De pastores y predicadores
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De pastores y predicadores

Miguel Núñez

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De pastores y predicadores

Miguel Núñez

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Muchos han abrazado el ministerio pastoral sin tener una idea clara de cuán extraordinario es este llamado y sin ser debidamente conscientes de cuán alto es el privilegio de enseñar y pastorear ovejas compradas a un precio de sangre.
De pastores y predicadores, el nuevo libro del pastor Miguel Núñez, fue escrito con la intención de contribuir a dar forma a las mentes y corazones de aquellos a quienes Dios ha llamado para dirigir y nutrir a Su rebaño. Many have embraced the pastoral ministry without having a clear idea of how extraordinary is this call and without being duly aware of how high is the privilege to teach and shepherd sheep bought at the price of blood.
This book, "From Pastors and Preachers" has been written with the intention of contributing to form the mind and heart of those whom God has called to guide and feed His flock.

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Informazioni

Anno
2019
ISBN
9781535936736
Capítulo 1
El pastor y su llamado
Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Jesús
Introducción
En una de sus visitas a nuestra iglesia, el Dr. Hershael York del Seminario teológico bautista del sur, dijo a nuestra iglesia: «Cristo no nos dijo toma tu almohada y sígueme, sino toma tu cruz y sígueme». Si eso es cierto para todo seguidor de Cristo, lo es aún más para el pastor de sus ovejas. Este es nuestro llamado: seguir a Jesús mientras llevamos nuestra cruz. Cuando Jesús nos ordenó llevar nuestra cruz, estaba haciendo referencia al sacrificio que implica ser uno de los suyos hasta el punto de llegar a ser odiados por los miembros de tu propia familia. En Mateo 10, encontramos las palabras de Jesús con relación al costo del discipulado:
No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada. Porque vine a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su misma casa. El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará (Mat. 10:34-39).
Este es un buen recordatorio de que la vida cristiana y en especial el ministerio pastoral es un llamado al sacrificio por las ovejas del Señor. Jesús identificó su misión como un llamado al servicio al declarar: «Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mar. 10:45). Observamos a Cristo en la cruz dando su vida por muchos en total sumisión a los propósitos de Dios. En Getsemaní Él declaró: «que se haga tu voluntad y no la mía». ¡Este es el ministerio pastoral! Morir a ti mismo para que otros tengan vida, morir a tus deseos, a tus aspiraciones y a tus sueños; morir a tus «derechos» y a aquellas cosas que deseabas realizar de este lado de la eternidad para pastorear el rebaño de Dios. Lo haces para gloria de Dios; lo haces porque amas a Dios y porque sabes que tienes toda una eternidad por delante de ti esperándote con deseos y deleites muy por encima de todo lo que es pasajero y temporal. Quizás años atrás había una mejor conciencia del peso del ministerio pastoral y del llamado a dicho ministerio que lo que vemos hoy con cierta frecuencia. Es de vital importancia entender el llamado pastoral porque muchos se entusiasman con la idea de estar detrás de un púlpito exponiendo la Palabra de Dios, sin considerar que el pastorado es mucho más que la predicación.
¿Quién elige a los pastores?
¿Quién llama, elige y ordena a los pastores? Estas preguntas parecen ser similares, pero tienen connotaciones diferentes. De inicio diremos que un contrato de trabajo con una iglesia y una ordenación pastoral, no hacen a un pastor, pues esto no es un llamado terrenal. Una iglesia local puede reconocer el llamado que Dios haya hecho previamente sobre la vida de una persona. Una iglesia podría y debe ordenar a los pastores. Pero es posible tener muchos títulos y ofertas de contrato de las mejores iglesias y no ser pastor ante los ojos de Dios. El llamado lo hace Dios.
Un seminario prepara mejor a alguien que ya fue llamado por Dios al pastorado o que será llamado posteriormente. Como dijimos, es Dios quien hace el llamado por encima de todo, pues es algo sobrenatural que no se relaciona con la persona. En Hechos 20, leemos de cuando Pablo se despidió de los ancianos de la iglesia de Éfeso, estando en la ciudad de Mileto.
En el pasaje de Hechos 20:18-38 observamos el mejor discurso que un pastor pudiera compartir con un grupo de pastores sobre cómo considerar el ministerio pastoral. Volveremos a ver este pasaje en el capítulo ocho. Quiero por ahora invitarte a leer con detenimiento todo el pasaje, pero por ahora, te invito a leer aquí esta porción que deseo analizar:
Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual El compró con su propia sangre (v. 28).
Estas dos afirmaciones, deben elevar nuestra atención al considerar el ministerio pastoral:
  1. Dios hace el llamado y
  2. Dios coloca ovejas en nuestras manos, que fueron adquiridas por la sangre de su Hijo.
¿Te imaginas esto? Que Dios pide que cuides personas compradas por su Hijo a precio de sangre; ¡esto no es algo minúsculo! Esta verdad le agrega sobriedad al ministerio y, hasta cierto punto, me llama la atención y me eriza los pelos, como diríamos, porque cada vez que das un consejo, cada vez que oficias un casamiento, cada vez que cuidas a alguien, cada vez que predicas, tienes delante de ti personas que le pertenecen a Dios y que fueron compradas a precio de sangre.
