Una iglesia con propósito
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Rick Warren

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Una iglesia con propósito

Rick Warren

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En este libro usted conocerá el secreto que impulsa a la iglesia de más rápido crecimiento en la historia de los Estados Unidos.

¿Qué impulsa a su iglesia? A cada iglesia la impulsa algo. Tradición, finanzas, programas, personalidades, acontecimientos, personas e incluso los mismos edificios pueden ser la fuerza que controla una iglesia.
Sin embargo, Rick Warren cree que para que una iglesia sea saludable debe convertirse en una iglesia con propósito, edificada sobre la base de los cinco propósitos que Jesús dio a la iglesia en el Nuevo Testamento.

"El aspecto importante está en la salud de la iglesia, no en el crecimiento", declara Warren. "Si la iglesia es saludable, crecerá de manera natural. Crecimiento saludable y constante es el resultado de balancear los cinco propósitos bíblicos de la iglesia." En este libro usted conocerá el secreto que impulsa a la iglesia bautista de más rápido crecimiento en la historia de los Estados Unidos.

La iglesia Saddleback comenzó con una familia y ha llegado a tener una asistencia de más de diez mil personas cada domingo en apenas quince años. Al mismo tiempo, planto veintiséis iglesias adicionales, todo esto sin llegar a poseer un edificio.

El pastor fundador Rick Warren nos brinda una estrategia, de probada eficacia, que permitirá que su iglesia crezca en afecto mediante la comunión, profundidad mediante el discipulado, fortaleza mediante la adoración, honor mediante el servicio y número mediante la evangelización. Una iglesia con propósito nos aparta el enfoque de la construcción de edificios y nos lleva a ocuparnos de la edificación de las personas. Rick Warren sostiene que "si nos ocupamos de edificar a las personas, Dios edificará su iglesia".

Le invitamos a que descubra en estas páginas consejos prácticos y principios rectores que Rick Warren ha enseñado en seminario a más de veintidós mil pastores y líderes de sesenta denominaciones en cuarenta y dos países diferentes.

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Información

Editorial
Vida
Año
2009
ISBN
9780829780079

Cuarta parte
Traiga una multitud

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Cómo atraía Jesús a las multitudes

Y dondequiera que iba lo seguían multitudes enormes.
Mateo 4:25 (La Biblia al Día)
…Y gran multitud del pueblo le oía de buena gana.
Marcos 12:37
Una de las características impresionantes del ministerio de Jesús era que atraía a las multitudes. Grandes multitudes. Enormes multitudes. Las multitudes que Jesús atraía eran tan grandes que en una ocasión llegaron a oprimirlo (Lucas 8:42). A las personas que tenían sed les encantaba escucharlo y venían en tropel a cualquier lugar donde él estuviera, aunque esto significara viajar largas distancias. Cuando Jesús alimentó a los 5.000, ese número solo contaba a los hombres (Mateo 14:21). Cuando se añaden las mujeres y los niños que debieron estar allí también, ¡el número asciende a más de 15.000 personas presentes en aquella reunión! El ministerio de Jesús tenía una cualidad magnética.
Un ministerio parecido al de Cristo todavía atrae multitudes. No es necesario usar trucos ni comprometer sus convicciones para reunir una multitud. No es necesario aguar el mensaje. ¡Inclusive, he descubierto que no es necesario construir un edificio para atraer a una multitud! Pero sí se debe ministrar a la gente en la forma en que Jesús lo hizo.
¿Qué atraía a grandes multitudes al ministerio de Jesús? Él hizo tres cosas con las multitudes: Los amó (Mateo 9:36 y otros), satisfizo sus necesidades (Mateo 15:30; Lucas 6:17–18; Juan 6:2, y otros), y les enseñó de maneras prácticas e interesantes (Mateo 13:34; Marcos 10:1; 12:37, y otros). Estos mismos tres ingredientes atraerán a las multitudes en el día de hoy.

Jesús atraía a las multitudes amando a los incrédulos

Jesús amaba a los perdidos y le gustaba pasar tiempo con ellos. Es evidente, a la luz de los evangelios, que disfrutaba mucho más de estar con los que le buscaban que con los líderes religiosos. Asistía a sus fiestas y lo llamaban “amigo de los pecadores” (Lucas 7:34). ¿Cuánta gente lo llamaría a usted de esta manera?
La gente podía sentir que a Jesús le encantaba estar con ellos. Inclusive los niños pequeños querían estar cerca de él, lo cual dice muchísimo de qué clase de persona era. Los niños parecen inclinarse instintivamente hacia las personas amorosas y que los aceptan.

Ame a los incrédulos como los amaba Jesús.

