crecido desde 150 hasta 250 personas. Un jueves por la noche ya son más de las diez y Luis está todavía trabajando… otra vez. El estudio bíblico de mediados de semana que les enseña a los estudiantes terminó hace casi una hora, pero él sigue en su escritorio enviando mensajes electrónicos y poniéndose al día. Además de su trabajo normal, se ha cargado con la responsabilidad de lanzar una serie de iniciativas nuevas de alcance a la comunidad como seguimiento a su asistencia del domingo de Pascua, que estableció un nuevo récord. Cuando Luis comenzó a trabajar en la iglesia hace tres años, pensaba que ese intenso ritmo de trabajo terminaría por tranquilizarse, pero no ha sido así. Si acaso, todo lo que ha hecho es volverse más rápido.
A Luis le encanta su trabajo, y no le molesta cargarse con los proyectos extraordinarios, pero su horario está comenzando a convertirse en un problema para su hogar. A lo largo de los cuatro años que llevan de casados, su esposa Sofía ha sido siempre...

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