La cuestión de las nacionalidades
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La cuestión de las nacionalidades

Otto Bauer

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La cuestión de las nacionalidades

Otto Bauer

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La cuestión de las nacionalidades y la socialdemocracia, publicado por Otto Bauer (1881-1938) en 1907, está considerado como uno de los estudios más brillantes y lúcidos del marxismo acerca del problema nacional, cuyos planteamientos sorprenden por su validez y persistencia. Como señala Ramón Máiz, en el estudio preliminar de esta edición, "Bauer elaboró un original concepto de nación como comunidad inesencial, como proceso evolutivo de construcción política, tan abierto y contingente como plural y contestado, el cual le permitió superar la ecuación monista decimonónica, subyacente tanto en los postulados del Estado nacional (un Estado = una Nación), como en su antagonista secular, el Principio de las Nacionalidades (una Nación = un Estado)". Ante los actuales debates en torno al concepto de nación, resulta imprescindible una atenta lectura de las páginas de este libro, no sólo con el objetivo de rescatarlas de un injusto olvido, sino de verificar su actualidad, más allá del contexto en que fueron escritas, para los problemas teóricos y de acomodación institucional de la plurinacionalidad y el federalismo.

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Informazioni

III. EL ESTADO PLURINACIONAL
§ 16.
Austria como Estado alemán
El Estado austriaco es un producto de aquel gran movimiento que llevó a los hijos de los campesinos de Alemania a abandonar su tierra natal, en la que las granjas se apretaban cada vez de un modo más estrecho unas contra otras, y a marchar lejos hacia el nordeste y el sudeste. El Estado austriaco es el fruto tardío de la colonización sudoriental, del mismo modo que el Estado prusiano es un producto de la colonización nororiental.
La colonización alemana sobre el suelo de la actual Austria tuvo un carácter diverso: el poblamiento de las tierras alpinas hoy alemanas ofrece una imagen distinta a la del sometimiento de los campesinos eslovenos en el sur, bajo los señores alemanes y distinta a su vez de la de la penetración alemana en Bohemia, Polonia y Hungría.
Tampoco los colonos bávaros que se asentaron en las tierras alpinas encontraron una tierra completamente inhabitada. De los habitantes de las provincias romanas de Retia, Noricum y Panonia, que sobre todo eran celtas romanizados, no pocos habían sobrevivido a los empujes de las migraciones de los pueblos; pero, aparte de eso, tras la retirada de los lombardos de Panonia, entraron las poblaciones eslavas de las que sólo ha quedado el nombre original paneslavo de los wendos o eslovenos. Estos se asentaron en una gran parte de las tierras alpinas, alemanas: en Tirol, se establecieron en el valle Pusteria, hasta la región que va de Sillian a Lienz; en la región de Salzburgo, en los valles del Krems y del Steyr, en las que se mantuvieron hasta el siglo XI[1].
Ahora bien, el escaso poblamiento celtorromano y eslavo no pudo mantener su predominancia en aquellos ricos territorios. Sin encontrar resistencia, los campesinos alemanes comenzaron a asentarse en la región: los bávaros en gran número, pero, junto a ellos, también los francos, suabos y sajones. Poco a poco, los colonos superaron en número a los habitantes celtas y eslavos; los ocupantes más antiguos adoptaron la cultura germana superior y se integraron en la población alemana. El cristianismo predicado por los obispos alemanes de Passau y Salzburgo se convertirá aquí también en un medio para germanizar a la población extranjera. En pocos siglos, desapareció aquí por completo tanto la nacionalidad celtorromana como la eslava.
Sin embargo, sólo allí donde la tierra había sido poblada muy tenuemente por los wendos, pudieron los eslavos integrarse por completo en el pueblo alemán; fue distinto donde se asentaron unos junto a otros. Los eslovenos penetraron en los valles alpinos desde Panonia, a través de los valles fluviales; cuanto más ascendieron los valles, tanto más tenue fue su asentamiento. Por el contrario, los alemanes penetraron por el noroeste; su empuje más grande se dio en el curso superior de los afluentes del Danubio y fue más débil hacia el sur. De este modo, los eslavos se mantuvieron en perfectas condiciones en el sudoeste. Cuanto más miramos hacia el noroeste, más completo será el triunfo de la germanidad. Aun hoy, las cifras del censo hablan con claridad: de Tirol, Salzburgo y Alta Austria, los eslovenos han desaparecido por completo; en Carintia, constituyen el 25,08 por 100; en Estiria, ya el 31,18 por 100; y finalmente en Carniola, el 94,24 por 100 de la población.