Amar a los incrédulos como lo hizo Jesús, es la llave para el crecimiento de la iglesia que más se pasa por alto. Si no tenemos su pasión por los perdidos, no podremos hacer los sacrificios necesarios para alcanzarlos.
El mandato de amar es el que más se repite en el Nuevo Testamento, aparece por lo menos cincuenta veces. Si no amamos a la gente, nada más importa. “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:8). Cuando pregunto a los nuevos convertidos que bautizo qué los atrajo a la familia de nuestra iglesia, nunca he oído que alguno me diga: “Fue por la teología de la Reforma en la cual ustedes creen”, o “Fue su hermoso edificio”, o “Fue su calendario lleno de actividades”. En cambio, la respuesta más común ha sido: “Me atrajo un increíble espíritu de amor hacia mí.”
Considere cuál es el centro de esta afirmación. El amor de nuestros miembros se dirige a los nuevos, no se aman solamente entre ellos.
Conozco muchas iglesias donde los miembros se aman los unos a los otros y tienen una gran comunión, sin embargo, las iglesias se están muriendo porque todo el amor está canalizado hacia adentro. La comunión en estas iglesias se ha vuelto tan cerrada que las personas nuevas no pueden romper ese círculo. No atraen a los incrédulos porque no los aman.
Por supuesto, todas las congregaciones piensan que su iglesia es amorosa. ¡Pero eso es porque la gente que así piensa no son los que están allí! Pregúntele a un miembro típico y le dirá: “Nuestra iglesia es muy amigable y amorosa.” Lo que generalmente quiere decir: “Nos amamos los unos a los otros. Somos amigables y amoroso con las personas que ya se encuentran aquí.” Aman a las personas con las cuales se sienten cómodos, pero esa cálida comunión no se traduce automáticamente en amor por los incrédulos y por las visitas.
Algunas iglesias exhiben la falta de una multitud como prueba de que son bíblicos, ortodoxos y que están llenos del Espíritu. Sostienen que ser una iglesia pequeña es prueba de que son una iglesia pura, que no ha comprometido sus creencias. En realidad, lo que tal vez su tamaño pruebe es que no aman a la gente tanto como para salir a buscarlos. La verdadera razón por la cual muchas iglesias no tienen una multitud es porque no la quieren. No les gusta relacionarse con los incrédulos y les parece que si atraen a una multitud se perturbará su cómoda rutina. Esta clase de egoísmo impide que muchas iglesias crezcan.
Años atrás, Dean Kelly publicó una investigación que mostraba que las iglesias crecen porque son conservadoras en la doctrina; saben lo que creen y no se avergüenzan de ello. Creo que Kelly tenía solo la mitad de la verdad. Existen muchas iglesias que creen en la Biblia y que se están muriendo en la vid. Las iglesias que crecen son las que mantienen las creencias conservadoras y aman a los de afuera. Win Arn ha realizado un estudio exhaustivo que confirma este hecho: Las iglesias grandes están construidas sobre la base del amor hacia Dios, de los unos hacia los otros y hacia los inconversos.
Una de las principales razones del crecimiento de Saddleback es que amamos a la gente nueva. Amamos a las visitas. Amamos a los perdidos. Durante quince años he observado cómo nuestros miembros expresan su amor de maneras prácticas: Cada fin de semana acomodaban y sacaban las sillas y el equipo de la Escuela Dominical mientras nos encontrábamos en edificios prestados, dispuestos a utilizar setenta y nueve edificios diferentes para que la iglesia continuara creciendo y alcanzando a más personas, estacionando afuera del predio para que las visitas pudieran tener su lugar en el estacionamiento, permaneciendo de pie durante las reuniones atestadas de personas para que las visitas pudieran permanecer sentadas, e inclusive ofreciendo sus abrigos a los visitantes en los días de frío cuando estábamos en la carpa.
Es un mito decir que las iglesias grandes siempre son frías e impersonales y que automáticamente las iglesias pequeñas son cálidas y amorosas. El tamaño no tiene nada que ver con el amor o la amistad. La razón por la que algunas iglesias permanecen pequeñas es porque no son amorosas. El amor atrae a la gente como un poderoso imán. La falta de amor empuja a la gente hacia afuera.

Crear una atmósfera de aceptación.

