II Subsuelo
Hace años me encontré contigo
sin saber que en mi subsuelo serías
el manto más antiguo
sobre el que hoy me sostengo construyo
arremeto furiosa cuando mi Tierra tiembla
Tus palabras de mar —tu silencio—
cambiaron el orden de mis horas
mi geografía pasó a ser tu mueca el mechón de tu frente
el espacio entre tu mirada y mi pensamiento
la distancia de tu risa a mi oído
Tejado
Ahora te veo distinto
ya no importa la sirena ahogada en fuego
sólo quiero ver tu rostro sobre el césped de luna
ella lloró sobre tu casa
aquel surco de llanto
permanece bajo mi cama
Hace días encontré un caracol
adherido al frasco donde guardo las lágrimas
lo desprendí con cuidado
pero no sobrevivió
se convirtió en etiqueta rugosa
tuve que tirarla
pero las lágrimas siguen ahí
me han preguntado si es mercurio
o gotas de manantial cautivas
yo invento historias
porque nadie creería que la luna lloró sobre el tejado
Claroscuro
Habité otras vidas sólidas
redondas enteras
pobladas por la sutil presencia de la otra
el piano envolviendo la tarde
y el anhelo de Europa
mil novecientos noventa y dos
quinto centenario del encuentro
desencuentro de tantos mundos
Dentro del elevador
sus ojos verdes rebasan su acento madrileño
la voz determinada
y el iris
el iris
el iris clarísimo
su fondo perturba el continente que soy
la arrogancia de quien me dobla la edad
de su cabello apenas largo
Somos compañeros de viaje
su presencia subvierte mis órdenes
hurga bajo mis pensamientos estira mi brazo
su aliento se enrosca en el lóbulo de mi oreja
rumbo a Calais cualquier palabra suya
detona mis sentidos
mi percepción se despliega en aromas acantilados
en prados de ovejas robustas
el resto se apaga
los oigo sin escucharlos
son el trasfondo de un cuadro
el único retrato vivo es el suyo
Europa desde mi deseo
de su elección de mí
de los pueblos que encendemos
mosaicos con luna
llovizna de medioevo
cuerpos de alabastro
toco el piano en un bar
y sus ojos verdes
sus ojos entre tantos otros
hurgando dentro de los míos
Lo nuestro no es una historia
—el amor las tramas
no pueden contenerse en sí mismas—
estas palabras no son un poema
son una llama vulnerable
ese proceso lento
con que se teje el claroscuro
Rembrandts colmados de contraste
luz dorada que ilumina rostros
y la penumbra en las fronteras
el instante
todo a punto de esfumarse
Un código apenas nuestro
habitamos
túneles el tiempo de la espera
a veces se me olvida que eres casi una niña
En la sala de conciertos
la grieta de l...