Pero la colonización alemana también penetró allá donde los eslavos se habían asentado en grandes masas unos junto a otros: donde el campesino no se volvió alemán, el campesino esloveno cayó bajo la subordinación de los terratenientes alemanes. Este desarrollo comenzará con las guerras de Carlomagno contra los ávaros. En 795, será la última vez que se mencione un duque eslavo de Carintia; en adelante, dominarán la tierra los duques bávaros. Enormes territorios caerán ahora en manos de la Corona: ella se los conferirá y se los regalará a monasterios y conventos, a potentados laicos y a ministeriales reales y eclesiásticos. Los nuevos señores empujaron a los colonos alemanes a la región y fundaron nuevos señoríos. Alrededor de 811, Carlomagno dividirá las fronteras de la archidiócesis de Passau y Aquileia; el Drava se convertirá en la frontera de la Iglesia alemana y, con ello, en la frontera de la influencia germanizante de la misión cristiana y de la actividad colonizadora de los conventos alemanes. En 820, los eslavos se levantaron contra la presión alemana; pero serán derrotados. El noble local se verá despojado de su tierra y sustituido por un noble alemán. En adelante, también el campesino eslavo se verá sometido a los señores alemanes. En la tierra eslava, la cultura señorial será alemana: de ese modo, los restos de la nobleza local adoptarán también la lengua y las costumbres alemanas y se irán integrando gradualmente en la clase señorial alemana. Aún hoy en Carniola el gran propietario de la tierra es alemán y el campesino, eslavo. Tan sólo hace unas décadas, la dominación de la nobleza en la región significaba la dominación de los alemanes sobre los eslavos.
Por nuestra historia de la nación alemana, sabemos que, en la época del señorío, la cultura nacional unificadora era una cultura de señores. Aquí nos encontramos con un pueblo que carecía de la única clase que, en aquella época, podía crear y desarrollar una cultura nacional. En el caso de los wendos, podemos probar de forma experimental lo que antes afirmamos. Aquí tenemos a un pueblo al que no pertenece la clase que en aquella época podía ser la única portadora de la cultura nacional. Y, de hecho, los eslovenos no tomaron parte en el conjunto de la cultura de la época feudal. Los campesinos eslovenos no constituían una comunidad cultural nacional sino sólo estrechas comunidades locales. Lo que unificaba a las aldeas eslovenas no era el surgimiento y el desarrollo ulterior ininterrumpido de una cultura nacional sino sólo el hecho de que, en la escasa comunidad cultural formada por los campesinos de cada aldea, aquellos elementos que les habían sido transmitidos a todos ellos desde el pueblo originario eslavo, lentamente se habían seguido transmitiendo de generación en generación. Este punto en común, cada vez más oculto por diversas formas específicas de diferentes localidades, era muy diferente de la poderosa fuerza de desarrollo nacional unitario desde la palpitante vida cultural nacional de las grandes naciones, a la que pertenecía la clase de los terratenientes. Se ha denominado a esas naciones como naciones sin historia y queremos mantener esta expresión, pero esto no quiere decir que tales naciones no hubieran tenido nunca una historia –pues los wendos tuvieron una historia hasta 820–, tampoco que tales naciones, como creyó Engels aún en el año 1848, no hubieran sido capaces en absoluto de llevar una vida histórica ni pudieran ya conseguir una vida histórica –pues esta idea ha sido refutada definitivamente por la historia del siglo XIX–. Llamamos sin historia a estas naciones tan sólo porque su cultura nacional en aquella época en la que las clases dominantes eran las portadoras de una cultura así no conocerá ninguna historia ni ningún desarrollo ulterior.