Las plantas necesitan el clima apropiado para crecer, y lo mismo sucede con las iglesias. El clima apropiado para el crecimiento de la iglesia es una atmósfera de aceptación y amor. Las iglesias que crecen aman; las iglesias que aman crecen. Parece evidente, pero muchas veces se pasa por alto: ¡Para que su iglesia crezca debe ser agradable con la gente cuando vienen por primera vez!
En la encuesta que realicé antes de comenzar Saddleback, la segunda queja más importante que encontré fue la siguiente: “Los miembros de las iglesias no son amigables con las visitas. Parece que no encajamos”. Mucho antes de que el pastor predique, las visitas ya están decidiendo si volverán o no. Se están preguntando: “¿Me siento bienvenido en este lugar?”
En Saddleback hacemos todo esfuerzo posible para contrarrestar esta queja. Hemos pensado en una estrategia para crear un clima de amor y de aceptación que lo puedan sentir las visitas. Controlamos nuestra efectividad semanalmente pidiéndoles a las personas que nos han visitado por primera vez que nos den su primera impresión franca y anónima de lo que les pareció nuestra iglesia. Cuando a cada persona que ha venido por primera vez le enviamos por correo nuestra carta de “Gracias por haber sido nuestro invitado”, incluimos una tarjeta postal con el franqueo pago titulado “Mi primera impresión”. Esta tarjeta dice lo siguiente: “Nuestra iglesia desea servirle mejor, así que, ¿podría darnos su opinión?” Hay solo tres preguntas en la tarjeta:
“¿Qué fue lo primero que le llamó la atención?” “¿Qué le gustó más?” “¿Qué le gustó menos?” Hasta ahora hemos recibido miles de estas tarjetas, y casi el noventa por ciento responde a la primera pregunta con alguna variación en la redacción: “Me llamó la atención el amor de la gente y lo amigables que son.” Esta respuesta no es accidental. Es el resultado de una estrategia intencional de expresarle nuestro amor a los visitantes de una manera que lo puedan comprender.
Para impactar a un visitante, se debe expresar el amor de una manera práctica. Aunque una iglesia sienta genuina compasión por los perdidos, es posible que esa compasión no se esté expresando de manera tal que los perdidos la comprendan. Debemos actuar intencionalmente para demostrar nuestro amor hacia las visitas y hacia aquellos que no conocen a Cristo. El amor es más que un sentimiento, es un comportamiento. Significa ser sensible a las necesidades de los demás poniéndolos antes que nosotros mismos. En el siguiente capítulo sugeriré una serie de maneras prácticas que hemos utilizado en Saddleback.

El pastor debe ser amoroso.