Por otro lado, cuando Pablo le escribió a Tito, señaló: «Por esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que queda, y designaras ancianos en cada ciudad como te mandé» (Tito 1:5). En otras palabras, Dios hace el llamado, pero alguien va a tener que reconocerlos y colocarlos en su posición. Se necesita un reconocimiento humano y, en este caso, Tito tenía esta responsabilidad. Es necesario que los ancianos, pastores y la iglesia misma hagan el reconocimiento, pero esto comienza arriba, en los cielos; y es importante que nosotros podamos recordar esta verdad.
El llamado no es un simple deseo. No es algo que dejas a un lado después de un año porque simplemente se terminó la luna de miel. El llamado no es simplemente una pasión. Es una convicción de que Dios te ha separado de tu propio curso para colocarte en una trayectoria donde puedas servir a Dios y a su pueblo para su gloria, sacrificando aquello que otros disfrutan, aun si aquello no es pecaminoso en sí mismo. Las pasiones pueden ir y venir; son cambiantes. Por el contrario, el llamado es una convicción y la convicción no es solo un fuerte sentimiento, es un convencimiento de que Dios te separó del curso que seguías para colocarte en una posición de servicio a Dios.
El gran predicador de Inglaterra, Charles Spurgeon describió el llamado pastoral de esta forma:
¿Cómo puede saber un joven si es llamado o no? Esa es una pregunta de peso y deseo tratarla del modo más solemne. Pido dirección divina al hacerlo porque cientos han errado el camino y han tropezado contra un púlpito. Es dolorosamente evidente por los ministerios infructíferos y las iglesias decadentes que nos rodean. Es una terrible calamidad para un hombre equivocarse en su llamado y también lo es para la iglesia a la que él se impone a sí mismo. Su error encierra una aflicción de las más graves.24
En este ensayo de Spurgeon titulado «Lectures to my Students» («Discursos a mis estudiantes»), escrito en los años 1800, él denota que cientos de personas han errado en su llamado y «han tropezado contra un púlpito».
El príncipe de los predicadores, como era llamado Spurgeon, agrega, que esto se evidencia en ministerios infructíferos e iglesias decadentes. Sin embargo, llama aún más nuestra atención que él declara: «esa es una pregunta de peso y deseo tratarla de modo más solemne. Pido dirección divina al hacerlo». Esto ocurrió en el contexto de la enseñanza como parte de conversaciones con sus estudiantes. Spurgeon enfatiza que aun para hablar del tema, debido a la solemnidad del mismo, él necesita la ayuda de Dios. Quien realmente entiende el ministerio pastoral es Dios; Él conoce la naturaleza del ministerio y su solemnidad. De modo que, la mejor manera de tener una idea clara y bíblica de lo que es el ministerio pastoral, es analizar el ministerio del Señor Jesucristo.
Llamados a ser ejemplo
Ya he establecido que Dios es quien llama a los pastores de su iglesia. Ahora necesitamos considerar a qué nos llama Dios. Veamos lo que Pedro dice en 1 Pedro 5:2-3:
[P]astoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo; tampoco como teniendo señorío sobre los que os han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño.
Dios nos llama a pastorear ovejas con un deseo sincero, no solo motivados por un sentido de responsabilidad, sino con un sentido de entrega, motivados por la obra de Cristo en la cruz y su amor hacia nosotros. Esto debe ser cierto a la hora de predicar, de aconsejar, de oficiar una boda o un funeral… todas y cada una de esas actividades deben ser realizadas porque nuestro corazón tiene un deseo de glorificar a Dios a través del cuidado de sus ovejas, con un sentido de agradecimiento y no por recibir un salario. Al escribir a los corintios, el apóstol Pablo señaló:
Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que uno murió por todos, por consiguiente, todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Cor. 5:14-15).
Pablo realizó su ministerio motivado por el amor de Cristo. «Hay dos cosas que siempre he considerado como requisitos en un pastor: su labor y su amor. El primero es un trabajo de la mente y el segundo es un trabajo del corazón. Una labor fiel hablará de su amor y un amor sincero endulzará su labor».25
De igual modo, el ministerio pastoral nunca debe realizarse al ejercer señorío de acuerdo con el texto de 1 Pedro que leímos más arriba. No debes imponerte, ser autocrático, ni desear que las cosas se hagan simplemente porque «soy el pastor». Eres pastor y las ovejas deben de obedecerte, pero no por imposición. La obediencia impuesta no es obediencia, sino sometimiento; y un sometimiento impuesto no es a lo que Dios nos ha llamado. Dios llama a las ovejas a someterse a sus pastores, pero llama a los pastores a modelar el carácter de Cristo recordando que un día daremos cuenta por cada oveja de nuestro redil:
Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta. Permitidles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para vosotros (Heb. 13:17).
Este versículo pone un peso enorme sobre los hombros del pastor. Pensar que un día tendremos que pararnos delante del Juez del universo a rendir cuentas de cada oveja es algo que debe sobrecogernos. Es necesario recordar que todos dejamos un ejemplo y por el ejemplo dejado daremos cuenta al Pastor de pastores. La pregun...

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