Un milenio completo portaron los wendos el carácter de una nación sin historia. Ciertamente, fueron influidos también por aquella ampliación de la comunidad cultural que fue consecuencia del capitalismo temprano y de la revolución política, religiosa y moral que apareció con él. En la época de la Reforma, vemos los comienzos de una literatura eslovena: la Biblia y muchos escritos edificantes se traducirán al wendo. Los campesinos eslovenos se levantan en las grandes guerras campesinas en nombre de la stará pravda, la vieja ley. Pero las mismas causas que en Alemania estrechaban con rapidez el círculo de los que participaban en la cultura –el desplazamiento de las rutas comerciales, las convulsiones militares, la Contrarreforma– pusieron también pronto término aquí al corto impulso nacional. El campesino wendo volverá a hundirse de nuevo en una existencia sin cultura y fue, sólo en el siglo XIX, sólo en el capitalismo, cuando con la liberación de los campesinos del yugo de los terratenientes, con la autogestión, con la escuela y el servicio militar obligatorio, el Estado moderno despertó a la nación eslovena de su letargo y la condujo hasta la escena de la historia y creó para ella, a su vez, la posibilidad de agrupar a las masas en una nación, a través de una cultura viva propia. En la época del señorío, no obstante, esta posibilidad no existía: el esloveno era campesino y el campesino sólo les interesaba a los señores en tanto en cuanto hacía posible la cultura de la clase de los terratenientes mediante su servidumbre y sus impuestos; la nacionalidad del campesino les resultaba indiferente. Así, la clase alemana de los señores en el sur se alimentaba gracias al trabajo de los campesinos eslavos, del mismo modo que en otros lugares lo hacía gracias al trabajo de los alemanes, o como por ejemplo hacían en Letonia a partir del trabajo de los campesinos letones. Para la vida histórica de la Edad Media, Carintia, Estiria y Carniola eran países puramente alemanes.
Algo muy diferente a lo que ocurre en el sudeste, tuvo lugar con el gran movimiento de colonización alemana en los Estados-nación de la frontera del Imperio alemán, en Bohemia, Polonia y Hungría. Aquí la germanidad, no absorbió ni sometió a la servidumbre a la nacionalidad indígena sino que más bien penetró en el cuerpo del Estado-nación y dio origen en él a muchos cambios.
En Bohemia, los alemanes penetraron como burgueses, como campesinos y como mineros. Los reyes de Bohemia promovieron conscientemente la colonización urbana: ellos también reconocieron el nuevo poder que suponía para la monarquía la producción de mercancías y dado que el desarrollo de la producción y circulación de mercancías en Alemania iba por delante del desarrollo bohemio, trajeron a Bohemia comerciantes y artesanos alemanes. Los burgueses alemanes o bien ingresaron en comunidades ya existentes o fundaron nuevas ciudades. Ya en el siglo XI, existía en Praga una comunidad alemana. En el siglo XIII, muchas de las ciudades alemanas consiguieron cartas de libertad. Las ciudades alemanas en Bohemia experimentaron un nuevo impulso con el florecimiento de la minería. Se llamó a mineros alemanes y se fundó un buen número de ciudades puramente alemanas. En el siglo XIV, los burgueses más ricos, los comerciantes y los artesanos más distinguidos eran casi en su totalidad alemanes, mientras que los otros artesanos, los campesinos y el proletariado de las ciudades eran predominantemente checos. Los consejos de las ciudades estaban casi exclusivamente en manos alemanas. Su riqueza y sus privilegios les dieron un poder enorme: dominaban en la universidad; las prebendas en los capítulos, los obispados y los monasterios estaban en manos de alemanes mientras que a los checos sólo se les cedieron los puestos insignificantes de párroco. Un panfleto husita del año 1437 describe de un modo vivo, aunque quizá no exento de exageración, la posición social de la burguesía alemana en Bohemia gracias a su riqueza: «¿Quiénes eran los alcaldes y consejeros en todas las ciudades reales de Bohemia? Los alemanes. ¿Quiénes, los jueces? Los alemanes. ¿Dónde se les predicaba a los alemanes? En las catedrales. ¿Dónde a los bohemios? En los cementerios y en las casas»[2].
Junto a la colonización burguesa se encuentra la colonización campesina de los alemanes en Bohemia. Desde el siglo XII, se asentaron campesinos alemanes en las regiones limítrofes con Bohemia, talaron los bosques y fundaron aldeas libres alemanas y mercados o los reyes bohemios les asignaron tierras en medio de la población eslava; por ejemplo, Ottokar II, en las regiones de Saaz (Žatec) y Elbogen (Loket).
Pero también la Corte regia bohemia y la nobleza de Bohemia sucumbirán a la influencia alemana. La cultura hiperdesarrollada de la clase terrateniente alemana era para los bohemios un modelo, del mismo modo que para las cortes alemanas del siglo XVII, lo era la Corte de los reyes franceses. Los Premislidas[3] tuvieron como esposas y madres a las hijas de príncipes alemanes, hablaban alemán, tenían poetas alemanes, como Reinmar von Zweter, Tannhuser, Ulrich von dem Türlin, que pasaban temporadas en sus cortes; la caballería bohemia imitaba las costumbres caballerescas alemanas, se ser...

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