La política sexual en Kate Millett
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La política sexual en Kate Millett

Silvia López

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La política sexual en Kate Millett

Silvia López

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No puede haber una revolución social exitosa si no se altera la relación de poder desigual entre los sexos. Para que eso ocurra, es necesario redefinir dos instituciones básicas: el matrimonio y la familia. Esta es la tesis fundamental de 'Política sexual' de Kate Millett, una obra clásica del feminismo del siglo XX, que nos ayuda a entender que la relación entre hombres y mujeres es una relación política. Este libro repasa esa obra de referencia, al tiempo que ofrece una semblanza de una mujer compleja y fascinante: una mujer que tenía sed de vivir y necesidad de dejar testimonio. Kate Millett. Katsie. Icono, lesbiana, loca, maestra. Una imprescindible.Este libro es el segundo volumen de laLAS Imprescindibles, colecciónn que pretende ser un instrumento para el pensamiento y la conversacióncolectiva acerca de los conceptos, preguntas y paradojas que articulan la obra de autoras esenciales del pensamiento feminista contemporáneo. Los volúmenes que conforman LAS Imprescindibles abordan la manera en que nuestras Imprescindibles analizan situaciones como las violencias de género, la distribución de los cuidados, el sujeto político del feminismo, el trabajo reproductivo o la interseccionalidad.Los títulos de la colección LAS Imprescindibles reúnen voces diversas del feminismo de los siglos XX y XXI, como Judith Butler, Angela Davis, Silvia Federici, Nawal el Saadawi, Simone de Beauvoir… cuya obra reflexiona sobre temas candentes en la agenda política actual de los feminismos. Y más importante, el pensamiento y activismo de estas autoras nos ayudan a resignificar nuestra experiencia, a ponerle nombre y a crear estrategias para el cambio personal y colectivo.