El pastor de una iglesia es quien establece el tono y la atmósfera de la congregación. Si usted es pastor y desea conocer cuál es el grado de amor en su iglesia, póngase el termómetro en su boca. He visitado algunas iglesias en las cuales la falta de amor del pastor es la principal razón por la cual la iglesia no está creciendo. Algunos pastores, debido a su comportamiento frío y a su falta de amor personal, virtualmente garantizan que las visitas no volverán otra vez. Y en algunas iglesias más grandes, he tenido la impresión de que el pastor ama a las audiencias pero no a la gente.
Muchas veces escucho a los pastores admitir con entusiasmo: “¡Amo predicar!” Esto nunca me impresiona. Puede significar sencillamente que disfrutan de la atención de la gente o de la adrenalina que se segrega al estar frente a la gente. Lo que quisiera preguntarle a esos pastores es lo siguiente: “¿Aman a las personas a las que les están predicando? Ese es un asunto mucho más importante. La Biblia dice: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1 Corintios 13:1). A los ojos de Dios, las grandes predicaciones sin amor no son más que ruido.
Cada vez que predico en el servicio de la multitud en Saddleback me repito este sencillo recordatorio. Nunca predico o enseño sin pensar en esto:
Padre, yo te amo y tú me amas. Amo a esta gente y tú amas a esta gente. Ámalos a través de mí. Esta no es una audiencia a la cual debo temer, sino una familia a la cual debo amar. En el amor no hay temor porque el perfecto amor echa fuera el temor.
Roger Ailes, consultor en comunicaciones de los presidentes Reagan y Bush, cree que el factor de mayor influencia en el discurso público es la “queribilidad”. Si usted le gusta a la gente, ellos lo escucharán. Si usted no les gusta, lo ignorarán o no prestarán atención a su mensaje. ¿Cómo es posible llegar a ser “querible”? Es sencillo: Ame a la gente. Cuando las personas saben que usted los ama, lo escuchan.
Permítame sugerirle algunas maneras prácticas en las cuales los pastores pueden demostrar su amor a la multitud.
Memorice los nombres. Recordar los nombres demuestra que usted está interesado en la gente. No hay nada que le suene más dulce a una persona que viene por segunda vez que escuchar que lo llamen por su nombre. Aunque no tengo una memoria particularmente buena, me esfuerzo por recordar los nombres. En los comienzos de Saddleback, les sacaba fotos a la gente y con ellas hacía tarjetas para ayudarme a recordar sus nombres. Conocía el nombre de cada persona de la iglesia hasta que la asistencia llegó a ser de 3.000 personas. ¡Después de eso mi cerebro estuvo frito! Les pido a los nuevos miembros en las clases de membresía que me repitan sus nombres en tres ocasiones diferentes para ayudarme a recordarlos. Cuando uno se esfuerza por recordar los nombres de las personas, recibe grandes dividendos en las relaciones.
Salude a cada uno personalmente antes y después de las reuniones. Sea accesible. No se esconda en su estudio. Durante los primeros tres años de nuestra iglesia, nos encontrábamos en una escuela secundaria rodeada por una cerca y todos teníamos que salir por la misma puerta. Cada semana, saludaba personalmente a todas las personas que venían a nuestra iglesia. ¡No podían irse sin pasar a mi lado!
Una de las mejores maneras de impartir amor a una multitud es saludar a la mayor cantidad de personas posible antes de comenzar a hablarles. Mézclese en la multitud y hable con la gente. Esto demuestra que usted está personalmente interesado en ellos.
A muchos pastores les gusta reunir en una habitación privada a su personal o a sus líderes principales antes del culto para orar mientras la gente va llegando. Creo que se debe orar por el culto en algún otro momento. No pierda la oportunidad de estar con las personas cada vez que pueda.
Tengo un equipo de laicos que oran por mí durante cada una de nuestras cuatro reuniones, y cada semana yo paso largos ratos de oración pidiendo por nuestras reuniones. Nuestro personal también se reúne para orar, pero no tenemos “grupos santos” que se aparten de la gente antes de las reuniones. Tenemos solo una oportunidad por semana para hablar con muchas de las personas que se encuentran en la multitud, por lo tanto, cuando vienen quiero que cada miembro del personal y cada líder laico tenga trato con la gente.
Toque a las personas. Estudie el ministerio de Jesús y verá el efecto poderoso que tiene una mirada, una palabra o un toque que se le da a la persona. En Saddleback creemos en un ministerio que destaque el contacto corporal. Damos muchos abrazos, apretones de manos y palmadas en la espalda. Nuestro mundo está lleno de personas solitarias que están desesperadas por sentir la afirmación de un toque de amor. Muchos individuos viven solos y me han contado que el único contacto físico amoroso que pueden tener lo tienen en la iglesia. Cuando abrazo a alguien un domingo por la mañana, siempre me pregunto hasta cuándo les tendrá que durar ese abrazo.
Recientemente recibí esta nota en una tarjeta de inscripción: “Pastor Rick, no puedo decirle lo que significó para mí que usted me rodeara con su brazo dándome aliento en el día de hoy. Sentí como si Jesús me estuviera abrazando con una compasión y ternura sin igual. Ahora sé que podré atravesar este tiempo difícil y sé que él lo envió a usted para que me ayudara. Es maravilloso que en esta iglesia haya tanto amor y tanto cuidado. Gracias.” Cuando la abracé ese domingo, no tenía idea de que la iban a operar de cáncer de mama al día siguiente.
Otra nota de aquella misma semana decía: “Le había estado pidiendo a Dios una señal certera de que él estaba conmigo. Antes del servicio, el pastor Glen, a quien no conocía, caminó hasta mi asiento, y sin decirme una palabra me puso la mano sobre el hombro. Ahora sé que el Señor no me ha olvidado.” La esposa de este hombre lo había abandonado aquella semana.
Durante los fines de semana que predica alguno de los otros pastores de nuestro equipo, normalmente me paso todo el tiempo dándole una mirada, una palabra o un toque a cientos de personas. Uno nunca sabe cuándo una palabra tierna o un toque cariñoso podrá marcar una diferencia en el mundo de una persona. Detrás de cada sonrisa existe un dolor oculto que una simple expresión de amor puede sanar.
Utilice un estilo cálido y personal al escribirle a las visitas. Tenemos una serie de cartas que les he escrito a las personas que nos visitaban por primera, por segunda y por tercera vez, diciéndoles cuánto nos alegra verlos. No las firmo “Dr. Warren” y ni siquiera “pastor Warren”, sino que sencillamente firmo “Rick”. Quiero que los visitantes sientan que pueden relacionarse conmigo en base a mi primer nombre.
Si le envía una carta a una visita, hágalo como si estuviera hablando con la gente, no con un lenguaje formal y artificial. Una vez recibí la carta de una visita que me decía: “A nuestra iglesia le place reconocer su presencia entre nosotros el domingo próximo pasado y le extiende una cordial invitación para que vuelva a reunirse con nosotros en el próximo Día del Señor.” ¿Existe alguien que hable de esa manera? En lugar de esto diga: “Fue maravilloso tenerlo entre nosotros. Espero que pueda regresar.” ...

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