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Informazioni

Anno
2019
ISBN
9788412109108
Entre bastidores: Katsie
Icono, lesbiana, loca
«No puedo ser más Kate Millett.
Es un objeto, una cosa.
Un chiste oportuno en los cocktails.
No es nadie.
Yo soy solamente este miedo en mis entrañas.
Permíteme que observe entre bastidores.
Como hacen las demás mujeres»
Kate Millett, En pleno vuelo (1990: 29)
¿Quién es Kate Millett? Para Claire, una de sus amantes, era Katsie14, aquella que en el activismo feminista tenía como tarea no ofrecer datos ni cifras, sino «ser espontánea, imaginativa. Dar esperanza» (1990: 453). Para el movimiento feminista de los años setenta (el Women’s Lib), un icono, referente y líder. Para las feministas de NOW, la organización creada por Betty Friedan, «una cerda» (1990: 81): entendían que su declaración pública como lesbiana en 1970 podía suponer que el movimiento de mujeres perdiera prestigio, que se viera manchado. Para las activistas lesbianas, era una lesbiana demasiado silenciosa: le pedían constantemente hacer mención a su orientación sexual en cada acto público como medio de dar visibilidad y brillo a su causa (1990: 58-59). Para sus compañeras del manicomio irlandés, era la interna que las hacía reír en medio del infierno, en medio de los días infinitos de encierro (2019: 327; 359). Para sus amigas de Nueva York y para las aprendizas de la granja de mujeres artistas que crea en Poughkeepsie, una anfitriona generosa. Para su madre y sus hermanas, una vergüenza: si no por lesbiana, por loca; si no por loca, por lesbiana (1990; 2019).
¿Quién es Kate Millett para Kate Millett? La mayor parte de las veces, una mujer que tiene miedo: «Tengo miedo a la vida, miedo al trabajo, miedo a la muerte», escribirá en Sita (2018a: 305). Y a través de ese miedo, una mujer que se rebela: ante el maltrato institucional que recibe por ser categorizada como loca (2019: Conclusión). Una mujer que asume como máxima vital el perdonar todo daño contra sí, nunca olvidar. Y para ello tiene un arma: la escritura. Es necesario escribir porque es necesario recordar. Es necesario que quede registro. Para Kate Millett el valor más importante de la escritura es la plasmación de un testimonio, especialmente el testimonio de las personas bajo encierro y violencia, como era el caso de las mujeres internadas con ella en el manicomio de Ennis (Irlanda). El testimonio de la relación traumática con su madre y con su padre. Pero también el testimonio del placer, del sexo lésbico, de la amistad entre mujeres, de las noches interminables de cenas y brindis.
¿Quién es Kate Millett para nosotras? Una imprescindible. Y no queremos que nos deslumbren las luces de neón que la representan como una institución del feminismo del siglo XX. Queremos conocer más sobre la maestra, la mujer, la mentora, la amante, la loca. La mujer que sufría terriblemente ante la exposición mediática. La mujer que vivía gozosamente el amor, la compañía y la vida en común con otras mujeres. La autora con inmensos bloqueos creativos. La maestra del flujo de conciencia. La mujer que quería, por encima de todo, dejar testimonio.
Hablemos de ella. De ellas. Hablemos, de inicio, de Kate Millett entre bastidores: Katsie.
«El problema es la identidad»
Kate Millett escribe estas palabras en el Prefacio a la edición del año 2000 de su libro Flying (En pleno vuelo)15, publicado por primera vez en 1974. Esta obra es la primera que escribe tras la publicación de su Política sexual (1970), un rotundo éxito editorial que la convierte en referente e icono del movimiento feminista. Millett no estaba preparada para esa nueva posición. Aunque ella se seguía sintiendo una escultora anónima en una gran ciudad, Nueva York, era cada vez más reclamada por los medios de comunicación y por el movimiento feminista (1990: 39). Además, en agosto de 1970 la revista Time16 le dedica su portada: el retrato que Alice Neel dibuja para ella es una de las imágenes icónicas que nos quedan de la autora. En la falda de la portada se lee en grandes caracteres: «Kate Millett of Women’s Lib» [Kate Millett del Movimiento de Liberación de Mujeres]. Ese número de la revista se blandirá a modo de pancarta en las marchas del movimiento feminista17: esa portada, con ese rostro en ella, era una afirmación de la legitimidad de la lucha de las mujeres y de sus reivindicaciones. Una portada que servía en sí misma como declaración de principios, como argumento, como relato, como toma de posición. Pero para Millett la repercusión de ese número de Time y de su Política sexual provocaba la mayor parte de las veces una perplejidad que se aliaba con la necesidad de huida, con el deseo de regresar al arte, al anonimato. El éxito, la atención mediática, la exposición dentro del activismo despertaban en ella un profundo miedo. Millett miraba con extrañeza y disgusto la criatura que otros habían creado a partir de ella (1990: 65).
En el interior de ese número de Time, Millett se declara lesbiana y ello le supondrá entrar en debate con el movimiento feminista dominante, que, ante tal declaración, le acusa de mancillar su causa. A su vez, las activistas lesbianas englobadas en el genérico Gay’s Lib observan a nuestra autora como una baza para sus demandas, como la encarnación de la necesidad de una reivindicación compartida: la de la lucha feminista y la de la lucha de las mujeres lesbianas. Y en medio de las luchas políticas de los movimientos, Millett reflexiona: «debería expresar lo que soy. Pero ¿qué soy?» (1990: 38). Sin duda, era una mujer lesbiana, pero en ocasiones esa categoría le resultaba incómoda, carente: «soy una de ellas, pero sin ser una de ellas, amo y detesto sus lugares» (1990: 105). De acuerdo a las palabras de nuestra autora, era una mujer que quería amar en libertad, trascender la monogamia multiplicando el placer y cuidando las heridas que en ese proceso pudieran surgir18. Para Millett amar era vivir en su más amplia definición porque, a diferencia de lo que le sucedía con la escritura, amaba sin esfuerzo. Para Millett amar era alcanzar el verdadero estado de cordura: «amar es de por sí cordura, el resto es locura»19.
Leer las obras de Kate Millett que contienen sus memorias es leer también sobre lo que la sociedad y las instituciones médicas llaman «locura» y lo que nuestra autora denomina en ocasiones como «la bestia» (2019: 231). Millett reflexiona sobre la naturaleza misma de la locura y la cordura, «con la esperanza de renunciar a ese dilema entre locura y no locura» (2019: 501). ¿Y si sucediera que eso que en ocasiones se denomina y trata como «locura» fuera tan solo «dolor» o «ira» acumulados ante los reveses de la vida? (2019: 495; 497). ¿Por qué una persona con un diagnóstico psiquiátrico ha de ser sometida a encierro, a la toma de una medicación de la que no sabe nada —a veces siquiera su nombre—, a violencia física o a ser atada o reducida? (2018a: 308). ¿Por qué en pacientes psiquiátricos no se toleran los niveles de ira, desesperación o rebelión que el resto de personas experimentamos y compartimos en nuestra vida cotidiana? ¿Por qué en estos/as pacientes estas manifestaciones se estigmatizan y se consideran señales de recaída, de abandono de la medicación o de repunte de la enfermedad? (por ejemplo, 2019: 174). La alternativa es reprimir las emociones, contenerte, morir: «deberías callar porque antes hablabas demasiado, deberías contener todas tus capacidades porque antes eras jactanciosa y exagerada (…) deberías marchitarte y morir por dentro» (2019: 115). Renunciar a una parte de tu naturaleza humana para esquivar por un instante el estigma de la locura.
En este capítulo queremos analizar estos tres pilares de la identidad de nuestra autora, explorándolos casi como arquetipos encarnados en una misma persona: el icono, la lesbiana y la loca. Explorar qué cuenta esta mujer de sí misma en los momentos de soledad, de internamiento, de amor, de sexo, de desesperación por escribir, de pánico antes de hablar en público. Katsie.
Icono
«Y ahora la que regresa es una criatura fabricada
por la publicidad, detestable, manchada, célebre...

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